📝HISTORIA EN BREVE
- Los niveles más altos de grasa visceral y subcutánea se asocian con un menor volumen de regiones críticas del cerebro, como el hipocampo y la corteza frontal, mientras que las mujeres son más vulnerables a este efecto
- Una investigación en la que participaron 10 001 adultos reveló que las personas de entre 20 y 39 años con más grasa visceral tienen un riesgo casi seis veces mayor de tener un menor volumen de materia gris en el cerebro
- La grasa visceral explica el 77 % de la relación entre un IMC elevado y la acumulación de proteína amiloide en el cerebro
- Los niveles altos de grasa visceral deterioran el flujo sanguíneo del cerebro, lo que supone una doble amenaza, ya que reduce el aporte de oxígeno a este órgano y, al mismo tiempo, favorece la inflamación
- Mantener una proporción saludable entre la cintura y la cadera, ganar masa muscular mediante el entrenamiento de fuerza y evitar los aceites de semillas procesados son estrategias fundamentales para evitar que la grasa visceral se acumule
🩺Por el Dr. Mercola
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurológico progresivo que deteriora la memoria, el razonamiento y el comportamiento. Esta enfermedad se caracteriza por la pérdida gradual de las funciones cognitivas. Los síntomas más comunes son la pérdida de memoria constante, la confusión, la dificultad para realizar actividades rutinarias y cambios evidentes en el estado de ánimo y la personalidad.
A medida que la enfermedad de Alzheimer progresa, no solo afecta las habilidades cognitivas, sino que también repercute en la estructura general del cerebro. Los pacientes suelen presentar una reducción significativa de áreas como el hipocampo, la cual es esencial para la formación de la memoria, y la corteza frontal, que se encarga de la toma de decisiones y la resolución de problemas.
Estos cambios estructurales intensifican las dificultades a las que se enfrentan quienes padecen esta enfermedad y, en última instancia, provocan un deterioro grave y una mayor dependencia de los cuidadores. Los investigadores están explorando el rol de la grasa corporal y del índice de masa corporal (IMC) en este padecimiento tan complejo. En un estudio publicado en la revista Alzheimer's Research & Therapy, participaron 1736 personas de Asia que no padecían demencia, a las que se clasificó en grupos de bajo peso, peso normal y obesidad en función de su IMC.1
Los resultados demostraron que tener un peso más bajo de lo normal aumenta el riesgo de dar positivo en beta amiloide (Aβ), mientras que la obesidad se asoció con un menor riesgo. En particular, dentro del grupo con buena salud metabólica, la obesidad redujo aún más el riesgo de dar positivo en Aβ. Además, la obesidad se relacionó con un riesgo mayor de hiperintensidad grave de la sustancia blanca (HSM), que es otro marcador relacionado con la enfermedad de Alzheimer y la salud vascular.
Estos hallazgos destacan la relación tan compleja que existe entre el peso corporal, la salud metabólica y la enfermedad de Alzheimer. Mantener un peso saludable y un buen estado metabólico ayuda a reducir el riesgo de padecerla.
Sin embargo, la obesidad también aumenta los marcadores vasculares como la HSM, lo que indica que las estrategias para controlar el peso deben personalizarse en función de la salud metabólica de cada persona. Si se abordan tanto el peso como los factores metabólicos, se reduce el riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer y se favorece la salud cognitiva.
¿Cómo interviene la grasa en la salud cognitiva?
El alzhéimer es una enfermedad compleja con varios factores de riesgo, como la edad, la genética y el estilo de vida. Los tratamientos convencionales suelen enfocarse en controlar los síntomas en lugar de abordar las causas de la enfermedad. Algunos de ellos consisten en administrar medicamentos con efectos secundarios, como náuseas, mareos o incluso mayor confusión. Es importante entender que si bien estos tratamientos brindan un alivio temporal, no impiden que la enfermedad progrese.
La grasa visceral, que es un tipo de grasa corporal que se almacena en la cavidad abdominal, es una causa subyacente importante de la enfermedad de Alzheimer. Esta grasa no es solo un almacenamiento pasivo de energía, sino que contribuye de forma activa a la inflamación y a las alteraciones metabólicas.
Otros factores incluyen la resistencia a la insulina, que afecta la forma en que el cuerpo procesa el azúcar, así como los niveles bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL), que a menudo se conocen como colesterol "bueno". Estos elementos crean un entorno que acelera el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.
El proceso que conduce a eso implica interacciones complejas dentro del cuerpo. La grasa visceral libera sustancias inflamatorias que dañan las células del cerebro y alteran su funcionamiento. La resistencia a la insulina afecta la capacidad del cerebro para utilizar la glucosa, que es su fuente principal de energía, lo cual conduce al deterioro cognitivo.
