📝HISTORIA EN BREVE
- La enfermedad del hígado graso puede ser causada por una disfunción metabólica o por el consumo de alcohol en exceso. A pesar de que se divide en enfermedad hepática esteatótica asociada a disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés) y enfermedad del hígado graso alcohólico (ALD, por sus siglas en inglés), ambas son la misma enfermedad
- Hoy en día, la enfermedad del hígado graso afecta al 42% de los adultos en Estados Unidos, es muy frecuente en la comunidad hispana (47%) y durante las primeras etapas, no presenta ningún síntoma
- El 9.6% de los niños de 2 a 19 años y el 17.3% de los de 15 a 19 años padecen hígado graso, debido a la obesidad infantil y a malos hábitos alimenticios como el consumo de alimentos procesados
- El hígado graso ocasionado por alcohol progresa desde una simple esteatosis (acumulación de grasa en el hígado) hasta una hepatitis alcohólica e incluso cirrosis. El riesgo aumenta cuando los hombres beben más de 15 bebidas a la semana, mientras que para las mujeres, solo basta con 8 bebidas
- El tratamiento implica cambios en el estilo de vida que incluyen una alimentación adecuada, ejercicio regular y mantener un peso saludable. Perder entre el 7% y el 10% de su peso corporal mejorará la salud de su hígado
🩺Por el Dr. Mercola
El hígado es similar a una fábrica que trabaja sin cesar para procesar todo lo que come y bebe. Realiza diversas funciones como filtrar toxinas, producir sustancias esenciales y ayudar a digerir los alimentos. Pero cuando esta fábrica se obstruye con grasa, su capacidad para funcionar resulta afectada. Esto es lo que sucede en la enfermedad del hígado graso, una afección en la que el exceso de grasa se acumula en el hígado.
La enfermedad del hígado graso cada vez es más común, y hoy en día afecta a 4 de cada 10 adultos en Estados Unidos.1 Por esta razón, hoy es más importante que nunca comprender esta afección y su posible impacto en la salud.
Aunque la medicina convencional divide la enfermedad del hígado graso en enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) o enfermedad hepática esteatótica asociada a disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés) y enfermedad del hígado graso alcohólico (ALD, por sus siglas en inglés), todas son la misma enfermedad.
La diferencia entre ellas radica en la causa. A pesar de que la ALD es causada por el consumo excesivo de alcohol, la NAFLD/MASLD no, ya que ésta ocurre debido a una disfunción metabólica.2 En 2023, el término de NAFLD se reemplazó por enfermedad hepática esteatósica asociada a la disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés) para resaltar con mayor precisión su origen.3
Pero, de nuevo, mi forma preferida de describir esta afección es enfermedad del hígado graso. La atribución adicional de causa solo es jerga médica que no proporciona información adicional sobre la condición en sí, y las tres son sinónimos de enfermedad del hígado graso.
Diferencias entre la MASLD y la ALD
La MASLD es una afección en la que la grasa se acumula en el hígado de personas que no consumen alcohol en exceso. Es una gama de enfermedades, que van desde la esteatosis simple, que es la presencia de grasa adicional en el hígado, hasta la esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica o MASH (antes conocida como esteatohepatitis no alcohólica o NASH).
