📝HISTORIA EN BREVE

  • El trastorno de alimentación selectiva (ARFID, por sus siglas en inglés) es un trastorno alimentario complejo que se caracteriza por evitar los alimentos, pero no radica en las preocupaciones sobre la imagen corporal. Es capaz de provocar deficiencias de nutrientes, pérdida de peso y asilamiento social
  • Las causas del ARFID son multifacéticas e involucran factores biológicos, psicológicos y ambientales. A menudo coexiste con trastornos de ansiedad y trastornos del espectro autista
  • Los síntomas comunes incluyen una dieta muy restringida, pérdida de peso significativa, ansiedad en torno a la comida y evitar situaciones sociales en las que se come, sin preocuparse por la imagen corporal
  • El ARFID podría provocar graves complicaciones de salud, como anemia, osteoporosis y dificultades cognitivas. También conduce a desafíos sociales y angustia psicológica para las personas afectadas
  • Los enfoques de tratamiento incluyen: terapia cognitiva conductual, tratamiento familiar, asesoramiento nutricional y técnicas de atención plena. Estos tienen como objetivo ampliar poco a poco las opciones de alimentos y reducir la ansiedad en torno a la comida

🩺Por el Dr. Mercola

Imagine un mundo donde la vista, el olor o la textura de la mayoría de los alimentos provocan una intensa ansiedad o disgusto. Para las personas con trastorno de alimentación selectiva (ARFID, por sus siglas en inglés) esta es su realidad día tras día. El ARFID, que a veces se le describe como: "síndrome del comedor selectivo​", es una afección muy compleja que no sólo se relaciona con ser quisquilloso.

Se caracteriza por una incapacidad persistente para satisfacer las necesidades nutricionales, lo que a menudo resulta en una pérdida de peso significativa, deficiencias nutricionales o incluso dependencia de suplementos o de alimentación por sonda.

A diferencia de otros trastornos alimentarios, el ARFID no subyace en las preocupaciones sobre la imagen corporal ni por el deseo de perder peso. En cambio, las personas con ARFID podrían evitar alimentos debido a sensibilidades sensoriales, miedo a atragantarse o vomitar, o una falta general de interés en comer. Esto puede dar lugar a una dieta muy restringida, aislamiento social y complicaciones de salud importantes.

A medida que aumenta la conciencia sobre el ARFID, es fundamental que tanto el público como los profesionales de la salud comprendan sus síntomas, desafíos y estrategias para afrontarlo de manera efectiva.

¿Qué provoca este "trastorno silencioso alimentario" o ARFID?

En este reciente diagnóstico se estima que del 0.5 al 5 % de niños y adultos padecen de ARFID.1 En una publicación de 2013 de la American Psychiatric Association, la cual proporciona criterios estandarizados para la clasificación y el diagnóstico de los trastornos de salud mental, 2 se agregó a este trastorno a la quinta edición del documento titulado “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders”.

Stuart Murray, quien es profesor asociado de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad del Sur de California y director del Laboratorio de Investigación Traslacional en Trastornos Alimentarios, le dijo lo siguiente a la cadena CNN:

"Lo llamaría el trastorno alimentario silencioso, porque es muy frecuente, pero es el menos estudiado, del que menos se habla y el menos financiado a nivel de investigación federal".3

Se desconocen las causas exactas que provocan el ARFID, no obstante, las investigaciones sugieren que es posible que sea resultado de una interacción compleja de factores biológicos, psicológicos y ambientales. Los factores biológicos podrían incluir sensibilidades sensoriales, predisposición genética y diferencias neurológicas al momento de que se procesa el gusto o el olfato.

A través de estudios hormonales se encontraron niveles anormales elevados de sustancias que ayudan a la saciedad, tales como el péptido YY, la colecistoquinina y la oxitocina; además, se encontraron niveles bajos de hormonas que estimulan el hambre, tales como la grelina en pacientes con ARFID, lo que podría contribuir al desarrollo o la persistencia del trastorno.4

También los factores psicológicos son trascendentales,5 pues es común que el ARFID coexista con trastornos de ansiedad, el espectro autista y tendencias obsesivo-compulsivas. Por ejemplo, en una revisión sistemática publicada en European Eating Disorders Review se encontró que los trastornos de ansiedad le ocurren del 9 al 72 % de los pacientes con ARFID, mientras que el autismo afecta de entre el 8 al 54.75 % de las personas con este trastorno.6

También las experiencias traumáticas con alimentos, o bien, experiencias con atragantamiento contribuyen a su desarrollo. Jennifer Thomas, del Hospital General de Massachusetts, explicó lo siguiente en la revista Psychiatric Annals:7

"Una niña de 11 años se presentó a la clínica de trastornos alimentarios del hospital de mi equipo, presentaba una pérdida de peso acelerada. Ella fue de los primeros pacientes que traté con ARFID. Durante una cena familiar se atragantó con una chuleta, por lo que desarrolló un temor a comer alimentos sólidos. Me dijo con una mirada muy expresiva que estaba aterrada de incluso comer un grano de arroz.
Mientras trataba de comprenderla, sus padres me dijeron que siempre había sido "muy quisquillosa para comer", pues tenía una preferencia por alimentos simples, como la pasta a la mantequilla, y siempre comía poco.
A diferencia de la mayoría de los pacientes que tuvimos en la clínica en esa temporada, la chica estaba muy estresada por su pérdida de peso y quería recuperarlo. Por lo tanto, su presentación clínica contrastaba mucho con la mayoría de los pacientes, cuyas conductas de trastorno alimentario se mantenían, en parte, por un deseo inquebrantable de estar delgados".

