📝HISTORIA EN BREVE
- La glucosa y la fructosa son dos azúcares simples que producen efectos muy diferentes. La glucosa proporciona energía rápida mientras que la fructosa se va directo al hígado
- La fructosa que proviene de las frutas enteras se combina con fibra y nutrientes que retardan su absorción, mientras que la fructosa procesada, como el jarabe de maíz de alta fructosa, llena el hígado de azúcar
- Consumir mucha fructosa causa lipogénesis de novo en el hígado, lo que provoca que se acumule la grasa y eso incrementa el riesgo de enfermedad del hígado graso
- A diferencia de la fructosa natural que se encuentra en las frutas enteras, la fructosa procesada causa picos de azúcar que alteran la producción de insulina e incrementan el riesgo de problemas metabólicos
- Consumir frutas enteras con azúcares naturales es bueno para el metabolismo, ya que aportan fibra, agua y antioxidantes que controlan la absorción de azúcar
🩺Por el Dr. Mercola
Cada vez que come una naranja o un dulce, consume algún tipo de azúcar simple, ya sea glucosa o fructosa. A simple vista, estos dos azúcares pueden parecer similares, pero reaccionan de manera muy diferente dentro del cuerpo. La glucosa es el tipo de azúcar que utilizan las células para obtener energía inmediata; el torrente sanguíneo la absorbe rápido y la transporta a los músculos y el cerebro.
Por otro lado, la fructosa se va directo al hígado, que, bajo circunstancias normales, se transforma en energía. Pero, gracias a las alimentaciones modernas que se basan en bebidas azucaradas y alimentos procesados, muchas personas consumen más fructosa de la que su hígado puede procesar.
Cuando la glucosa y la fructosa se unen en una sola molécula, forman sacarosa, mejor conocida como azúcar de mesa, que es el tipo de azúcar que se encuentra en la mayoría de las alacenas. Esta combinación, aunque agradable al gusto, crea una dosis muy potente, y es el tipo de azúcar que contienen los alimentos y bebidas que solemos comer.
La diferencia entre el azúcar natural y procesado
La diferencia entre el azúcar que se encuentra en la fruta, la fructosa y el azúcar que contiene una galleta promedio radica en los demás compuestos con los que se combina.
• La importancia de otros compuestos: cuando come una manzana, no solo consume fructosa, también consume fibras que ayudan a retardar la absorción de azúcar, vitaminas y otros nutrientes que ayudan al cuerpo a funcionar de forma correcta. Digamos que la fruta es todo un paquete diseñado por la naturaleza, donde la fructosa se administra de forma gradual y constante.
• Los endulzantes procesados no producen ningún beneficio: por otro lado, el azúcar de mesa o los endulzantes procesados no se combinan con ninguno de estos compuestos beneficiosos. No tienen fibra, ni nutrientes, lo que significa que llenarán de azúcar el torrente sanguíneo y el hígado,
esto sobrecarga el hígado, ya que tiene que trabajar el doble para descomponer el azúcar, lo que, a la larga, incrementará el riesgo de problemas metabólicos. Diferenciarlos es más simple de lo que parece, solo recuerde que el azúcar que contienen las frutas forma parte de un sistema equilibrado, mientras que el azúcar procesado no contiene ningún compuesto beneficioso, solo se utiliza para endulzar los alimentos.
• El azúcar natural es diferente: reducir el consumo de azúcar procesado es más difícil de lo que parece, ya que la cultura alimentaria moderna utiliza los sabores dulces para seducirnos, y las compañías de alimentos agregan azúcar a sus productos para mejorar su sabor y vida útil. Pero, una vez que entienda que, aunque un chocolate y una uva tienen un sabor dulce, el efecto que producen en el cuerpo es muy diferente.
Además de fructosa, las uvas aportan agua, fibra y micronutrientes y estos compuestos beneficiosos ayudan a ralentizar y controlar la liberación de azúcar. En cambio, el chocolate solo libera grandes cantidades de azúcar, lo que obliga al hígado a trabajar horas extras para convertir el exceso de fructosa en grasa y la almacena de tal forma que puede dañar la salud a largo plazo.
Una vez que logre hacer esta distinción, comprenderá que: "no todo el azúcar es igual". El contexto y los compuestos que lo acompañan determinarán si se utiliza en forma de energía o sobrecarga el hígado.
