📝HISTORIA EN BREVE

  • El pollo convencional suele procesarse con fuertes mezclas de sustancias químicas, incluyendo soluciones de cloro, para reducir la contaminación bacteriana, una práctica que está prohibida en la Unión Europea desde 1997. El pollo que se lava con cloro puede absorber residuos de sustancias químicas a través del tejido muscular, lo que representa una amenaza para la salud
  • En Estados Unidos no hay una ley que obligue a revelar los procesos, como lavados químicos o tratamientos antimicrobianos, que se utilizan cuando fabrican los empaques para el pollo. Por lo tanto, los consumidores jamás sabrán a todo lo que se exponen cuando consumen ese producto
  • El procesamiento industrial de pollos prioriza la velocidad sobre la higiene, y algunas instalaciones procesan hasta 2 millones de pollos al día, lo que crea condiciones que requieren intervenciones químicas para contrarrestar las malas prácticas sanitarias
  • A muchos pollos convencionales se les inyecta una mezcla de agua, sal y fosfatos para incrementar su peso en hasta un 15 %, lo que significa que los consumidores pagan más por el líquido y no por carne real
  • Comprar pollo alimentado con pastura y que se procesa de forma natural promueve una agricultura humanitaria, prácticas de procesamiento más seguras y una nutrición de mayor calidad, mientras reduce la dependencia de intervenciones químicas

🩺Por Ashley Armstrong, autora invitada

¿Alguna vez se ha preguntado qué hay en el líquido viscoso y acuoso que se encuentra en el empaque del pollo que venden en el supermercado? ¿Es agua o algo más?

¿Qué ve cuando toma un paquete de pechuga, muslos y otras piezas de pollo? Hay un problema, pero no puede verse a simple vista, dentro de cada uno de esos paquetes de pollo se esconde una mezcla de sustancias químicas que representan una amenaza para la salud.

Si es de las personas que se preocupa por comprar productos seguros para su hogar, le impactará saber todo lo que utilizan para procesar el pollo que come.

La mayoría de los consumidores no se toman el tiempo de investigar más sobre lo que sucede en nuestro sistema alimentario. Compramos carne empaquetada sin entender todo lo que tuvo que pasar para llegar hasta el estante del supermercado. Esta situación ha permitido que los procesadores industriales de pollo utilicen prácticas que ponen la eficiencia y la vida útil por encima de la salud del consumidor y el bienestar animal.

Como alguien que dirige una cooperativa agrícola, conozco muy bien los procesos de producción de carne porque tengo una buena comunicación con los carniceros y visito mucho las instalaciones de procesamiento. Esto me ayudo a darme cuenta de algo que los consumidores no saben: el procesamiento convencional de la carne depende mucho de intervenciones químicas.

La razón detras del procesamiento industrial del pollo

Para entender por qué se utilizan tantas sustancias químicas en el procesamiento del pollo, debemos comprender la magnitud de este tipo de operaciones. Tomemos como ejemplo a Tyson Foods, uno de los procesadores de aves de corral más grandes de Estados Unidos. Una planta promedio de Tyson procesa alrededor de 1.25 millones de pollos al día, y las instalaciones más grandes manejan hasta 2 millones de aves durante los períodos pico de producción.

Pongamos esta situación en perspectiva. Un ave de corral desarrollada ocupa casi 1 pie cuadrado de espacio, por lo que 2 millones de pollos cubrirían alrededor de 46 acres, ¡imagine 35 campos de fútbol llenos de pollos!

Ahora bien, apilar esos pollos uno al lado del otro en una fila abarcaría unas 380 millas, que es la longitud del estado de Colorado de oeste a este. ¡Eso no está bien!

Este procesamiento a escala industrial tiene muchos problemas. Cuando se procesan miles de pollos por hora, mantener la higiene se vuelve cada vez más difícil. Y por esa razón se necesitan intervenciones químicas. En lugar de abordar las causas de la contaminación (sobrepoblación en edificios de confinamiento, mala nutrición y condiciones de vida estresantes) recurren a soluciones químicas.

