📝HISTORIA EN BREVE
- A pesar de sus riesgos conocidos, el clorpirifós (CPF), el cual es un pesticida vinculado a daños en el desarrollo neurológico infantil, sigue autorizado para su uso en 11 cultivos, según una norma propuesta recientemente por la Agencia Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos
- La decisión de la EPA es el resultado de un fallo judicial que anuló la prohibición total del clorpirifós, lo que permite su uso en cultivos de manzanas, cítricos y soya hasta al menos el 2026
- Los estudios científicos siguen demostrando que, incluso una mínima exposición al clorpirifós durante el embarazo, causa daño cerebral irreversible, afecta el coeficiente intelectual, provoca autismo e hiperactividad en los niños
- El clorpirifós pertenece a la familia de los organofosforados, que incluye sustancias similares al gas nervioso, lo que resalta su vínculo con graves efectos neurotóxicos
- El uso continuado de clorpirifós plantea importantes preocupaciones sobre la salud pública, en particular para los niños, y enfatiza la necesidad de adoptar medidas reglamentarias más estrictas y políticas ambientales integrales
🩺Por el Dr. Mercola
El clorpirifós (CPF), el cual es un pesticida organofosforado ampliamente utilizado, fue prohibido para uso doméstico en 2001, pero la norma que acaba de proponer la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de Estados Unidos seguirá permitiendo su uso en 11 cultivos agrícolas. Esta decisión se toma a pesar de la abundante evidencia de que la exposición a este pesticida se ha relacionado con retrasos significativos en el desarrollo neurológico de la primera infancia.
Según investigaciones anteriores, la alta exposición prenatal al clorpirifós se asocia con una menor puntuación en el desarrollo psicomotor y mental entre los niños.1 Esto significa que la exposición al clorpirifós antes del nacimiento, incluso en niveles bajos, pone a los niños en riesgo de sufrir daño cerebral irreversible, lo que afectaría sus habilidades cognitivas y motoras durante toda su vida.
El clorpirifós es muy común en nuestro entorno
El clorpirifós, que es un pesticida de notoria reputación, está en el centro de un debate intenso debido a sus efectos neurotóxicos, sobre todo en los niños. La exposición a esta sustancia química se produce a través de diversos medios, incluso a través de los alimentos, el aire y el agua, lo que lo convierte en una amenaza generalizada.
Las causas subyacentes de los problemas de salud relacionados con el clorpirifós se originan en su estructura química y su modo de acción. Como parte de la familia de los organofosforados, el clorpirifós funciona como gas nervioso, lo que inhibe la acetilcolinesterasa, que es una enzima crucial para la función nerviosa. Cuando se inhibe la acetilcolinesterasa, la acetilcolina se acumula en las sinapsis, lo que provoca una estimulación nerviosa continua.
Este trastorno en la señalización nerviosa normal causa muchos problemas de desarrollo neurológico, y la estimulación excesiva daña los cerebros en desarrollo, sobre todo en los fetos y niños pequeños, cuyos sistemas nerviosos aún se están formando.
Este daño resultante en el desarrollo neurológico se manifiesta en déficits cognitivos y de habilidades motoras, lo que lleva a implicaciones a largo plazo para el aprendizaje y el comportamiento. Los estudios científicos siguen vinculando las pequeñas exposiciones durante el embarazo con daños cerebrales irreversibles, bajo coeficiente intelectual, autismo e hiperactividad en los niños.
Pero a pesar de sus riesgos conocidos, las medidas regulatorias sobre el clorpirifós no han sido consistentes, lo que genera una preocupación constante sobre sus riesgos, en especial para las poblaciones más vulnerables. La norma que acaba de proponer la EPA no sólo socava el futuro de nuestros niños, sino que también ignora el claro consenso científico sobre los efectos nocivos de esta sustancia química.
El uso continuo de clorpirifós plantea riesgos significativos para la salud infantil
Un artículo reciente de Earthjustice investigó la norma propuesta por la EPA que permite el uso continuo de clorpirifós en 11 cultivos específicos, mientras que prohíbe su uso en todos los demás productos alimenticios. Esta decisión se toma a pesar de la evidencia sustancial que vincula al clorpirifós con daños graves e irreversibles en los niños. 2
Según informó Earthjustice:3
“El uso de clorpirifós se permitirá en el cultivo de alfalfa, manzana, espárrago, cereza, cítricos, algodón, durazno, soya, fresa, remolacha azucarera y trigo. Esta norma propuesta es el resultado de una decisión de 2023 del Tribunal de Apelaciones del 8º Circuito que revocó la prohibición total de la EPA sobre el clorpirifós”.
