📝HISTORIA EN BREVE

  • Las alimentaciones ricas en grasas aumentan en gran medida el riesgo de formación de cálculos renales: cada aumento de 10 gramos de grasas poliinsaturadas al día se relaciona con una probabilidad 21 % más elevada de formación de cálculos
  • Las cargas ácidas más elevadas en la alimentación crean un entorno propicio para la formación de cálculos: el tercio superior de los participantes con cargas ácidas elevadas mostró una probabilidad 88 % más elevada de desarrollar cálculos renales
  • El consumo adecuado de agua diluye los minerales en la orina, mientras que las bebidas azucaradas y aquellas con contenido elevado de ácido fosfórico promueven la formación de cálculos, ya que alteran el equilibrio de la química urinaria
  • Consumir alimentos ricos en calcio junto con alimentos que contienen oxalato previene la formación de cálculos, ya que el calcio se une al oxalato en el sistema digestivo en lugar de en los riñones
  • Reducir el ácido linoleico de los aceites de semillas ayuda a restablecer la función adecuada de las mitocondrias para mantener un entorno intestinal con nivel bajo de oxígeno, lo que favorece las bacterias beneficiosas que descomponen los compuestos que forman los cálculos renales

🩺Por el Dr. Mercola

Hasta el 10 % de los adultos en Estados Unidos desarrollan cálculos renales en algún momento de sus vidas, y el número va en aumento.1 Esto significa que ahora más personas presentan un dolor insoportable y complicaciones debido a estos depósitos cristalizados. Los cálculos renales, también llamados nefrolitiasis, se caracterizan por ser grupos sólidos que se forman en los riñones y causan dolor intenso en el costado, sangre en la orina y náuseas.

Si no se tratan, los cálculos renales a veces bloquean el flujo de orina y causan infecciones persistentes del tracto urinario o, algo peor, daño renal irreversible. Los episodios repetidos de cálculos renales pueden reducir en gran medida la calidad de vida.

Los hábitos alimentarios, en particular el consumo de grasas, son fundamentales en la formación de cálculos renales,2 ya que un consumo elevado de ácidos grasos se correlaciona con una mayor incidencia de cálculos renales. Aunque la medicina convencional a menudo se centra solo en el consumo inadecuado de líquidos como una de las causas principales de los cálculos renales, estos datos dejan claro que las grasas de la alimentación también merecen mucha atención.

Nuevos conocimientos sobre las grasas de la alimentación y el riesgo de cálculos renales

Un estudio publicado en Scientific Reports reunió datos para ver si el consumo de grasas (saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas) influye en las probabilidades de formar cálculos renales.3 Los investigadores quisieron determinar si algún tipo particular de grasa está muy relacionado con este problema o si la cantidad total de grasa importa más.

Evaluaron a 30 716 participantes a lo largo de varios años, y recopilaron detalles sobre lo que comieron, si les diagnosticaron cálculos renales y cómo factores como el peso corporal, el estado de azúcar en la sangre y la alimentación general contribuyen a la formación de cálculos.4 Estos participantes representaron un espectro amplio de la población adulta de Estados Unidos y cubrieron una gran variedad de hábitos alimentarios.

El equipo se basó en el conjunto de datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés) que abarcó el periodo 2007 a 2018, lo que permitió observar en profundidad cómo se compara el consumo de ácidos grasos con la presencia de cálculos renales pasados o actuales.

Según los resultados, cada aumento de 10 gramos en grasas saturadas al día se relacionó con un aumento del 22 % en las probabilidades de cálculos renales, las grasas monoinsaturadas con un aumento del 10 % y las grasas poliinsaturadas (PUFAs, por sus siglas en inglés) con un aumento del 21 %.5 En otras palabras, a medida que agrega más gramos de grasas a sus comidas, la probabilidad de tener cálculos renales aumenta en grados distintos.

