📝HISTORIA EN BREVE
- La vitamina D es crucial para regular el sistema inmunológico y ayuda a controlar enfermedades autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto, ya que inhibe las citocinas proinflamatorias y reduce los anticuerpos de la peroxidasa tiroidea
- Tener niveles óptimos de vitamina D mejora la función tiroidea, debido a que disminuye los niveles de la hormona estimulante de la tiroides (TSH, por sus siglas en inglés) y aumenta los niveles de FT3 y FT4, ya que la vitamina D activa (calcitriol) es más efectiva que otros suplementos de vitamina D
- Los niveles bajos de vitamina D se relacionan con un riesgo mayor de enfermedades tiroideas autoinmunes, ya que actúan como inmunomoduladores para equilibrar las células proinflamatorias y antiinflamatorias
- La vitamina D demostró ser prometedora en reducir la actividad de la enfermedad y mejorar los resultados del tratamiento en trastornos tiroideos autoinmunes, ya que favorece la respuesta inmunitaria innata
- A pesar de algunos resultados contradictorios, el potencial de la vitamina D para el tratamiento de enfermedades autoinmunes es prometedor y ofrece una estrategia no invasiva para mitigar el impacto de afecciones como la enfermedad de Hashimoto
🩺Por el Dr. Mercola
La enfermedad de Hashimoto, también conocida como tiroiditis de Hashimoto (TH), es un trastorno autoinmune en el que el sistema inmunológico ataca la glándula tiroides, lo que disminuye la producción de hormonas (hipotiroidismo). Esto significa que su cuerpo tiene dificultades para regular el metabolismo, y esto produce una variedad de síntomas, incluyendo fatiga persistente, aumento de peso sin explicación, sensibilidad al frío y depresión.
Sin el tratamiento adecuado, esto puede progresar a hipotiroidismo y afectar en gran medida sus niveles de energía y su salud general.
Una investigación del Journal of International Medical Research estima que la incidencia de tiroiditis de Hashimoto se sitúa entre 0.3 y 1.5 por cada 1000 personas cada año. Esta enfermedad autoinmune es más común en las mujeres, de cinco a diez veces más prevalente que en los hombres.1 La comprensión de estas estadísticas destaca la preocupación creciente y la necesidad de estrategias de gestión efectivas.
Una estrategia que recomiendo es optimizar sus niveles de vitamina D. Las evidencias recientes publicadas en el Journal of Clinical Pharmacy and Therapeutics indicaron que la deficiencia de vitamina D está relacionada con el desarrollo de tiroiditis de Hashimoto y una menor función tiroidea.2 Obtener suficiente de este nutriente ayudará a prevenir y controlar el hipotiroidismo, sobre todo en personas con la enfermedad de Hashimoto.
La tiroiditis de Hashimoto: causas y diagnóstico
El diagnóstico principal de la tiroiditis de Hashimoto se lleva a cabo con la detección de autoanticuerpos (los cuales se adhieren a los tejidos y órganos del cuerpo) contra las proteínas tiroideas. Estos autoanticuerpos, específicamente la peroxidasa tiroidea (TPO, por sus siglas en inglés) y la tiroglobulina (Tg), son indicadores clave de la enfermedad.
Además de la disfunción tiroidea, este trastorno autoinmune podría causar complicaciones como enfermedades cardíacas, trastornos de salud mental e infertilidad. La inflamación crónica que genera la enfermedad también aumenta el riesgo de desarrollar otras enfermedades autoinmunes.
Las causas subyacentes de la tiroiditis de Hashimoto son multifacéticas e implican una combinación de predisposición genética y factores ambientales. Los factores genéticos incluyen polimorfismos específicos en el receptor de vitamina D, lo cual afecta la forma en que el cuerpo procesa la vitamina D. Los desencadenantes ambientales, como el consumo excesivo de yodo, la deficiencia de selenio y las infecciones virales, también tienen un gran impacto.
Además, se identificó la deficiencia de vitamina D como un factor contribuyente, ya que perjudica la regulación inmunitaria y agrava las respuestas autoinmunes.