El clorpirifós se ha utilizado de manera extensa y durante décadas en cultivos como la soya, las manzanas, los cítricos, el brócoli y las cerezas. Sin embargo, estudios científicos han vinculado con regularidad la exposición al clorpirifós con daños en el desarrollo neurológico de los niños, lo que demuestra que incluso una mínima exposición durante el embarazo podría causar daño cerebral irreversible, lo que afectaría el coeficiente intelectual y causaría autismo e hiperactividad.4
La EPA reconoce estos riesgos, pero ha decidido permitir que el clorpirifós siga utilizándose en muchos cultivos.5 La prohibición parcial propuesta eliminará el clorpirifós de todos los demás usos alimentarios, aunque su aplicación en los 11 cultivos restantes continuará al menos hasta 2026.
Durante este período, la agencia no planea determinar la seguridad de estos usos, lo que retrasa cualquier evaluación integral de los riesgos del clorpirifós.6 Este retraso pone de relieve una importante laguna en las garantías de seguridad para el público y destaca la constante lucha regulatoria sobre el uso del pesticida.
Los defensores del medio ambiente y de la salud tampoco consideran que la prohibición parcial de la EPA sea suficiente. Patti Goldman, abogada de Earthjustice afirma lo siguiente:
“Las nuevas restricciones propuestas son un avance, pero no protegen del todo a los niños, a los trabajadores agrícolas ni a nuestro suministro de alimentos”.7
Un estudio sobre las madres y los recién nacidos destaca los riesgos de la exposición ambiental
El estudio de madres y recién nacidos, realizado por el Centro de Salud Ambiental Infantil de la Universidad de Columbia, buscó comprender cómo la exposición a diversos contaminantes ambientales durante el embarazo afecta el desarrollo de un niño.
La investigación a un grupo de 725 mujeres embarazadas afroamericanas y latinas, que viven en el norte de Manhattan y el sur del Bronx, dos áreas con niveles elevados de contaminación ambiental, tuvo como objetivo descubrir los efectos de contaminantes como el clorpirifós en el crecimiento fetal y el desarrollo neurológico.8
El estudio descubrió que la exposición prenatal al clorpirifós y otras sustancias químicas afecta con creces el desarrollo de los niños. En concreto, estos químicos tóxicos están relacionados con un menor peso al nacer y con problemas de desarrollo en los niños a medida que crecen. La exposición a pesticidas tiene los mismos efectos dañinos que fumar durante el embarazo:
“La exposición prenatal a dos pesticidas domésticos, clorpirifós y diazinón, que se transfieren con mucha facilidad de la madre al feto, redujo el peso al nacer en un promedio de 6.6 onzas, lo que equivale al mismo peso que pierden los bebés nacidos de mujeres fumadoras”.9
Los investigadores también descubrieron que los niveles elevados de exposición al clorpirifós se relacionaron con puntuaciones de CI más bajas y con retrasos notables en el desarrollo, lo que resalta el impacto grave de estas sustancias en las mentes jóvenes. 10
De acuerdo con el sitio web del Center for Children’s Environment Health:
“El clorpirifós es un pesticida tóxico que puede inhalarse después de usar pesticidas en aerosol en espacios interiores, y los niños pequeños tienen una mayor exposición porque pasan más tiempo en el piso, donde comúnmente se aplican los pesticidas.
Los niños de [tres] años expuestos a altos niveles de clorpirifós durante la etapa prenatal son más propensos a experimentar retraso en el desarrollo psicomotor y cognitivo, mostrar síntomas de trastornos de atención, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y trastorno generalizado de la personalidad”.11
Según el estudio, los niños de 3 años que estuvieron expuestos a estos pesticidas presentaron 6.5 puntos menos en el índice de desarrollo psicomotor y 3.3 puntos menos en el índice de desarrollo mental. 12 Cuando los niños tenían 7 años, su coeficiente intelectual se vio “afectado en lo que respecta a la memoria de trabajo”, lo que destaca las consecuencias educativas duraderas y a largo plazo por la exposición a los pesticidas.13
Se revelan más efectos nocivos relacionados con sustancias químicas tóxicas
El estudio de madres y recién nacidos también investigó los efectos de otras sustancias químicas tóxicas a las que están expuestos los niños pequeños. Algunas de las sustancias químicas que investigaron incluyen los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), los ftalatos y el bisfenol A (BPA).
