📝HISTORIA EN BREVE

  • Consumir alcohol, incluso en pequeñas cantidades, puede dañar la estructura del cerebro, lo que reduce su volumen y afecta la integridad de la materia gris y blanca
  • El etanol que contiene las bebidas alcohólicas se transforma en acetaldehído, una sustancia tóxica que daña las células, lo que causa una serie de problemas de salud, incluyendo un mayor riesgo de cáncer
  • El alcohol también altera la salud intestinal porque mata las bacterias beneficiosas, lo que puede causar síndrome del intestino permeable y activar respuestas inflamatorias que dañan el hígado y el cerebro
  • Consumir alcohol con regularidad se relaciona con mayores niveles de estrógeno, lo que altera el equilibrio hormonal e incrementa el riesgo de cáncer, sobre todo de cáncer de mama
  • Aunque tomar N-acetilcisteína (NAC) podría ayudar a contrarrestar algunos efectos dañinos del alcohol, evitar esta sustancia por completo es la mejor forma de proteger su salud

🩺Por el Dr. Mercola

Brooke Scheller, especialista en nutrición clínica, fundadora de Functional Sobriety (un programa para reducir el consumo de alcohol a través de estrategias alimentarias) y autora del libro titulado "How to Eat to Change How You Drink", habla sobre el impacto del alcohol en el cerebro y el cuerpo.

Aunque mi recomendación principal es que evite por completo el consumo de alcohol, la realidad es que esta sustancia forma parte de la historia de los seres humanos, tanto para uso recreativo como medicinal. De hecho, el primer registro de destilación de alcohol se remonta a China en el siglo I,1 pero en términos generales, el alcohol ha tenido muchos usos diferentes a lo largo de la historia:

  1. Nutricionales: algunas culturas creían, y otras aún lo creen, que el alcohol aporta calorías valiosas, aunque en realidad son "calorías vacías".
  2. Medicinales: su capacidad para matar bacterias hizo que se ganara un lugar en el campo de la medicina. El problema es que también destruye las bacterias intestinales beneficiosas, lo que puede provocar trastornos, como el síndrome del intestino permeable.
  3. Recreativos: este es el uso principal que se le da al alcohol, ya que altera el estado mental. A muchas personas les gusta la sensación que produce, sin importar que después lleguen los efectos negativos, que incluyen estrés, sensación de angustia y falta de motivación.

Cuando se trata de alcohol los riesgos siempre superan los beneficios

Aunque se dice que consumir cantidades pequeñas o moderadas de alcohol puede proporcionar algunos beneficios, la evidencia sugiere que, incluso en pequeñas cantidades, los daños superan los beneficios.

Según un estudio del UK Biobank, el cual analizó escáneres cerebrales de 36 678 adultos de mediana y edad avanzada,2 incluso consumir una o dos bebidas alcohólicas al día se relaciona con cambios negativos en la estructura del cerebro, incluyendo un menor volumen y daños en la integridad de la materia gris y blanca.

El cerebro se compone de dos tipos de tejido principales: materia gris y materia blanca. La materia gris está formada por los cuerpos celulares de las neuronas, que contienen el material genético de las células. Mientras que la materia blanca está formada por axones, que son fibras largas que se extienden desde las neuronas. Estos axones están cubiertos por una sustancia grasa que se llama mielina y que le da a la materia blanca su apariencia distintiva.

Esta vaina de mielina permite que las células nerviosas se comuniquen de forma rápida, lo que mejora la transferencia de información en todo el cerebro.

Entonces, el estudio demuestra que estos efectos negativos en el cerebro también se producen con un bajo consumo de alcohol. Mientras más alcohol consume, mayor es el daño en la estructura del cerebro. Esta investigación demuestra que, cuando se trata de la salud del cerebro, no existe un nivel "seguro" de consumo de alcohol.

Una revisión que se publicó en la revista Frontiers in Neuroscience también analizó la compleja interacción entre el consumo de alcohol y el deterioro cognitivo, y afirmó que el abuso crónico de alcohol produce "cambios en la estructura neuronal a causa de las neuroadaptaciones complejas en el cerebro".3

El alcohol se transforma en un veneno muy tóxico

El etanol que contienen las bebidas alcohólicas es soluble en agua y grasa. Esto le ayuda a atravesar con facilidad todas las células y tejidos del cuerpo. Cuando se consume, el etanol se transforma en acetaldehído, un veneno que daña y mata las células. Luego, el cuerpo convierte el acetaldehído en acetato, que puede utilizarse como combustible. Sin embargo, este proceso requiere de mucho trabajo por parte del metabolismo y no aporta ningún valor nutritivo.

Cuando consume alcohol, primero llega al estómago, luego el hígado comienza a convertir el etanol en acetaldehído y después en acetato. Y algunos de estos subproductos atraviesan la barrera hematoencefálica (BHE) y terminan en el cerebro.

Esta barrera es un mecanismo de protección para mantener las amenazas lejos del cerebro. No obstante, el alcohol tiene una característica única: es soluble en agua y grasa, y esto le permite penetrar con facilidad la barrera hematoencefálica y entrar al tejido cerebral.

Una vez dentro, comienza a interactuar con el entorno dentro del cerebro, el cual alberga dos tipos principales de células: neuronas (células nerviosas) y células gliales (que se encuentran entre las neuronas). La presencia de alcohol en el cerebro altera la función del circuito neuronal, lo que causa muchos de los efectos que se relacionan con la intoxicación.

Además, el alcohol también inhibe la actividad de la corteza prefrontal, un área del cerebro que se relaciona con el control de impulsos y toma de decisiones. Este efecto hace que las personas se vuelvan más impulsivas y atrevidas.

El problema es que estos cambios en el circuito neural pueden durar mucho tiempo, incluso cuando no consume alcohol de forma regular. Por ejemplo, los patrones de consumo de alcohol, como tomar una o dos bebidas por noche, o beber sólo los fines de semana, pueden producir cambios en los circuitos del cerebro que causan comportamientos impulsivos. Estos cambios pueden persistir incluso cuando no consume alcohol, lo que podría hacer que las personas sean más impulsivas en su vida cotidiana.

Por suerte, aunque son persistentes, estos cambios no suelen ser permanentes. Implementar un período de abstinencia, que suele durar entre dos y seis meses, puede permitir que estos circuitos neuronales vuelvan a su estado normal. Una excepción son los casos de consumo crónico y elevado por largos periodos de tiempo, ya que en estos casos los cambios pueden ser más difíciles de revertir.

Otros casos en los que el daño es más profundo es cuando una persona "bebe hasta perder el conocimiento". Cuando una persona pierde el conocimiento, puede seguir activa y consciente, pero su hipocampo (una región del cerebro crucial para la memoria) sufre un deterioro temporal. Esto provoca que no pueda formar recuerdos nuevos y, por esa razón, la persona no se acuerda de lo que hizo, a pesar de que estuvo despierta y funcional durante todo ese tiempo.

El alcohol también daña la salud intestinal

El alcohol daña el microbioma intestinal y el eje intestino-hígado-cerebro, que es una red de comunicación bidireccional que conecta estos tres sistemas. Las propiedades antimicrobianas del alcohol, que lo hacen una gran herramienta para fines de esterilización, también matan las bacterias intestinales beneficiosas.

Por ejemplo, consumir alcohol puede reducir los niveles de Akkermansia muciniphila, una especie bacteriana beneficiosa que se encuentra de manera natural en el intestino humano.4 Esto, a su vez, "altera la producción de metabolitos microbianos y la permeabilidad intestinal, causa inflamación crónica y produce citoquinas".5

El metabolismo del alcohol en el hígado también activa una respuesta inflamatoria, ya que libera citoquinas como la IL-6 y el factor de necrosis tumoral alfa. Esta reacción inflamatoria, junto con la falta de bacterias intestinales beneficiosas, puede causar un problema de salud que se conoce como "intestino permeable". En este estado, las bacterias dañinas de los alimentos que no se digieren por completo pueden salir del intestino y entrar al torrente sanguíneo.

La falta de bacterias beneficiosas y la infiltración de bacterias dañinas crea un modelo de "doble impacto" que empeora todos los efectos negativos. Estos problemas en el intestino y el hígado tienen consecuencias de largo alcance, que llegan hasta el cerebro.

A través de la señalización neuroinmune, las moléculas inflamatorias pueden atravesar la barrera hematoencefálica y alterar los circuitos neuronales que regulan el consumo de alcohol. De forma paradójica, esto suele provocar que una persona consuma más alcohol, lo que crea un círculo vicioso entre los problemas en el microbioma intestinal, la inflamación del hígado y el deterioro de la función cerebral.

Este proceso es la razón por lo que las personas que consumen alcohol de forma regular, incluso en pequeñas cantidades, pueden entrar en un patrón en el que consumen más alcohol y experimentan mayores niveles de inflamación sistémica.6

Mientras tanto, las bacterias patógenas que sobreviven en entornos ricos en oxígeno, segregan una endotoxina muy dañina que se conoce como lipopolisacáridos (LPS), que puede causar inflamación cuando atraviesa la barrera intestinal y llega hasta la circulación sistémica.

Incluso, un solo episodio de consumo excesivo de alcohol incrementa los niveles de endotoxinas, "lo que podría deberse a que produce una translocación de las bacterias intestinales y un cambio en las respuestas inmunológicas innatas", escribieron los investigadores en la revista PLOS One. 7

Un estudio que se publicó en la revista Scientific Reports también descubrió que las personas que consumen mucho alcohol tienen mayores niveles de LPS,8 mientras que, entre los adultos dependientes del alcohol, evitarlo durante 19 días redujo bastante la permeabilidad intestinal.9

Consumir alcohol incrementa el riesgo de muerte prematura

Una revisión sistemática y un metaanálisis de 107 estudios de cohorte, que involucraron a más de 4.8 millones de personas, demostraron que consumir menos de dos bebidas alcohólicas al día no se relaciona con un menor riesgo de muerte por cualquier causa.10 Además, consumir una mayor cantidad (más de dos bebidas alcohólicas), puede acortar bastante la esperanza de vida.

Tim Stockwell, autor principal del estudio y científico del Canadian Institute for Substance Use Research, dijo para Daily Mail que consumir un promedio de dos bebidas alcohólicas por semana puede acortar la vida de una persona de tres a seis días. Por otro lado, consumir siete bebidas alcohólicas por semana puede costar 2.5 meses de vida, mientras que consumir alrededor de 35 bebidas por semana puede acortar la vida de una persona hasta dos años.11

Este efecto dañino del alcohol podría relacionarse con el cortisol. Consumir alcohol con regularidad, incluso en niveles moderados, puede producir cambios en el eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal (HPA), lo que incrementa los niveles de cortisol. En otras palabras, las personas que consumen alcohol de forma regular podrían tener mayores niveles de cortisol, ("hormona del estrés") que las personas que no consumen alcohol. Este incremento crónico en los niveles de cortisol puede dañar mucho la salud.

Esto significa que estas personas podrían sentirse ansiosas y estresadas cuando no consumen alcohol. Además, aunque el cortisol es fundamental para su salud, cuando se sale de control puede causar problemas de salud graves, como degradación muscular, inflamación y deterioro de la función inmunológica, por lo que le recomiendo que analice sus niveles de forma regular.

Consumir alcohol incrementa los niveles de estrógeno y el riesgo de cáncer

Consumir alcohol afecta sus hormonas, sobre todo el equilibrio entre la testosterona y el estrógeno. El alcohol suele estimular la conversión de testosterona en estrógeno,12 lo que puede causar efectos dañinos tanto en hombres como en mujeres. Los estrógenos son uno de los factores principales que podrían incrementar su riesgo de cáncer.

El alcohol también incrementa el riesgo de cáncer a través de la toxicidad del acetaldehído, que puede dañar el ADN, producir inflamación, causar intestino permeable y deteriorar la función inmunológica. Consumir alcohol también altera el sueño, lo que significa que no podrá tener un sueño reparador cuando bebe. Además, la toxicidad del acetaldehído puede alterar la metilación del ADN y la expresión genética, lo que también incrementa el riesgo de cáncer.

Estrategias para minimizar los efectos dañinos del consumo de alcohol

No recomiendo el consumo de alcohol, y la mejor manera de protegerse de sus efectos dañinos es que lo evite por completo. Sin embargo, si planea consumir alcohol, antes de hacerlo tome N-acetilcisteína (NAC). La NAC es un derivado del aminoácido cisteína que no solo incrementa los niveles de glutatión, sino que también ayuda a reducir la toxicidad del acetaldehído que causa los síntomas de la resaca.

Tomar al menos 200 miligramos de NAC unos 30 minutos antes de consumir alcohol puede ayudar a reducir sus efectos tóxicos. Se cree que la NAC funciona aún mejor cuando se combina con vitamina B1 (tiamina). Además, la vitamina B6 puede ayudar aliviar los síntomas de la resaca.

Dado que el alcohol reduce los niveles de vitamina B, y requiere de esta vitamina para eliminar el alcohol de su cuerpo, lo mejor es que tome un suplemento antes y después de consumir alcohol. No obstante, es muy importante mencionar que este enfoque no evita la intoxicación por alcohol ni los demás efectos dañinos que se relacionan con su consumo excesivo.

Por lo tanto, es fundamental consumir alcohol de forma responsable y con moderación, sin importar las medidas de prevención que implemente. Sin embargo, como dije, la mejor estrategia de prevención es que evite el alcohol por completo, mejor busque otras actividades recreativas para reducir el estrés que no involucren el consumo de esta sustancia.