La fructosa y su función en la enfermedad del hígado graso
La fructosa se vuelve una amenaza grave cuando se consume en exceso, sobre todo en forma de refrescos, dulces y otros alimentos procesados que contiene jarabe de maíz de alta fructosa. A diferencia de la glucosa, la fructosa se va directo al hígado.
• El impacto del exceso de fructosa en el hígado: bajo condiciones normales, el hígado puede convertir cierta cantidad de fructosa en energía. Pero, cuando el hígado recibe una sobrecarga, activa la lipogénesis de novo, que es un proceso en el que se produce grasa nueva. El exceso de fructosa provoca que el hígado produzca cada vez más moléculas nuevas de grasa, que se almacenan en este órgano,
y con el tiempo, causan la enfermedad del hígado graso, que es un problema de salud cada vez más común en el que la grasa sustituye a las células hepáticas sanas. Aunque su hígado es muy bueno para limpiar la sangre y eliminar las toxinas, la exposición crónica al exceso de fructosa, termina por sobrecargarlo.
• Mayor riesgo de resistencia a la insulina: el exceso de fructosa también incrementa el riesgo de resistencia a la insulina, una situación en la que las células ya no detectan tan fácil las señales de la insulina. Por lo general, la insulina ayuda a sacar el azúcar del torrente sanguíneo y llevarlo a las células, donde se transforma en energía. Cuando se inhibe este proceso, la glucosa permanece en la sangre, lo que incrementa los niveles de azúcar y causa efectos dañinos.
• El proceso de producción de grasa cambia las prioridades metabólicas de su cuerpo: para empeorar las cosas, los procesos que activan la fructosa en su hígado pueden reducir su capacidad para quemar grasa, ya que el metabolismo le da prioridad a tratar de controlar la carga de azúcar. Con el tiempo, su cuerpo almacena más grasa de la que puede utilizar, lo que podría causar problemas como niveles elevados de colesterol, riesgo mayor de enfermedades cardíacas o síntomas como cansancio o malestar.
Otros efectos dañinos del exceso de fructosa
Los científicos descubrieron que, el exceso de fructosa se relaciona con una serie de efectos negativos en la salud, y la enfermedad del hígado graso solo es uno de ellos. Incrementa los niveles de triglicéridos, que son grasas que contribuyen a la acumulación de placa en las arterias. También causa inflamación crónica, que daña los tejidos.
• La fructosa también incrementa el riesgo de gota: el exceso de fructosa acelera la producción de ácido úrico, lo que incrementa el riesgo de gota (una enfermedad en las articulaciones que causa mucho dolor) y puede dañar los riñones.
Si bien, una sola lata de refresco no llenará su hígado de grasa, el consumo crónico sí lo hará. Por esta razón, muchos expertos afirman que el jarabe de maíz de alta fructosa está detrás de las crecientes tasas de obesidad y disfunción metabólica.
• El bajo consumo de fructosa procesada es clave para tener una buena salud: reducir su consumo de fructosa, sobre todo en forma de bebidas azucaradas y otros productos procesados, es una de las medidas más poderosas que puede implementar para mejorar su salud a largo plazo. La buena noticia es que la naturaleza creó las frutas enteras que además de ser saludables son deliciosas, contienen fructosa pero también contienen fibra, agua, vitaminas y antioxidantes que contrarrestan los efectos negativos de la fructosa.
• Los endulzantes naturales son una mejor opción: si desea comer algo dulce, reducir la carga en su hígado, mantener una buena sensibilidad a la insulina y dar a sus células un flujo equilibrado de combustible sin activar la lipogénesis de novo, los endulzantes naturales son una gran opción. Aprender a identificar las formas ocultas de azúcar, como los cereales para el desayuno, los yogures de sabor y las salsas azucaradas, le ayudará a proteger su hígado y su metabolismo.
Reconocer la diferencia entre una fuente de azúcar natural y procesada, le da el poder de proteger todos los aspectos de su salud. Todo lo que acabamos de mencionar también tiene una relación estrecha con el equilibrio redox, ya que obligar al cuerpo a descomponer el exceso de fructosa daña las células e incrementa el riesgo de problemas metabólicos.
La fructosa altera el equilibrio redox
La fructosa, sobre todo cuando se consume en exceso y en su forma procesada que no contiene fibra, ni otros nutrientes, sobrecarga el hígado y las mitocondrias porque reciben mucho más azúcar del que pueden procesar. Como se mencionó antes, el exceso de fructosa sobrecarga el hígado, lo que provoca que se produzca grasa en lugar de energía. Estas grasas adicionales dañan las células, causan obesidad e incrementan el riesgo de problemas de salud como la enfermedad del hígado graso.