Cuando estas causas subyacentes convergen, generan un ataque autoinmune a la glándula tiroides. El sistema inmunológico identifica por error a las proteínas tiroideas como invasores extraños, lo que causa la producción de autoanticuerpos. Esta respuesta inmunitaria produce inflamación crónica y destrucción gradual del tejido tiroideo, que con el tiempo conduce al hipotiroidismo.
La incapacidad de la tiroides para producir suficientes hormonas altera los procesos metabólicos del cuerpo, lo que produce síntomas como fatiga, aumento de peso y depresión.
Los tratamientos convencionales a menudo se centran en la terapia de reemplazo hormonal, la cual podría ayudar a controlar los síntomas, pero no aborda el origen de la respuesta autoinmune. Sin embargo, este enfoque podría tener efectos secundarios, como aumento de peso, cambios de humor y pérdida de densidad ósea, lo que lo hace menos ideal como tratamiento a largo plazo.
Diagnosticar la tiroiditis de Hashimoto puede ser un desafío, debido a la variabilidad de los síntomas y su superposición con otras afecciones. Las pruebas estándar miden los niveles de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) y de las hormonas tiroideas, pero no siempre reflejan la presencia de autoanticuerpos. Como resultado, algunos pacientes reciben un diagnóstico después de que se produjo un daño significativo en la tiroides, lo que complica el tratamiento y el manejo.
Además, la presencia de autoanticuerpos no siempre se relaciona con los síntomas clínicos, lo que lleva a un diagnóstico erróneo o tardío. Esta discrepancia resulta en que los pacientes presenten síntomas sin tener evidencia de laboratorio de disfunción tiroidea, lo que dificulta que los proveedores de atención médica inicien el tratamiento adecuado.
Nuevos conocimientos del impacto de la vitamina D para tratar la tiroiditis de Hashimoto
Un estudio reciente publicado en la revista Life (Basel) exploró el impacto de la vitamina D en el sistema inmunológico y se centró en las personas con tiroiditis de Hashimoto. La investigación buscó determinar si mantener niveles óptimos de vitamina D podría aliviar los síntomas y reducir la respuesta autoinmune asociada con la TH.3
El estudio incluyó un grupo diverso de participantes que abarcó pacientes con TH y una cohorte específica de personas mayores con una edad promedio de 82 años. Los investigadores monitorearon estos grupos con el fin de evaluar la efectividad de la suplementación con vitamina D para mejorar la función inmunológica y la salud de la tiroides.
Sus hallazgos demostraron que un consumo adecuado de vitamina D desempeña un papel fundamental en el apoyo al equilibrio inmunológico y mejora en gran medida los síntomas de la TH, ya que reduce las sustancias proinflamatorias y los niveles de autoanticuerpos.4
Uno de los descubrimientos más destacados fue la reducción del 20 % de los anticuerpos antiperoxidasa tiroidea (TPO, por sus siglas en inglés) elevados después de algunos meses de suplementación con vitamina D. Estos anticuerpos son indicadores clave de la actividad de TH y su disminución representa una mejora significativa en la presentación clínica de la enfermedad.5 Esta reducción destaca el potencial de la vitamina D para influir de manera directa en los procesos autoinmunes que impulsan la TH.
Además, el estudio descubrió un vínculo claro entre la deficiencia de vitamina D y una mayor autoinmunidad tiroidea en todos los grupos de edad. Los participantes con niveles más bajos de vitamina D mostraron de forma consistente niveles más altos de autoanticuerpos, lo que indica que mantener niveles adecuados de vitamina D es esencial para controlar la HTA de manera efectiva.6
Se observaron mejoras en los niveles de anticuerpos anti-TPO después de unos pocos meses de suplementación constante con vitamina D, con dosis que oscilaron entre 1200 y 4000 UI por día.7 Estos hallazgos son prometedores, ya que ofrecen una estrategia viable y no invasiva para mitigar los efectos de la tiroiditis de Hashimoto.