La MASH es una afección más grave en la que el hígado se inflama, lo que provoca daños. Esta inflamación es la característica distintiva de la MASH y además un riesgo para la salud, ya que puede causar cicatrices en el hígado y cirrosis.4
La MASLD se relaciona con el síndrome metabólico, que es un conjunto de afecciones que a menudo ocurren al mismo tiempo, incluyendo la obesidad, diabetes tipo 2, presión arterial alta y niveles elevados de colesterol. El síndrome metabólico aumenta el riesgo de desarrollar MASLD. Es como una tormenta perfecta de factores que generan estrés adicional en el hígado. La presencia del síndrome metabólico hace más probable que la simple acumulación de grasa en el hígado progrese a MASH.5
De manera preocupante, se descubrió que la MASLD cada vez es más común en niños y adolescentes, y algunos informes confirman que ahora es casi tan frecuente como el asma infantil.6 Hoy en día, la MASLD afecta hasta el 9.6% de los niños en Estados Unidos de 2 a 19 años y al 17.3% de los jóvenes de 15 a 19 años.7
Este aumento se atribuye a las tasas tan altas de obesidad infantil y a los malos hábitos alimenticios, como el consumo de grandes cantidades de bebidas azucaradas y alimentos procesados. Es una señal de alerta importante, ya que significa que el daño hepático puede comenzar desde una edad temprana, dando lugar a problemas a largo plazo.
Uno de los aspectos más preocupantes de la MASLD, es que por lo general no presenta síntomas en sus primeras etapas. Por eso a veces se le conoce como enfermedad “silenciosa”. Es probable que las personas tengan MASLD durante años sin saberlo, y la descubran hasta que presentan un daño hepático irremediable.
Como su nombre sugiere, la enfermedad del hígado graso alcohólico (ALD, por sus siglas en inglés), también llamada enfermedad hepática asociada al alcohol o AALD, es un daño hepático causado por el consumo de alcohol en exceso. Cuando bebe alcohol, su hígado se esfuerza en procesarlo. Sin embargo, beber en exceso sobrecarga el hígado, lo que ocasiona que la grasa se acumule. Esta acumulación de grasa es la primera etapa de la ALD.
La ALD progresa a través de varias etapas. Comienza con una esteatosis simple y luego puede progresar a hepatitis alcohólica, que implica una inflamación del hígado. Si el consumo de alcohol continúa, puede provocar cirrosis, una enfermedad grave en la que el hígado sufre cicatrices permanentes. La cirrosis puede provocar insuficiencia hepática y otras complicaciones graves.8
La cantidad de alcohol que aumenta el riesgo de padecer ALD varía de persona a persona. Sin embargo, las recomendaciones generales sugieren que el consumo de alcohol en exceso aumenta el riesgo de manera considerable. Por lo general, para los hombres se define como beber más de cinco bebidas en un solo día o 15 bebidas (o más) por semana.
Para las mujeres, significa tomar más de cuatro tragos en un solo día u ocho (o más) tragos por semana.9 Cabe recalcar que para las personas con enfermedades hepáticas subyacentes, no existe ningún nivel seguro de consumo de alcohol.
La buena noticia es que la ALD se puede revertir al suspender el consumo de alcohol, siempre y cuando sea en las primeras etapas. Esto permite que el hígado se cure y recupere. Sin embargo, si el consumo continúa y la enfermedad progresa a cirrosis, el daño suele ser irreversible.10 Esto comprueba la importancia de la intervención temprana y de tomar decisiones saludables con respecto al consumo de alcohol.
La enfermedad del hígado graso está en aumento en Estados Unidos
En la actualidad, la enfermedad del hígado graso se considera como un importante desafío en los Estados Unidos. Informes y estudios recientes destacan su preocupación sobre su creciente prevalencia ya que afecta a una gran cantidad de personas en Estados Unidos.
Un estudio exhaustivo de 2024 publicado en la revista Communications Medicine, analizó la relación entre los factores que contribuyen al desarrollo y la progresión de la enfermedad del hígado graso.11 Los investigadores analizaron datos de 2017 a 2018 de 5532 personas con una edad promedio de 45.4 años, y exploraron la relación entre las predisposiciones genéticas, las influencias ambientales y los factores de estilo de vida, en particular los hábitos alimenticios.
Descubrieron que en 2018, el 42% de los adultos padecían algún tipo de enfermedad del hígado graso, una cifra más alta que las estimaciones anteriores. Los adultos de la comunidad hispana corrían un riesgo mayor, ya que el 47% padecían la enfermedad.
