📝HISTORIA EN BREVE

  • La exposición al glifosato se relaciona con una mayor neuroinflamación y una patología similar al Alzheimer en ratones, lo que sugiere que es perjudicial para la salud del cerebro
  • El ácido aminometilfosfónico, que es un metabolito del glifosato, permanece en el tejido del cerebro mucho tiempo después de la exposición, lo que indica que tiene efectos a largo plazo
  • Más del 80 % de la población de Estados Unidos tiene niveles detectables de glifosato en la orina, lo cual refleja una exposición generalizada
  • Un ayuno de menos de 8 horas se asocia con niveles más altos de glifosato, lo que revela que los hábitos de alimentación influyen en la exposición
  • Los niños y adolescentes presentan niveles de glifosato más altos que los adultos, lo que genera inquietud sobre el posible impacto a largo plazo en la salud de las personas más jóvenes

🩺Por el Dr. Mercola

La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurológico progresivo que deteriora la memoria, la función cognitiva y la capacidad para realizar tareas cotidianas. Esta afección debilitante afecta a millones de personas en Estados Unidos, las priva de su independencia y altera sus vidas de forma significativa.

Se caracteriza por síntomas como pérdida de memoria, confusión y cambios en el comportamiento, así que altera tanto la vida de los pacientes diagnosticados como la de sus seres queridos. A medida que la enfermedad progresa, es posible que observe las dificultades de la persona para hablar, reconocer rostros familiares y realizar actividades sencillas, lo cual merma su calidad de vida.

¿Los herbicidas del medio ambiente provocan la enfermedad de Alzheimer?

Más del 80 % de la población de Estados Unidos tiene niveles detectables de glifosato en la orina. 1 Estas estadísticas alarmantes resaltan que hay una exposición generalizada al glifosato y que tiene implicaciones para la salud neurológica.

La presencia del glifosato en nuestro medio ambiente genera una gran inquietud sobre sus efectos a largo plazo en la salud del cerebro. Dado que los niveles de exposición son tan elevados, comprender cómo esta sustancia puede acelerar la patogénesis de la enfermedad de Alzheimer es fundamental para desarrollar estrategias que protejan la salud pública y mitiguen esta devastadora enfermedad.

Los tratamientos convencionales suelen enfocarse en controlar los síntomas en lugar de abordar las causas, lo que resulta frustrante para quienes buscan soluciones a largo plazo. Por lo general, se recetan medicamentos como inhibidores de la colinesterasa y memantina, pero tienen efectos secundarios como náuseas, mareos y confusión. Estos inconvenientes demuestran cuán necesario es recurrir a un enfoque más integral para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer.

Las causas subyacentes incluyen factores genéticos, ambientales y de estilo de vida. Las predisposiciones genéticas, como las mutaciones en los genes APP, PSEN1 y PSEN2, ejercen un rol de gran importancia. Asimismo, algunos factores ambientales, como la exposición a toxinas, entre las que se incluye el glifosato, se han relacionado con un riesgo mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. El estilo de vida, como una mala alimentación, la falta de ejercicio y el estrés crónico, también contribuyen a que se desarrolle esta condición.

Estas causas subyacentes dan pie a la enfermedad a través de ciertos procesos biológicos complejos. Por ejemplo, las mutaciones genéticas ocasionan una producción anormal de placas beta-amiloide, que interrumpen la comunicación entre las células del cerebro. Las toxinas ambientales como el glifosato exacerban la neuroinflamación y causan un daño mucho mayor en las neuronas.

Ciertos factores de estilo de vida, como una mala alimentación y la falta de ejercicio, provocan estrés oxidativo e inflamación, los cuales son conocidos por hacer que esta enfermedad progrese más rápido. Una vez que comprendamos estos mecanismos, podremos apreciar mejor cómo se desarrolla esta condición.

A menudo, el diagnóstico de Alzheimer se basa en una combinación de pruebas cognitivas, antecedentes médicos e imágenes cerebrales, que no siempre dan una idea clara. Existe el riesgo de que el diagnóstico no sea correcto, ya que algunos síntomas como la pérdida de memoria y la confusión se atribuyen a otras afecciones como la depresión o las deficiencias de algunas vitaminas. Esta complejidad destaca la importancia de contar con procedimientos de diagnóstico exhaustivos y precisos.