Diagnosticar la enfermedad de Alzheimer es todo un reto debido a que surge de forma gradual y los síntomas son los mismos que los de otras afecciones. Los primeros síntomas, como la pérdida de memoria y la confusión, a menudo se confunden con el proceso de envejecimiento normal. Esto provoca retrasos en el diagnóstico e impide que se tomen medidas en el momento oportuno. Además, las herramientas de diagnóstico estándar no suelen detectar la enfermedad hasta que se produce un daño cerebral significativo.
Un estudio revela una relación muy estrecha entre la grasa abdominal y el volumen del cerebro
Un estudio exploró cómo los diferentes tipos de grasa corporal influyen en la estructura del cerebro. La investigación examinó tanto la grasa visceral, que rodea los órganos internos, como la subcutánea, que se encuentra debajo de la piel. Mediante resonancias magnéticas, el estudio evaluó el volumen cerebral de 10 001 adultos sanos de Estados Unidos, con una edad media de 52.9 años.2
Los resultados indicaron que los niveles más altos de grasa visceral y subcutánea se relacionaron con un menor volumen del cerebro. Esta reducción fue evidente en múltiples regiones cerebrales, como la materia gris total, la materia blanca, el hipocampo, la corteza frontal y varios lóbulos. En particular, las mujeres experimentaron una mayor pérdida de volumen del cerebro relacionada con el aumento de la grasa visceral en comparación con los hombres.3
El estudio también demostró que la grasa abdominal visceral segmentada predice de manera significativa un menor volumen en varias zonas del cerebro. En concreto, una mayor grasa visceral se relacionó con un menor volumen en el hipocampo y la corteza frontal, que son regiones necesarias para preservar las funciones cognitivas.4
Además del menor volumen regional del cerebro, la investigación descubrió que la grasa visceral aumenta el riesgo de tener menos materia gris total en los distintos grupos de edad. En los individuos de 20 a 39 años, las probabilidades de que se redujera el volumen de materia gris fueron casi seis veces mayores en las personas con más grasa visceral. Este patrón se mantuvo en los grupos de mayor edad, lo que resalta el impacto generalizado de la grasa abdominal en la salud del cerebro.5
Asimismo, el estudio reveló que el aumento de la grasa subcutánea también contribuye a la pérdida de volumen del cerebro, a veces incluso más que la grasa visceral. Esto sugiere que todas las formas de exceso de grasa corporal, no solo la que rodea los órganos, perjudican la estructura del cerebro. Por lo tanto, tener un porcentaje saludable de grasa corporal es importante para preservar el volumen y la función del cerebro.6
Los mecanismos biológicos detrás de estos hallazgos parecen tener algo que ver con la inflamación. El exceso de grasa visceral y subcutánea produce una inflamación crónica, que a su vez daña las células del cerebro y altera su funcionamiento. Se cree que esta respuesta inflamatoria contribuye a la reducción de regiones cerebrales esenciales para las capacidades cognitivas, lo que aumenta el riesgo de neurodegeneración.7
Tras identificar la grasa visceral y subcutánea como factores que pueden modificarse, el estudio subraya la importancia de controlar el peso para preservar la salud del cerebro. Abordar el exceso de grasa corporal mediante cambios en el estilo de vida podría reducir el riesgo de perder volumen del cerebro y el deterioro cognitivo que conlleva, lo que ofrece un enfoque proactivo para salvaguardar la función mental.8
La grasa visceral y el riesgo de padecer alzhéimer
Otro estudio, que se presentó en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA), también investigó la conexión entre la grasa visceral y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, y descubrió vínculos significativos que surgen hasta dos décadas antes de que aparezcan los síntomas.9
El objetivo de esta investigación fue determinar cómo influye el exceso de grasa visceral en la acumulación de proteínas en el cerebro que son características del alzhéimer, lo cual aporta ideas sobre medidas preventivas a través de algunos cambios en el estilo de vida.
El estudio se centró en un grupo de adultos de mediana edad, en concreto en personas de entre 40 y 50 años, para evaluar el impacto a largo plazo de la grasa visceral en la salud cerebral.10 Los participantes se sometieron a exploraciones de resonancia magnética para medir la cantidad de grasa visceral en su región abdominal, así como a evaluaciones de sus funciones cognitivas.