El estudio enfatiza que, aunque los factores genéticos pueden aumentar la susceptibilidad de una persona a la enfermedad del hígado graso, los factores ambientales, como los alimentos procesados y los estilos de vida sedentarios, desempeñan un papel muy importante en el desarrollo y progresión de la enfermedad.
En un comunicado de prensa de la universidad, el Dr. Juan Pablo Arab, especialista en hígado del Instituto de Enfermedades Hepáticas y Salud Metabólica de la Universidad Commonwealth de Virginia y autor principal del estudio, dijo:
"Este estudio destaca un problema importante que afecta a una gran parte de la población en Estados Unidos, y demuestra que ciertos grupos corren un riesgo mayor. Esperamos que estos hallazgos orienten intervenciones sanitarias más específicas para reducir las tasas de la enfermedad hepática, en especial en comunidades de alto riesgo".12
La relación entre la obesidad y el hígado graso
La obesidad es una de las principales causas de la enfermedad del hígado graso. El exceso de grasa corporal, en especial la grasa visceral (la grasa almacenada alrededor del abdomen), se relaciona con un depósito mayor de grasa en el hígado. Este exceso de grasa sobrepasa la habilidad del hígado para procesarla de manera eficiente, lo que ocasiona que la grasa se acumule dentro de las células del hígado. Cuanta más grasa visceral tenga, mayor será el riesgo de desarrollar enfermedad del hígado graso.13
La obesidad a menudo provoca resistencia a la insulina, una afección en la que las células del cuerpo no responden de manera correcta a la insulina, la hormona que ayuda a regular los niveles de azúcar en la sangre. Cuando las células se hacen resistentes a la insulina, los niveles de azúcar en la sangre aumentan y el cuerpo produce más insulina en un intento de compensar. Este exceso de insulina puede ocasionar que se almacene grasa en el hígado, lo que contribuye a la enfermedad del hígado graso. Esta resistencia a la insulina demuestra una relación entre la obesidad y el hígado graso.14
El exceso de grasa en el hígado puede provocar inflamación y estrés oxidativo, que son procesos dañinos que pueden dañar las células del hígado. Esta inflamación es una etapa clave en la progresión de la esteatosis simple a MASH. El estrés oxidativo, que es un desequilibrio entre los radicales libres dañinos y la habilidad del cuerpo para contrarrestarlos, contribuye aún más al daño hepático.15
Los patrones alimenticios desempeñan un papel importante tanto en la obesidad como en la enfermedad del hígado graso. Los alimentos ricos en calorías, en especial los alimentos procesados, bebidas azucaradas y grasas no saludables, promueven ambas afecciones. Este tipo de alimentos aportan un exceso de calorías que se convierten en grasa y se almacenan en el hígado. Es fundamental limitar este tipo de alimentos y centrarse en una alimentación equilibrada.
Incluso una pérdida de peso modesta puede mejorar la salud del hígado en personas con hígado graso. De acuerdo con un estudio, perder tan solo entre el 7% y el 10% del peso corporal puede reducir la grasa del hígado, mejorar la función hepática y disminuir la inflamación.16 Esto demuestra que incluso pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia en la salud del hígado. Perder peso también puede ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina.
Los cambios en la alimentación son indispensables tanto para controlar el peso como para la salud del hígado. Se recomienda consumir una alimentación equilibrada rica en frutas frescas, vegetales bien cocidos, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables. También es importante limitar el consumo de alimentos procesados, bebidas azucaradas y grasas no saludables (incluyendo los aceites vegetales). Este tipo de alimentación aporta los nutrientes necesarios sin sobrecargar el hígado con exceso de grasa y azúcar.
El ejercicio regular es otro aspecto importante que ayuda a controlar la enfermedad del hígado graso. Mantenerse activo ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina, reducir la grasa del hígado y promover la pérdida de peso. El ejercicio moderado, como realizar caminar a paso ligero durante 30 minutos la mayoría de los días de la semana, puede ofrecer muchos beneficios.