Las limitaciones de los métodos de diagnóstico actuales provocan retrasos en el tratamiento y el control de la enfermedad. Las pruebas cognitivas no siempre detectan la enfermedad de Alzheimer en una etapa temprana, y las técnicas de diagnóstico por imágenes, como la resonancia magnética o la tomografía computarizada, no son buenas para detectar cambios sutiles en la estructura del cerebro. Además, la falta de un biomarcador definitivo para identificar esta enfermedad complica el proceso de diagnóstico.

La exposición al glifosato acelera la patología del Alzheimer en ratones

Un estudio investigó cómo la exposición al glifosato impactó la progresión de la enfermedad de Alzheimer en ratones.2 La investigación se enfocó en comprender cómo el glifosato influye en la neuroinflamación, la acumulación de proteínas amiloide-β y tau y los deterioros cognitivos, incluso después de un período de recuperación significativo.

Los hallazgos revelaron que la exposición al glifosato exacerba la patología similar a la enfermedad de Alzheimer y la neuroinflamación persistente en el cerebro, lo cual resalta que este herbicida tiene efectos perjudiciales a largo plazo. En el estudio se utilizaron ratones 3xTg-AD de 4 meses y medio de edad, que se modificaron mediante ingeniería genética para modelar la enfermedad de Alzheimer, así como ratones de control que no sufrieron modificaciones (NonTg). Solo se incluyeron ratones hembra 3xTg-AD para garantizar la coherencia de los resultados neuropatológicos observados en las hembras.

Los investigadores administraron glifosato a los ratones durante un período de 13 semanas, seguido de una fase de recuperación de seis meses. Las pruebas de comportamiento que se realizaron a los 12 meses de edad y los análisis posteriores de tejidos a los 13 meses y medio proporcionaron una visión completa de los efectos del herbicida tanto en ratones AD como no AD.

Uno de los descubrimientos más importantes fue que la exposición al glifosato provocó aumentos significativos en las fracciones solubles e insolubles de amiloide-β (Aβ) 40 y 42, así como una carga muy alta de placa de Aβ42. El estudio reveló que “la exposición al glifosato aumenta las fracciones solubles e insolubles de Aβ40 y 42, y la carga de placa de Aβ42 ya que aumenta los productos de escisión de la proteína precursora amiloide incluso si hay un período de recuperación”.3

Esto indica que el glifosato ayuda a procesar la proteína precursora del amiloide, lo que genera más placas amiloides. Sin embargo, es importante resaltar que algunas investigaciones sugieren que la acumulación de beta amiloide es una respuesta protectora en áreas del cerebro que tienen una actividad metabólica elevada, y no es la causa principal de la enfermedad de Alzheimer.

Además, la investigación destacó una acumulación de proteínas tau fosforiladas en el cerebro. En concreto, la exposición al glifosato produjo un aumento de los niveles de tau fosforilada en varios sitios, como la treonina 181, la serina 396 y la AT8 (serina 202, treonina 205).4

La tau fosforilada forma ovillos neurofibrilares, que es otra característica de la patología del Alzheimer, que altera la función de las neuronas y la comunicación entre ellas. La neuroinflamación fue otro descubrimiento significativo. El estudio observó niveles elevados de citocinas y quimiocinas proinflamatorias y antiinflamatorias en el cerebro y el plasma sanguíneo de los ratones expuestos al glifosato.

Los investigadores informaron lo siguiente: "encontramos un aumento de las citocinas y quimiocinas pro y antiinflamatorias persistentes tanto en el tejido cerebral de los 3xTg-AD como en el de los NonTg y en el plasma sanguíneo periférico de los 3xTg-AD".5 Esta inflamación persistente contribuye al daño neuronal y hace que la enfermedad de Alzheimer progrese con mayor rapidez.

El glifosato atraviesa la barrera hematoencefálica y afecta la salud del cerebro

En términos de comportamiento, los ratones 3xTg-AD que se expusieron al glifosato demostraron más conductas similares a la ansiedad, como lo demuestra la mayor tigmotaxia (o la tendencia a permanecer cerca de las paredes) en la prueba del laberinto acuático de Morris.6 Estos cambios de comportamiento se correlacionan con el daño neurológico subyacente que ocasiona el glifosato, lo que asocia aún más la exposición a este herbicida con los déficits cognitivos relacionados con la enfermedad de Alzheimer.

Otro aspecto del estudio consistió en detectar glifosato y su principal metabolito, el ácido aminometilfosfónico (AMPA), en los tejidos cerebrales de los ratones expuestos, incluso después del periodo de recuperación de seis meses.7 Esta persistencia sugiere que el glifosato y sus metabolitos cruzan la barrera hematoencefálica y permanecen en el cerebro durante períodos prolongados, lo cual afecta la salud neuronal de forma continua.

