📝HISTORIA EN BREVE

  • Las investigaciones descubrieron que incluso una pérdida auditiva leve aumenta en gran medida el riesgo de enfermedad de Parkinson, lo que sugiere que los problemas de audición podrían ser una señal de advertencia temprana de neurodegeneración
  • Los pacientes con párkinson experimentan dificultades tanto con la audición básica como con el procesamiento auditivo complejo, lo que afecta su habilidad para comprender el habla y procesar sonidos de manera efectiva en la vida cotidiana
  • Los científicos descubrieron vínculos fuertes entre la pérdida auditiva, la demencia y la gravedad de la enfermedad de Parkinson, mientras que la discapacidad auditiva fue más frecuente en personas con párkinson grave y demencia
  • La relación entre la pérdida auditiva y la neurodegeneración puede deberse a mecanismos subyacentes compartidos, incluyendo la disfunción mitocondrial y los cambios proteicos que afectan ambas afecciones
  • La protección de la salud de las células a través de la alimentación, la reducción de toxinas y las modificaciones del estilo de vida ayuda a prevenir enfermedades neurodegenerativas, ya que apoyan la función de las mitocondrias

🩺Por el Dr. Mercola

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo que padecen millones de personas en todo el mundo. Se caracteriza por síntomas motores como temblores y movimientos lentos, pero también incluye síntomas no motores como deterioro cognitivo y, por sorprendente que parezca, pérdida de audición.

Estos síntomas no motores suelen aparecer años antes que los problemas motores más reconocibles, lo que los convierte en indicadores de riesgo valiosos. Un estudio publicado en la revista Parkinsonism & Related Disorders, que utilizó datos del Biobanco del Reino Unido, demostró un aumento del 57 % en el riesgo de párkinson por cada aumento de 10 decibeles en la pérdida auditiva inicial.1

Esto significa que incluso dificultades pequeñas para comprender el habla en medio de otros ruidos pueden indicar un riesgo mayor de desarrollar párkinson. Investigaciones anteriores también demostraron que la pérdida auditiva duplica o incluso triplica el riesgo de demencia.2 La “hipótesis de causa común” sugiere que la pérdida auditiva y la demencia surgen de los mismos procesos patológicos subyacentes.

Estas vías compartidas, incluyendo la disfunción mitocondrial y los cambios en ciertas proteínas, también están implicadas en la enfermedad de Parkinson. Por lo tanto, la posibilidad de que la pérdida auditiva sea un indicador temprano de párkinson es aún más convincente.

¿Cómo se relaciona la pérdida auditiva con el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson?

El estudio de la revista Parkinsonism & Related Disorders investigó la relación entre la discapacidad auditiva, la cual se midió a través de una prueba de habla en ruido, y el desarrollo del párkinson.3 El estudio demostró una gran correlación entre una peor audición y una mayor probabilidad de ser diagnosticado con párkinson.

• Muchos datos respaldan los hallazgos: los investigadores analizaron datos de 159 395 personas, a las que les dieron un seguimiento durante un periodo de más de 14 años para ver quienes desarrollaban párkinson. Uno de los puntos fuertes de este estudio es el gran tamaño de la muestra y el largo periodo de seguimiento.

• La pérdida auditiva como factor de riesgo independiente: mediante el ajuste de factores como la edad, el sexo y la educación, el estudio buscó aislar el efecto de la discapacidad auditiva en el riesgo de párkinson, lo que fortalece el argumento de que la pérdida auditiva puede ser un factor de riesgo independiente para la enfermedad. Esto sugiere que la conexión entre la audición y el párkinson no es mera coincidencia sino un indicio probable de mecanismos subyacentes compartidos.

• Implicaciones para la detección temprana y la atención: según la autora del estudio, Megan Readman, del departamento de psicología de la Universidad de Lancaster:4

"Estos hallazgos son muy importantes; en primer lugar, este es uno de los primeros estudios que analiza cómo las deficiencias auditivas pueden aumentar el riesgo de padecer párkinson o ser una señal de alerta temprana de párkinson.
En segundo lugar, como sugieren nuestros hallazgos, la pérdida auditiva está muy relacionada con el párkinson, por lo que puede ser beneficioso para el funcionamiento auditivo y el manejo del deterioro auditivo tenerlo en cuenta en el momento del diagnóstico y el seguimiento".

¿La enfermedad de Parkinson afecta la audición y el procesamiento auditivo?

Un estudio de 2017 publicado en la revista BioMed Research International también analizó el impacto de la enfermedad de Parkinson en las funciones auditivas periféricas y centrales.5 En él, los investigadores compararon las capacidades auditivas entre 35 personas con párkinson y un grupo de control de 35 adultos sanos de una edad similar, y se centraron en cómo la enfermedad afecta no solo la sensibilidad auditiva sino también la habilidad del cerebro para procesar sonidos.