Factores adicionales que influyen en la salud del hígado
Aunque la obesidad y el alcohol son factores importantes para la enfermedad del hígado graso, existen otros problemas que también pueden aumentar el riesgo. Un ejemplo es la diabetes tipo 2. Ambas afecciones comparten factores de riesgo como la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico.
Las personas con diabetes tipo 2 tienen más probabilidades de desarrollar enfermedad del hígado graso, y los estudios han demostrado una relación bidireccional, lo que significa que la enfermedad del hígado graso también puede empeorar la resistencia a la insulina y contribuir al desarrollo de la diabetes tipo 2.17,18
Tener niveles anormales de lípidos en la sangre, como colesterol y triglicéridos altos, también puede contribuir a que se acumule grasa en el hígado. Cuando estos niveles están altos, pueden contribuir a que se acumule grasa en el hígado, lo que aumenta el riesgo de desarrollar hígado graso. Es importante que a través de la alimentación, el ejercicio y los hábitos de vida saludables se controlen estos niveles de lípidos para preservar la salud del hígado.19
El síndrome de ovario poliquístico (SOP) también se relaciona con un riesgo mayor de padecer enfermedad del hígado graso. Las mujeres con SOP a menudo presentan resistencia a la insulina y otras anomalías metabólicas que contribuyen a que se acumule grasa en el hígado. Este fenómeno resalta la compleja interacción entre las hormonas, el metabolismo y la salud del hígado.20,21
Abordar la apnea del sueño, un trastorno del sueño que se caracteriza por interrupciones repetidas de la respiración al dormir, también es una parte importante de la salud del hígado, ya que contribuye a la enfermedad del hígado graso. Estas interrupciones de la respiración pueden provocar niveles bajos de oxígeno y otros cambios metabólicos que promueven la acumulación de grasa en el hígado.22
Si la enfermedad del hígado graso no se trata a tiempo, puede progresar a cirrosis, lo que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de hígado, también conocido como carcinoma hepatocelular.23 La enfermedad del hígado graso también se relaciona con un riesgo mayor de padecer enfermedad cardiovascular, incluyendo enfermedades cardíacas y derrames cerebrales.24 Es probable que esta relación se deba a otros factores de riesgo como la resistencia a la insulina, la inflamación y el síndrome metabólico. Por lo tanto, cuidar del hígado también beneficia la salud del corazón.
Es muy importante detectar y tratar a tiempo la enfermedad para prevenir complicaciones graves. Una vez que se identifican los factores de riesgo y se realizan cambios en el estilo de vida, es posible retrasar o incluso revertir el avance de la enfermedad. Por eso son tan importantes los exámenes médicos regulares.
Estrategias para tratar la enfermedad del hígado graso
Existen varios métodos para diagnosticar la enfermedad del hígado graso. Los análisis de sangre de la función hepática pueden detectar enzimas hepáticas altas que se liberan en el torrente sanguíneo cuando el hígado está dañado. Tener niveles altos es una señal de que el hígado está inflamado o de que existen otros problemas hepáticos.
Las pruebas de diagnóstico por imagen, como la ecografía, la tomografía computarizada o la resonancia magnética, ayudan a visualizar la grasa acumulada en el hígado. Además de confirmar el diagnóstico de enfermedad del hígado graso, también ayudan a descartar otras enfermedades del hígado. En algunos casos, podría ser necesario realizar una biopsia de hígado para confirmar el diagnóstico de la NASH y evaluar la gravedad del daño hepático. Este es un procedimiento más invasivo que se realiza cuando las pruebas muestran resultados dudosos.
También se utilizan pruebas no invasivas, como FibroScan, la cual ayuda a evaluar la rigidez del hígado, que puede indicar la presencia de fibrosis (cicatrización). 25 Estas pruebas son menos invasivas que una biopsia de hígado y pueden proporcionar información valiosa.