La investigación destaca cómo la exposición a múltiples contaminantes crea un desafío complejo para garantizar el desarrollo saludable de los niños, sobre todo en áreas donde dicha exposición es más común. Por ejemplo, en el estudio, el 40 % de los bebés nacieron con daño en el ADN asociado con los HAP,14 que son subproductos de la quema de combustibles fósiles y que están omnipresentes en los entornos urbanos.
“Los investigadores descubrieron que en una muestra de 215 niños monitoreados desde el nacimiento, los niños con altos niveles de un marcador de contaminación en la sangre del cordón umbilical mostraban más síntomas de problemas de atención y ansiedad/depresión a los 5 y 7 años que los niños con menor exposición.
La exposición prenatal a los HAP, los pesticidas, el humo de segunda mano y los PBDE está vinculada a un menor crecimiento del feto y a problemas de desarrollo en niños pequeños”.15
Otro producto químico específico que se examinó fue el ftalato de di(2-etilhexilo), o DEHP. La exposición prenatal a este plastificante común se asoció con una gestación más corta, lo que significa que aumenta el riesgo de partos prematuros. Los ftalatos también provocaron alteraciones de las habilidades motoras y problemas de comportamiento. Los investigadores mencionaron lo siguiente:
“La exposición elevada a dos tipos de ftalatos, durante la etapa prenatal, aumentó de forma significativa las probabilidades de retraso motor, lo cual es un indicio de posibles problemas futuros con la coordinación motora fina y gruesa.
La exposición prenatal a tres de los ftalatos también se asoció en gran medida con problemas de conducta, incluyendo el comportamiento emocionalmente reactivo, la ansiedad/depresión, las quejas somáticas y el comportamiento retraído”.16
El estudio también destacó los peligros de los retardantes de llama, y afirmó que los niños con mayores concentraciones de éteres de difenilo polibromados (PBDE) en la sangre del cordón umbilical al nacer obtuvieron puntuaciones más bajas en las pruebas de desarrollo mental y psicomotor entre los 1 a 4 y 6 años. 17
El clorpirifós también provoca un amplio impacto ambiental
Un estudio de 2022 publicado en el International Journal of Environmental Research and Public Health también investigó la prevalencia del clorpirifós en diversos medios ambientales y sus efectos tóxicos tanto en los humanos como en los ecosistemas.18
El estudio abarcó diversas poblaciones expuestas al clorpirifós por distintas vías. Los hallazgos revelaron que los residuos de clorpirifós con frecuencia se encuentran en el suelo, los alimentos y las fuentes de agua, lo que supone importantes riesgos para la salud de los consumidores, los agricultores y los animales. 19
“Los efectos negativos causados por el CPF [clorpirifós] en el medio ambiente se limitan, en gran parte, a cambios en la población del microbioma del suelo, lo que puede impedir la fijación de nitrógeno, cambios en la actividad de enzimas del suelo, como la fosfatasa y la beta-glucosidasa, y cambios en la migración de genes de resistencia a los antibióticos, entre otras cosas.
Por otra parte, se han observado efectos genotóxicos y neurotóxicos en el medio acuático, y también se ha detectado un mayor nivel de estrés oxidativo en organismos de agua dulce. Por lo tanto, parece crucial y justificado introducir métodos modernos de biorremediación que incluyan microorganismos seleccionados, incluyendo los endófitos, y el uso de nanomateriales que respalden procesos que reduzcan el riesgo de CPF en el medio ambiente”.
Es importante monitorear e investigar de manera continua para comprender en su totalidad los impactos a largo plazo de la exposición al clorpirifós en la salud. El estudio destaca que los esfuerzos de monitoreo actuales no son suficientes, sobre todo en regiones donde todavía se utiliza mucho el clorpirifós. Una mejor vigilancia favorece la detección temprana de los residuos de clorpirifós en el medio ambiente, lo que permite realizar intervenciones oportunas para proteger al público y al medio ambiente.20
Además, la investigación solicita controles más estrictos sobre el uso de clorpirifós e implementar prácticas agrícolas más seguras. Al reducir la dependencia de esos pesticidas nocivos no solo se protege la salud humana, también se preserva la calidad del suelo y la biodiversidad. La degradación del microbioma del suelo por el clorpirifós perjudica el ciclo de nutrientes, el cual es vital para el crecimiento saludable de las plantas y la estabilidad del ecosistema.21
Tome medidas contra la exposición a pesticidas nocivos
La autorización continua del uso de clorpirifós por la EPA en los principales cultivos requiere una intervención inmediata con el fin de salvaguardar su salud y la de sus seres queridos. Si bien los cambios de políticas se demoran, recomiendo implementar las siguientes estrategias para reducir su exposición a este peligroso pesticida neurotóxico, así como a otros químicos agrícolas dañinos.