Los beneficios más pronunciados se observaron en las participantes mujeres que, por lo general, tenían niveles de vitamina D más bajos en comparación con los hombres. Esta respuesta específica de género indica que las mujeres con TH podrían beneficiarse de una suplementación específica con vitamina D, lo cual aborda una gran necesidad dentro de este grupo vulnerable.8 Adaptar el consumo de vitamina D en función de las necesidades individuales podría mejorar la efectividad de las estrategias de manejo de la TH.
Los mecanismos biológicos detrás de estas mejoras son multifacéticos. La vitamina D inhibe la secreción de citocinas proinflamatorias, que son sustancias que promueven la inflamación y agravan las respuestas autoinmunes. Al hacerlo, la vitamina D ayuda a cambiar el sistema inmunológico de un estado proinflamatorio a uno más equilibrado, lo que reduce la probabilidad de respuestas inmunitarias hiperactivas que contribuyen a la TH.9
Además, la vitamina D modula la actividad de varias células inmunológicas, incluyendo las células T, las células B y las células dendríticas. Esta modulación es crucial para mantener el equilibrio inmunológico y evitar que el sistema inmunológico ataque por error a la glándula tiroides.
La vitamina D también restablece el equilibrio entre las células Th17, las cuales promueven la inflamación, y las células T reguladoras, que ayudan a controlar las respuestas inmunitarias. Esta restauración ayuda a reducir las respuestas patológicas asociadas con la TH.10
Según concluyeron los investigadores:
"Esta revisión destaca la importancia de los micronutrientes en el sistema inmunológico, en particular la vitamina D. Una alimentación correcta y equilibrada aporta al cuerpo humano moléculas esenciales para los mecanismos energéticos y de defensa, como la vitamina D. La vitamina D interactúa de forma directa con el epigenoma, ya que regula los factores de transcripción y remodela la cromatina, lo que promueve respuestas importantes ante eventos adversos.
Por ello, la vitamina D se considera un ‘aliado del sistema inmunológico’. Un consumo adecuado de vitamina D favorece la respuesta a enfermedades cardiovasculares, óseas, cerebrales, inflamatorias y autoinmunes, incluyendo la TH".
La vitamina D favorece la salud de la tiroides
Un estudio similar, publicado en la revista Medicine, combinó datos de 12 estudios diferentes, que involucraron a un total de 862 personas diagnosticadas con TH, para obtener una idea más clara del impacto de la vitamina D en el manejo de esta afección y de sus efectos en la salud de la tiroides.11
Todos los participantes de estos estudios fueron pacientes diagnosticados con tiroiditis de Hashimoto. Los investigadores intentaron descubrir si tomar suplementos de vitamina D podría reducir los niveles de anticuerpos dañinos y mejorar la función tiroidea. Los resultados fueron prometedores: la suplementación con vitamina D redujo en gran medida los niveles de anticuerpos contra la peroxidasa tiroidea (TPO-Ab) y los anticuerpos contra la tiroglobulina (TG-Ab), que son marcadores que indican lo activa que es la enfermedad.12
Uno de los resultados más importantes fue que la vitamina D no sólo disminuyó estos niveles de anticuerpos, sino que también mejoró la función tiroidea en general. En concreto, el estudio descubrió que la vitamina D redujo los niveles de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) y aumentó los niveles de triyodotironina libre (FT3) y tiroxina libre (FT4). La TSH es una hormona que le indica a la tiroides que produzca más hormonas, por lo que niveles más bajos de TSH indican que la tiroides funciona mejor por sí sola.13
La tasa de mejoría fue evidente, con reducciones significativas en los títulos de TPO-Ab y TG-Ab observados en pacientes que tomaron suplementos de vitamina D. Esto significa que los anticuerpos que atacaron la glándula tiroides disminuyeron, lo que reduce el daño a la tiroides y le permite funcionar de manera más efectiva.14
El tipo de suplemento de vitamina D utilizado es otro factor importante en esta investigación. El estudio destacó que la vitamina D activa, conocida como calcitriol, fue más efectiva para reducir los niveles de anticuerpos en comparación con los suplementos de vitamina D2 o D3. El calcitriol es la forma de vitamina D que el cuerpo produce de forma natural, por ejemplo, a través de la exposición al sol; tomarlo de manera directa produce beneficios más rápidos y pronunciados.15
Otro factor importante fue la duración de la suplementación de vitamina D. Los pacientes que tomaron vitamina D durante más de 12 semanas presentaron mejoras más significativas en su función tiroidea. Esta mayor duración del tratamiento redujo más los niveles de anticuerpos y aumentó de manera más sustancial los niveles de FT3 y FT4.16 En resumen, cuanto más tiempo mantuvieron los pacientes su consumo de vitamina D, mejor resultó su salud tiroidea.