• La fructosa en sí no es mala: repito, el contexto es un factor determinante. Si la fructosa entra al cuerpo junto con fibra, vitaminas y antioxidantes (como ocurre cuando consume frutas enteras), su absorción se ralentiza. Esto les da tiempo a las mitocondrias y al hígado para procesar el azúcar a un ritmo más constante, lo que mantiene el estrés reductivo bajo control.
• El exceso de fructosa es el que daña la salud: pero, si la fructosa llega en forma de bebida endulzada o de jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), el cuerpo recibe dosis mucho mayores de una forma muy rápida.
Este exceso de fructosa agota los niveles de NAD⁺ y altera las células. Cuando mantiene niveles elevados de NADH durante demasiado tiempo, se altera el flujo normal de electrones en las mitocondrias, lo que incrementa el estrés reductivo y crea problemas metabólicos.
• Estrategias para mejorar el equilibrio redox: para mantener el equilibrio redox consuma alimentos enteros y nutritivos que liberen de forma gradual el azúcar, en lugar de beber refrescos y otras bebidas con alto contenido de JMAF que llenan el cuerpo con dosis elevadas y repentinas de glucosa y fructosa. Hacer ejercicio, dormir bien y exponerse al aire fresco también ayudan a que las mitocondrias mantengan un flujo saludable de electrones.
Entender cómo funcionan sus mitocondrias le permitirá hacer pequeños cambios que mantienen sus células en óptimas condiciones, sin exceso de estrés oxidativo o reductivo.
La diferencia entre la fructosa natural y el jarabe de maíz de alta fructosa
Cuando come una fruta no solo obtiene fructosa, también consume fibra alimentaria, minerales esenciales como potasio y varios fitoquímicos (compuestos naturales de origen vegetal) que refuerzan las células y las protegen del daño. La fibra actúa como una esponja que absorbe el azúcar y lo libera poco a poco en el torrente sanguíneo, lo que evita los picos que causan estrés reductivo.
• Otros compuestos que amortiguan los efectos dañinos del azúcar: el contenido de agua de la fruta también diluye la concentración de azúcar, lo que reduce la carga en el hígado y el páncreas. Mientras tanto, los fitoquímicos como los polifenoles y los flavonoides ayudan a controlar los radicales libres, que son moléculas inestables que pueden dañar las células.
Esto significa que la fructosa de la fruta entera entra poco a poco a su sistema y no de un solo golpe, lo que le da tiempo a sus mitocondrias para producir energía de manera equilibrada y evita que se acumule el NADH.
• Las dosis elevadas e inmediatas de azúcar afectan la función hepática: por otro lado, el JMAF no contiene estos compuestos beneficios que proporcionan los alimentos enteros. Por lo que, solo es una solución de azúcar concentrada sin fibra, fitoquímicos, ni micronutrientes. Esto significa que cuando consume JMAF su cuerpo recibe una dosis elevada de fructosa de un solo golpe, y casi siempre, sin suficiente NAD⁺ para mantener el flujo constante de electrones.
Esto provoca un retroceso en la cadena de transporte de electrones (CTE), una acumulación de NADH y estrés reductivo. Con el tiempo, esto provoca que se acumule demasiada grasa en el hígado, incrementen los niveles de triglicéridos en el torrente sanguíneo y las mitocondrias dejen de funcionar de forma correcta. Cuando las células se mantienen bajo este estrés crónico, empeora la inflamación e incrementa su riesgo de trastornos metabólicos.
• Los hábitos simples que ayudan a evitar el daño que causa el exceso de azúcar: llevar una alimentación a base de alimentos enteros y sin procesar se traduce en un menor consumo de azúcar, y los azúcares que consume, se consideran saludables porque van acompañados de vitaminas, fibra y minerales.
Si se le antoja algo dulce, comer una naranja o una manzana es mucho mejor que beber un refresco o un vaso de jugo de naranja sin pulpa. Cuando no hay fibra, el azúcar se concentra y se vuelve más dañino. Así que recuerde: casi siempre es mejor elegir frutas enteras que jugos de fruta. Si opta por jugos de frutas, le recomiendo que los beba poco a poco para no alterar su equilibrio metabólico.
• La diversidad en la alimentación también promueve la salud metabólica: aprender a preparar comidas que incluyan vegetales, grasas y proteínas saludables y cantidades moderadas de fruta ayudará a mantener sus mitocondrias en óptimas condiciones. Aunque es imposible no darse un gusto de vez en cuando, elegir una opción con fibra siempre será mucho mejor que un alimento con JMAF, y esto aplica para las personas de cualquier edad.