• Los problemas de audición en pacientes con párkinson a menudo pasan desapercibidos: los hallazgos de este estudio son importantes, ya que las pruebas de audición no se incluyen de forma rutinaria en las evaluaciones de párkinson,6 y es poco probable que se administren evaluaciones del procesamiento auditivo central. Esto significa que muchos pacientes presentan dificultades auditivas sin un diagnóstico o intervención adecuados.

• Evaluaciones auditivas integrales: los participantes se sometieron a una serie de evaluaciones, incluyendo cuestionarios sobre sus experiencias auditivas, pruebas neuropsicológicas para evaluar la función cognitiva, pruebas audiométricas estándar para medir la sensibilidad auditiva y un conjunto de pruebas diseñadas para evaluar el procesamiento auditivo central.7

Este enfoque integral permitió a los investigadores examinar la audición desde múltiples ángulos, y observaron tanto la habilidad del oído para detectar el sonido como la habilidad del cerebro para interpretarlo.

• El párkinson afecta la comprensión del habla: ambos grupos demostraron pérdida auditiva relacionada con la edad, lo cual es un hallazgo común. Sin embargo, el grupo de párkinson reportó una mayor dificultad para escuchar las palabras dichas por otras personas, que es un aspecto clave de la comunicación.8 Esto sugiere que el párkinson puede afectar su habilidad para comprender el habla, incluso más allá de lo que puede explicarse por los cambios típicos relacionados con la edad en la audición.

• Dificultades en el procesamiento auditivo central: el estudio encontró que los pacientes de párkinson también tuvieron dificultades para procesar sonidos, en particular para comprender el habla en entornos ruidosos, distinguir entre sonidos similares y procesar la información auditiva de manera rápida y precisa.9 Estos déficits sugieren que el párkinson afecta las vías auditivas en el cerebro, lo que afecta su habilidad para procesar e interpretar sonidos de manera efectiva.10

Estos hallazgos resaltan el gran impacto que tienen los desafíos auditivos en la vida cotidiana, ya que dificultan las conversaciones y contribuyen al aislamiento social.

¿Qué relación existe entre la pérdida auditiva, la demencia y la enfermedad de Parkinson?

En noticias relacionadas, un estudio de 2024 publicado en la revista Medicina investigó las relaciones complejas entre la pérdida auditiva, la demencia, el párkinson y el genotipo APOE, el cual aumenta el riesgo de enfermedad de Alzheimer.11 Los investigadores exploraron cómo la pérdida auditiva afecta el deterioro cognitivo, la gravedad del párkinson y la expresión del gen APOE, que influye en la salud de las neuronas. Este estudio es único porque compara de manera directa estas tres condiciones según la expresión del gen APOE.

• Evaluación exhaustiva de los participantes: el estudio inscribió a 72 pacientes ambulatorios diagnosticados con párkinson o pérdida auditiva. Los participantes fueron sometidos a una evaluación auditiva exhaustiva, pruebas de función cognitiva y una evaluación de la gravedad del párkinson. También se tomaron muestras de sangre para analizar la expresión del gen APOE.

• La pérdida auditiva progresa junto con el deterioro cognitivo y motor: los pacientes con demencia tuvieron umbrales auditivos mucho peores en comparación con las personas sin demencia. De manera similar, las personas con párkinson grave también presentaron umbrales auditivos menores y una mayor prevalencia de demencia en comparación con las personas con párkinson leve.

• Alelo APOE ε4 y deterioro cognitivo: los investigadores descubrieron que las personas portadoras del alelo APOE ε4, que es una variante específica del gen, tuvieron una mayor prevalencia de demencia. Este hallazgo coincide con investigaciones anteriores que resaltan el alelo APOE ε4 como un factor de riesgo para el deterioro cognitivo.12

Aunque el estudio no descubrió un vínculo directo entre el alelo APOE ε4 y la gravedad del párkinson, su asociación con la demencia sugiere un impacto más amplio en los procesos neurodegenerativos.

Cinco estrategias proactivas para proteger la salud auditiva y del cerebro

La investigación es clara: la pérdida auditiva se relaciona con un mayor riesgo de padecer párkinson. Esta conexión destaca la importancia de tomar medidas proactivas para proteger tanto su audición como la salud de su cerebro. La disfunción mitocondrial, que tiene una gran influencia en la neurodegeneración, es un factor central en esta relación.

Si apoya a sus mitocondrias puede mejorar la energía de las células, la cual es fundamental para prevenir enfermedades crónicas. A continuación, encontrará cinco estrategias para aumentar la energía de sus células y proteger su salud a largo plazo.