Los resultados revelaron que los niveles más altos de grasa visceral tienen una fuerte relación con una mayor acumulación de proteínas amiloide y tau en el cerebro, que son características de la enfermedad de Alzheimer.11 Además, las personas con niveles altos de grasa visceral presentaron un menor flujo sanguíneo en el cerebro, lo que empeoró aún más el riesgo de deterioro cognitivo.12
El estudio reveló que la grasa visceral es responsable del 77 % del efecto de un IMC elevado en la acumulación de proteína amiloide.13 Esto indica que no solo la cantidad de grasa corporal interviene en la enfermedad de Alzheimer, sino también su ubicación específica. Resulta interesante que otros tipos de grasa, como la subcutánea, no presentaron el mismo nivel de relación con el aumento del riesgo de alzhéimer, lo que subraya el impacto único de la grasa visceral.14
Además, la investigación subrayó que la obesidad visceral repercute de forma negativa en el cerebro, ya que reduce el flujo sanguíneo que es esencial para mantener una función cerebral saludable.15 Uno de los aspectos significativos de este estudio fue que exploró los factores metabólicos relacionados con la grasa visceral. Una mayor resistencia a la insulina y niveles más bajos de colesterol HDL también se relacionaron con mayores niveles de proteína amiloide en el cerebro.16
La resistencia a la insulina, que es una afección en la que las células del cuerpo no responden bien a la insulina, provoca niveles elevados de azúcar en la sangre y es un precursor de la diabetes de tipo 2.17 En este estudio, se descubrió que la resistencia a la insulina empeora la relación entre la grasa visceral y la patología del alzhéimer, lo que sugiere que controlar los niveles de insulina podría ser fundamental para reducir el riesgo de alzhéimer.18
Los investigadores también observaron que las personas con niveles más altos de colesterol HDL sufrieron una reducción parcial de los efectos negativos de la grasa visceral en la patología amiloide.19 Mejorar los niveles de HDL podría reducir el impacto perjudicial de la grasa visceral en la salud cerebral, y proporcionar un mecanismo de protección contra la acumulación de proteínas relacionadas con el alzhéimer.20
Las investigaciones anteriores se habían centrado sobre todo en la obesidad general, sin distinguir entre los tipos de grasa, lo que había dado lugar a resultados contradictorios al medir el deterioro cognitivo en los adultos mayores.21 Los investigadores pudieron establecer una relación más precisa entre la distribución de la grasa y el riesgo de padecer alzhéimer mediante el uso de resonancias magnéticas para medir con precisión la grasa visceral.22
Por lo tanto, para controlar el riesgo de alzhéimer es necesario abordar no solo la obesidad, sino también los problemas metabólicos y lipídicos que conlleva el aumento de la grasa visceral.23 Esto implica un enfoque integral que incluye cambios en la alimentación, actividad física regular y estrategias para reducir la resistencia a la insulina.24
Pasos sencillos para proteger el cerebro de los peligros de la grasa visceral
La salud del cerebro depende en gran medida de cómo controle la grasa visceral. A continuación, encontrará cuatro formas de afrontar este riesgo:
1. Desarrolle y mantenga la masa muscular mediante un entrenamiento de fuerza regular: una mayor masa muscular le brinda protección contra el deterioro cognitivo, ya que mejora la sensibilidad a la insulina y la salud metabólica. Incorpore a su rutina un entrenamiento de resistencia que implique caminatas y movimientos regulares a lo largo del día.
2. Controle su proporción cintura-cadera y no solo su peso o su IMC: esta medida brinda una imagen más precisa de los niveles de grasa visceral y del riesgo de enfermedades. Lleve un registro de los cambios en esta proporción a medida que realiza cambios en su estilo de vida para asegurarse de que está reduciendo la grasa abdominal perjudicial. Para obtener esta proporción, divida la medida de su cintura entre la de su cadera. Las categorías de riesgo para la proporción entre la cintura y la cadera son las siguientes:
Relación cintura-cadera |
Hombres |
Mujeres |
Ideal |
0.8 |
0.7 |
Riesgo
bajo: |
<0.95 |
<0.8 |
Riesgo
moderado |
0.96
- 0.99 |
0.81
- 0.84 |
Riesgo
elevado |
>
1.0 |
>
0.85 |
3. Concéntrese en comer grasas saturadas de animales alimentados con pastura y evite los aceites de semillas procesados: los aceites de semillas, que se encuentran en la mayoría de los alimentos procesados, tienen un alto contenido de ácido linoleico (AL), el cual aumenta la grasa visceral y contribuye a la obesidad. La mantequilla, el sebo y el ghee de animales alimentados con pastura son algunas alternativas saludables.
4. Consuma proteínas adecuadas de fuentes de calidad y procure que un tercio de ellas provenga del colágeno: un consumo equilibrado de proteínas ayuda a mantener los músculos y, al mismo tiempo, le brinda los componentes básicos que son necesarios para un cerebro saludable. El consumo adecuado de proteínas también ayuda a reducir la grasa visceral. Mantenga el consumo de proteínas en 0.8 gramos por libra de peso corporal ideal, y asegúrese de que un tercio de la proteína provenga de fuentes ricas en colágeno, ya que esto ayudará a mejorar la masa muscular y la función metabólica.
🔍Fuentes y Referencias
- 1 Alzheimer’s Research & Therapy August 29, 2024, 16, Article number: 194. doi: 10.1186/s13195-024-01563-z
- 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 Aging and Disease August 1, 2024; 15(4):1831-1842
- 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24 Radiological Society of North America December 2, 2024