📝HISTORIA EN BREVE

  • Incluso con un índice de masa corporal (IMC) normal, la grasa intermuscular (IMAT, por sus siglas en inglés) se infiltra en los músculos, lo que promueve la inflamación y aumenta los riesgos cardiovasculares como la insuficiencia cardíaca y los ataques cardíacos
  • La investigación vincula un IMAT elevado y una menor densidad muscular con una microcirculación coronaria deteriorada, sin depender del IMC, lo que aumenta en gran medida el riesgo de eventos cardíacos importantes
  • Un estudio descubrió que una menor densidad muscular esquelética, lo que significa más grasa intramuscular, se relaciona con un riesgo 24 % mayor de muerte y una mortalidad cardiovascular 46 % mayor
  • Las investigaciones demuestran que el porcentaje de grasa corporal predice con mayor precisión los factores de riesgo cardiovascular que el IMC, lo que expone los peligros de la "obesidad con peso normal"
  • Hacer entrenamiento de fuerza, reducir los aceites de semillas, priorizar la salud intestinal y monitorear el porcentaje de grasa corporal son estrategias clave para combatir la grasa muscular oculta y proteger la salud del corazón

🩺Por el Dr. Mercola

El índice de masa corporal (IMC) es un valor que muchas personas toman en cuenta, ya que creen que es un indicador clave de su salud y peso; sin embargo, esta métrica por sí sola no cuenta la historia completa cuando se trata de su corazón. Incluso si tiene un IMC “normal” y piensa que está a salvo, su cuerpo aún puede estar en peligro.

En lo profundo de sus músculos, sin ser visible ni tomado en cuenta por las mediciones de peso, se esconde un tipo de grasa que supone una amenaza para su sistema cardiovascular. Esta grasa “oculta”, conocida de forma científica como tejido adiposo intermuscular o IMAT (por sus siglas en inglés), se infiltra en los músculos y se acumula incluso si su IMC está dentro del rango saludable. El IMAT no es inerte; es un tejido activo de forma metabólica que promueve la inflamación y altera los procesos metabólicos normales.

Esta infiltración de grasa tiene un efecto dañino en la red de vasos sanguíneos del corazón, lo que aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares importantes como insuficiencia cardíaca e infarto de miocardio o ataque cardíaco. Este proceso peligroso suele ocurrir sin síntomas notables en sus primeras etapas, lo que convierte al IMAT en un riesgo para la salud que a menudo progresa sin ser detectado.

Si se ignoran los niveles elevados de IMAT, las consecuencias son graves y a menudo culminan en una disfunción microvascular coronaria, la cual es una afección grave que eleva en gran medida la probabilidad de sufrir insuficiencia cardíaca, ataques cardíacos e incluso la muerte. Ahora, las investigaciones exponen estos peligros, y todo comenzó con un estudio fundamental publicado en el European Heart Journal que descubrió el vínculo entre la grasa muscular y los problemas microvasculares en el corazón.1

La cantidad de grasa muscular influye en la función cardíaca

Una investigación publicada en el European Heart Journal demostró un vínculo preocupante entre el contenido de grasa en los músculos y el bienestar del corazón.2

Este estudio buscó comprender cómo la grasa del músculo esquelético, que es otro término para IMAT, influye en la función microvascular coronaria y los resultados de salud cardiovascular posteriores. Los investigadores intentaron determinar si la calidad de los músculos, en específico la cantidad de grasa dentro de ellos, influye en los problemas cardíacos, independiente del peso corporal general.

Para realizar este análisis, los investigadores emplearon imágenes cardíacas avanzadas en 669 personas que se sometieron a evaluaciones por enfermedad arterial coronaria.

Estos pacientes, que tuvieron una función cardíaca normal y no presentaron bloqueos importantes en sus arterias, fueron monitoreados durante una mediana de seis años. El estudio midió el tejido adiposo subcutáneo (SAT, por sus siglas en inglés), el músculo esquelético (SM, por sus siglas en inglés) y el IMAT en cada participante. Surgió un patrón claro y preocupante: una menor masa muscular esquelética y los niveles elevados de IMAT se asociaron de forma directa con una menor reserva de flujo coronario (CFR, por sus siglas en inglés).

Tras considerar estos resultados, es importante entender qué significa CFR: es una medida de qué tan bien funcionan los vasos sanguíneos pequeños del corazón, conocidos como microvasculatura.3 Cuando la CFR es limitada, indica disfunción microvascular coronaria (CMD, por sus siglas en inglés), lo que significa que estos vasos pequeños no se dilatan ni responden al estrés como deberían, lo cual es importante para llevar sangre rica en oxígeno al músculo cardíaco.

