📝Historia en Breve

  • La deficiencia de vitamina A altera la composición del microbioma intestinal, lo que aumenta la permeabilidad intestinal (intestino permeable) y provoca inflamación, lo que contribuye al desarrollo de Alzheimer
  • Mantener los niveles adecuados de vitamina A apoya la salud intestinal, disminuye la inflamación y retrasa la progresión del Alzheimer, ya que mantiene la función cognitiva y reduce la acumulación de beta amiloide en el cerebro
  • Algunas cepas de bacterias intestinales, como Eubacterium y Eisenbergiella, podrían tener una relación con un riesgo menor de Alzheimer, mientras que otras, como Collinsella y Bacteroides, se correlacionan con un riesgo mayor
  • Tener un intestino sano y rico en bacterias intolerantes al oxígeno que producen ácidos grasos de cadena corta como el butirato, es fundamental para mantener la función de la barrera intestinal y disminuir la inflamación sistémica
  • Los probióticos medidos en unidades formadoras de colonias (CFUs, por sus siglas en inglés) son más confiables que los que utilizan unidades fluorescentes activas (AFUs, por sus siglas en inglés), ya que las CFUs solo cuentan las bacterias capaces de colonizar el intestino

🩺Por el Dr. Mercola

El microbioma intestinal tiene una función muy importante en su salud general, incluyendo la función del cerebro. Estudios recientes descubrieron un vínculo entre la vitamina A, la salud intestinal y el riesgo de Alzheimer. Un estudio con ratones que fueron modificados para desarrollar síntomas similares a los del Alzheimer, revela que la deficiencia de vitamina A provoca cambios significativos en el microbioma intestinal.1

Estos cambios favorecen una mayor permeabilidad intestinal, también conocida como “intestino permeable”, y promueven la inflamación en todo el cuerpo. Los investigadores encontraron que los ratones que recibieron una alimentación baja en vitamina A tuvieron una menor diversidad de bacterias del intestino en comparación con los que recibieron la cantidad adecuada de vitamina A.

En específico, la deficiencia de vitamina A provocó un aumento de bacterias proinflamatorias como Parabacteroides y Tannerellaceae, al mismo tiempo que disminuyó las bacterias antiinflamatorias beneficiosas como Akkermansia y Verrucomicrobiales. Este cambio en el equilibrio microbiano crea un entorno que favorece la inflamación y contribuye al desarrollo de Alzheimer.

Intestino permeable e inflamación: ¿podrían favorecer el desarrollo de Alzheimer?

La barrera intestinal funciona como un mecanismo de defensa que evita que sustancias dañinas lleguen al torrente sanguíneo. El estudio demostró que la deficiencia de vitamina A aumentó de forma significativa la permeabilidad intestinal en los ratones genéticamente modificados. Esto se comprobó por los niveles elevados de D-lactato y diaminooxidasa en la sangre, los cuales son indicadores de una barrera intestinal comprometida.2

Como resultado de esta mayor permeabilidad, se encontraron niveles más elevados de citocinas proinflamatorias como la TNF-α, IL-1β e IL-6 en los ratones con deficiencia de vitamina A. Estos marcadores inflamatorios influyen en la progresión del Alzheimer. Por ejemplo, la TNF-α promueve la producción de péptidos beta-amiloide, que es el componente principal de las placas que se encuentran en el cerebro de pacientes con Alzheimer.

Varios estudios relacionaron la IL-1β con una mayor acumulación de beta amiloide en el cerebro, mientras que los niveles elevados de IL-6 podrían tener una relación con el deterioro cognitivo y la agregación de beta amiloide. Al mantener los niveles adecuados de vitamina A, ayuda a conservar la función de la barrera intestinal y disminuir la inflamación sistémica, lo que reduce el riesgo de desarrollar Alzheimer.3

El efecto de la vitamina A en la cognición y patología de la beta amiloide

Los hallazgos del estudio destacan el efecto de la vitamina A en la función cognitiva y los cambios en el cerebro relacionados con el Alzheimer. Los ratones que recibieron una alimentación baja en vitamina A durante 12 semanas mostraron una menor cognición en pruebas de laberinto en comparación con los que recibieron la cantidad adecuada de vitamina A.4

