📝HISTORIA EN BREVE

  • Las altas tasas de inflación están relacionadas con una mayor mortalidad infantil, en particular en los países de bajos ingresos, ya que reducen el acceso a recursos esenciales como alimentos nutritivos y atención médica
  • La inflación erosiona el poder adquisitivo, lo que conduce a una peor nutrición y a un mayor estrés, lo que afecta a las poblaciones vulnerables y exacerba aún más las desigualdades socioeconómicas
  • El desalojo cada vez es más conocido como una crisis de salud pública porque contribuye a malos resultados sanitarios, ya que afecta las relaciones sociales y aumenta los niveles de estrés en las comunidades
  • Los desalojos no solo perjudican a las personas afectadas, sino también a la comunidad en general, ya que aumentan los riesgos de enfermedades, reducen el acceso a la atención sanitaria y erosionan la cohesión social
  • Para abordar los efectos entrelazados de la inflación y los desalojos en la salud pública se requieren políticas sanitarias que se enfoquen en mitigar su impacto en la población

🩺Por el Dr. Mercola

El implementar hábitos que apoyen la salud es uno de los pilares para vivir una buena vida y crear alegría desde dentro. ¿Pero qué pasa si existe un desastre financiero? Consideremos este escenario: una recesión económica que afecta el empleo sin duda alguna causaría inestabilidad habitacional y, posteriormente, amenazar la salud pública. De hecho, esto se está convirtiendo en una realidad.

Las altas tasas de inflación no solo ponen en peligro la seguridad financiera, sino que también perturban las relaciones sociales y aumentan los niveles de estrés, lo que repercute en consecuencias negativas para la salud. Si bien no es necesario tener un título en economía o finanzas, es importante reconocer cómo la inflación y la inseguridad habitacional se entrelazan para dar forma a la salud pública.

El duro impacto de la inflación en la salud pública

Un estudio publicado en The Lancet Global Health examinó la intrincada relación entre los factores económicos y los resultados de salud, pero también se centró en cómo la inflación y las crisis económicas influyen en las tasas de mortalidad. La investigación destacó que, durante los años en que un país tiene un menor producto interno bruto (PIB) per cápita, junto con tasas bajas de inflación y desempleo, se genera un aumento en las tasas de mortalidad infantil.1

El estudio analizó diversos datos demográficos, pero se centró en cómo los efectos adversos de estos indicadores económicos son más pronunciados en los países de ingresos bajos y medios. Estas regiones a menudo cuentan con pocos recursos, lo que hace que la población sea más vulnerable a las consecuencias de la inflación.2 Al analizar datos de diferentes panoramas socioeconómicos, los investigadores identificaron un patrón consistente en el que los factores estresantes económicos se correlacionan con los malos indicadores de salud.

Uno de los hallazgos críticos fue cómo la inflación actúa de manera similar a un aumento de impuestos, ya que destruye el poder adquisitivo de un hogar. A medida que aumentan los precios de productos esenciales como alimentos y medicamentos, para las familias cada vez es más difícil cubrir sus necesidades básicas. Esta tensión financiera no sólo limita el acceso a los productos esenciales, sino que también causa una cascada de problemas relacionados con la salud, desde mala nutrición hasta estrés crónico, que terminan agravando aún más las disparidades en materia de salud.3

Además, el estudio analizó cómo las recesiones económicas elevan el desempleo en la fuerza laboral, las cuales son problemas bien conocidos que causan diversos problemas de salud. Como puede imaginar, el desempleo provoca inestabilidad financiera y lleva a las personas a adoptar conductas poco saludables, como fumar o beber mucho alcohol. Como resultado, aumenta una variedad de problemas de salud, incluyendo las enfermedades cardíacas y los trastornos de salud mental.4

Otro aspecto importante que se abordó en la investigación fue la tensión sobre las finanzas del gobierno durante las crisis económicas. Cuando hay menos asignaciones fiscales, también hay un menor financiamiento para infraestructura de salud, investigación médica e iniciativas de salud pública.

