📝HISTORIA EN BREVE

  • La prevalencia de la EII ha mostrado un aumento desmedido, ya que al día de hoy, existen 100 429 casos de personas jóvenes menores de 20 años en Estados Unidos, lo que confirma aumentos tanto en los diagnósticos de enfermedad de Crohn como de colitis ulcerosa
  • Existen disparidades raciales y demográficas; las personas de piel blanca experimentan las tasas más altas de EII, seguidos por las personas de raza negra, hispanas y asiáticas
  • El uso excesivo de antibióticos aumenta el riesgo de desarrollar EII, ya que las personas que reciben cinco o más prescripciones de antibióticos experimentan una probabilidad 236 % mayor
  • La disfunción mitocondrial y la mala producción de energía celular desempeñan un papel muy importante en la inflamación intestinal, lo que crea un entorno hostil para las bacterias beneficiosas
  • Las medidas para gozar de una buena la salud intestinal incluyen eliminar toxinas de las mitocondrias, apoyar a las bacterias beneficiosas a través de suplementos específicos y mantener de niveles óptimos de vitamina D

🩺Por el Dr. Mercola

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es una afección crónica que se caracteriza por una inflamación persistente del tracto gastrointestinal. La EII tiene dos variantes: enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa. La enfermedad de Crohn puede afectar cualquier parte del sistema digestivo, desde la boca hasta el ano, mientras que la colitis ulcerosa se limita al colon y al recto.

Esta condición se caracteriza por una variedad de síntomas debilitantes. Las personas con EII a menudo experimentan dolor abdominal intenso, diarrea persistente, fatiga y pérdida de peso. Estos síntomas no sólo causan un malestar físico, sino que también afectan las actividades diarias y la calidad de vida.

Un estudio publicado en Inflammatory Bowel Diseases reveló que en 2016, 1 de cada 209 adultos y 1 de cada 1 299 niños en los Estados Unidos padecían EII.1 Esto representa un aumento del 123 % en casos de adultos y del 133 % en niños entre 2007 y 2016.2 Además, hoy en día más de 100 000 personas jóvenes en los Estados Unidos padecen EII.3 Estas cifras destacan el impacto creciente de la EII tanto en el sistema de atención de salud como en las vidas de los afectados.

Vivir con EII involucra más cosas que solo tratar los síntomas diarios. La enfermedad causa complicaciones graves como estenosis, fístulas y un riesgo mayor de desarrollar cáncer colorrectal. Además, la EII requiere un tratamiento médico a largo plazo, que incluye medicamentos inmunosupresores y cirugías, que involucran una carga financiera y emocional para los pacientes y sus familias.

La batalla por el diagnóstico y la comprensión de la EII

La EII, una enfermedad crónica que afecta el tracto gastrointestinal, presenta varios factores de riesgo que complican su tratamiento. Por lo general, los tratamientos convencionales incluyen medicamentos como corticosteroides e inmunosupresores, que tienen efectos secundarios importantes, como aumentar el riesgo de desarrollar alguna infección y perder la densidad ósea.

Estos tratamientos tienen como objetivo reducir la inflamación, sin embargo, no se enfocan en las causas de la enfermedad, lo que provoca que los pacientes presenten síntomas y complicaciones frecuentes. Los factores ambientales y de estilo de vida son indispensables en el desarrollo de la EII, además del preocupante uso excesivo de antibióticos.

Los antibióticos alteran el microbioma intestinal, que es clave para mantener la salud digestiva. Además, las predisposiciones genéticas y los antecedentes familiares son importantes, ya que aumentan la susceptibilidad de una persona a desarrollar EII.

La interacción entre estos factores contribuye al desarrollo de la EII ya que produce una respuesta inmunológica anormal en el intestino. Esta respuesta provoca una inflamación crónica, lo que daña el revestimiento intestinal y provoca los síntomas que se relacionan con la EII. Es muy importante comprender este proceso para desarrollar tratamientos más efectivos que aborden los mecanismos de la enfermedad en lugar de solo aliviar los síntomas.