La vitamina D es fundamental en las enfermedades tiroideas autoinmunes
Una revisión reciente publicada en el Journal of Clinical Medicine también encontró que, además de la tiroiditis de Hashimoto, la vitamina D influye en otras enfermedades tiroideas autoinmunes, incluyendo la enfermedad de Graves y la tiroiditis posparto (TPP). Los resultados del estudio revelaron una gran correlación entre la deficiencia de vitamina D y la prevalencia de estas enfermedades tiroideas autoinmunes.17
Uno de los descubrimientos más importantes fue que las personas con niveles más bajos de vitamina D tuvieron una mayor incidencia de enfermedades tiroideas autoinmunes. En concreto, las personas que estuvieron en el cuartil más bajo de vitamina D tuvieron los niveles más elevados de anticuerpos antiperoxidasa tiroidea, que son indicadores de disfunción tiroidea. Esto sugiere que la falta de vitamina D contribuye a que el sistema inmunológico ataque por error a la glándula tiroides.18
Asimismo, el estudio descubrió que la vitamina D actúa como inmunomodulador, lo que significa que ayuda a regular la respuesta del sistema inmunológico. La vitamina D garantiza que el sistema inmunológico no reaccione de forma exagerada y cause daños innecesarios a la tiroides, ya que equilibra las células proinflamatorias y antiinflamatorias. Este equilibrio es crucial para prevenir la respuesta inmunitaria excesiva que se observa en las enfermedades tiroideas autoinmunes.19
Se demostró que la suplementación con vitamina D reduce la actividad de la enfermedad en pacientes con trastornos tiroideos autoinmunes. Los participantes que recibieron suplementos de vitamina D experimentaron menores niveles de anticuerpos tiroideos, que son marcadores que indican lo activa que es la enfermedad. Esta reducción indica que la vitamina D ayuda a mitigar el ataque autoinmune a la tiroides, lo que mejora la función tiroidea y reduce los síntomas asociados con estas afecciones.20
Los mecanismos biológicos detrás de los efectos de la vitamina D tienen un impacto en el sistema inmunológico. La vitamina D mejora la respuesta inmunitaria innata, que es la primera defensa del cuerpo contra las infecciones. También influye en la respuesta inmunitaria adaptativa, ya que regula las células T y B, que son cruciales para atacar amenazas específicas. Al modular estas células inmunológicas, la vitamina D ayuda a mantener un sistema inmunológico equilibrado, ya que evita que reaccione de forma exagerada y cause reacciones autoinmunes.21
Además, la vitamina D inhibe la producción de ciertas citocinas, que son proteínas que indican inflamación en el cuerpo. Los niveles elevados de citocinas proinflamatorias se asocian con mayor inflamación y actividad autoinmune. Debido a que reduce estas citocinas, la vitamina D ayuda a disminuir la inflamación, lo que protege la glándula tiroides de ser atacada por el sistema inmunológico.22
Otras recomendaciones para prevenir la enfermedad de Hashimoto
Abordar la tiroiditis de Hashimoto desde su origen implica un enfoque estratégico para optimizar los niveles de vitamina D y reducir los factores que agravan la respuesta autoinmune. A continuación, se presentan cuatro estrategias adicionales para ayudarle a controlar y aliviar de manera efectiva los síntomas de la enfermedad de Hashimoto:
• Optimice sus niveles de vitamina D: es importante tener un consumo adecuado de vitamina D para mejorar el cuadro clínico y los síntomas de Hashimoto. Intente mantener sus niveles de vitamina D en la sangre entre 60 y 80 ng/mL (150 a 200 nmol/L), con 40 ng/mL como el límite más bajo de suficiencia.