1. Elija alimentos orgánicos: dé prioridad a las versiones orgánicas de los cultivos más fumigados, en particular manzanas, cítricos, fresas, duraznos y productos derivados del trigo.
2. Interactúe con los sistemas alimentarios locales y orgánicos: participe en programas de agricultura apoyada por la comunidad (CSA, por sus siglas en inglés) y visite los mercados agrícolas donde puede hablar con los campesinos. Apoye a los agricultores locales que evitan los pesticidas sintéticos y fomente el uso de métodos orgánicos a través de sus decisiones de compra.
3. Optimice su dieta para la salud celular: asegúrese que su consumo de carbohidratos sea de 250 a 300 gramos al día y ajuste la cantidad según su microbioma y niveles de actividad física. Las personas que hacen actividad requieren más carbohidratos. Intente consumir cerca de 0.8 gramos de proteína por cada libra de masa corporal magra, y asegúrese de que un tercio de su consumo diario de proteína provenga de fuentes ricas en colágeno.
Evite las dietas ricas en fibra para prevenir el aumento de los niveles de endotoxinas, en especial si su microbioma intestinal no está en buenas condiciones. Reemplace los aceites vegetales, de semillas y de frutos secos con fuentes de grasas más saludables, como el sebo, el ghee o la mantequilla de animales alimentados con pastura para reducir el consumo de ácido linoleico y favorecer el funcionamiento óptimo de las células.
4. Mejore la producción de energía celular y proteja la salud mitocondrial: apoye su energía celular a través de suplementos específicos y prácticas de estilo de vida. Aquí hay algunas pautas para ayudar a estimular los sistemas de energía celular, lo que promueve la salud a largo plazo y la resiliencia contra las toxinas ambientales.
◦ Suplementación: consuma azul de metileno, ya que ayuda a aumentar la producción de energía celular. Este suplemento actúa como un poderoso aceptor de electrones que elimina temporalmente el cuello de botella creado por el metabolismo defectuoso para que pueda funcionar nuevamente y continuar produciendo energía celular.
Solo utilice azul de metileno de calidad farmacéutica en forma de cápsulas o tabletas. Puede obtenerlo en una farmacia magistral, en una dosis prescrita de 5 miligramos una vez al día para ayudar a la función mitocondrial.
También debe ingerir suficiente magnesio, ya que aumenta la energía y previene el envejecimiento celular acelerado. Consuma un suplemento de treonato de magnesio y ajústelo según su tolerancia para evitar molestias gastrointestinales.
◦ Actividad física: incorpore el ejercicio físico regular para mejorar su salud mitocondrial y la producción general de energía. El ejercicio mejora la sensibilidad a la insulina, favorece la salud metabólica y promueve la utilización eficiente de la energía.
◦ Exposición al sol: pase tiempo bajos los rayos del sol para promover la producción de energía celular y apoyar la función mitocondrial. Su cuerpo tiene un mecanismo biológico que transforma la luz solar en energía celular.
Cuando los rayos del sol tocan la piel, su cuerpo captura la luz roja y la infrarroja cercana y las convierte en electrones. Luego, su cuerpo utiliza estos electrones para alimentar la cadena de transporte de electrones (CTE) y crear trifosfato de adenosina (ATP) en sus mitocondrias.
Sin embargo, recuerde evitar la luz solar intensa hasta que haya eliminado los aceites vegetales de su dieta durante al menos cuatro a seis meses para prevenir el estrés oxidativo.
◦ Grounding o conexión con la tierra: realice prácticas de grounding, como pasar tiempo en el océano para aliviar el estrés reductivo
◦ Ajustes dietéticos: elimine los aceites vegetales y reemplácelos con fuentes de grasas más saludables para apoyar la función mitocondrial y reducir el estrés oxidativo. Mantenga un consumo equilibrado de nutrientes esenciales para fomentar la producción óptima de energía celular.
🔍Fuentes y Referencias
- 1 American Journal of Public Health, September 20, 2011, 101(1):63-70
- 2, 3, 4, 5, 6, 7 Earthjustice, EPA Proposes Limited Ban on Chlorpyrifos Pesticide, Alejandro Davila, December 2, 2024
- 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17 Columbia Center for Children’s Environmental Health, Featured NYC Research Findings Mothers and Newborns Study
- 18, 19, 20, 21 Int J Environ Res Public Health, September 26, 2022, 19(19):12209