Diagnosticar la EII puede ser complicado debido a la superposición de síntomas con otros trastornos gastrointestinales. Existen algunas pruebas como colonoscopias y resonancias magnéticas, pero no siempre brindan un diagnóstico definitivo, en especial en etapas tempranas o en casos atípicos. Además, estos procedimientos son invasivos y costosos, lo que genera problemas en algunos pacientes.

El diagnóstico erróneo es un problema común, a menudo debido a la confianza en evaluaciones basadas en los síntomas y la variabilidad de la enfermedad. Las personas que carecen de un seguro de gastos médicos corren un riesgo especial, ya que no tienen acceso a herramientas de diagnóstico confiables. Esto confirma la necesidad de contar con métodos de diagnóstico mejorados que sean precisos y accesibles, garantizando así un tratamiento oportuno y adecuado para todas las personas afectadas.

Los casos de EII cada vez son más frecuentes en las personas jóvenes de Estados Unidos

Una investigación publicada en la revista Gastroenterology4 analizó datos de diferentes fuentes de seguros para estimar la prevalencia de la enfermedad inflamatoria intestinal pediátrica en los Estados Unidos, en especial en menores de 20 años.5

El estudio reveló que en los Estados Unidos 100 429 menores de 20 años padecen EII,6 con una prevalencia general de 122 por 100 000. La enfermedad de Crohn representó 71 por 100 000, mientras que la colitis ulcerosa tuvo una prevalencia de 44 por 100 000. El estudio también destacó las disparidades demográficas en la prevalencia de la EII. Se descubrió que los hombres tienen una probabilidad mayor de desarrollar la enfermedad de Crohn, mientras que la prevalencia de colitis ulcerosa no mostró ninguna diferencia de género.7

Además, las personas de piel blanca experimentan las tasas más altas de la EII, seguidas por las personas de raza negra, hispanas y asiáticas.8 Estas disparidades sugieren que los factores genéticos y ambientales interactúan de maneras complejas para influir en el riesgo de desarrollar la EII. Andrés Hurtado-Lorenzo, Ph.D., vicepresidente sénior de investigación traslacional y emprendimientos en EII en la Crohn's & Colitis Foundation, dijo para un comunicado de prensa:9

"Esta evaluación de la prevalencia de la EII pediátrica en los Estados Unidos, es un paso importante para comprender el espectro completo de la enfermedad en nuestros jóvenes. Estos datos son esenciales para que los profesionales de la salud y los encargados de formular políticas gestionen de manera correcta la EII pediátrica, tomen decisiones informadas y mejoren los resultados para los niños y adolescentes afectados".

El uso excesivo de antibióticos aumenta el riesgo de desarrollar EII en los adultos de Estados Unidos

Un estudio independiente investigó la relación entre el uso de antibióticos y el desarrollo de la EII en adultos mayores en los Estados Unidos.10 La investigación tuvo como objetivo determinar si las prescripciones excesivas de antibióticos contribuyen a la creciente incidencia de la EII, una enfermedad crónica que se caracteriza por inflamar el tracto gastrointestinal.

Los investigadores identificaron a personas recién diagnosticadas con EII y compararon su historial de uso de antibióticos. Los hallazgos demostraron una relación muy evidente entre el uso de antibióticos y un riesgo mayor de desarrollar EII, en especial con dosis más altas y uso prolongado.

Las personas que recibieron cinco o más antibióticos tuvieron un riesgo 236 % mayor de desarrollar la EII en comparación con las que no tomaron antibióticos en los últimos cinco años.11 Este aumento confirma los peligros de la prescripción excesiva de antibióticos. Además, la investigación identificó que todas las variantes de antibióticos se relacionaron con un riesgo mayor de desarrollar la EII, y las fluoroquinolonas tuvieron la relación más marcada.