"La disminución del SM y el aumento del IMAT, pero no el IMC o el SAT, aún se asocian de forma independiente con una disminución de la CFR", afirmaron los autores del estudio.4 En resumen, esto significa que la cantidad de grasa que se almacena en los músculos es un factor clave en la salud de la microcirculación del corazón, sin importar el peso corporal general o la grasa justo debajo de la piel.

Las implicaciones van más allá, ya que el estudio también estableció que tanto una menor CFR como el IMAT elevado estuvieron vinculados de forma independiente a un riesgo mayor de eventos cardiovasculares adversos importantes (MACE, por sus siglas en inglés).5

Los MACE son un criterio de valoración compuesto que incluye problemas graves relacionados con el corazón, como muerte, ataque cardíaco o insuficiencia cardíaca. Esto destaca que el contenido de grasa en los músculos no es solo un espectador, sino un contribuyente activo al riesgo cardiovascular, ya que actúa sin depender de lo que sugiera su IMC.

Por cada aumento de un punto porcentual de lo que denominaron “fracción de músculo graso” (que es la relación entre el IMAT y el tejido muscular total), los individuos presentaron un riesgo 7 % mayor de experimentar eventos cardiovasculares adversos importantes.6

El estudio también identificó un grupo de riesgo mayor en particular: las personas que presentaron tanto CMD como IMAT elevado. Esta combinación de factores, CMD y músculo graso, señaló un perfil de riesgo cardiometabólico nuevo que se distingue de las medidas convencionales de obesidad o de los factores de riesgo cardiovascular típicos.

En última instancia, esta investigación enfatiza que la calidad del músculo esquelético, en específico la cantidad de grasa infiltrada en él, está muy entrelazada con la función de la microvasculatura coronaria y actúa como un predictor de la salud cardiovascular, lo cual eclipsa la importancia del IMC por sí solo.

La menor densidad muscular se relaciona con un riesgo elevado de muerte en hombres mayores

Una investigación publicada en The Journal of Gerontology enfatiza aún más la influencia de la composición muscular, y esta vez se centró en cómo la densidad de los músculos se relaciona con la longevidad general, en particular para los hombres mayores.7

Esta investigación se centró en un aspecto específico de la grasa intramuscular medida a través de la evaluación de lo que se denomina “densidad del músculo esquelético” e investigó su relación con la mortalidad en un grupo de 1 063 hombres mayores. La densidad muscular es un indicador de cuánta grasa está mezclada con las fibras de los músculos. Una menor densidad significa una mayor infiltración de grasa en el músculo.

El objetivo fue ver si tener más grasa dentro del músculo en sí puede predecir el riesgo de muerte por cualquier causa, y en específico por enfermedades cardiovasculares. Los investigadores monitorearon los resultados de salud de estos hombres durante un periodo de seguimiento promedio de 7.2 años.

Descubrieron que una menor densidad muscular esquelética se asoció en gran medida con un riesgo mayor de mortalidad por todas las causas (muerte por cualquier causa) y de mortalidad por enfermedad cardiovascular (muerte por problemas relacionados con el corazón).

De hecho, por cada disminución de la desviación estándar en la densidad del músculo esquelético, aumentó un 24 % el riesgo de mortalidad por cualquier causa, y un 46 % el riesgo de mortalidad por enfermedad cardiovascular.

Este estudio demuestra que a medida que disminuye la densidad muscular (lo que significa más grasa intramuscular), la probabilidad de morir, en especial por problemas cardíacos, aumenta en gran medida en los hombres mayores. Esta asociación se mantuvo fuerte incluso después de que los investigadores consideraron otros factores que pueden influir en la mortalidad, como el estado general la grasa corporal, la grasa alrededor del torso, opciones de estilo de vida, condiciones de salud existentes e incluso fragilidad.

Por interesante que parezca, si bien, esta investigación también midió la grasa intermuscular (que es el tipo de grasa que se enfatizó en el estudio anterior8), no mostró una asociación independiente significativa con la mortalidad después de estos ajustes exhaustivos.9

Esta distinción no disminuye la importancia de la grasa intermuscular, sino que agrega otra faceta a nuestra comprensión de cómo los diferentes tipos de grasa muscular impactan la salud de maneras distintas. En concreto, en el caso de los hombres mayores, la densidad de sus músculos parece ser una señal muy indicativa de su salud y supervivencia a largo plazo.10

Otro estudio destacó una métrica más accesible y quizás más procesable: el porcentaje de grasa corporal, y cómo se compara con el IMC que suele utilizarse para predecir los riesgos cardiovasculares.11

¿El porcentaje de grasa corporal es un indicador superior de la salud del corazón?