Cuando la producción se realiza en masa y bajo estas condiciones que priorizan la cantidad sobre la calidad, es lógico que surjan condiciones insalubres que crean una necesidad de intervenciones químicas para controlar patógenos dañinos.

En qué consiste el procesamiento industrial

Tras el sacrificio y el desplume, el pollo suele sumergirse en grandes tanques de enfriamiento, lo que tiene como objetivo reducir de forma rápida la temperatura de la carne para prevenir la proliferación bacteriana.

Sin embargo, lo que muchos consumidores no saben es lo que contienen algunos de estos tanques en las plantas de procesamiento convencionales: soluciones de cloro, que se utilizan para prevenir la contaminación cruzada y enfermedades transmitidas por alimentos, como la salmonela.

El USDA permite niveles de cloro de hasta 50 partes por millón (ppm) en estos tanques de enfriamiento. Para ponerlo en perspectiva, esa concentración es de 5 a 50 veces mayor que la cantidad que se recomienda para albercas residenciales (1 a 3 ppm según las directrices de los CDC). Aunque el pollo se enjuaga antes de meterlo a su empaque, no se sabe si quedan residuos químicos o si esta práctica solo enmascara las condiciones insalubres en lugar de solucionarlas.

La carne muscular es porosa y puede absorber los líquidos con los que entra en contacto, incluyendo las soluciones de cloro que se utilizan para procesarla. Cuando el pollo se sumerge en la solución de cloro, puede absorber algo a través de sus microporos.

Mientras que el USDA y la industria afirman que los residuos de cloro son "mínimos y seguros", la Unión Europea (UE) prohibió la importación de este tipo de pollo que proviene de Estados Unidos. De hecho, la UE prohibió el uso de soluciones de cloro para procesar el pollo en 1997.

  • Las autoridades de la UE determinaron que el lavado con cloro enmascara la falta de higiene en las primeras etapas del proceso de producción en lugar de prevenir la contaminación.
  • Concluyeron que esta práctica permite a los productores mantener estándares bajos de bienestar e higiene animal a lo largo de la cadena de suministro.
  • Mientras que el enfoque de la UE prioriza uno de los estándares de higiene más estrictos de todo el proceso de producción.

Por esa razón, la carne de aves de corral que se procesan con soluciones de cloro está prohibida en los mercados de la UE. Esta postura internacional plantea una pregunta importante: si el pollo que se lava con cloro no se considera seguro para los consumidores de Europa ¿por qué si se considera seguro para los consumidores de Estados Unidos?

Ahora bien, dado a las críticas por el uso de cloro, no todos los productores utilizan este proceso de lavado. No obstante, eso no significa que ese pollo no contenga otros residuos de sustancias químicas. Ya sea cloro o cualquier otra sustancia similar, el procesamiento convencional de pollo depende del uso de este tipo de procesamientos. No solo se trata de lo que se rocía en su comida, sino de porqué se utilizan estos tratamientos en primer lugar.

Este tipo de procesamientos son como querer tapar un sistema roto con una curita. En lugar de criar pollos en condiciones naturales y saludables, los productores industriales prefieren utilizar sustancias químicas para solucionar sus problemas. Sin embargo, todo comienza mucho antes de que cualquier sustancia química toque la carne.

Imaginemos miles de pollos amontonados como sardinas en espacios pequeños, donde las enfermedades se propagan sin control.  A esto súmele toda la maquinaria que se utiliza, entonces la higiene es lo último que importa. Además, estar bajo tanta presión puede hacer que los trabajadores olviden lavarse las manos, lo que empeora aún más esta situación.