Entender los peligros de consumir demasiado azúcar le ayudará a mantener su equilibrio redox desde una edad temprana, lo que garantizará que sus mitocondrias produzcan la cantidad justa de energía sin abrumarse por un exceso de electrones. Una vez que estos patrones saludables de alimentación se convierten en hábitos para toda la vida, su cuerpo será capaz de crecer y prosperar, lo que se traducirá en un futuro más saludable.
También existe una relación entre el alcohol, el hígado graso y la fructosa
El alcohol es una de las sustancias más populares en los Estados Unidos. Según encuestas nacionales, más de la mitad de los adultos informaron que bebieron alcohol durante el último mes y una parte significativa dijo que bebe en exceso de forma ocasional.
• El mito del consumo moderado de alcohol: tal vez ya conoce el mito que afirma que es bueno beber un poco de alcohol. Algunos estudios parecen confirmarlo, pero es importante saber todo lo que hay detrás.
A veces, las compañías que producen o venden alcohol financian estos estudios o bien, a los investigadores que los realizan. Pero, cuando otros científicos analizan los datos, descubren que beber alcohol en realidad no ayuda a las personas a vivir más tiempo ni las hace más saludables.
• Ninguna cantidad de alcohol es buena para la salud: la verdad es que el alcohol es malo por donde se vea, la cuestión es que, al principio, el daño pasa desapercibido. Pero, en pocas palabras, el alcohol es un veneno metabólico, lo que significa que interfiere con la forma en que el cuerpo utiliza la energía.
El alcohol y los aceites vegetales son una bomba para la salud
Tal vez se pregunte: "si el alcohol es tan malo ¿por qué dicen que es bueno tomarlo 'con moderación'?". Una razón es que la venta de alcohol genera grandes ingresos, tanto para las compañías como para los gobiernos (a través de los impuestos). Por eso, las compañías financian estudios e invierten mucho dinero en publicidad para sugerir que es inofensivo, o incluso bueno, que la gente beba un poco todos los días. Pero, cada vez que bebe alcohol, daña sus células.
• El alcohol causa enfermedad del hígado graso: la enfermedad del hígado graso, donde el hígado (un órgano importante que ayuda a filtrar los desechos y las toxinas de la sangre) comienza a llenarse de grasa, es un ejemplo del daño que puede causar el alcohol. Esto no es bueno, porque se supone que un hígado sano no está lleno de grasa.
Antes de profundizar en la enfermedad del hígado graso, hablemos de otro grupo de sustancias que causan un daño similar: los aceites vegetales omega-6 como el aceite de maíz, soya y girasol. Aunque pareciera que estos aceites son saludables porque provienen del reino vegetal, hay un problema: todos tienen "enlaces dobles" en sus estructuras químicas.
• La anatomía de las moléculas de grasa: los "enlaces dobles" se refieren a la forma especial en que los átomos de la molécula de grasa se conectan entre sí. Estos enlaces son como puntos débiles, imagine una cadena con varios eslabones débiles, mientras más tenga, más fácil será que se rompa.
• Daño celular: hay ciertas moléculas inestables que se conocen como especies reactivas de oxígeno (ROS) que atacan estos puntos débiles y desgarran las moléculas de grasa. Cuando eso sucede, su cuerpo produce aldehídos reactivos, que son sustancias químicas que dañan sus células.
El peligro de los aldehídos reactivos
Imagine los aldehídos reactivos como pequeñas chispas en el cuerpo que pueden quemar todo a su alrededor. En lugar de iniciar un incendio real, dañan las estructuras de las células.
• La salud se deteriora con el tiempo: este daño puede acumularse y con el tiempo, las células dejan de funcionar de forma correcta. Cuando se descompone el alcohol en el hígado, aunque no es una grasa como los aceites vegetales, se convierte en un aldehído reactivo similar que se conoce como acetaldehído.
Al igual que los aldehídos reactivos de los aceites de semillas, el acetaldehído del alcohol daña las células. Y, aunque a simple vista, el alcohol y los aceites de semillas pueden parecer muy diferentes, su mecanismo de daño es muy similar.
• El alcohol no es la única sustancia que provoca que la grasa se acumule en el hígado: en un principio, la enfermedad del hígado graso solo se relacionó con el consumo de alcohol, por lo que se denominó enfermedad del hígado graso alcohólico. Más tarde, los médicos descubrieron que algunas personas que no bebían nada de alcohol también tenían hígado graso.
