📝Historia en breve

  • Muchos de los residentes de cuidados a largo plazo (LTC) reciben antipsicóticos, a menudo fuera de indicación para controlar los síntomas de demencia, esto a pesar de que se relacionan con una serie de efectos secundarios que incluyen eventos cardiovasculares y un riesgo mayor de mortalidad
  • Utilizar antipsicóticos en residentes de LTC también se relaciona con un riesgo 27 % mayor de que empeoren los problemas de conducta, lo que demuestra la importancia de buscar alternativas no farmacológicas
  • Las investigaciones también demuestran que los antipsicóticos convencionales incrementan una serie de riesgos, que incluyen: un riesgo 25 % mayor de infecciones bacterianas, 23 % mayor de infarto y 29 % mayor de fractura de cadera
  • Un estudio que se realizó en asilos de ancianos descubrió que, las instalaciones en las que trabajaban ciertos grupos de consultores psiquiátricos tenían las mayores tasas (26.4 %) de prescripción de antipsicóticos, mientras que otros mantenían tasas bajas (12.2 %), lo que sugiere que este aspecto influye mucho en la cantidad de medicamentos que se utilizan
  • Optimizar la nutrición, eliminar los aceites de semillas de su alimentación, limitar su exposición a las toxinas y reforzar la salud de sus células con ayuda de intervenciones específicas, son alternativas más seguras para controlar los factores subyacentes que causan muchos de los síntomas que experimentan los residentes de asilos de ancianos

🩺Por el Dr. Mercola

El Alzheimer y las demencias relacionadas (ADRD) son trastornos neurológicos progresivos que afectan la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Esto significa que las personas con ADRD experimentan un deterioro en sus funciones cognitivas, y eso les impide hacer sus tareas cotidianas como solían hacerlo.

Algunos de los síntomas más comunes incluyen pérdida de memoria, confusión, dificultad para comunicarse y cambios de humor o comportamiento. Una vez que la enfermedad progresa, los pacientes requieren atención integral para controlar sus síntomas y mantener su calidad de vida.

Por lo general, el tratamiento para el ADRD implica el uso de medicamentos antipsicóticos para controlar los síntomas conductuales como agitación, agresión y alucinaciones. El problema es que, estos medicamentos podrían incrementar el riesgo de mortalidad, caídas y eventos cardiovasculares. A pesar de estos peligros, su uso es muy común entre las personas de edad avanzada con demencia, lo que genera preocupaciones sobre la seguridad de los pacientes y la idoneidad de dichos tratamientos.

En un estudio que se publicó en el Journal of the American Geriatrics Society, los investigadores analizaron los datos de 1 289 401 adultos de edad avanzada con ADRD que viven en la comunidad. Descubrieron que, en el periodo de julio de 2010 a diciembre de 2017, el uso de antipsicóticos disminuyó del 11.4 % al 9.0 %.1

A pesar de que los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) implementaron dos políticas para reducir el uso de antipsicóticos en asilos de ancianos, estas iniciativas no produjeron ningún impacto en el entorno comunitario. Además, el estudio descubrió que el uso de anticonvulsivos y antidepresivos incrementó durante ese mismo período, lo que sugiere que solo se sustituyó un medicamento con otro, así como la necesidad de hacer un seguimiento cuidadoso de todos los medicamentos psicotrópicos.

El peligro del uso antipsicóticos fuera de indicación en asilos de ancianos

El uso crónico de antipsicóticos en pacientes con ADRD que viven en la comunidad plantea varios desafíos. Más allá de los riesgos inmediatos para la salud, existe la preocupación de que estos medicamentos puedan empeorar los problemas de conducta en lugar de mejorarlos. Además, el incremento en el uso de otros medicamentos psicotrópicos sugiere que el simple hecho de reducir el uso de antipsicóticos no es suficiente para mejorar la salud de los pacientes.

También se requieren estrategias integrales para supervisar y evaluar la idoneidad de todos los tratamientos psicotrópicos con el fin de garantizar la seguridad y el bienestar de las personas que viven con demencia. En muchos asilos de ancianos utilizan antipsicóticos para controlar los síntomas conductuales de los pacientes con demencia. Pero, estos medicamentos suelen utilizarse fuera de indicación, lo que significa que se prescriben para tratar problemas de salud diferentes para el que están aprobados.