Más allá de las mediciones centradas en los músculos, un estudio publicado en el Brazilian Journal of Medical and Biological Research proporcionó una perspectiva convincente para evaluar la composición corporal general, y preguntó en específico si el IMC o el porcentaje de grasa corporal (PGC) son más efectivos para predecir el riesgo cardiovascular.12 Para explorar esto, los investigadores analizaron datos de 3 859 adultos chinos Han que se sometieron a exámenes de salud de rutina.

El grupo de estudio se dividió en cuatro categorías según tuvieran niveles normales o anormales de IMC y PGC. Esta categorización permitió a los investigadores comparar de manera directa qué tan bien se correlacionaba cada medida, el IMC y el PGC, con varios factores de riesgo cardiovascular, como presión arterial elevada, niveles elevados de glucosa en la sangre y niveles no saludables de lípidos.

El PGC resultó ser un mejor predictor de los factores de riesgo cardiovascular en comparación con el IMC. Cuando los investigadores tomaron en cuenta factores como la edad, el sexo, el estilo de vida y los antecedentes familiares de obesidad, observaron que el PGC se correlacionó de forma significativa con los niveles de glucosa y lípidos en la sangre. Por el contrario, el IMC mostró una menor correlación y, en algunos casos, era inexistente con estos mismos marcadores de salud.

Esta es una afirmación poderosa que sugiere que la proporción de grasa en el cuerpo está mucho más relacionada con el riesgo cardiovascular que con el peso general en relación con la altura, que es lo que mide el IMC.

Además, las personas con un IMC normal pero un PGC anormal (es decir, las personas que pueden parecer saludables en términos de peso pero tienen un porcentaje elevado de grasa corporal) exhibieron un perfil de riesgo cardiovascular similar a aquellos con un IMC y un PGC elevados. Esto sugiere que confiar solo en el IMC es engañoso, ya que subestima los riesgos cardiovasculares en individuos que son “obesos con peso normal” (que tienen un peso saludable según el IMC pero cuentan con demasiada grasa corporal).

En esencia, cuando se trata de predecir su riesgo de sufrir problemas cardiovasculares, su porcentaje de grasa corporal es un indicador más confiable y preciso que su IMC. Esto es muy importante debido a que el IMC no puede diferenciar entre masa muscular y masa grasa.13 Una persona con un IMC elevado puede ser musculoso y saludable, mientras que otro con un IMC normal puede tener exceso de grasa corporal y correr un riesgo mayor.

Estrategias para cuidar la salud de su corazón

Ahora que comprende las implicaciones graves que tiene la grasa oculta en los músculos para su corazón, la buena noticia es que puede protegerse de esta amenaza. Cuando realiza ajustes informados en su estilo de vida, aborda de forma directa las causas fundamentales del aumento de grasa muscular y progresa hacia un corazón más saludable. Aquí hay cuatro estrategias que puede incorporar a su vida desde hoy.

1. Reduzca su consumo de alimentos ultraprocesados: los alimentos ultraprocesados son ricos en aceites de semillas, los cuales contienen grasas no saludables como el ácido linoleico (AL). La razón principal por la que el exceso de AL daña la salud es porque afecta a las mitocondrias, que son las fuentes de energía de las células. Las mitocondrias son fábricas pequeñas de energía en sus células que producen trifosfato de adenosina (ATP), que es el combustible esencial para que las células funcionen y se reparen.

Sin energía, sus células no pueden repararse ni regenerarse. Además, cuando consume AL, éste experimenta diversos procesos metabólicos que conducen a la formación de metabolitos bioactivos, tales como los metabolitos del ácido linoleico oxidado (OXLAMs, por sus siglas en inglés) y el ácido araquidónico (AA). Estos metabolitos interfieren con la señalización de la insulina, que es un componente que ayuda a mantener los niveles de glucosa en la sangre.

Además, cuando consume niveles elevados de AL, su cuerpo produce más eicosanoides proinflamatorios, que generan una inflamación crónica de grado bajo. Debido a que promueve un ambiente inflamatorio, el consumo excesivo de AL no solo altera el equilibrio metabólico, sino que también acelera la progresión hacia enfermedades crónicas y la obesidad.

Lo ideal es mantener su consumo de AL por debajo de 5 gramos al día. Para lograrlo, elimine de su alimentación los aceites de semillas e incluso los aceites de frutas, tales como el de oliva o el de aguacate, ya que a menudo se mezclan con aceites de semillas menos costosos. Es mejor usar ghee, mantequilla o sebo de res. También se recomienda no comer fuera de casa, ya que la mayoría de los restaurantes utilizan aceites de semillas.