1. Elimine los alimentos procesados y los aceites vegetales: le recomiendo evitar los aceites vegetales, como el de maíz, soya, cártamo y canola. Estos aceites, que se encuentran en los alimentos procesados, tienen un gran contenido de ácido linoleico (AL) que interfiere con la función de las mitocondrias, lo que obstaculiza la capacidad de las células para producir energía.

Concéntrese en alimentos enteros, como frutas frescas, sebo y mantequilla de animales alimentados con pastura y proteínas ricas en colágeno. Cuando salga a comer, pregunte qué aceites se utilizan y evite los platillos elaborados con aceites vegetales. Este cambio en la alimentación ayuda a proteger las mitocondrias, lo que favorece la salud del cerebro a largo plazo.

2. Elija carbohidratos inteligentes: los carbohidratos adecuados son esenciales para tener energía constante, en especial para las células del cerebro. Si su salud intestinal está comprometida, puede comenzar con opciones fáciles de digerir, como el arroz blanco o las frutas enteras.

Introduzca poco a poco más carbohidratos ricos en fibra a medida que su intestino se cura. Intente consumir alrededor de 250 gramos por día y adáptelo según sea necesario para que coincida con su nivel de actividad. Las personas muy activas requieren más carbohidratos para apoyar la producción de energía. Esto ayuda a prevenir el estrés de las mitocondrias causado por una alimentación baja en carbohidratos.

3. Minimice la exposición a toxinas: los disruptores endocrinos (EDC, por sus siglas en inglés) presentes en los plásticos, el exceso de estrógeno y la exposición constante a campos electromagnéticos (CEM, por sus siglas en inglés) interfieren en la producción de energía de las células. Estas toxinas se acumulan con el tiempo y reducen la efectividad de las mitocondrias, por lo que es importante tomar medidas para limitar su exposición.

Considere cambiar a productos domésticos naturales, almacenar alimentos en recipientes de vidrio y que su habitación esté libre de CEM a la hora de dormir para que permita que sus células descansen y se recarguen durante la noche. Reducir la carga general de toxinas disminuye la carga en el cuerpo y el cerebro.

4. Aproveche el sol de forma segura: exponerse con regularidad al sol es importante para la producción de energía de las células debido a que estimula la melatonina de las mitocondrias, que es un antioxidante potente. Sin embargo, hasta que deje los aceites de semillas durante al menos seis meses, evite la exposición directa al sol durante las horas de luz más intensa (de 10 a.m. a 4 p.m. en la mayoría de las áreas de Estados Unidos), ya que el AL almacenado en sus tejidos lo hace más susceptible a las quemaduras por el sol.

5. Aumente los niveles de NAD+: complemente con niacinamida (50 miligramos, tres veces al día) para aumentar los niveles de NAD+. El NAD+ es importante para la producción de energía en las mitocondrias, la señalización de muerte celular saludable y una respuesta inmunitaria sólida, lo que ayuda al cuerpo a identificar y eliminar las células dañadas.

Preguntas frecuentes sobre la enfermedad de Parkinson y la pérdida auditiva

P: ¿La pérdida de audición es una señal de alerta temprana de la enfermedad de Parkinson?

R: Sí. Las investigaciones demuestran que la pérdida auditiva aparece años antes que los síntomas motores. Un estudio descubrió que por cada aumento de 10 decibeles en la pérdida auditiva el riesgo de padecer párkinson aumentó en un 57 %.

P: ¿Cómo afecta el párkinson a la audición y la comprensión del habla?

A: La enfermedad de Parkinson afecta tanto la sensibilidad auditiva como la habilidad del cerebro para procesar sonidos. Los pacientes suelen tener dificultades para comprender el habla en entornos ruidosos y distinguir entre sonidos similares, incluso cuando las pruebas de audición estándar parecen normales.

P: ¿Cuál es la relación entre la pérdida auditiva, la demencia y el párkinson?

A: La pérdida auditiva es un factor de riesgo muy conocido para la demencia. Un estudio también encontró que las personas con párkinson severo tuvieron una mayor prevalencia de demencia y peores umbrales auditivos, lo que sugiere mecanismos neurodegenerativos superpuestos.

P: ¿Cómo puedo mejorar mi salud auditiva y cerebral de forma natural?

A: Evite los alimentos ultraprocesados y los aceites vegetales, coma carbohidratos ricos en nutrientes, limite la exposición a las toxinas, obtenga una exposición segura al sol y complemente su alimentación con niacinamida para estimular la función de sus mitocondrias y protegerse contra la neurodegeneración.