De igual manera, el estudio exploró los mecanismos biológicos a través de los cuales el glifosato exacerba la patología del Alzheimer. Una vez que llega al cerebro, el glifosato aumenta la actividad de la enzima beta-secretasa (BACE-1), que interviene en la producción de péptidos amiloide-β a partir de la proteína precursora amiloide. Esta actividad enzimática provoca una mayor acumulación de placas amiloides.8

Además, la neuroinflamación que provoca el glifosato se debe al desequilibrio de citoquinas y quimioquinas, que son moléculas de señalización que regulan las respuestas del sistema inmunológico. De acuerdo con el estudio, “el glifosato promovió un desequilibrio en los niveles de citocinas y quimiocinas proinflamatorias y antiinflamatorias en el cerebro y la periferia de ratones 3xTg-AD”.9

Este desequilibrio produce un estado inflamatorio crónico que daña las neuronas y acelera los procesos neurodegenerativos que caracterizan a la enfermedad de Alzheimer. En general, el estudio proporciona evidencia convincente de que la exposición al glifosato agrava la patología de la enfermedad de Alzheimer en ratones. Dado que favorece la neuroinflamación y provoca disfunciones neuronales, el glifosato es perjudicial porque influye en el avance de la enfermedad de Alzheimer.

La persistencia del glifosato y de su metabolito en el cerebro subraya el impacto duradero de la exposición, lo que enfatiza la necesidad urgente de seguir investigando para comprender sus implicaciones para la salud humana y la progresión de la enfermedad de Alzheimer.10

Exposición generalizada al glifosato en la población de Estados Unidos

Otro estudio buscó determinar hasta qué punto se extiende la exposición al glifosato entre las personas de Estados Unidos y qué factores influyen para que esté presente en nuestro cuerpo. Tras analizar muestras de orina de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES, por sus siglas en inglés) 2013-2014, los investigadores descubrieron que una cifra abrumadora, el 81.2 % de la población de Estados Unidos mayor de 6 años, presentó niveles detectables de glifosato en la orina.11 Esta cifra tan alta  demuestra que el glifosato podría encontrarse por todas partes.

El estudio se centró en un grupo diverso de participantes, para asegurarse de tener una muestra representativa de la población del país. Entre las 2 310 muestras de orina que se examinaron, se reveló que tanto los niños como los adultos están expuestos al glifosato a través de diversos medios. En particular, los niños en edad escolar presentaron los niveles promedio de glifosato más altos con respecto a otros grupos de edad.12

Este hallazgo genera inquietud sobre la vulnerabilidad de los individuos más jóvenes a los efectos en la salud. Uno de los descubrimientos más importantes fue el vínculo entre la duración del ayuno y la concentración de glifosato. Las personas que ayunaron ocho horas o menos antes de la toma de muestras tuvieron niveles de glifosato 1.94 veces más propensos a superar el percentil 95 en comparación con las que ayunaron más tiempo.13

Esto sugiere que el consumo reciente a través de la alimentación influye de forma importante en la exposición al glifosato, quizá debido al consumo de alimentos tratados con el herbicida. Además, el estudio destacó la presencia generalizada de glifosato en el medio ambiente. El glifosato se detectó en diversos medios ambientales, tales como partículas del aire procedentes de carreteras rurales, suelos agrícolas, sedimentos del agua e incluso polvo doméstico.14

Esta distribución tan amplia significa que casi todos estamos expuestos al glifosato de forma regular, ya sea a través de los alimentos que consumimos, el aire que respiramos o nuestro entorno inmediato.15 La naturaleza ubicua del glifosato lo convierte en un contaminante difícil de controlar y mitigar.

La exposición al glifosato a través de los alimentos es generalizada

La presencia de glifosato en una gran variedad de alimentos, como frutas, cereales y legumbres, confirma que este herbicida forma parte de la cadena alimenticia.16 Estas vías de exposición contribuyen a la prevalencia de glifosato en la población.