Esto sugiere que no sólo la cantidad sino también el tipo de antibióticos que se utilizan influyen en la probabilidad de desarrollar la EII. El estudio destacó la importancia del uso racional de los antibióticos y recomendó que estos se receten sólo cuando sea absolutamente necesario para reducir estos riesgos.

Su microbioma, la comunidad de microorganismos que vive en su tracto digestivo, es fundamental para preservar su salud intestinal. Cuando los antibióticos alteran el microbioma se produce un desequilibrio que provoca una inflamación crónica, la cual es una característica típica de la EII.

Mejorar la producción de energía celular es indispensable para las enfermedades auto inmunológicas como la EII

Así mismo, mejorar la función de las mitocondrias es una de las estrategias más importantes que puede seguir para aumentar la energía celular, que es la base para prevenir y controlar enfermedades auto inmunológicas como la EII. La disfunción mitocondrial, debido a la baja producción de energía celular, provoca una gran variedad de complicaciones en la salud digestiva.

A medida que la producción de energía de las mitocondrias se ve afectada, las uniones del colon se ven comprometidas, lo que permite que el oxígeno se filtre hacia el colon. Y, cuando el oxígeno ingresa, produce un ambiente hostil para las bacterias beneficiosas, lo que permite que las bacterias patógenas tomen el control.

Los trastornos se complican aún más por los antibióticos, que eliminan tanto las poblaciones de bacterias beneficiosas como las dañinas. El resultado de esta cadena de eventos es una condición conocida como disbiosis, donde el delicado equilibrio de bacterias en el intestino se altera.

A medida que las bacterias patógenas aumentan, producen endotoxinas que dañan el revestimiento del intestino, lo que crea perforaciones microscópicas que permiten que proteínas extrañas ingresen al torrente sanguíneo y oxígeno adicional se infiltre en el entorno del colon, una afección conocida como intestino permeable.

Esta infiltración de oxígeno crea un ciclo de autorreforzamiento que altera de manera constante el equilibrio microbiológico del intestino. Restaurar la salud intestinal es muy difícil, en especial si no goza de un microbioma diverso y equilibrado, lo que provoca que las personas tengan una mala calidad de vida.

Tratar este problema sistémico requiere un enfoque sofisticado que vaya más allá de los suplementos de probióticos. Los probióticos convencionales a menudo no dan el resultado deseado, ya que no pueden sobrevivir el duro viaje a través del intestino delgado. Si la cápsula se desintegra de manera prematura, los probióticos se destruyen de inmediato por el oxígeno ambiental, lo que les impide llegar a su destino previsto en el colon.

Por consiguiente, una estrategia de tratamiento efectiva debe priorizar la restauración de la salud de los colonocitos al eliminar de manera sistemática las toxinas de las mitocondrias que afectan la producción de energía de las células. Por eso es importante reducir la exposición a venenos de las mitocondrias como el ácido linoleico (AL) —que se encuentra en los aceites de semillas que se utilizan en la mayoría de los alimentos ultraprocesados, ya que son sustancias químicas disruptoras endocrinas, como xenoestrógenos en plásticos y campos electromagnéticos (EMFs)

Este enfoque crea las condiciones necesarias para que las bacterias beneficiosas intolerantes al oxígeno se restablezcan y restauren el equilibrio de bacterias naturales del intestino. Al crear un entorno óptimo para las bacterias beneficiosas, se interrumpe el ciclo de disbiosis y se establece un camino hacia la restauración integral de la salud intestinal.

Estrategias naturales para aliviar la EII

Para tratar la causa de la EII es necesario tomar medidas proactivas para restaurar y mantener un microbioma intestinal saludable. Al implementar estas estrategias, evita el riesgo que se relaciona con el uso excesivo de antibióticos y promueve la salud gastrointestinal.

1. Consuma carbohidratos saludables y elimine las toxinas de las mitocondrias para apoyar la salud intestinal: su alimentación es fundamental para mantener un microbioma intestinal saludable. Como se mencionó, las bacterias intestinales beneficiosas prosperan en un entorno sin oxígeno, lo que requiere de una energía celular adecuada para mantenerse.

