📝HISTORIA EN BREVE

  • Hace poco fui invitado al programa The Jimmy Dore Show, donde explicamos cómo la disfunción mitocondrial, que es provocada por las toxinas de hoy en día, es la raíz de muchas enfermedades. La producción de ATP ha disminuido un75 % en comparación con hace un siglo
  • Los aceites de semillas, como el aceite de soya y maíz, son los culpables principales del daño a la salud celular, mientras que los azúcares naturales podrían ser beneficiosos si se consumen de manera adecuada
  • Las sustancias químicas disruptoras endocrinas y los campos electromagnéticos (EMF, por sus siglas en inglés) de dispositivos móviles y enrutadores wifi plantean riesgos importantes para la función de las mitocondrias, por lo que es necesario adoptar medidas para disminuir la exposición
  • Las fundaciones poderosas y los intereses de la industria han influido en gran medida en la educación médica y en las políticas de salud pública, y a menudo dan prioridad a las intervenciones farmacéuticas sobre los enfoques naturales
  • Restaurar la salud celular implica eliminar toxinas, llevar una alimentación a base de alimentos enteros, mejorar la exposición al sol y abordar la salud intestinal

🩺Por el Dr. Mercola

Hace poco fui invitado al programa The Jimmy Dore Show, y ahí analizamos un factor esencial del bienestar que a menudo se pasa por alto: la salud celular y la gran cantidad de toxinas que la deterioran.

Este artículo explica los puntos más importantes de nuestra entrevista, incluyendo los componentes esenciales que sustentan la salud y los desafíos modernos que los amenazan. Como le conté a Jimmy, durante 15 años sufrí de un sarpullido inexplicable que me provocó una comezón constante y que no me dejaba dormir. Consulté a los mejores médicos, pero ninguno supo cómo resolverlo.

Este problema me hizo dar cuenta que la disfunción mitocondrial es la raíz de casi todas las enfermedades. Las mitocondrias, las cuales producen la energía de las células, producen trifosfato de adenosina (ATP), que es la fuente principal de energía del cuerpo.

De la misma manera que un auto necesita combustible para funcionar, su cuerpo necesita energía. En el pasado, los humanos producían el doble de ATP, pero la llegada de las toxinas químicas disminuyó de forma drástica la producción de energía celular, lo que generó un deterioro significativo de la salud general.

La crisis del ATP: una epidemia actual

En la actualidad, los humanos producimos un 75 % menos ATP que hace un siglo. Este descenso no es sólo un número, es una prueba del deterioro de nuestra salud. La pregunta es ¿por qué bajó tanto la producción de ATP?

La respuesta está en las toxinas que han invadido nuestro entorno durante los últimos 150 años. La Revolución Industrial y los avances posteriores generaron sustancias químicas que entraron en nuestras vidas, lo que afectó nuestra maquinaria celular. Entre estas toxinas, los aceites de semillas, como el aceite de soya, maíz y girasol, son uno de los principales culpables del daño a la energía celular.

Aceites de semillas: los destructores de la salud

Los aceites de semillas, los cuales tienen una gran cantidad de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) son uno de los principales factores que destruyen la salud, ya que, si se consumen en exceso, podrían provocar obesidad, diabetes, enfermedades del corazón, cáncer y demencia. Estos aceites, que a menudo se etiquetan como aceites vegetales "saludables", afectan la función de las mitocondrias. Consumirlos en exceso llena sus células con grasas dañinas, lo que inhibe su capacidad para producir ATP.

Las mejores alternativas incluyen el aceite de coco, ghee y sebo de res. Comer fuera de casa supone un desafío importante para las personas que quieren evitar los aceites de semillas, como el de canola y soya. Un consejo para cuando come en un restaurante es mencionarle al mesero que tiene una alergia grave a los aceites de semillas. Muéstreles evidencia de los peligros y asegúrese de que preparen su comida como usted lo desea.