Este recorte de presupuesto impide la accesibilidad y la calidad de los servicios de salud, lo que afecta de manera indirecta la salud de la población ya que limita las medidas preventivas y las intervenciones médicas oportunas, sobre todo en las personas que más las necesitan.5

El estudio también hizo hincapié en los impactos sociales por la inflación, en particular en cómo agrava las desigualdades socioeconómicas. Las poblaciones vulnerables se ven desproporcionadamente afectadas por el aumento del costo de la vida, además de que que ya enfrentan barreras para acceder a una atención médica de calidad y otros servicios esenciales. Esto intensifica las disparidades de salud existentes, lo que dificulta aún más que estos grupos tomen el control de su salud.6

Además del aspecto físico, la investigación subrayó el impacto de las crisis económicas en la salud mental. Las incertidumbres financieras provocan un mayor estrés y un mayor riesgo de problemas de salud mental, incluyendo la depresión y la ansiedad. El estrés generalizado que genera la inestabilidad económica no sólo afecta el bienestar individual, también crea muchas más implicaciones en la salud de la comunidad.7

La inflación es un obstáculo para lograr una nutrición óptima

El estudio de Lancet Global Health también analizó cómo la inflación afecta las opciones alimenticias y la nutrición. A medida que aumentan los precios de los alimentos, las familias reducen su gasto en alimentos y a menudo compran alimentos de menor calidad que carecen de nutrientes esenciales. Este cambio no sólo afecta la salud de la familia, también plantea riesgos importantes en grupos vulnerables como los niños, que son más propensos a la desnutrición y, que, a la larga, causa problemas de crecimiento.8

¿Qué pueden hacer los gobiernos para ayudar a quienes atraviesan momentos difíciles? Los investigadores también enfatizan la necesidad urgente de políticas que aborden el impacto multifacético de la inflación en la salud pública.

Al comprender los mecanismos por los que la inflación afecta la salud (como el poco poder adquisitivo, más estrés y la sobrecarga de los servicios de salud), los legisladores podrán desarrollar intervenciones específicas para mitigar los efectos adversos y promover mejores resultados de salud en todos los estratos socioeconómicos.9

El efecto en salud de la comunidad por el desalojo

Otro estudio, publicado en Social Science & Medicine, también exploró el amplio impacto en la salud por los desalojos. La investigación tuvo como objetivo determinar cómo los desalojos influyen en diversos resultados de salud, sobre todo en comunidades de ingresos bajos y medios. Aquí, los investigadores revelan que los desalojos no solo perjudican a las personas afectadas, sino también a la comunidad en general.10

El estudio se centró en poblaciones que experimentan altas tasas de desalojos, en especial, en comunidades marginadas. Los resultados indicaron que los desalojos aumentan el riesgo de enfermedades infecciosas, reducen el acceso a la atención sanitaria y perturban la cohesión social dentro de estas comunidades.11

Los desalojos aumentan el riesgo de enfermedades infecciosas, como el COVID-19 y las enfermedades de transmisión sexual. Cuando las personas pierden sus hogares, se mudan a espacios más pequeños o alojamientos compartidos, lo que dificulta mantener un entorno sanitario y la higiene personal. Esta mayor exposición es muy peligrosa en comunidades con recursos de salud limitados, lo que dificulta el control de los brotes.12

A medida que los desalojos desplazan a las personas, a menudo pierden su acceso a los servicios de atención sanitaria regulares. El cambio por el desalojo dificulta que las personas sigan al pie de la letra sus citas médicas, en particular para quienes padecen enfermedades crónicas, lo que conduce a peores resultados en materia de salud.13 Debido a que no tienen una residencia estable, es complicado mantener citas médicas constantes para emitir recetas.

¿Cuál es el efecto de los desalojos en el consumo de drogas y la mortalidad relacionada?

El estudio encontró que los desalojos están relacionados con tasas más altas de consumo de drogas y muertes relacionadas con el alcohol. La pobreza por los desalojos hace que las opciones de sexo seguro sean menos accesibles, lo que aumenta el riesgo de infecciones de transmisión sexual (ITS) y de transmisión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH).14

Además, el estrés por el desalojo provoca el abuso de sustancias, lo que causa tasas más elevadas de mortalidad accidental por drogas y alcohol. Este círculo vicioso no sólo perjudica a las personas, sino que también supone una carga mayor para los recursos de salud de la comunidad.

Las crecientes tasas de desalojos incrementan la delincuencia en los barrios y afectan vínculos sociales, lo que disminuye aún más la calidad de vida y la salud general de los miembros de la comunidad.15 A medida que más personas son desalojadas, el colapso de las estructuras comunitarias incrementa la delincuencia, lo que a su vez crea un entorno de vida segura.