Dado que los antipsicóticos se relacionan con efectos secundarios graves, esta práctica plantea preocupaciones importantes de seguridad. A pesar de sus peligros, aún son una opción de tratamiento muy común, que suele considerarse antes que los enfoques no farmacológicos que son más seguros y efectivos. Las causas subyacentes de los síntomas conductuales en la demencia son complejas. Hay algunos factores que influyen en los síntomas, tales como el deterioro cognitivo, los estresantes ambientales y las necesidades insatisfechas.

El deterioro cognitivo, que es una de las características principales de la demencia, causa confusión y frustración, que pueden manifestarse en forma de agitación o agresión. Mientras que los factores estresantes ambientales, como los cambios en la rutina o entornos desconocidos, empeoran estos comportamientos. Además, las necesidades insatisfechas, como el dolor o el malestar, también causan síntomas conductuales, ya que a las personas con demencia les cuesta trabajo decir lo que necesitan.

Estas causas subyacentes provocan los síntomas conductuales a través de una combinación de mecanismos neurológicos y psicológicos. El deterioro cognitivo afecta la capacidad del cerebro para procesar información y regular las emociones, lo que puede causar irritabilidad y agresividad. Los factores estresantes ambientales suelen inhibir los mecanismos de afrontamiento de una persona, lo que causa ansiedad y agitación.

El problema es que no es tan fácil diagnosticar los síntomas conductuales en la demencia debido a la falta de herramientas de evaluación estandarizadas y a la complejidad de los síntomas en sí. Muchas herramientas de evaluación se basan en informes de los cuidadores, que muchas veces están sesgados porque no saben mucho sobre los comportamientos que se relacionan con la demencia.

Además, la complejidad de los síntomas, que pueden variar en intensidad y frecuencia, hace difícil obtener un panorama preciso del estado de la persona. Todos estos desafíos demuestran la necesidad de mejorar los métodos de diagnóstico para que puedan proporcionar una mejor comprensión de los síntomas conductuales en la demencia.

Los antipsicóticos empeoran los problemas de conducta

Un estudio analizó el impacto de los medicamentos antipsicóticos en los síntomas conductuales de residentes de cuidados a largo plazo (LTC). Los investigadores trataron de determinar si estos medicamentos empeoran los comportamientos a lo largo del tiempo. El estudio involucró a 494 215 residentes de cuidados a largo plazo de varias provincias y territorios de Canadá.

Entre estos participantes, el 26.4 % tomaban antipsicóticos al inicio del estudio y el comportamiento del 17.9 % de ellos empeoró durante el período de seguimiento. 2 La población de análisis consistió en adultos de 18 años en adelante que vivían en centros de cuidados a largo plazo y que no presentaban un comportamiento agresivo grave al inicio del estudio.

Según los hallazgos, existe una relación estrecha entre el uso de medicamentos antipsicóticos y una mayor tendencia a conductas problemáticas. En específico, los residentes que recibieron antipsicóticos tenían un riesgo 27 % mayor de experimentar un empeoramiento de los síntomas conductuales que las personas que no tomaron estos medicamentos.3

La investigación utilizó métodos estadísticos sofisticados, que incluyeron modelos de correlación por puntaje de propensión y regresión ponderada, para garantizar que los resultados fueran sólidos y consideraran varios factores de confusión. Sin importar el método, la relación entre el uso de antipsicóticos y un peor comportamiento se mantuvo constante. Esta consistencia entre los diferentes enfoques analíticos confirma la solidez de los hallazgos.4

El estudio también analizó los mecanismos biológicos subyacentes de estos efectos adversos. Los antipsicóticos causan síntomas extrapiramidales, como temblores, rigidez y espasmos musculares, que empeoran los problemas de conducta de los pacientes. Además, las propiedades anticolinérgicas de estos medicamentos causan un efecto de sedación, delirio y deterioro de la función cognitiva, lo que empeora aún más los síntomas conductuales.5

A pesar de todos los esfuerzos que se hicieron  durante las últimas tres décadas para reducir el uso crónico de antipsicóticos en asilos de ancianos, estos medicamentos aún se prescriben fuera de indicación para controlar los síntomas conductuales y psicológicos de la demencia (BPSD). El estudio también menciona que, si bien algunos médicos creen que los antipsicóticos ayudan a controlar los BPSD, los riesgos suelen superar los beneficios.