La mayoría de los restaurantes desconocen el alcance de la contaminación de los aceites de semillas. Al hacerles ver esto y pedir que utilicen grasas puras, protege su salud al mismo tiempo que crea conciencia. El predominio de los aceites adulterados, incluso en el caso de los aceites de oliva extra virgen, hace imprescindible ser cuidadoso. Además, cocinar en casa o elegir restaurantes que utilicen grasas saludables, como sebo de res, reducirá de forma significativa su exposición a los PUFA dañinos.

La verdad sobre el azúcar: un combustible celular

Contrario a la creencia popular, no todos los azúcares son malos. Cuando se consume de forma adecuada, el azúcar restaura su energía. La clave es saber el tipo de azúcar y su función en el metabolismo. El azúcar real, específicamente la glucosa, también conocida como dextrosa, es el mejor combustible para las mitocondrias. A diferencia del jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, el cual es muy dañino, la glucosa es esencial para la producción efectiva de energía.

Sin embargo, la moderación es fundamental. Consumir demasiada azúcar altera el equilibrio hormonal y sus niveles de insulina. Sin embargo, para las personas que sufren toxicidad mitocondrial, la glucosa es muy beneficiosa, ya que proporciona la energía necesaria para mantener las funciones vitales del cuerpo. Estos beneficios del azúcar desafían la narrativa convencional de que todos los carbohidratos son dañinos.

El microbioma intestinal: cómo equilibrar las bacterias buenas y malas

La salud intestinal influye en gran medida en la energía celular y el bienestar general. Expliqué la importancia de los colonocitos, que son las células que recubren el colon, los cuales dependen de ácidos grasos de cadena corta como butirato, propionato y acetato, y que producen las bacterias beneficiosas. Cuando existe una disfunción mitocondrial, estos colonocitos comienzan a morir, lo que permite que el oxígeno se filtre al intestino.

Esto crea un entorno ideal para las bacterias patógenas tolerantes al oxígeno, las cuales producen endotoxinas que dañan aún más las mitocondrias. Esto genera un círculo vicioso al que llamo el "agujero negro de la muerte".

Para romper este ciclo, es fundamental restablecer el equilibrio de las bacterias del intestino. Por desgracia, muchas personas desconocen el estado de su microbioma, ya que las bacterias beneficiosas, a menudo, se ven opacadas por las bacterias patógenas. Aunque existen costosas pruebas que podrían brindarle información sobre su salud intestinal, los cambios en la alimentación también son muy importantes.

Hasta que no aborde los factores que dañan sus colonocitos y recupere los niveles adecuados de oxígeno, no podrá restablecer la población de microbios beneficiosos intolerantes al oxígeno. Esta comunicación entre el microbioma intestinal y las mitocondrias es esencial para la salud. Sin embargo, cuando las bacterias patógenas tolerantes al oxígeno superan a las bacterias beneficiosas intolerantes al oxígeno, inhiben la producción de metabolitos necesarios para la vitalidad.

Eliminar el exceso de oxígeno en el colon es fundamental, ya que, si no lo hace, incluso los mejores factores de estilo de vida, como el ejercicio, el sueño de calidad, la nutrición apropiada y el uso de suplementos, no ayudarán mucho. La simple introducción de probióticos no es suficiente para reponer los microbios intolerantes al oxígeno, ya que la mayoría de los probióticos disponibles comercialmente a menudo no son viables.

Aunque estos probióticos brindan beneficios posbióticos, no funcionan como una verdadera “semilla” para restablecer la comunidad microbiana. El entorno dentro del colon debe ser el adecuado para que estos microbios prosperen, de lo contrario sería como esperar que una semilla crezca en el desierto.

Por ende, evitar todo lo que daña las mitocondrias, incluyendo los aceites de semillas y sustancias químicas disruptoras endocrinas, es fundamental para crear las condiciones adecuadas con la finalidad de restablecer una población microbiana saludable e intolerante al oxígeno en el intestino.