Los análisis de subgrupos no descubrieron una “zona segura” obvia para ningún tipo de grasa. Más bien, las tres categorías (saturada, monoinsaturada y poliinsaturada) se relacionaron con una mayor incidencia de cálculos.6

El estudio también investigó si la proporción entre ácidos grasos diferentes importa. Las grasas omega-3 suelen recibir elogios por sus propiedades antiinflamatorias, mientras que las grasas omega-6 aumentan la inflamación si se consumen en cantidades grandes. De hecho, una mayor proporción de omega-6 respecto a omega-3 se asoció con un aumento considerable del riesgo de formación de cálculos.7

Estos hallazgos sugieren que moderar el consumo de grasas es una opción inteligente, sobre todo si es propenso a sufrir cálculos renales o ya los tuvo. Sin embargo, en lugar de centrarse en un solo nutriente, es esencial considerar su alimentación general, ya que un enfoque equilibrado que tome en cuenta múltiples factores alimentarios produce los mejores resultados a largo plazo. Uno de estos factores es la carga ácida de la alimentación, que puede influir en el equilibrio mineral y el pH urinario, los cuales influyen en la formación de cálculos renales.

La carga ácida y el aumento de cálculos de oxalato de calcio

Un estudio publicado en el Journal of Renal Nutrition exploró cómo una mayor carga ácida en la alimentación influye en la probabilidad de formar cálculos de oxalato de calcio, los cuales son el tipo más común de cálculo renal.8 Los investigadores realizaron una investigación de casos y controles con 430 participantes para determinar si una alimentación rica en alimentos que producen ácido aumenta la probabilidad de formar estos cálculos.

Utilizaron dos medidas validadas, la carga ácida renal potencial (PRAL, por sus siglas en inglés) y la producción neta de ácido endógeno (NEAP. por sus siglas en inglés), para evaluar la alimentación típica de cada participante durante el último año. En el estudio participaron 215 personas recién diagnosticadas con cálculos de oxalato de calcio y las compararon con 215 controles sanos de edad y género similares.

Con el uso de cuestionarios detallados sobre la frecuencia de consumo de alimentos, los investigadores recopilaron información sobre los hábitos alimentarios comunes, incluyendo las fuentes de proteínas, el consumo de vegetales y otros patrones alimentarios que aumentan o reducen los niveles de acidez en el cuerpo.

Los resultados demostraron que las personas que tuvieron una alimentación con una mayor carga ácida neta tuvieron muchas más probabilidades de desarrollar cálculos de oxalato de calcio que las personas que consumieron una alimentación más alcalina o equilibrada. Cuando agruparon a los participantes según el grado de acidez de su alimentación, observaron una tendencia ascendente en el riesgo de cálculos entre las personas con las puntuaciones NEAP más elevadas.

De hecho, el tercil más elevado del NEAP (es decir, el tercio superior de participantes en términos de carga ácida) tuvo una probabilidad 88 % más elevada de ser diagnosticado con cálculos renales en comparación con aquellos en el tercil menor. En términos prácticos, esto destaca cómo sus elecciones de comidas todos los días inclinan la balanza ácido-base dentro de su cuerpo, lo que contribuye a un entorno biológico que puede promover la formación de cálculos.

Cuando consume cantidades excesivas de alimentos productores de ácido, su cuerpo intenta compensarlo y extrae minerales básicos de otra parte o aumenta la excreción de sustancias como el calcio. Ese cambio genera el entorno perfecto para la acumulación de cristales. De forma mecánica, el consumo elevado de ácido hace que los riñones excreten más ácido a través de la orina, pero ese proceso también implica la excreción de más calcio.

El exceso de calcio en el tracto urinario, junto con otras sustancias, se combinan para formar cristales que con el tiempo se convierten en cálculos renales.9

Además, un ambiente ácido reduce el citrato urinario, el cual es un amortiguador conocido que ayuda a mantener bajo control la formación de cálculos. Una vez que esas barreras protectoras desaparecen, es más fácil que los cristales se formen. Cuando se equilibran las frutas, vegetales y otros alimentos alcalinos con aquellos que elevan la producción de ácido, se mantiene un ambiente interno más saludable, lo que se traduce en un riesgo menor de cálculos renales.