Más del 40 % de los pacientes que recibieron antipsicóticos atípicos durante hasta dos semanas experimentaron un empeoramiento de los síntomas conductuales, lo que demuestra que estos medicamentos no solo son poco efectivos, sino también muy dañinos.6 La investigación demuestra la importancia de ser muy cuidadosos al momento de utilizar los antipsicóticos en los centros de cuidados a largo plazo.

Dada la relación estrecha entre el uso de antipsicóticos y los problemas de conducta, se recomienda a los médicos que den prioridad a los enfoques no farmacológicos. Algunas estrategias como terapias conductuales, modificaciones ambientales y planes de atención personalizados son alternativas más seguras y efectivas para controlar los SCPD.7

Los consultores psiquiátricos y su influencia en el uso de antipsicóticos

Otro estudio analizó el impacto de los grupos de consultores psiquiátricos en las tasas de prescripción de medicamentos antipsicóticos en asilos de ancianos. La investigación trató de determinar si los diferentes grupos de consultores psiquiátricos influyen en el nivel de prescripción de antipsicóticos, sin importar la demografía de los residentes, ni las características de las instalaciones.8

Después de analizar los datos de varios asilos de ancianos, los investigadores trataron de encontrar patrones que ayudaran a mejorar las prácticas de prescripción y la atención al paciente.

La población del estudio involucró a residentes de 60 asilos de ancianos, y cada uno de ellos recibió atención por parte de siete grupos diferentes de consultores psiquiátricos. Estas instalaciones eran muy diferentes en términos de mezcla de casos de residentes y calidad general, lo que proporciona una visión más completa de las tendencias de prescripción en entornos distintos.9

El hallazgo principal demuestra que los grupos de consultores psiquiátricos influyen mucho en la prevalencia del uso de medicamentos antipsicóticos dentro de estas instalaciones, incluso después de considerar las características únicas de cada asilo de ancianos.10

Un hallazgo importante fue la tasa promedio de prescripción de antipsicóticos a nivel de centro del 19.2 %.11 Pero, este promedio enmascara diferencias importantes entre los grupos de consultores. Por ejemplo, la prevalencia promedio de prescripción de antipsicóticos varió entre el 12.2 % en el grupo de consultores con la menor clasificación y el 26.4 % en el grupo con la mayor clasificación.12

Esta gran diferencia sugiere que, las prácticas y recomendaciones de los consultores psiquiátricos influyen mucho al momento de determinar si los residentes reciben o no estos medicamentos.

Todos los asilos de ancianos con consultores psiquiátricos tuvieron mayores tasas de prescripción de estos medicamentos.13 En concreto, la mitad de estos centros superaron el uso previsto , lo que sugiere que hubo una tendencia a prescribir más antipsicóticos de los que en realidad se necesitaban.14

Mientras que, la mayoría de los centros asociados con el grupo de consultores con la menor clasificación mantuvieron tasas de prescripción de antipsicóticos por debajo tanto de la media general del estudio como de los puntos de referencia previstos. 15 Este marcado contraste demuestra las diferencias en las prácticas de prescripción que promueven los grupos de consultores psiquiátricos.

La evidencia preliminar del estudio sugiere que, la influencia de los grupos de consultores psiquiátricos en la prescripción de antipsicóticos es independiente a la combinación de casos de los residentes y las características de las instalaciones.16 Esto significa que, sin importar la demografía o las condiciones de salud específicas de los residentes, el grupo de consultores es un factor determinante en la frecuencia con la que se prescriben antipsicóticos.