Además, limite su consumo de pollo y cerdo, ya que suelen tener un contenido elevado de AL debido a sus alimentaciones basadas en granos.

2. Incorpore el entrenamiento de fuerza: si aún no lo hace, incorpore el entrenamiento de fuerza como una parte importante de su rutina de ejercicios. Levantar pesas o hacer ejercicios de resistencia no se trata solo de desarrollar músculos más grandes; en esencia, se trata de mejorar la calidad de los músculos.

El entrenamiento de fuerza constante ayuda a disminuir la infiltración de grasa en los músculos y aumenta la densidad muscular, los cuales son los factores que los estudios14,15 vincularon con una mejor salud cardiovascular y longevidad. Intente realizar entre 30 y 60 minutos de entrenamiento de fuerza por semana, y trabaje todos los grupos principales de músculos.

3. Mejore su salud intestinal para controlar su peso de forma natural: la pérdida de peso sostenible no se trata de soluciones rápidas, sino que requiere un enfoque holístico que involucre la salud intestinal. Un intestino equilibrado promueve un entorno favorable para que las bacterias beneficiosas ayuden a mantener un peso saludable para siempre. Por ejemplo, las personas que padecen obesidad suelen tener menos bacterias beneficiosas como la Akkermansia.16

Cuando la Akkermansia abunda en el intestino, actúa casi como el "Ozempic de la naturaleza”. Los medicamentos como Ozempic son versiones sintéticas del péptido similar al glucagón-1 (GLP-1), pero la Akkermansia aumenta de forma natural el GLP-1 del cuerpo. Esta hormona, producida por las células L del colon, es un factor importante para regular el apetito y el nivel de azúcar en la sangre.

Como coordinador central, el GLP-1 está muy involucrado en ordenarle al cuerpo que libere insulina, la cual retrasa el vaciado del estómago e informa al cerebro que está lleno. Estos factores reducen de forma natural el hambre, por lo que las compañías farmacéuticas crearon GLP-1 sintético y se conoce como Ozempic y Wegovy.

La Akkermansia es esencial para un microbioma saludable, sin embargo, es importante eliminar todos los aceites de semillas de su alimentación durante al menos seis meses antes de comenzar a tomar suplementos de Akkermansia.

Esto garantiza que pueda restaurar la función de las mitocondrias y promover un entorno intestinal en el que la Akkermansia prospere. Cuando compre un suplemento de Akkermansia, elija uno que utilice cápsulas avanzadas y de liberación prolongada o tecnología de microencapsulación.

Estos métodos mantienen las bacterias latentes y protegidas hasta que llegan al colon, que suele tomarles entre dos y cuatro horas después de consumirse, lo que garantiza que una mayor cantidad de bacterias vivas sobrevivan el viaje a través del sistema digestivo.

4. Obtenga una medida precisa de su grasa corporal: en lugar de basarse en el IMC, descubra su porcentaje de grasa corporal. Los calibradores de grasa corporal y las básculas inteligentes son dos formas sencillas y accesibles de controlar su porcentaje de grasa corporal. Los calibradores permiten un enfoque práctico, ya que miden el espesor del pliegue cutáneo en áreas clave del cuerpo, lo que brinda una estimación bastante precisa cuando se usan de manera constante.

Son ideales para las personas que prefieren un método manual y desean monitorear su progreso a lo largo del tiempo. Por otro lado, las básculas inteligentes ofrecen una alternativa rápida y conveniente, ya que utilizan el análisis de impedancia bioeléctrica (BIA, por sus siglas en inglés) para estimar la grasa corporal. Si bien, los niveles de hidratación afectan la precisión, son útiles para obtener una tendencia general de la composición del cuerpo. La combinación de estos dos métodos ofrece una imagen más confiable de su progreso.

Otras medidas más precisas de la obesidad son las relaciones cintura-cadera y cintura-altura. La relación cintura-cadera ideal es de 0.7 para las mujeres y 0.8 para los hombres. La relación cintura-altura ideal para los adultos se encuentra entre 0.40 y 0.49.17

Una relación menor a 0.40 puede sugerir bajo peso, mientras que una relación entre 0.50 y 0.59 indica exceso de peso y un riesgo mayor de enfermedades metabólicas y cardiovasculares. Una proporción de 0.60 o superior indica obesidad y un riesgo de salud mucho mayor. Para los niños de 6 a 18 años, una proporción menor a 0.46 se considera saludable, mientras que cualquier valor por encima de este umbral sugiere un riesgo mayor de problemas de salud relacionados con la obesidad.