Además, los ratones con deficiencia de vitamina A presentaron una mayor acumulación de beta amiloide en su hipocampo, que es un área del cerebro involucrada en la formación de la memoria. Esto sugiere que mantener los niveles adecuados de vitamina A ayuda a conservar las capacidades cognitivas y retrasar la progresión de la enfermedad de Alzheimer (AD, por sus siglas en inglés). Como dijo Georgi Dinkov, experto en bioenergía:5

"Sólo tomaron 12 semanas de restringir la vitamina A para establecer la patología de Alzheimer, mientras que suplementar con vitamina A durante ese mismo periodo de tiempo fue suficiente para generar efectos beneficiosos. En particular, restringir la vitamina A elevó los biomarcadores de la permeabilidad intestinal (D-lactato y DAO), lo que coincide con la publicación que acabo de hacer sobre la endotoxina/LPS (lipopolisacárido) como un factor causal muy importante en la AD.
Por el contrario, suplementar con vitamina A ayudó a restaurar la barrera intestinal y conservar la cognición incluso en animales con AD”.

En otros estudios con animales, la deficiencia de vitamina A también aumentó la producción de péptidos beta-amiloide y la fosforilación de tau, que son dos características de la AD. Por interesante que parezca, la vitamina A puede inhibir de forma directa la producción y acumulación de beta amiloide, lo que ayuda a prevenir que se formen placas dañinas en el cerebro.6

Si bien, suplementar con vitamina A mostró beneficios en comparación con la deficiencia, suplementar en exceso (más del consumo tolerable) resultó en una acumulación un poco mayor de beta amiloide.

Esto destaca la importancia de mantener niveles adecuados de vitamina A, pero, sin excederse. Sus niveles de vitamina A influyen en la patología del Alzheimer a través de diversos mecanismos, incluyendo sus efectos en la salud intestinal, inflamación y función del cerebro.

Cómo mejorar su consumo de vitamina A para apoyar la salud del cerebro e intestino

De acuerdo con los hallazgos del estudio, garantizar un consumo adecuado de vitamina A favorece la salud intestinal y cerebral. La vitamina A influye en gran medida en la plasticidad neuronal, función cognitiva y el mantenimiento de la homeostasis inmunológica en los intestinos. Para mejorar sus niveles de vitamina A, concéntrese en consumir diversos alimentos con alto contenido de esta vitamina.

Algunas buenas fuentes son el hígado, las yemas de huevo, la mantequilla de vacas alimentadas con pastura y los vegetales de color naranja y amarillo, como los camotes y zanahorias. Estos alimentos proporcionan vitamina A preformada o carotenoides provitamina A que el cuerpo puede convertir en vitamina A.

Si bien, suplementar podría beneficiarle si tiene deficiencia, es muy importante no exceder los niveles de consumo recomendados, ya que el estudio sugiere que suplementar en exceso podría tener efectos negativos. Lo ideal es realizarse una prueba para comprobar sus niveles de vitamina A antes de comenzar a tomar suplementos.

La función de las vitaminas y minerales en la lucha contra el Alzheimer

Aunque todavía no existe una cura para el Alzheimer, los estudios están descubriendo cómo los micronutrientes esenciales ayudan a retrasar su progresión. Analicemos cómo algunas vitaminas y minerales, más allá de la vitamina A, podrían ayudarle mantener la función cognitiva y prevenir el deterioro neurodegenerativo.

Vitaminas C y E: un escudo antioxidante

El cerebro es vulnerable al estrés oxidativo, por lo que los antioxidantes como las vitaminas C y E son fundamentales para la salud cognitiva. Además de sus propiedades para el sistema inmunológico, varios estudios con animales demostraron que la vitamina C tiene efectos considerables en las enfermedades neurodegenerativas.7

En modelos con Parkinson, la vitamina C por vía oral disminuyó de forma significativa la pérdida de neuronas dopaminérgicas y la inflamación. En cuanto a la AD, los efectos antioxidantes de la vitamina C, combinados con la vitamina E y selenio, mejoraron el funcionamiento sináptico y cognitivo.8 Varios estudios encontraron niveles más bajos de vitamina E en el líquido cefalorraquídeo y suero de pacientes con AD. Otros estudios demostraron que un consumo mayor de vitamina E podría tener una relación con una incidencia menor de AD.