Los asilos de ancianos dependen mucho de los medicamentos

En Estados Unidos, las regulaciones federales exigen que los asilos de ancianos cuenten con servicios psiquiátricos para satisfacer las necesidades psicosociales y salud mental de sus residentes.17 A pesar de este requisito, el estudio descubrió que las conductas que se relacionan con la demencia aún son un problema importante en la mayoría de los asilos de ancianos, y muchos residentes también experimentan trastornos psicóticos o problemas de estado de ánimo.18

Esto suele abrumar al personal de los centros que no tienen la capacitación que se requiere para abordar estos problemas de salud mental, por lo que se tiene que recurrir a los medicamentos.19

El estudio descubrió que, las limitaciones financieras también impiden que los consultores psiquiátricos y psicológicos ofrezcan intervenciones no farmacológicas que se enfoquen en el comportamiento.20 Por lo que, el personal de los asilos de ancianos depende de las consultas con expertos en salud mental para tratar a los residentes con demencia y otros problemas de salud mental.21

Esta dependencia incrementa aún más las tasas de prescripción de antipsicóticos, sobre todo en centros donde las intervenciones no farmacológicas no son una opción.22

Según esta investigación, las tasas de prescripción de antipsicóticos dependieron de las características específicas de los residentes, como la presencia de síntomas conductuales relacionados con la demencia, que variaron de una instalación a otra.23

Por ejemplo, las instalaciones con mayor prevalencia de residentes con síntomas conductuales relacionados con la demencia tuvieron mayores tasas de antipsicóticos, lo que demuestra la necesidad de implementar intervenciones personalizadas en función de las necesidades de cada residente.24 Esto sugiere que los consultores psiquiátricos pueden ajustar sus prácticas de prescripción en respuesta a los perfiles específicos de salud mental de su paciente.25

Además, la calidad y los recursos de los asilos de ancianos también influyeron en el nivel de prescripción de antipsicóticos.26 Los centros con evaluaciones integrales y sistemas de monitoreo tuvieron mejores resultados en el manejo de los síntomas conductuales, lo que sugiere que los asilos con más recursos tienen una menor dependencia a los medicamentos antipsicóticos.27

Por el contrario, los centros con pocos recursos y sistemas de apoyo tuvieron más probabilidades de recurrir a medicamentos antipsicóticos, lo que demuestra la necesidad de mejorar el apoyo y la capacitación del personal en estos entornos .28 El estudio concluyó que los grupos de consultores psiquiátricos influyen mucho en los niveles de prescripción de antipsicóticos en asilos de ancianos, sin importar la demografía de los residentes, ni las características de las instalaciones.29

Los antipsicóticos convencionales son peores que los antipsicóticos atípicos

Un estudio de cohorte comparó el nivel de seguridad entre los medicamentos antipsicóticos convencionales y atípicos que toman los residentes de asilos de ancianos.30 La investigación trató de determinar qué tipo de antipsicótico representaba una mayor amenaza para la salud, pero se enfocó en eventos médicos importantes como infecciones, infarto y fracturas.

Después de analizar una gran población de residentes de asilos de ancianos, el estudio proporcionó información valiosa sobre los peligros de estos medicamentos.

El estudio involucró a casi 83 959 residentes de 65 años en adelante que comenzaron a tomar antipsicóticos durante su estancia en el asilo de ancianos.31 Los participantes se seleccionaron de diferentes instalaciones de 45 estados, lo que garantiza una muestra diversa y completa. Los hallazgos demuestran que existen diferencias significativas en los perfiles de seguridad de los antipsicóticos convencionales y atípicos.

En concreto, los participantes que tomaron antipsicóticos convencionales tuvieron un riesgo mayor de infecciones bacterianas, infarto y fracturas de cadera que los que tomaron antipsicóticos atípicos.32 El estudio también descubrió que los antipsicóticos convencionales se relacionan con un riesgo 25 % mayor de infecciones bacterianas y un riesgo 23 % mayor de infarto.33 Además, los residentes que tomaron estos medicamentos convencionales tuvieron un riesgo 29 % mayor de fractura de cadera.34

La investigación también menciona que la variabilidad entre los agentes antipsicóticos atípicos y las diferencias en los riesgos específicos fueron mínimas. Por ejemplo, la olanzapina y la quetiapina mostraron un riesgo menor de eventos cerebrovasculares que otros medicamentos atípicos.35

El estudio también encontró una relación dosis-respuesta, donde las mayores dosis de medicamentos antipsicóticos se correlacionaron con un riesgo mayor de eventos adversos.36 Esto significa que los residentes que tomaron dosis elevadas de estos medicamentos también tuvieron un riesgo mayor de problemas de salud graves.