Los hábitos alimenticios surgieron como un factor significativo que influye en los niveles de glifosato. Los patrones de consumo de alimentos de los participantes tuvieron una relación estrecha con las variaciones que se observaron  en las concentraciones de glifosato.17 La edad también influyó en las tendencias de concentración de glifosato. El estudio descubrió que los niveles de glifosato disminuyen de los 6 a los 11 años y siguen descendiendo hasta el grupo de edad de 20 a 59 años. Sin embargo, se produjo un aumento de la concentración de glifosato entre las personas de 60 años o más.18

Esta fluctuación relacionada con la edad podría atribuirse a la exposición acumulada a lo largo del tiempo o a diferencias en las tasas de metabolismo y excreción entre los distintos grupos de edad. La exposición humana al glifosato se produce sobre todo a través de tres vías: contacto con la piel, inhalación y consumo a través de los alimentos.19

Cuando entra en el cuerpo, la mayor parte del glifosato se excreta a través de las heces, lo que representa entre el 62 % y el 69 % de la exposición.20 Por el contrario, solo entre el 1 % y el 6 % del glifosato que se consume por vía oral se elimina a través de la orina en poco tiempo y sin cambios,21 lo que indica que la mayor parte de la sustancia química permanece en el cuerpo por más tiempo.

Los niños y adolescentes demostraron niveles de glifosato más elevados que los adultos, lo que destaca un área clave de preocupación. Es posible que los niveles elevados en los grupos de edad más jóvenes se deban a sus elecciones alimenticias o a una mayor susceptibilidad a las exposiciones ambientales.22 El estudio destaca la necesidad de estrategias para lograr que los niños se expongan mucho menos al glifosato, como fomentar cambios en la alimentación y monitorear más de cerca las fuentes ambientales.23

Los hábitos alimenticios, en concreto los tipos de alimentos que se consumen, también influyen de forma significativa en los niveles de exposición al glifosato. El estudio descubrió que las personas que consumieron productos con cereales presentaron niveles más elevados de glifosato, lo que indica que determinadas elecciones de alimentación aumentan la exposición a esta sustancia.24

Por el contrario, consumir frutas, cereales y legumbres cultivados de forma convencional, que tienen más probabilidades de ser tratados con glifosato, contribuyó a las mayores concentraciones en la orina.25 Esta correlación resalta la importancia de elegir alimentos orgánicos para consumir menos glifosato.

Proteja su cerebro de los efectos del glifosato en la enfermedad de Alzheimer

Dado que la exposición al glifosato es generalizada y atraviesa la barrera hematoencefálica para acelerar la patología del Alzheimer, es necesario adoptar medidas prácticas para proteger la salud del cerebro y las células. La buena noticia es que algunos cambios específicos en la alimentación y el estilo de vida reducen su exposición y al mismo tiempo apoyan los procesos naturales de desintoxicación de su cuerpo.

1. Consuma solo alimentos orgánicos: consumir alimentos orgánicos, sobre todo granos, legumbres y productos agrícolas, reducirá su exposición al glifosato. Las investigaciones demuestran que las personas que consumen alimentos orgánicos tienen niveles mucho más bajos de glifosato. Evite sobre todo los productos de trigo convencional, ya que los agricultores suelen utilizar glifosato como agente deshidratante antes de la cosecha.

2. Fortalezca su barrera intestinal: el glifosato daña el microbioma del intestino y aumenta la permeabilidad. Consuma alimentos ricos en probióticos y favorezca el crecimiento de bacterias beneficiosas como Akkermansia para reconstruir la salud de su intestino. Aun así, considere que el consumo excesivo de grasas poliinsaturadas (PUFAs) como el ácido linoleico de los aceites de semillas y otros venenos mitocondriales también alteran la función de las mitocondrias del cuerpo, lo cual reduce la energía celular y altera aún más la salud intestinal.

Es importante eliminar todos los aceites de semillas de su alimentación durante al menos seis meses antes de comenzar a tomar suplementos de Akkermansia. Este periodo de tiempo le permite al cuerpo recuperar la función de las mitocondrias y crear un entorno más amigable en el colon para las bacterias beneficiosas.

3. Aumente la producción de energía celular: mejore la función de sus mitocondrias para combatir los efectos dañinos del glifosato en las células del cerebro. Incluya carbohidratos específicos (de 200 a 350 gramos al día para la mayoría de los adultos) para favorecer la producción de energía celular. Esto ayuda a que las células mantengan sus mecanismos naturales de protección y reparación contra el daño inducido por toxinas.

4. Reduzca su exposición ambiental: además de tener cuidado con los alimentos, reduzca el contacto con el glifosato en su entorno. Utilice métodos naturales para el cuidado del jardín en lugar de herbicidas, filtre el agua potable con sistemas certificados para eliminar el glifosato y lave bien todos los productos, incluso los ecológicos, para evitar la contaminación cruzada.