Los peligros ocultos de los plásticos y disruptores endocrinos

Además de los factores alimenticios, las toxinas ambientales como los plásticos representan una amenaza para la salud celular. Los plásticos producen sustancias químicas disruptoras endocrinas (EDC, por sus siglas en inglés) que estimulan los receptores de estrógeno. Estas sustancias se encuentran en todas partes, incluyendo artículos de uso diario como botellas de agua y empaques de alimentos, además podrían tener relación con múltiples problemas de salud, incluyendo el cáncer de mama.

Las EDC alteran el equilibrio hormonal, lo que provoca diversos problemas de salud. El mecanismo principal de estas sustancias químicas es que activan los receptores de estrógeno en las células. Esto aumenta el flujo de iones de calcio en sus células. El exceso de calcio intracelular aumenta de forma drástica los niveles de superóxido y óxido nítrico.

Estas moléculas reactivas se combinan para formar peroxinitrito, que es un oxidante muy potente. La formación de peroxinitrito provoca un estrés oxidativo grave, lo que daña las células. Además, cuando se combina con estrógeno natural, la exposición a las EDC podría provocar una sobrecarga de estrógeno y una serie de eventos dañinos.

Cómo las EDC provocan respuestas inmunitarias

Las sustancias químicas disruptoras endocrinas (EDC) representan una amenaza importante para la salud, ya que podrían generar diversos efectos negativos que comienzan a nivel celular y se propagan por todo el cuerpo. Este proceso se desarrolla en varias etapas, cada una de ellas se basa en la anterior para crear múltiples problemas de salud.

Todo comienza con las mitocondrias, que son las fuentes de energía de las células. Las EDC afectan estos orgánulos, lo que disminuye su capacidad de producir la energía que las células necesitan para funcionar de manera adecuada. Este déficit de energía no es sólo una cuestión de sentirse cansado, sino que tiene consecuencias de gran alcance, en especial para la salud intestinal.

Su sistema digestivo depende de un equilibrio de bacterias buenas, muchas de las cuales prosperan en un entorno sin oxígeno. La falta de energía por la disfunción mitocondrial altera este entorno anaeróbico en el intestino. Como resultado, estos microorganismos beneficiosos no pueden sobrevivir ni realizar sus funciones.

Una de las funciones principales de estas bacterias del intestino es producir ácidos grasos de cadena corta. Estos compuestos son esenciales para mantener la salud e integridad del revestimiento del intestino. Funcionan como fuente de alimento para las células que forman esta barrera y ayudan a regular las respuestas inmunitarias en el intestino. Sin embargo, cuando las bacterias del intestino se ven comprometidas debido a los cambios en el entorno, su capacidad para producir estos ácidos grasos esenciales disminuye.

La falta de ácidos grasos de cadena corta debilita la barrera intestinal. Esta condición se conoce como “intestino permeable” o mayor permeabilidad intestinal. Tener intestino permeable significa que las uniones estrechas entre las células que recubren los intestinos se abren, lo que permite que las sustancias que deberían permanecer dentro del intestino lleguen al torrente sanguíneo.

Esto podría ser muy preocupante, ya que entre las sustancias que podrían penetrar la barrera intestinal se encuentran proteínas muy similares a las estructuras de su cuerpo, como las que se encuentran en las articulaciones o tejidos neurológicos.

Cuando estas proteínas extrañas, pero al mismo tiempo familiares, llegan al torrente sanguíneo, el sistema inmunológico se enfrenta a un caso de identidad equivocada. Percibe estas proteínas como amenazas y se protege contra ellas.

El problema es que, debido al gran parecido entre estas proteínas extrañas y los tejidos del cuerpo, su respuesta inmunitaria no solo neutraliza a los invasores, también podría atacar otras células y tejidos con estructuras similares. Este ataque mal dirigido es una de las características principales de las enfermedades autoinmunes en las que el cuerpo se ataca a sí mismo.

Así, desde la menor producción de energía celular provocada por las EDC, se llega a una situación en la que los mecanismos de defensa del cuerpo se confunden y lo atacan. Esta serie de eventos tan compleja destaca la naturaleza interconectada y de largo alcance de los sistemas de su cuerpo, y resalta cómo estos cambios podrían provocar desafíos importantes de salud.

El desafío consiste en encontrar alternativas seguras, ya que los plásticos convencionales contienen una gran cantidad de sustancias químicas dañinas. En la actualidad, estoy trabajando en crear alternativas biocompatibles a los plásticos con la finalidad de ayudar a eliminar la exposición a las EDC y promover la sostenibilidad ambiental.

Cómo los campos electromagnéticos (EMF) dañan su salud mitocondrial

Otra amenaza para su salud celular es la exposición a los EMF. A diferencia de otras toxinas, los EMF invaden nuestro entorno, lo que los convierte en un peligro que a menudo se pasa por alto.

Las frecuencias electromagnéticas incluyen todos los tipos de radiación, incluyendo las beneficiosas, como la luz solar. Sin embargo, los EMF de alta frecuencia que emiten los dispositivos electrónicos, como los teléfonos celulares, enrutadores wifi y microondas, operan en el rango de gigahercios, lo que representa un riesgo significativo para las mitocondrias.

Mientras que la radiación ionizante, como los rayos X, daña de forma directa las células, ya que crea radicales libres, los EMF provocan daños a través de un mecanismo diferente llamado efectos no térmicos. Estos efectos no térmicos afectan la función de las células sin aumentar la temperatura de los tejidos, lo que hace que el daño sea menos evidente pero igual o más peligroso.

Las EMF afectan las mitocondrias, ya que aumentan el flujo de calcio a las células. Los niveles elevados de calcio aceleran la producción de radicales libres dañinos, lo que provoca estrés oxidativo y disfunción mitocondrial. Este proceso es similar al que provocan otros venenos que afectan las mitocondrias, como los aceites de semillas y las EDC, que generan un círculo vicioso de daño celular.

Las tácticas engañosas de la industria de las telecomunicaciones

Al igual que la industria tabacalera, la industria de las telecomunicaciones utiliza estrategias engañosas para minimizar los peligros de los EMF. Utilizaron las mismas estrategias que la industria tabacalera para "limpiar" la imagen de sus productos y ocultar los riesgos reales. Por ejemplo, la Ley de Telecomunicaciones de 1996 eximió a estas empresas de toda responsabilidad, lo que les permite seguir generando EMF dañinos sin tener que dar ninguna explicación.

Promueven la idea de que la radiación no ionizante es segura, ya que no provoca daño térmico inmediato. Esta narrativa engañosa no considera los efectos crónicos y a largo plazo de la exposición a los EMF, la cual se acumula con el tiempo y contribuye a diversos problemas de salud, incluyendo cáncer, trastornos neurológicos y menor energía celular.

Estrategias para disminuir la exposición a los campos electromagnéticos

El primer paso es entender los peligros de los EMF; tomar medidas prácticas para disminuir la exposición es fundamental para proteger su salud. Aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar:

  1. Limitar el uso del teléfono celular: evite tener el teléfono celular cerca del cuerpo, en especial mientras duerme. Los teléfonos celulares emiten niveles elevados de EMF, y la exposición prolongada podría afectar la función de las mitocondrias. Yo utilizo una carpa protectora contra los EMF para crear un ambiente de baja radiación mientras duermo, lo que garantiza que estas frecuencias no afecten mis mitocondrias.
  2. Reducir el uso del wifi: apague los enrutadores wifi cuando no los utilice, en especial durante la noche. El wifi es una fuente constante de EMF, y limitar su uso disminuye de forma drástica la exposición general. Puede utilizar conexiones con cable en lugar de alternativas inalámbricas.
  3. Crear zonas sin EMF: establezca áreas de su hogar, como su habitación, donde no haya EMF. Al establecer un lugar sin radiación electromagnética, les brinda a sus mitocondrias el entorno que necesitan para funcionar de manera adecuada. Medidas sencillas como utilizar dispositivos con cables y mantener los aparatos electrónicos fuera de estas áreas hacen una gran diferencia.
  4. Utilice productos de protección contra los EMF: invertir en este tipo de productos, como fundas de teléfono o carpas protectoras contra los EMF, brinda una protección adicional. Estos productos ayudan a desviar o absorber las frecuencias dañinas, lo que protege su salud celular. Aunque no son una solución completa, ayudan a protegerlo contra la exposición inevitable a los EMF.

Recupere su salud: estrategias para protegerla y restaurarla

Para dejar de envenenar sus mitocondrias, es fundamental implementar estrategias integrales que eliminen la exposición a toxinas dañinas y que apoyen la función de las mitocondrias. Aquí le daré otras recomendaciones que pueden ser de gran ayuda:

  1. Elimine los aceites de semillas y alimentos procesados: como lo mencione, los aceites de semillas, como el de soya, maíz y girasol tienen una gran cantidad de PUFA que se oxidan con facilidad y producen metabolitos tóxicos que dañan las mitocondrias. Al eliminar estos aceites de su alimentación, disminuye la fuente principal que envenena sus mitocondrias.
  2. Elija grasas saludables y alimentos enteros: agregue grasas saturadas como aceite de coco, mantequilla, ghee y sebo de res a su alimentación. Estas grasas son estables y apoyan la función de las mitocondrias sin los efectos nocivos de los PUFA. Además, opte por alimentos enteros y sin procesar que proporcionen nutrientes esenciales sin las toxinas que se encuentran en los productos procesados.
  3. Disminuya la exposición a los EMF: limite el uso de dispositivos inalámbricos y apague el wifi cuando no lo utilice. Utilizar productos que lo protejan contra los EMF, como fundas de teléfono especiales, y crear zonas sin EMF en el hogar, disminuye de forma significativa el estrés celular y apoya la salud mitocondrial.
  4. Mejore su exposición al sol: después de eliminar los aceites de semillas de su alimentación expóngase de forma adecuada al sol. La exposición adecuada al sol mejora la producción de energía mitocondrial y apoya la salud general. Utilice la menor cantidad de ropa, de preferencia con protección solar, para maximizar los beneficios y evitar daños en la piel.
  5. Recupere su salud intestinal: abordar los desequilibrios del microbioma intestinal es fundamental para mantener la energía celular. Consuma bacterias beneficiosas y limite su consumo de fibra si tiene predominio de bacterias patógenas en su intestino. Los suplementos probióticos y cambios alimenticios ayudan a restablecer un equilibrio saludable del microbioma intestinal, lo que apoya la función de las mitocondrias.

El poder de la educación y la defensa de los derechos

Crear conciencia sobre el impacto de estos venenos que dañan las mitocondrias es fundamental para motivar a las personas para que tomen control de su salud. La educación y defensa de los derechos son cruciales para contrarrestar la desinformación que difunden las grandes industrias.

A nivel personal, debe tomar medidas proactivas para proteger su salud, incluso frente a la exposición generalizada a los EMF. Realizar cambios sencillos en el estilo de vida, además de un enfoque más natural de salud, mejora de forma significativa la función de las mitocondrias y el bienestar general.

Un camino hacia un futuro más saludable

De cara al futuro, mi misión es seguir creando soluciones que protejan y restauren la salud celular. Estos esfuerzos tienen como objetivo crear una armonía entre los avances tecnológicos y las prácticas naturales de salud, lo que garantiza que el progreso no se lleve a cabo a expensas de nuestro bienestar.

El objetivo es brindarles a las personas el conocimiento y herramientas necesarias para mantener una función adecuada de las mitocondrias y lograr una salud duradera. Al abordar las causas principales de la disfunción mitocondrial y promover prácticas de salud integrales e informadas, podemos dar un gran paso hacia la longevidad y felicidad.