Entonces, surgió el término enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD). Pero, ya sea alcohol, aceites vegetales, fructosa u otras sustancias las que causan el daño, el resultado final es el mismo: un hígado débil y sobrecargado que no puede proteger y desintoxicar el cuerpo como debería.
¿Por qué es esto tan importante? Bueno, si su hígado se vuelve graso, puede inflamarse. La inflamación se produce cuando el sistema de defensa del cuerpo entra en alerta máxima en respuesta a una amenaza. Si se corta o raspa, notará que esa zona de la piel se inflama, enrojece y se siente caliente.
• La inflamación afecta la función hepática: dentro de su cuerpo, la inflamación significa que sus células inmunológicas llegaron al área afectada y están tratando de reparar el daño, y al igual que con las heridas superficiales, puede provocar cicatrices. Cuando se forman cicatrices en el hígado, se denomina cirrosis y es una enfermedad muy grave que impide que el hígado funcione bien. Pero, no es algo que suceda de la noche a la mañana, por lo que muchas personas ni siquiera saben que su hígado está en peligro hasta que el daño está muy avanzado.
• Otros venenos metabólicos: además del alcohol y la fructosa, existen muchos otros venenos metabólicos. Por ejemplo, algunas sustancias químicas que contienen los productos de plásticos, ciertas hormonas como los estrógenos e incluso ciertas toxinas bacterianas (endotoxinas) también representan una amenaza para su hígado.
Aunque puede ser abrumador saber que hay tantas amenazas a su alrededor, si lleva un estilo de vida saludable no debe preocuparse porque en ese caso, su cuerpo tiene la capacidad de combatir pequeñas cantidades de toxinas. El problema surge cuando saturamos nuestro cuerpo con demasiadas sustancias dañinas a la vez, como sucede cuando consume muchos alimentos procesados llenos de aceites de semillas o azúcares o bebe alcohol en exceso.
• El equilibrio es muy importante: si bien, estas sustancias son venenos, la cantidad y la frecuencia son factores muy importantes. Ahora bien, el alcohol no produce ningún beneficio, por lo que, el mejor consejo es evitarlo por completo.
Por suerte, cada vez más personas lo están haciendo. En el caso de la fructosa, la historia es un poco diferente. No todo es malo, porque las frutas son saludables y deliciosas. El problema surge cuando los fabricantes refinan la fructosa o añaden demasiado azúcar a sus productos, lo que sobrecarga el hígado.
¿Qué es el estrés oxidativo?
El daño oxidativo es otro punto muy importante, ya que forma parte del equilibrio redox. El daño oxidativo es como el óxido que se forma en el metal cuando se expone al agua y al aire. En nuestras células, ciertas moléculas, como los radicales libres, pueden "oxidar" o dañar otras moléculas, que incluyen las grasas y las proteínas.
• Los venenos metabólicos causan estrés oxidativo: el alcohol se descompone en acetaldehído, que puede crear más de estos radicales libres. Los aceites vegetales, en especial los que tienen muchos enlaces dobles, también pueden descomponerse en moléculas dañinas cuando se exponen al calor y al oxígeno, lo que produce radicales libres.
• El cuerpo entra en un estado de oxidación: la exposición crónica a estos venenos causa estrés oxidativo, que es como un estado de "oxidación" dentro de sus células. Aquí es donde entran los antioxidantes (como las vitaminas E y C y otros compuestos que se encuentran en las frutas y vegetales), que ayudan a eliminar los radicales libres antes de que causen demasiado daño.
Las autoridades de salud lanzan advertencia importante
En enero de 2025, el director general de servicios de salud de Estados Unidos, Vivek Murthy, advirtió que incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden ser dañinas e incrementar el riesgo de cáncer.
• El consumo de alcohol incrementa el riesgo de cáncer: advierten que el alcohol es una causa importante y prevenible de cáncer, y que se relaciona con casi 100 000 casos de cáncer y 20 000 muertes por cáncer al año.
A pesar de esto, la mayoría de las personas no relacionan el alcohol con el cáncer, lo que incluye un riesgo mayor de siete tipos de cáncer, como el cáncer de mama.