Este proceso cíclico acumula desventajas sociobiológicas, lo que dificulta que las comunidades logren resultados de salud positivos y se recuperen de las crisis de salud pública.

Entonces, ¿quiénes son los grupos más afectados? Según los investigadores, las tasas de desalojo son desmesuradamente más altas en las comunidades marginadas.16 Estas comunidades ya son una carga para la atención sanitaria y para la estabilidad económica, y las altas tasas de desalojos resaltan aún más estas desigualdades. La persistente amenaza de desalojo entre estas poblaciones crea estrés e inestabilidad adicionales.

Los efectos psicológicos de los desalojos en las familias y las comunidades

También habría que considerar el componente psicológico de la comunidad. Los desalojos afectan las relaciones sociales y reducen el capital social, es decir, la ayuda y el apoyo mutuos que fluyen dentro de las comunidades.17

Cuando los vecinos se ven obligados a abandonar sus hogares, se pierde el sentido de comunidad, lo que dificulta que los residentes se apoyen entre sí en tiempos de crisis. Esta degradación social debilita la resiliencia de la comunidad, lo que dificulta que los vecindarios respondan a las emergencias de salud u otros desafíos. También es un factor que contribuye a la decadencia urbana:18

“Aunque está menos documentado, escuchar sobre vecinos que están en proceso de desalojado podría impedir que los inquilinos defiendan su derecho a una vivienda segura y saludable. Por temor al desalojo, los inquilinos pueden sentirse impotentes cuando llega el momento de solicitar reparaciones necesarias, eliminación de plagas y moho, etc.”

Ver a los vecinos obligados a abandonar sus hogares y ver sus pertenencias amontonadas en la calle aumenta la angustia psicológica que sienten cuando tratan de pagar la renta.19 Este desalojo visible aumenta el estrés emocional y la ansiedad dentro de las comunidades, lo que causa problemas de salud mental a largo plazo. El miedo constante a perder el propio hogar crea una sensación generalizada de inestabilidad e inseguridad que tiene efectos duraderos en el bienestar mental de las personas.

Soluciones para combatir los trastornos de la salud en una economía inestable

El abordar los problemas de salud de la comunidad durante los desafíos económicos requiere un enfoque multifacético que se alinee con una mejor la producción de energía celular y la salud general. A continuación, se presentan cuatro estrategias que tendrán un impacto significativo:

1. Mejorar el acceso a alimentos personalizados y ricos en nutrientes: asegúrese de que las familias tengan acceso a fuentes adecuadas de carbohidratos. Apoye iniciativas locales que proporcionen frutas frescas y enteras, verduras y almidones saludables a comunidades de bajos ingresos. Abogue por programas que subsidien estos carbohidratos ricos en nutrientes de agricultores sostenibles, con el fin de que todas las familias tengan acceso a ellos.

2. Eliminar los subsidios a los aceites vegetales y otros ingredientes procesados: Llámeles a sus legisladores para que eliminen los subsidios agrícolas que favorecen la producción de aceites vegetales y otros ingredientes procesados y dañinos. De hecho, el American Action Forum informa que, desde 1995 el gobierno otorga 44 900 millones de dólares en subvenciones para la producción de soya.20

Cuando se aboga para que eliminen estos subsidios, es posible disminuir la disponibilidad y asequibilidad de ingredientes dañinos que, en última instancia, se utilizan para elaborar alimentos ultraprocesados, lo que, a su vez, motiva a las personas a optar por alimentos más saludables.

3. Redirigir los subsidios para apoyar a los agricultores que producen alimentos enteros y ricos en nutrientes: intentar de que los subsidios agrícolas lleguen a los agricultores que cultivan alimentos enteros y ricos en nutrientes, como frutas y verduras orgánicas, y proteínas de alta calidad como la carne de animales alimentados con pastura. Eso no solo fomenta prácticas agrícolas sostenibles, sino que también garantiza un suministro de alimentos equilibrado y sostenible, lo que ayuda a mejorar la disponibilidad y asequibilidad de alimentos nutritivos para las familias necesitadas.

4. Promover prácticas agrícolas sostenibles y regenerativas: fomentar métodos de cultivo que prioricen la producción de alimentos ricos en nutrientes sin aditivos nocivos. Apoye la agricultura orgánica y sostenible al participar en cooperativas agrícolas locales y al elegir productos que reflejen estos valores.


🔎Fuentes y referencias: