📝HISTORIA EN BREVE

  • La esperanza de vida en Estados Unidos es cada vez menor, lo que lo convierte en el único país desarrollado con esta tendencia tan preocupante. Desde la década de los 30, se ha producido un espectacular aumento del 700 % en el desarrollo de enfermedades crónicas, que han pasado de una prevalencia del 7.5 % al 60 % de la población con una o más enfermedades crónicas en la actualidad
  • En el siglo XIX, la gente realizaba tres comidas estructuradas al día (desayuno, cena y cena ligera), sin consumir bocadillos ni ayunar, y mantenía una relación más sencilla con la comida que la que tenemos hoy en día
  • Nuestros ancestros llevaban una alimentación alta en carbohidratos y rica en grasas saturadas, con un mínimo de grasas poliinsaturadas (PUFA), ya que no utilizaban aceites vegetales ni comían muchas nueces y semillas
  • La década de los 50 marcó un cambio significativo en las recomendaciones de alimentación, sobre todo con respecto a las grasas saturadas y a los productos de origen animal, lo que produjo cambios importantes en la alimentación de los residentes de Estados Unidos
  • Para optimizar su salud, vuelva a los principios alimentarios más sencillos: prepare sus alimentos en casa, consiga ingredientes de calidad dentro de sus posibilidades, manténgase activo y priorice la felicidad por encima de unas normas estrictas de alimentación

🩺Por Ashley Armstrong, autora invitada

Es muy valioso mirar al pasado y aprovechar la sabiduría de nuestros antepasados para descubrir cómo cultivaban una vida sana y equilibrada y cómo sostenían a sus comunidades de generación en generación.

Aunque su esperanza de vida no fuera tan larga, estos datos están sesgados por las bajas tasas de supervivencia al nacer, lo cual la medicina moderna ha mejorado de forma drástica. Pero ¿sabía que Estados Unidos está experimentando un descenso en la esperanza de vida en los tiempos modernos?

Estados Unidos es la única nación desarrollada con una expectativa de vida saludable y una expectativa de vida *en descenso*.1 ¡Hay algo que no estamos haciendo bien!

Ya que los alimentos que comemos cada día juegan el papel más importante para mejorar nuestra salud, investiguemos la alimentación de nuestros ancestros.

El siglo XIX nos ofrece una ventana única a una relación diferente con la comida: una en la que se celebraba la abundancia, las comidas eran una fuente de alegría y la mesa era el corazón de la vida familiar. En una época anterior a los alimentos procesados, a los miedos a ciertos alimentos y a los comportamientos ortoréxicos, las personas mantenían una conexión más simple e intuitiva con la comida.

Lo que más me intriga es cómo su enfoque de la comida difiere de nuestra perspectiva moderna. Si bien a menudo nos enfrentamos a reglas y restricciones alimentarias muy complejas, nuestros antepasados se centraban en la nutrición, la celebración y en aprovechar al máximo los ingredientes disponibles.

Entonces, volvamos al pasado y exploremos lo que adornó la mesa de nuestra tatarabuela. ¡Las comidas podrían inspirar nuestras propias aventuras culinarias!

La verdad es que su alimentación favorecía mucho su metabolismo. Comían grandes cantidades de alimentos (calorías), no ayunaban, consumían muchos carbohidratos, comían sobre todo fuentes de grasas ricas en grasas saturadas y bajas en PUFA, y consumían fuentes de proteínas animales ricas en vitamina B.

Sería revelador ver los planes de comidas del siglo XIX. Sin reglas alimenticias disparatadas, sin miedo a la comida y con muchas calorías. Sin embargo, no es necesario llegar a estos extremos con la preparación de las comidas, pero es un recordatorio para dejar de lado el estrés de la dieta.

Las siguientes son algunas tendencias destacadas que seguían nuestros:

Realizaban 3 comidas al día, no ayunaban de forma intencionada, pero tampoco comían bocadillos con frecuencia (en lugar de "desayuno, comida, cena" llamaban a las comidas "desayuno, cena, cena ligera")

No consideraban extremos alimenticios

No le tenían miedo a los carbohidratos (los consumían en grandes cantidades)

Consumían sobre todo grasas saturadas y comían menos grasas poliinsaturadas (PUFA) (nada de aceites vegetales, y muy pocas nueces y semillas)

Consumían alimentos que hoy se tachan de no saludables en diversos campos de la dieta: carne, lácteos, harina, azúcar, fruta, patatas y granos

No se permitían comer alimentos procesados ni empaquetados

Uno de los mayores cambios ha sido el TIPO de grasas que se consumen.

La propaganda del miedo a las grasas saturadas, a los productos de origen animal y al colesterol, que comenzó en la década de los 50, provocó un enorme cambio en nuestra alimentación. Las enfermedades crónicas han aumentado hasta un 700 % desde la década de los 30. En ese tiempo, la prevalencia de enfermedades crónicas era del 7.5 %.2 Hoy en día, el 60 % de la población padece una o más de ellas.3,4

No comparto esta información para sugerirle que se alimente tal como ellos lo hacían. Mi objetivo es ayudarle a reducir el miedo y el estrés en torno a la comida mientras navega por el abrumador y confuso mundo de la salud. ¡Lo último que necesitamos es más estrés en nuestras vidas!

Obtener perspectiva de las dietas de nuestros tatarabuelos puede ser a la vez liberador y estabilizador. En el mundo actual, en el que tantos alimentos son objeto de escrutinio, esta perspectiva puede ayudar a aliviar el miedo innecesario en torno a la alimentación.

Dejar de lado los miedos a la comida puede mejorar su bienestar de forma significativa. Siéntase capacitado para explorar las preparaciones alimenticias tradicionales y descubrir lo que mejor nutre su cuerpo, en lugar de dejar que las ansiedades de otra persona dicten sus decisiones. Y para abordar el tema central, es verdad que ellos no tuvieron que lidiar con el pésimo sistema alimentario al que todos nos enfrentamos hoy. ¡POR SUPUESTO que el abastecimiento de alimentos es importante!

Nuestro sistema alimentario moderno es, sin duda, muy complejo e imperfecto y contribuye a diversos problemas de salud. Pero existen mejores opciones, como la azúcar o la harina orgánicas, sin modificaciones genéticas. Acepte la idea de que siempre puede dar un paso adelante.

En lugar de sentirse abrumado, considere la posibilidad de centrarse en un solo aspecto de su abastecimiento de alimentos para mejorar durante el resto del año, ya sea la carne, los productos lácteos, los huevos, los productos agrícolas o los granos. Los cambios pequeños y sostenibles ayudan a evitar la sobrecarga y le permiten marcar una diferencia. Haga lo mejor que pueda y evite aquello que no pueda tolerar.

Pero en lugar de estresarse por comer alimentos "buenos" y evitar los "malos" de una lista elaborada por algún “influencer” de salud, no se complique: prepare sus alimentos en casa, consiga ingredientes de calidad dentro de sus posibilidades, manténgase activo y priorice la felicidad.

Sobre la autora

Ashley Armstrong es cofundadora de Angel Acres Food Club, una cooperativa que se especializa en comercializar huevos con bajo contenido de PUFA y sin aceites de semillas, y de Nourish Food Club, una empresa que comercializa carne de cerdo y de res, queso, lácteos A2 de animales alimentados con pastura y masa madre tradicional con bajo contenido de PUFA.

Le fascinan las prácticas agrícolas de la vieja escuela y se centra en construir un sistema alimentario con granjas regenerativas a pequeña escala. Su objetivo es producir alimentos como se hacía antes del uso intensivo de productos químicos.