La influencia de la hidratación y los oxalatos en la formación de cálculos renales

Un estudio independiente publicado en Nutrients ofreció una visión integral de cómo las elecciones de todos los días de alimentos y bebidas afectan el riesgo de desarrollar cálculos renales.10 Esta revisión narrativa destaca que lo que come y bebe es fundamental a la hora de determinar si su orina se concentra demasiado de sustancias que forman cálculos.

El consumo inadecuado de líquidos resultó ser el factor de riesgo alimentario más significativo para la formación de cálculos renales. Beber suficiente agua ayuda a diluir los minerales que se encuentran en la orina, lo que reduce la probabilidad de que se cristalicen en cálculos. Sin embargo, el estudio también destacó que no todos los líquidos tienen el mismo efecto.

Si bien, el agua pura y ciertas aguas minerales favorecen un equilibrio urinario más saludable, las bebidas azucaradas y los refrescos, en especial aquellos con contenido elevado de ácido fosfórico, pueden aumentar el riesgo. Estas bebidas introducen compuestos que alteran la química de la orina, lo que aumenta la probabilidad de formación de cálculos.

También se destacó el oxalato, que es un compuesto natural que se encuentra en muchos vegetales, entre ellos las espinacas, el ruibarbo y las nueces. El oxalato se une al calcio para formar cristales de oxalato de calcio en el cuerpo. Según el estudio, un consumo elevado de oxalato aumenta la cantidad de esta sustancia en la orina, lo que, al combinarse con el calcio, crea el entorno ideal para el desarrollo de cálculos.11

En términos simples, si carga sus comidas con alimentos ricos en oxalato sin equilibrarlos con suficiente calcio, al final tendrá oxalato libre adicional, el cual podría adherirse al calcio y formar cálculos.

La forma en que prepara sus alimentos también afecta en gran medida su contenido de oxalato. Por ejemplo, hervir los vegetales como las espinacas reduce sus niveles de oxalato, ya que filtra parte del compuesto en el agua de cocción. En cambio, la cocción al vapor conserva el oxalato. Por lo tanto, elegir métodos de cocción que reduzcan el contenido de oxalato es una forma proactiva de proteger sus riñones.

Otro aspecto importante que se aborda en el estudio es la influencia del calcio en la alimentación. Consumir suficiente calcio junto con alimentos que contienen oxalato ayuda a prevenir la formación de cálculos. Como explicaron los autores, cuando se consumen alimentos ricos en calcio con comidas ricas en oxalato, el calcio se une al oxalato en el estómago y los intestinos en lugar de en el tracto urinario.12

Esta acción disminuye la cantidad de oxalato libre que llega a los riñones. Por el contrario, si restringe su consumo de calcio, queda más oxalato libre, lo que aumenta el riesgo de formación de cálculos.

El artículo también analiza la interacción entre las proteínas, los carbohidratos y el metabolismo del oxalato. La alimentación rica en proteínas, sobre todo la que es rica en proteínas de origen animal, aumenta la carga ácida del cuerpo. Una mayor carga ácida altera el pH de la orina, lo que la hace más propicia a la formación de cálculos. Los azúcares refinados también se relacionan con cambios en los patrones de excreción urinaria que favorecen el desarrollo de cálculos.13

En otras palabras, su alimentación en general importa; los desequilibrios en un área, como el exceso de azúcar o proteínas, agravan los efectos nocivos de un consumo elevado de oxalato.

El estudio también señala que la variabilidad individual influye en cómo el cuerpo maneja los oxalatos. No todas las personas absorben el oxalato al mismo ritmo. Factores como la salud intestinal y la presencia de ciertas bacterias, como Oxalobacter formigenes, influyen en la cantidad de oxalato que se absorbe en el torrente sanguíneo.14 Una flora intestinal saludable descompone parte del oxalato antes de que llegue a los riñones, lo que disminuye el riesgo de sufrir cálculos.