Enfoques naturales para los problemas de conducta en asilos de ancianos

Las investigaciones sugieren que los medicamentos antipsicóticos suelen empeorar los síntomas conductuales en los residentes de asilos de ancianos. La buena noticia es que existen estrategias sólidas y naturales que abordan las causas fundamentales de la agitación y los problemas de comportamiento para que no tenga que depender de los medicamentos, tales como:

1. Optimizar la nutrición para estimular la producción de energía en las células: garantizar que los residentes consuman entre 200 y 350 gramos de carbohidratos específicos, pero la cantidad dependerá del estado de su microbioma y su nivel de actividad. Incorpore frutas enteras con pulpa e introduzca poco a poco los carbohidratos complejos y los almidones para reforzar la salud intestinal y estimular la producción de energía en las células.

Mantenga el consumo de proteínas en 0.8 gramos por libra de masa corporal magra, y asegúrese de que un tercio de la proteína provenga de fuentes ricas en colágeno, ya que esto ayudará a mejorar la masa muscular y la función metabólica.

2. Eliminar los alimentos dañinos y toxinas: evite los aceites de semillas, que se encuentran en la mayoría de los alimentos procesados. Estos aceites contienen mucho ácido linoleico (AL), que altera la salud celular cuando se consume en exceso. Para reducir su consumo de AL también evite los frutos secos, las semillas y sus derivados. Le recomiendo que evite comer fuera de casa, ya que la mayoría de los restaurantes utilizan aceites de semillas para preparar sus platillos.

También limite su consumo de pollo y cerdo porque contienen niveles elevados de AL. Para reforzar su salud metabólica, es importante asegurarse de que ninguno de los alimentos contenga ingredientes ultraprocesados y aditivos dañinos.

3. Mejorar la función de las mitocondrias y la salud de sus células:el AL es tan dañino porque altera las fuentes de energía de sus células: las mitocondrias. Las mitocondrias son pequeñas fábricas de energía en sus células que producen trifosfato de adenosina (ATP), el combustible esencial para que las células funcionen y se reparen.

Sin energía, las células no pueden repararse ni regenerarse. Por ende, el problema crucial que subyace a la mayoría de las enfermedades crónicas es que las células no producen suficiente energía. Además del AL, exponerse a sustancias químicas sintéticas que alteran el sistema endocrino (EDCs), al estrógeno y a los campos electromagnéticos (EMFs) también reduce la capacidad de las células para producir energía.

Este déficit de energía dificulta mantener el entorno libre de oxígeno que se requiere para que estas bacterias beneficiosas como la Akkermansia prosperen, lo que empeora aún más el problema.

Además, esta falta de energía celular crea un entorno en el intestino que favorece las bacterias que producen endotoxinas y dañan las mitocondrias, lo que puede causar resistencia a la insulina y crear un círculo vicioso que daña la salud. Abordar los cuatro factores que dañan la producción de energía (exceso de AL, xenoestrógenos que se encuentran en los artículos de uso diario como el plástico, campos electromagnéticos y endotoxinas), ayudará a restaurar su energía celular y pondrá a los residentes en el camino correcto hacia una salud óptima.

También recomiendo suplementos como treonato de magnesio para estimular la producción de energía mitocondrial, y las vitaminas D3 y K2 para reforzar la salud ósea y cardiovascular. La exposición segura al sol es la mejor forma de optimizar los niveles de vitamina D, pero se deben evitar las horas pico de luz solar hasta que los residentes eliminen los residuos de aceites de semillas de su cuerpo, lo que puede tomar unos seis meses.

4. Implementar un enfoque para eliminar las toxinas: para reducir la exposición a toxinas ambientales como el glifosato y los metales pesados, recomiendo que obtenga sus alimentos y suplementos de fuentes confiables. Utilice productos de limpieza y cuidado personal naturales y sin toxinas dentro del asilo de ancianos con el fin de crear un entorno más saludable para los residentes.

Integrar estos enfoques que se basan en la nutrición y el estilo de vida, ayudará a que los asilos de ancianos comiencen a abordar los factores subyacentes que causan los problemas de comportamiento en sus residentes, mientras se promueve un entorno más saludable y equilibrado que evita los efectos dañinos de los medicamentos antipsicóticos.