En estudios con ratones, la deficiencia de vitamina E agravó la peroxidación lipídica y provocó la acumulación de beta amiloide en el cerebro, mientras que suplementar con dicha vitamina aumentó la neurotransmisión colinérgica y disminuyó la inflamación. La combinación de vitaminas C y E crea una poderosa defensa antioxidante para las células del cerebro, lo que retrasa la progresión del deterioro cognitivo.9

Vitaminas B: el equipo de apoyo metabólico de su cerebro

Las vitaminas del complejo B también influyen en gran medida en la salud y funcionamiento del cerebro. La deficiencia de vitamina B12 se ha relacionado con un riesgo mayor de AD, ya que los niveles bajos de B12 podrían tener una relación con niveles más elevados de marcadores inflamatorios que promueven la hiperfosforilación de tau y la producción de beta amiloide. Se ha demostrado que suplementar con vitamina B12 y folato podría mejorar la cognición y disminuir la inflamación en pacientes con AD.10

La vitamina B6 es fundamental para producir neurotransmisores y regular la homocisteína. Si bien, sus efectos en el deterioro cognitivo en adultos mayores sanos podrían ser moderados, estudios con animales demostraron que la deficiencia de B6 agrava el estrés oxidativo, la acumulación de beta amiloide y la muerte de neuronas.11

La vitamina B3 (niacina) es fundamental para la reparación del ADN y el metabolismo energético. En estudios con animales, suplementar con niacina disminuyó la fosforilación de tau y mejoró el rendimiento cognitivo. La vitamina B1 (tiamina) es esencial para el metabolismo de la glucosa en el cerebro. La deficiencia de tiamina podría tener una relación con una mayor producción de beta amiloide, mientras que la suplementación demostró ser prometedora para retrasar el deterioro cognitivo en pacientes con AD.12

Minerales: los héroes olvidados de la salud cerebral

Si bien, siempre se habla de las vitaminas, los minerales tienen una función igual de importante en la salud cerebral. Por ejemplo, el hierro es fundamental para el transporte de oxígeno y producción de neurotransmisores. Sin embargo, el exceso de hierro podría provocar estrés oxidativo e inflamación en el cerebro. El desequilibrio en los niveles de hierro podría provocar ferroptosis, una vía de muerte celular programada que aumenta el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.13

Sin embargo, el zinc es esencial para diversas enzimas e influye en la liberación de neurotransmisores. La deficiencia de zinc podría tener una relación con el deterioro cognitivo, mientras que los niveles adecuados ayudan a proteger contra la toxicidad de la beta amiloide.14

Varios estudios con animales demostraron que el selenio, que es otro mineral importante, tiene efectos neuroprotectores, quizá a través de sus propiedades antioxidantes. El magnesio interviene en múltiples reacciones bioquímicas del cerebro, y un consumo mayor podría tener una relación con una menor incidencia de deterioro cognitivo.15

Cabe recalcar que el desequilibrio de estos minerales también podría afectar la salud intestinal y provocar intestino permeable. El mantener un equilibrio de estos minerales y promover un eje intestino-cerebro saludable apoya su salud cerebral.

Otras maneras en que los microbios del intestino influyen en el riesgo de Alzheimer

Un estudio analizó datos genéticos de miles de personas para identificar ciertos microbios del intestino que ayudan a proteger contra o aumentan la vulnerabilidad al Alzheimer.16 Los investigadores encontraron que la abundancia de algunas cepas de bacterias en el intestino tiene una relación genética con el diagnóstico de Alzheimer.

En concreto, los niveles más elevados de bacterias como Eubacterium, Eisenbergiella y Prevotella tuvieron una relación con un riesgo menor de Alzheimer. Por otro lado, una cantidad mayor de Collinsella, Bacteroides y Veillonella se correlacionó con un riesgo mayor. Estos hallazgos brindan evidencia sólida de que la composición del microbioma intestinal influye en la salud cerebral y el deterioro cognitivo a medida que envejece.