• Las historias sin contar sobre los daños que causa el alcohol: si alguna vez escucha algo como: "¡Pero, mi tío bebía alcohol todos los días y vivió hasta los 90 años!", recuerde que por cada historia como esa, hay miles de personas que desarrollan problemas graves. Es posible que su tío tuviera mucha suerte o tal vez llevaba un estilo de vida diferente que lo ayudó a mantenerse más saludable (como comer muy bien o hacer mucho ejercicio).
Las anécdotas (historias personales) no se consideran evidencia científica sólida. Los científicos buscan patrones en grandes grupos de personas para entender cómo algo afecta nuestro cuerpo, y una cantidad abrumadora de datos demuestra que el alcohol es muy dañino.
¡No se deje engañar!
Recuerde que su cuerpo es una máquina increíble y su hígado es una de sus piezas más importantes. No deje que el alcohol o el exceso de azúcar lo sobrecarguen.
• Evite el alcohol: esta sustancia encabeza la lista de sustancias dañinas, sin beneficios comprobados.
• Evite los aceites vegetales y el exceso de fructosa: los aceites vegetales con alto contenido de omega-6 pueden causar daños similares al alcohol. Y el exceso de fructosa, sobre todo la fructosa refinada, puede sobrecargar el hígado.
• No sea complaciente con su comida: la mejor manera de reforzar la salud es disfrutar de las cosas con moderación y mantener la curiosidad. Haga preguntas sobre lo que contienen sus alimentos y bebidas y siempre escuche a su cuerpo. Si aprende estos hábitos ahora, su futuro será prometedor.
En conclusión, sea consciente sobre todo lo que mete en su cuerpo. Lo mejor es que consuma alimentos enteros y naturales, beba mucha agua y haga ejercicio con regularidad. Sin importar lo que digan algunos estudios o campañas publicitarias, el alcohol no ayuda a vivir más, ni a sentirse mejor. Los aceites vegetales y azúcares como la fructosa también pueden causar problemas cuando se consumen en exceso, sobre todo en sus formas procesadas o concentradas.
Preguntas frecuentes sobre la fructosa y el equilibrio redox
P: ¿Cuál es la diferencia entre el azúcar natural y el azúcar procesado?
R: Los azúcares naturales que se encuentra en las frutas enteras contienen fibra, agua, vitaminas y antioxidantes, que ayudan a retardar la absorción de azúcar y reducir el estrés metabólico. Los azúcares procesados, como el JMAF y el azúcar de mesa, carecen de estos componentes beneficiosos, lo que produce picos rápidos de azúcar, sobrecarga del hígado y causa otros problemas de salud a largo plazo como resistencia a la insulina y enfermedad del hígado graso.
P: ¿Cómo afecta el exceso de fructosa a la salud del hígado?
R: Casi toda la fructosa se metaboliza en el hígado. Cuando se consume en grandes cantidades (sobre todo en forma de bebidas azucaradas y alimentos procesados), provoca que se acumule grasa en el hígado, lo que incrementa el riesgo de enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD). El exceso de fructosa también causa resistencia a la insulina, trastornos metabólicos e inflamación crónica.
P: ¿Puedo beber alcohol con moderación de forma segura?
R: A pesar de algunas afirmaciones de que el consumo moderado de alcohol es beneficioso, las investigaciones demuestran que el alcohol es un veneno metabólico que daña las células e incrementa el riesgo de enfermedad del hígado graso y cáncer. En 2025, el director general de servicios de salud de Estados Unidos advirtió que el alcohol, incluso en pequeñas cantidades, se relaciona con un riesgo mayor de siete tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de mama.
P: ¿Cómo contribuyen los aceites vegetales y la fructosa a las enfermedades metabólicas?
R: Ciertos aceites vegetales, que suelen contener niveles elevados de ácidos grasos omega-6, contienen moléculas inestables que pueden descomponerse en sustancias químicas dañinas cuando se exponen al calor y al oxígeno. Este daño oxidativo, junto con el consumo excesivo de fructosa, sobrecarga el hígado, provoca que se acumule grasa e incrementa el riesgo de obesidad, enfermedades cardíacas y otros trastornos metabólicos.
P: ¿Cuáles son algunas estrategias para reforzar la salud metabólica y reducir el riesgo de enfermedad del hígado graso?
R: Para proteger su función hepática y mantener el equilibrio metabólico, lleve una alimentación a base de alimentos enteros y sin procesar, minimice el consumo de azúcares refinados y bebidas endulzadas y evite el alcohol y los aceites vegetales. Comer alimentos ricos en fibra, mantenerse hidratado, hacer ejercicio y dormir bien son estrategias clave para mantener los sistemas energéticos en óptimas condiciones.