Una conclusión clave de este análisis es que atacar el origen de los cálculos renales requiere un enfoque integral. No basta con centrarse solo en un nutriente. En cambio, es necesario prestar atención a cómo interactúan los diversos componentes de la alimentación. Beber suficiente agua diluye la orina, mientras que consumir un equilibrio adecuado de calcio junto con alimentos ricos en oxalato previene que se formen cálculos.

Además, moderar el consumo de alimentos ricos en proteínas y azúcar reduce la carga ácida general, lo que estabiliza aún más el entorno de su orina.15

Estrategias prácticas para tratar las causas detrás de los cálculos renales

Cuando no tiene un metabolismo flexible, su cuerpo tiene una menor habilidad para alternar entre la quema de fuentes de combustible, sobre todo entre carbohidratos y grasas. Esto afecta la habilidad del cuerpo para producir energía, lo que a su vez, tiene un impacto profundo en la salud intestinal, en particular en el intestino grueso, ya que obstaculiza la habilidad del cuerpo para mantener un ambiente con poco oxígeno en este órgano.

Un entorno con poco oxígeno es esencial para controlar las bacterias dañinas y nutrir las bacterias beneficiosas como Oxalobacter formigenes, las cuales descomponen los cristales de oxalato. Aquí hay cuatro estrategias para mejorar la función de las mitocondrias, optimizar el entorno intestinal y disminuir el riesgo de cálculos renales. Cuando aborda estas causas fundamentales, prepara su cuerpo para defenderse de la formación de cálculos renales, lo que le ofrece una solución más sostenible y a largo plazo para este problema de salud común.

1. Disminuya el ácido linoleico en su alimentación: elimine los aceites de semillas procesados, que tienen un contenido elevado de ácido linoleico (AL), el cual es una grasa poliinsaturada (PUFA). El consumo excesivo de AL favorece la formación de peroxinitritos, que dañan las mitocondrias y obligan al cuerpo a depender de una producción de energía inefectiva a través de la glucólisis en lugar de utilizar la cadena de transporte de electrones.

Eliminar el AL de sus comidas ayuda a restablecer la función adecuada de las mitocondrias, lo que a su vez maximiza la producción de energía de las células y, en última instancia, minimiza el oxígeno en su colon.

La Oxalobacter formigenes prospera en entornos con poco oxígeno. Estas bacterias usan enzimas específicas para descomponer los cristales de oxalato en formato y dióxido de carbono. El dióxido de carbono que se libera ayuda a preservar el estado de bajo oxígeno en el intestino. Cuando favorece estos microbios, se reduce la cantidad de oxalato libre disponible para unirse al calcio, lo que aborda de forma directa una de las principales causas de la formación de cálculos renales.

2. Adopte un enfoque de alimentación equilibrado: asegúrese de que su alimentación general favorezca la función de las mitocondrias y un entorno intestinal saludable. Además, es importante crear un entorno de alimentación equilibrado en el cual los nutrientes protectores trabajen juntos. Por ejemplo, combine alimentos ricos en calcio con comidas ricas en oxalato para fijar el oxalato en el intestino en lugar de que llegue a los riñones.

Además, consuma suficientes carbohidratos saludables para apoyar la energía de las células y reduzca los alimentos procesados.

3. Use antibióticos solo cuando sea necesario: los antibióticos alteran la microbiota de los riñones, lo que reduce las especies beneficiosas de Lactobacillus y promueve el crecimiento de Enterobacteriaceae dañinas, las cuales se vinculan a la formación de cálculos renales. Evite los antibióticos a menos que sea necesario y elija carne sin antibióticos que proceda de fuentes de buena calidad.

4. Beba mucha agua pura: aunque aquí nos centramos en las grasas, no olvide que una hidratación adecuada es importante. Beber suficiente agua durante el día diluye las sustancias en la orina que contribuyen a la formación de cálculos. Utilice la sed como guía sobre la cantidad de agua que debe beber todos los días. Para mayor precisión, utilice este marcador visual: el color ideal de la orina es paja pálido o amarillo muy claro. La orina de color amarillo oscuro o ámbar indica que está deshidratado.