Abordar el origen del problema (la función de las mitocondrias y la oxigenación del colon) es esencial para el éxito de cualquier intervención de salud intestinal. Una vez que haya reducido su exposición a venenos mitocondriales como el AL, los químicos disruptores endocrinos y los campos electromagnéticos (EMFs, por sus siglas en inglés), es fundamental para la salud del intestino consumir carbohidratos saludables.

Primero consuma arroz blanco y frutas enteras para nutrir las bacterias beneficiosas antes de considerar vegetales, granos enteros y almidones. Es importante evitar una alimentación rica en fibra si su microbioma intestinal está comprometido, ya que el exceso de fibra aumentará los niveles de endotoxinas.

Si su salud intestinal está muy comprometida, como suele ocurrir con la EII, debe enfocarse en carbohidratos que sean fáciles de digerir, como agua con dextrosa, durante una o dos semanas. Bébala poco a poco durante el día para curar su intestino de forma gradual.

2. Incorpore suplementos de Akkermansia — la Akkermansia muciniphila, que es una bacteria beneficiosa intolerante al oxígeno, es esencial para un microbioma saludable, pero muchas personas tienen muy poca o ninguna. Sin embargo, es importante eliminar todos los aceites de semillas de su alimentación durante al menos seis meses antes de comenzar a tomar suplementos de Akkermansia.

Este periodo de tiempo le permite al cuerpo recuperar la función de las mitocondrias y crear un entorno más amigable en el colon para las bacterias beneficiosas. Estos pasos le ayudarán a maximizar los beneficios de suplementarse con Akkermansia y apoyará la salud intestinal general.

Cuando compre un suplemento de Akkermansia, elija uno que utilice cápsulas avanzadas y de liberación prolongada o tecnología de microencapsulación. Estos métodos mantienen las bacterias latentes y protegidas hasta que llegan al colon, que suele tomarles entre dos y cuatro horas después de consumirla, lo que garantiza que una mayor cantidad de bacterias vivas sobrevivan el viaje a través del sistema digestivo.

3. Evite los efectos secundarios de los antibióticos con Saccharomyces boulardii: después de terminar su tratamiento con antibióticos, tome la levadura beneficiosa Saccharomyces boulardii. Esta levadura ayuda a prevenir complicaciones como la diarrea ya que restaura el equilibrio natural del microbioma intestinal, lo que garantiza una recuperación sin el riesgo de sufrir problemas por los antibióticos.

4. Optimice sus niveles de vitamina D y aborde la producción de energía celular: asegúrese de mantener niveles adecuados de vitamina D mediante la exposición a los rayos del sol y los suplementos. La vitamina D es fundamental en la función inmunológica y la salud intestinal, mientras que la deficiencia  provoca la enfermedad autoinmunológica.

Exponerse a los rayos del sol alrededor del mediodía, cuando los rayos UVB son más fuertes, favorece la producción natural de esta hormona. Sin embargo, evite exponerse de forma directa al sol hasta que haya dejado de consumir aceites de semillas durante seis meses. El motivo es que cuando la radiación ultravioleta (UV) entra en contacto con la piel, el AL se descompone, lo cual puede provocar inflamación y daños en el ADN.

Si bien, eliminar los aceites de semillas de los tejidos toma alrededor de dos años, el período de seis meses suele permitir una desintoxicación suficiente para que la persona pueda aprovechar los beneficios de la exposición. La luz solar es la mejor fuente de vitamina D (siempre y cuando se consideren factores como el consumo de aceites de semillas y los tiempos de exposición), sin embargo, los suplementos brindan una alternativa confiable cuando es necesario.

Lo ideal es mantener los niveles adecuados de vitamina D a través de la exposición al sol o la suplementación adecuada. El nivel ideal para la salud y prevención de enfermedades es entre 60 ng/ml y 80 ng/ml (150-200 nmol/L), mientras que el nivel de suficiencia es de alrededor de 40 ng/mL (100 nmol/L en Europa).