No obstante, en lugar de buscar una solución real para el problema subyacente, la industria recurre a las sustancias químicas: que son una solución rápida para un problema muy complejo. En conjunto, el resultado es claro, la carne que pone sobre su mesa no se parece en nada a lo que las personas imaginan cuando piensan en el origen de su pollo.

Es hora de pensar si vale la pena el riesgo a nuestra salud por ahorrar un poco de dinero.

Y hablando de esto, hay otra táctica sucia de la que no quieren que se entere. Estos tratamientos químicos no solo sirven para desinfectar: son parte de un proceso que altera bastante el producto.

La industria lo llama "rellenar" o "mejorar", lo que suena bastante normal hasta que se entera en qué consiste: al pollo le inyectan una mezcla de agua, sal y fosfatos que puede incrementar su peso en hasta un 15 %. En otras palabras, paga mucho por poco.

Pero el peso del agua no sólo afecta su billetera, también afecta su experiencia gastronómica. Pregúntele a cualquier chef y le dirá que el pollo convencional es diferente, y no para bien. Si nota una textura pegajosa y un sabor raro, no es su imaginación.

Cuando cocina esta carne, se filtra toda el agua agregada y elimina el sabor y los nutrientes naturales que solían caracterizar al pollo de granja. Repito, estos productos no se parecen en nada a lo que estábamos acostumbrados.

Para los consumidores que intentan tomar decisiones informadas sobre sus alimentos, quizás el aspecto más frustrante es que ni siquiera saben qué es lo que sucede. En el empaque del pollo que venden en el supermercado no mencionan nada sobre el cloro, los aerosoles de ácido orgánico o los tratamientos antimicrobianos en la etiqueta.

Las regulaciones actuales no obligan a que los procesadores revelen estos ingredientes, por lo tanto, los consumidores ni se imaginan todo lo que tuvo que pasar su carne antes de llegar al estante del supermercado. Se trata de un problema grave de falta de información, lo que viola el derecho fundamental de los consumidores de saber cómo se procesan sus alimentos.

El verdadero costo del pollo convencional

El pollo convencional suele costar menos, pero este aparente ahorro tiene un costo oculto:

Posibles efectos en su salud a causa del uso de sustancias químicas

La degradación ambiental a causa de las prácticas agrícolas industriales

Menor calidad nutricional a causa de las malas condiciones de crianza

Mayor consumo de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) por el uso de ingredientes alimenticios con alto contenido de PUFA, como soya, aceites de semillas y granos de destilería secos, lo que cambia el perfil final de ácidos grasos de la carne que consume

Amenaza al bienestar animal

Más peso en agua, que desaparece durante la cocción (lo que significa que se obtiene menos carne real)

Si consideramos todos estos efectos ocultos, pagar un poco más por pollos alimentados con pastura que se procesan de forma natural, en realidad es una inversión a largo plazo.

Busque alternativas más saludables

Si compra pollo en el supermercado, busque el que diga "enfriado por aire". Ahora, algunos procesadores utilizan el enfriamiento por aire en lugar de soluciones químicas, este proceso consiste en colgar el pollo en cámaras frías donde la circulación de aire reduce la temperatura. Este método elimina la inmersión en agua que puede propagar la contaminación y evita la retención de agua, por lo que esta carne tiene mejor sabor.

El enfriamiento por aire suele ir seguido de enjuagues con vinagre y agua en lugar de sustancias químicas agresivas. Aunque es posible que este tipo de pollo también se críe en condiciones de confinamiento, este proceso garantiza que no se utilicen baños químicos. Sin embargo, la única forma de estar 100 % seguro de cómo se crió y procesó su pollo es conociendo a su productor.