Si bien puede incorporar fuentes de alimentos enteros ricos en vitamina D, como el salmón salvaje de Alaska, que favorece la salud de la tiroides, la mejor forma de optimizar sus niveles de vitamina D es pasar entre 20 y 25 minutos bajo la luz del sol todos los días, de preferencia alrededor del mediodía, cuando los rayos UVB son más efectivos.
Este enfoque natural ayuda al cuerpo a producir la forma activa de vitamina D (calcitriol), que se demostró que es superior a otros suplementos de vitamina D.
Sin embargo, tenga precaución: si aún consume aceites vegetales y alimentos ultraprocesados, es mejor evitar la exposición intensa a la luz solar, sobre todo durante o cerca del mediodía. Los aceites vegetales tienen un gran contenido de ácido linoleico (AL), que es el ingrediente más dañino de su alimentación, el cual permanece en su piel; el AL se oxida bajo la luz solar intensa y causa quemaduras solares.
Entonces, le recomiendo salir temprano en la mañana o al final de la tarde cuando los rayos del sol no son tan intensos, hasta que haya eliminado los aceites de semillas de su alimentación durante seis meses.
Si vive en un área con poca exposición al sol, considere tomar suplementos de vitamina D3 de alta calidad para alcanzar niveles óptimos en la sangre. También le recomiendo que analice de manera regular sus niveles de vitamina D para asegurarse de que cumple con el rango óptimo.
• Reduzca su consumo de ácido linoleico: el consumo elevado de AL contribuye a la inflamación y empeora las enfermedades autoinmunes como la tiroiditis de Hashimoto. Para mitigar esto, recomiendo limitar el consumo de AL a 5 gramos por día o menos.
También debe elegir grasas saludables. Consuma sebo, ghee o mantequilla de animales alimentados con pastura en lugar de aceites vegetales. Estas alternativas tienen un mejor perfil de ácidos grasos que beneficia la salud metabólica y reduce la inflamación.
• Proteja su piel: lo ideal es que solo se exponga de forma intensa al sol durante una hora. Sin embargo, si planea estar bajo el sol durante periodos más largos, use protector solar natural a base de minerales. Aumente poco a poco la tolerancia de su piel a la luz del sol para evitar quemaduras y garantizar una exposición segura.
• Incorpore azul de metileno: el azul de metileno es una alternativa a la conexión con la tierra o a caminar descalzo, lo cual no se recomienda en América del Norte a menos que se realice en entornos no contaminados, como el océano, ya que favorece la producción de energía celular y reduce el estrés reductivo.
El azul de metileno es la molécula precursora de la hidroxicloroquina y la cloroquina, y es un compuesto fascinante con numerosos beneficios para la salud. Su impacto más evidente es en la manera en que las células producen energía. Interactúa con la cadena de transporte de electrones en las mitocondrias, que es crucial para generar energía en las células.
Recuerde utilizar azul de metileno de grado farmacéutico en forma de cápsulas o tabletas, y solo la dosis que le recomiende su médico. Consígalo en una farmacia de confianza para garantizar la pureza y calidad.
La dosis promedio para la mayoría de los adultos, para reducir o eliminar el estrés reductivo, es de 3 a 5 miligramos una vez al día. Siga esta dosis a menos que su médico le indique lo contrario.
La tiroiditis de Hashimoto es un problema que afecta a todo el cuerpo y que indica una batalla sistémica. Además de un mal nivel de vitamina D, hay otros factores que afectan la función de la tiroides y aumentan el riesgo de sufrir tiroiditis de Hashimoto, entre ellos la mala salud intestinal, el estrés crónico y la exposición a toxinas ambientales.
🔍Fuentes y Referencias
- 1 J Int Med Res, Aug 10, 2021, 49(8):e60675
- 2 J Clin Pharm Ther, Jun 15, 2023, 48(3):e13605
- 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 Life (Basel). 2024 Jun 17;14(6):771
- 11, 12, 13, 14, 15, 16 Medicine (Baltimore). 2023 Dec 29;102(52):e36759
- 17, 18, 19, 20, 21, 22 J Clin Med. 2023 Feb 11;12(4):1452