Si bien, es necesario realizar más investigaciones, este estudio brinda la posibilidad de utilizar el análisis de bacterias del intestino o terapias con probióticos como parte de las estrategias para prevenir y tratar el Alzheimer.

Las bacterias que producen butirato protegen el cerebro

Este estudio encontró que varias cepas de bacterias que ayudan a proteger contra el Alzheimer producen butirato, que es un importante ácido graso de cadena corta (AGCC).17 El butirato tiene propiedades antiinflamatorias y ayuda a mantener la integridad del revestimiento intestinal. Los investigadores encontraron que la Eubacterium, Eisenbergiella y bacterias relacionadas podrían ser beneficiosas. Estos microbios metabolizan los carbohidratos de la alimentación en butirato en el colon.

Al disminuir la inflamación y apoyar la función de la barrera intestinal, las bacterias que producen butirato ayudan a evitar que sustancias dañinas lleguen al torrente sanguíneo y afecten al cerebro. Esto apoya la evidencia que sugiere que nutrir las bacterias del intestino a través de la alimentación y estilo de vida favorece la salud cognitiva.

Las bacterias que favorecen la inflamación están relacionadas con un riesgo mayor de Alzheimer

Por otra parte, se sabe que, algunas de las cepas de bacterias que se relacionaron con un riesgo mayor de Alzheimer en este estudio, tienen efectos proinflamatorios.18 Por ejemplo, se encontró que la Collinsella podría ser un factor de riesgo significativo. Otros estudios encontraron niveles más elevados de Collinsella en el intestino de personas con enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide.

Esta bacteria aumenta la producción de compuestos inflamatorios y disminuye la expresión de proteínas que mantienen una barrera intestinal saludable. De la misma manera, algunas especies de Bacteroides secretan lipopolisacárido (LPS), que es una molécula inflamatoria que favorece la disfunción del revestimiento intestinal y la neuroinflamación.19

Al promover una inflamación crónica de bajo grado, estos tipos de bacterias aumentan la vulnerabilidad a los procesos neurodegenerativos, lo que destaca la interacción tan compleja entre el microbioma intestinal, la inflamación sistémica y la salud cerebral.

Por interesante que parezca, este estudio también encontró vínculos entre las bacterias del intestino y los factores de riesgo genéticos conocidos del Alzheimer. Los investigadores encontraron que la abundancia de algunas cepas de bacterias se correlacionó con variantes en el gen APOE, que es uno de los factores de riesgo genéticos más fuertes para el Alzheimer de aparición tardía.20

Por ejemplo, las personas portadoras del alelo APOE ε4 tuvieron niveles más elevados de Collinsella. Esto sugiere que podría haber interacciones entre su predisposición genética y la composición de su microbioma intestinal que influyen en el riesgo de Alzheimer.

Si bien, es necesario realizar más investigaciones al respecto, los hallazgos sugieren que el microbioma intestinal podría ser una vía para estrategias de prevención personalizadas. En el futuro, tal vez sea posible adaptar los enfoques de alimentación y probióticos en función de los factores de riesgo genéticos y perfiles de bacterias del intestino para mejorar la salud cerebral a medida que envejecemos.

AFU vs CFU: la polémica sobre cómo medir los probióticos

Elegir los probióticos adecuados puede ser abrumador, en especial cuando existen innumerables opciones, cada una de las cuales afirma ser la mejor. Es posible que encuentre probióticos que contienen una gran cantidad de unidades formadoras de colonias (CFUs). Muchas personas creen que cuanto mayor sea el recuento de CFU, mejor será el probiótico. Sin embargo, quiero explicar este concepto erróneo y ayudarle a entender qué es lo que hace que un suplemento probiótico sea de alta calidad.

Las CFUs son una unidad de medida que se utiliza para determinar la cantidad de células bacterianas viables en un probiótico. Cuando visite su tienda de productos naturales local, notará una gran variedad de recuentos de CFUs, de hecho, algunos suplementos afirman tener hasta 100 mil millones o más. Es fácil asumir que estos recuentos tan elevados de CFU indican que el producto es mejor, pero hay otros factores que debe tomar en cuenta.

Si bien, las CFUs son importantes, no es lo único que debe considerar. La efectividad de un probiótico depende de varios factores, incluyendo las cepas de bacterias que se utilizan, el mecanismo de administración y si existen estudios clínicos que respalden su efectividad.

Analicemos cómo se miden las CFUs. En un laboratorio de microbiología, se agrega un cultivo de bacterias a una placa de agar y, después de unos días, se cuentan las colonias que crecen. Sin embargo, es muy importante comprender que no todas las colonias sobrevivirán el viaje a través del sistema digestivo. Muchas bacterias probióticas son sensibles al ácido del estómago y la bilis, lo que significa que una parte significativa de las CFUs que consume tal vez no lleguen vivas al intestino.

Además de esto, existen otros factores que se deben considerar. Existen algunas empresas de probióticos que utilizan unidades fluorescentes activas (AFU) en lugar de unidades formadoras de colonias (CFU) para medir las bacterias en sus productos. Permítame explicar por qué esta práctica podría ser engañosa y desfavorable para sus objetivos de salud.

Cuando busca un probiótico para apoyar la salud intestinal, debe asegurarse de elegir un producto con una gran cantidad de bacterias vivas y activas que puedan colonizar su intestino y brindarle los beneficios que busca.

Aquí es donde entran las CFU. Las CFU son las más utilizadas en la industria, ya que toman en cuenta solo las bacterias viables que pueden crecer, multiplicarse y formar colonias dentro de su sistema digestivo. Es un reflejo de las células bacterianas que están vivas y listas para hacer su trabajo. Los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) recomiendan comprar probióticos que mencionen las CFU al final de la vida útil del producto.21

Ahora, hablemos de las AFU. Si bien, las AFU brindan una evaluación más rápida de las poblaciones de bacterias en comparación con los métodos CFU tradicionales, tiene limitaciones significativas para determinar con precisión la potencia de los probióticos. A diferencia de las CFU, que cuentan solo las bacterias viables capaces de formar colonias, las AFU detectan un espectro más amplio de células, incluyendo aquellas que podrían estar dañadas, no viables o incluso muertas.

Esta sobrevaloración podría confundir a los consumidores y profesionales de salud sobre el contenido real de probióticos de un producto. Además, depender de la fluorescencia para detectar bacterias podría generar variabilidad y posibles imprecisiones en el recuento final. Por lo consiguiente, las AFU tal vez no sean el mejor indicador de la efectividad de un probiótico.

Quizá se pregunte por qué una empresa preferiría utilizar AFU en lugar de CFU. Por desgracia, la respuesta a menudo está en la mercadotecnia. Los números más altos en las etiquetas llaman más la atención, lo que hace que el producto parezca más potente y efectivo de lo que es. Sin embargo, esas bacterias muertas o inactivas no harán nada por su salud intestinal. Solo sirven de relleno en las cápsulas, por lo que no obtiene el valor total de lo que paga.

Esto es un problema muy importante en la industria de los suplementos, ya que podría engañar a los consumidores que intentan tomar decisiones informadas sobre su salud. Los organismos reguladores como la FDA y la EFSA reconocen las UFC como la medida estándar para los probióticos, por lo que cuando una empresa no utiliza estas medidas, es importante cuestionar sus motivos y ser cauteloso.

Si encuentra un probiótico que solo utiliza el recuento de AFU, no tenga miedo de hacer preguntas. Una empresa responsable debe ser transparente en cuanto a su etiquetado, y estar dispuesta a explicar qué significan estos números. Deben asegurarse de que los consumidores entiendan la diferencia entre AFU y UFC y cómo afecta la efectividad del producto.

A fin de cuentas, utilizar las AFU en lugar de las CFU podrían hacerle creer que obtiene un probiótico más potente de lo que en realidad es. Es fundamental que las empresas sean honestas y claras en su etiquetado, para que los consumidores puedan tomar una decisión informada.

A medida que continúa su viaje hacia una mejor salud intestinal, recuerde buscar probióticos que utilicen UFC como medida principal. Si una empresa no es honesta en cuanto a su etiquetado o solo utiliza la medida AFU, tal vez sea momento de buscar un producto más confiable que dé prioridad a su bienestar y no a las estrategias de mercadotecnia.

Aunque los carbohidratos complejos y alimentos con fibra nutren estas bacterias, debe tener cuidado al momento de utilizarlos hasta que aumente su energía celular. Esto se debe a que la mayoría de las personas tienen bacterias que provocan enfermedades, y el mismo alimento que nutre la Akkermansia nutrirá a dichas bacterias. Esto aumentará la endotoxina y provocará enfermedades.

En mi nuevo libro titulado: "Los Secretos de la Salud Celular", el cual se publicará en octubre, analizo un sistema de clasificación de carbohidratos que utiliza colores: verde, amarillo y rojo. Los de color verde son carbohidratos como el arroz blanco y la dextrosa, que la mayoría de las personas pueden tolerar, ya que se absorben en el intestino superior y no promueven la producción de endotoxinas.

Los de color rojo suelen considerarse uno de los alimentos más saludables. Sin embargo, tienen fibras que la mayoría de las personas deberían evitar, a menos que tengan un intestino perfecto con muy pocas bacterias patógenas.

Mantener un intestino sano es esencial para la salud cerebral

Un intestino sano alberga una gran variedad de microorganismos que trabajan para proteger su salud. Incrementar las bacterias beneficiosas intolerantes al oxígeno, incluyendo especies importantes como la Akkermansia, refuerza las defensas del intestino y favorece el bienestar general. Esto se relaciona con los hallazgos que ya mencioné, donde se encontró que algunas cepas de bacterias tienen propiedades protectoras contra la enfermedad de Alzheimer.

Estas bacterias beneficiosas fermentan las fibras alimenticias para producir AGCCs, en particular butirato. Como lo mencione, las bacterias que producen butirato, como la Eubacterium y Eisenbergiella, tuvieron una relación con un riesgo menor de Alzheimer. El butirato nutre las células epiteliales del colon, lo que refuerza la barrera intestinal. Los AGCCs también favorecen la producción de mucina y crean un escudo protector contra bacterias dañinas.

Una menor cantidad de bacterias intolerantes al oxígeno provoca una mayor permeabilidad intestinal, o intestino permeable. Esto permite que toxinas, partículas de alimentos no digeridos y microbios dañinos lleguen al torrente sanguíneo, lo que provoca inflamación sistémica y problemas de salud crónicos.

Las bacterias intolerantes al oxígeno son esenciales para convertir las fibras vegetales no digeribles en grasas beneficiosas. Estas bacterias prosperan en un entorno sin oxígeno, y esto requiere la energía celular adecuada para que se mantengan. Sin embargo, consumir aceite de semillas y exponerse a sustancias químicas disruptoras endocrinas (EDCs, por sus siglas en inglés) en plásticos y los campos electromagnéticos (EMFs, por sus siglas en inglés), entre otros factores, perjudican esta producción de energía, lo que impide que se mantenga un entorno intestinal sin oxígeno.

Además, en mi opinión, una de las principales causas de muerte es la endotoxemia que provoca un shock séptico. Esto sucede cuando secreta endotoxinas de anaerobios facultativos, que también se conocen como bacterias tolerantes al oxígeno, que no deberían estar en su intestino. Estas bacterias patógenas producen una forma muy potente de endotoxinas, o LPS, que podrían provocar inflamación si atraviesan la barrera intestinal comprometida y llegan a la circulación sistémica.

Por lo tanto, un intestino permeable o un desequilibrio en el microbioma es una de las causas principales de todas las enfermedades, incluyendo las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Mejorar la función de las mitocondrias y mantener un ecosistema intestinal saludable ayuda al crecimiento de bacterias beneficiosas al mismo tiempo que disminuye los efectos dañinos de las endotoxinas, lo que podría ayudar a mitigar los factores que contribuyen a la demencia y otras enfermedades crónicas.

Además, como sugiere el estudio mencionado, al mantener niveles óptimos de vitamina A, también ayuda a mantener un microbioma intestinal saludable y disminuir la inflamación y el riesgo de deterioro cognitivo y Alzheimer.