Esto podría implicar que deba unirse a una cooperativa agrícola o a un programa de CSA (Agricultura apoyada por la comunidad), visitar los mercados locales y hacer preguntas específicas, relacionarse con carniceros locales que puedan verificar su abastecimiento o investigar las granjas en línea para buscar transparencia sobre sus prácticas. Si sigue estos pasos, podrá estar más seguro sobre el origen y el cuidado de los alimentos que consume. Algunas preguntas que podría hacerle a los productores incluyen:

  • ¿Cómo se criaron estos pollos? (Busque términos como "alimentado con pastura" o "criado en libertad")
  • ¿Qué alimento recibía? (De preferencia pienso orgánico y no transgénico)
  • ¿Cómo se procesó? (Busque "enfriado por aire" o pregunte sobre el uso de sustancias químicas)
  • ¿Puede rastrear esta carne hasta una granja específica?
  • ¿Qué tratamientos antimicrobianos específicos, si los hubo, se utilizaron durante el procesamiento?

Las operaciones avícolas de menor escala que crían aves de pastoreo no suelen depender de lavados químicos. Priorizan mejores condiciones de vida, lo que significa que les dan acceso a aire fresco y luz solar, y tienen menores densidades de población para evitar la sobrepoblación.

Estas operaciones también utilizan procesos de sacrificio más limpios y menos apresurados, así como alimentaciones naturales que fortalecen el sistema inmunológico de las aves. Este enfoque ayuda a garantizar que las aves de corral se críen en un entorno más humano y natural, sin necesidad de tratamientos químicos.

Apoye las alternativas más saludables

El procesamiento químico en la producción de pollo convencional representa una desviación importante de los métodos tradicionales para preparar alimentos. Ya sea cloro, ácido peracético, cloruro de cetilpiridinio o ácidos orgánicos, estas intervenciones químicas caracterizan a un sistema alimentario que prioriza el volumen y la eficiencia por sobre la calidad y la transparencia.

Aunque estos productos químicos pueden ayudar a los procesadores industriales a reducir las preocupaciones de seguridad en operaciones de gran volumen, representan una amenaza para la calidad de los alimentos, la transparencia y el impacto en la salud a largo plazo. El hecho de que se puedan utilizar estas sustancias químicas sin que los consumidores lo sepan deja algo claro, es importante hacer algo al respecto.

Cuando los consumidores se vuelven más conscientes de estas prácticas, podrán tomar decisiones más informadas. Apoyar a los productores de pequeña escala que priorizan los métodos de procesamiento naturales y el bienestar animal, ayudará a hacer un cambio real hacia una producción de alimentos más saludable y transparente. Cuando los consumidores compran pollos que provienen de sistemas de cultivo regenerativo en lugar de granjas industriales:

  • Apoyan a los agricultores que priorizan el bienestar animal y ambiental
  • Promueven la transparencia en el procesamiento de alimentos
  • Promueven la producción de alimentos sin sustancias químicas
  • Refuerzan su salud con alimentos más nutritivos
  • Apoyan las prácticas agrícolas sostenibles

¡Cada compra es un llamado de atención para exigir un sistema alimentario más transparente y saludable!

Sobre la autora

A Ashley Armstrong le apasiona ayudar a otros a recuperar su salud metabólica a través de alimentos y hábitos saludables. También tiene la misión de crear un sistema alimentario alternativo que se basa en prácticas agrícolas regenerativas que refuerzan la salud humana y que protegen el medio ambiente.

Ashley es cofundadora de Angel Acres Egg Club, una cooperativa que se especializa en producir huevos con bajo contenido de PUFA. Hace poco, los resultados de los análisis de laboratorio confirmaron que los huevos de Angel Acres contienen muy poco ácido linoleico (un omega-6 muy común en los aceites de semillas) y nada de glifosato.

Este logro refleja un compromiso con la calidad y una asociación única con agricultores que practican la agricultura regenerativa para producir ingredientes de alimentos para pollos con bajo contenido de PUFA y que no utilizan agroquímicos.

Además, es cofundadora de Nourish Food Club, otra cooperativa que vende la mejor carne de cerdo y de res, queso, productos lácteos A2 y masa madre tradicional con bajo contenido de PUFA.