Como se mencionó antes, adoptar hábitos de vida saludables, como mantenerse activo y llevar una alimentación equilibrada, ayudará a tratar las causas fundamentales de la disfunción metabólica para reducir el riesgo de padecer enfermedad del hígado graso y promover una función hepática óptima. Estos son algunos consejos que pueden ayudarle:
• Elija comer alimentos enteros y ricos en nutrientes: elimine los aceites vegetales, alimentos muy procesados y las comidas rápidas de su alimentación, ya que saturan el hígado y contribuyen a la disfunción metabólica. En lugar de ello, sustitúyalos por alimentos enteros, menos procesados y ricos en nutrientes para estabilizar su nivel de azúcar en la sangre, reducir la inflamación y reducir la carga sobre su hígado. En su lugar, consuma grasas más saludables como el sebo de animales alimentados con pastura, el ghee o mantequilla.
• Optimice su consumo de carbohidratos: intente consumir un mínimo de 200 a 250 gramos de carbohidratos específicos por día que provengan de fuentes integrales saludables, como frutas frescas y vegetales bien cocidos.
• Equilibre sus fuentes de proteínas: asegúrese de que un tercio de su consumo diario de proteínas consista en colágeno, con el objetivo de consumir 0.8 gramos de proteína por cada libra de masa corporal magra, lo que debería representar alrededor del 15% de su consumo calórico total.
• Mantenga un peso saludable: si tiene problemas de sobrepeso, perder entre el 7% y el 10% de su peso corporal ayuda a mejorar el hígado graso.26
• Considere tomar suplementos que refuercen el hígado: apoyar su hígado con nutrientes específicos no solo lo protege contra daños, sino que también mejora su capacidad para desintoxicarse y regenerarse. Algunos ejemplos incluyen colina, folato, vitamina B12 y n-acetilcisteína (NAC). Si desea más información, lea mi artículo: "La temible enfermedad hepática que podría acabar con su vida".
🔎Fuentes y Referencias:
- 1, 11 Communications Medicine, 2024, volume 4, Article number: 219
- 2 American Liver Foundation, Fatty Liver Disease (Steatotic Liver Disease)
- 3 J Lipid Res. 2023 Dec 14;65(1):100485
- 4 American Liver Foundation, Nonalcoholic Steatohepatitis (NASH)
- 5 Healthcare (Basel). 2023 Oct 9;11(19):2696
- 6 Washington Post October 3, 2023 (Archived)
- 7 Clinical Liver Disease March 2021; 17(3): 196-199
- 8 Johns Hopkins Medicine, What is alcohol-associated liver disease?
- 9 NIAAA, Alcohol's Effects on Health
- 10 Ann Transl Med. 2020 Apr;8(8):567
- 12 Medical Xpress, November 13, 2024
- 13 Human Nutrition & Metabolism, September 2023, Volume 33, 200210
- 14 Diabetes Spectr 2024;37(1):20-28
- 15 Free Radical Biology and Medicine Volume 152, 20 May 2020, Pages 116-141
- 16 PLoS One. 2022 Feb 17;17(2):e0263931
- 17 Diabetes Research and Clinical Practice Volume 200, June 2023, 110699
- 18 Diabetes Care. 2018 Feb;41(2):372-382
- 19 Biomed Rep. 2014 Jul 1;2(5):633-636
- 20 iScience. 2024 Jan 4;27(2):108783
- 21 J Clin Med. 2023 Jan 20;12(3):856
- 22 Commun Biol. 2024 Apr 23;7:492
- 23 Hepatobiliary Surg Nutr. 2021 Feb;10(1):59-75
- 24 Front Med (Lausanne). 2019 Sep 13;6:202
- 25 Medicine (Baltimore). 2020 Jun 5;99(23):e20616
- 26 PLoS One. 2022 Feb 17;17(2):e0263931