Los factores medioambientales, tales como las dificultades de alimentación temprana, la ansiedad de los padres sobre la alimentación o la exposición limitada a alimentos variados en la primera infancia, podrían aumentar el riesgo de padecer ARFID.8

Además, ciertos rasgos en el temperamento, como la alta sensibilidad, la rigidez en las rutinas o el perfeccionismo podrían predisponer a los individuos a desarrollar este trastorno. Es importante considerar que el ARFID puede desencadenarse a cualquier edad, pues no está ligado a algún evento específico, lo que hace que cada caso sea único en sus orígenes y manifestación.

¿Cuáles son los signos y síntomas del ARFID?

Este trastorno se manifiesta de manera distinta en cada individuo; no obstante, hay varias señales comunes que son una alerta. La más obvia es una dieta muy restringida, a menudo limitada a una pequeña cantidad de alimentos "seguros". Dichos alimentos seguros podrían ser de un color, textura o marca específica. Las personas con ARFID pueden rechazar grupos enteros de alimentos, como frutas, verduras o proteínas, lo que provoca desequilibrios alimenticios.

Asimismo, el ARFID va más allá de la alimentación selectiva y alcanza niveles extremos al evitar alimentos.  Murray le dijo lo siguiente a CNN:

"Una persona quisquillosa con la comida podría comer solo una parte de la porción en su plato o podría comer solo un poco. Es posible que una persona con ARFID no coma nada de lo que hay en el plato si hay un alimento que considera inaceptable".9

Los síntomas físicos de ARFID incluyen pérdida de peso significativa, o en los niños la imposibilidad de ganar peso o crecer como se esperaba. Los problemas gastrointestinales son comunes, así como los signos de desnutrición como fatiga, debilidad o caída del cabello. En casos graves, las personas podrían necesitar suplementos alimenticios o incluso sondas de alimentación para preservar su salud.

A menudo, las personas con ARFID muestran niveles altos de ansiedad en torno a la comida y a situaciones en las que se deba ingerir alimentos, por lo que presentan altibajos emocionales y conductuales. Podrían evitar eventos sociales que involucren comida, tener dificultades para comer en público o sentir pánico cuando se les presentan alimentos nuevos o a los que le teman.

A diferencia de las personas con anorexia nerviosa, las personas con ARFID por lo general no expresan preocupaciones sobre la imagen corporal o el aumento de peso. En cambio, cuando evitan alimentos se puede deber a un miedo a atragantarse, vomitar o experimentar otras consecuencias negativas por comer.

Vivir con ARFID implica riesgos para la salud y obstáculos sociales

Las personas con ARFID enfrentan múltiples desafíos que se extienden mucho más allá de la hora de comer. La alimentación muy restringida, típica del ARFID, lleva a deficiencias alimenticias importantes, lo que es posible que ocasione una serie de complicaciones de salud, incluyendo las siguientes:10

Anemia

Sistema inmunológico debilitado

Osteoporosis

Desequilibrio de electrolitos

Presión arterial baja

Paro cardíaco

Pubertad retrasada

Daño a los órganos

Los retrasos en el crecimiento son comunes en los niños con ARFID, mientras que los adultos podrían experimentar pérdida de peso no saludable y desgaste muscular. La función cognitiva se puede ver afectada por la falta de nutrientes esenciales en el cuerpo, lo que provoca dificultades de concentración, memoria y agudeza mental general.

Además, las situaciones sociales a menudo se convierten en una fuente de ansiedad extrema para quienes tienen ARFID. Asistir a reuniones sociales o incluso participar en comidas familiares son experiencias muy estresantes. Dicho aislamiento social provoca sentimientos de soledad, depresión y baja autoestima. En entornos profesionales, los almuerzos de negocios u otros eventos centrados en la comida podrían ser obstáculos para el avance profesional.

Lugares como las cafeterías escolares o las fiestas de cumpleaños pueden llegar a ser muy desafiantes para niños y adolescentes, lo que podría afectar su desarrollo social y sus relaciones. No debe subestimarse el costo psicológico del ARFID. Muchas personas con este trastorno experimentan ansiedad intensa en torno a la comida, lo que podría permear en otras áreas de la vida.

La preocupación constante por encontrarse con alimentos desconocidos o sentirse presionado a comer puede ser agotadora y abrumadora. Dicho estrés crónico puede exacerbar problemas de salud mental existentes o desarrollar nuevos.

Además, la incomprensión y la falta de concienciación en torno al ARFID generan sentimientos de frustración y aislamiento, ya que las personas podrían sentir que los demás no comprenden o no toman en serio sus luchas. Esto crea barreras para poder buscar ayuda y es posible que prolongue la duración y la severidad del trastorno. Clare Liedstrand, quien sufre de ARFID, le dijo lo siguiente a la revista Inspire the Mind:11

"Padecer de ARFID aísla a las personas. Muchos eventos sociales giran en torno a la comida, por lo que es casi imposible evitar preguntas sobre el tema. Como resultado, la ansiedad social a menudo coexiste con el ARFID, porque las personas se vuelven cada vez más conscientes de su alimentación.
Tampoco beneficia el hecho de que la gente que nos rodea examina de manera regular nuestras decisiones. La gente a menudo comenta sobre el tamaño de mis porciones… o la falta de condimentos en mi comida. Si bien a menudo tengo la apertura de responder preguntas y ayudar a las personas a comprender, no siempre quiero discutir sobre los detalles de mi trastorno con extraños...
Resulta más sencillo comer en privado que responder o escuchar los comentarios ajenos. El comer en público podría ser muy estresante, lo que para muchos de nosotros es un acto de valentía".

Enfoques naturales para el tratamiento del ARFID

Por lo general, el tratamiento para el ARFID implica un enfoque multidisciplinario, el cual combina intervenciones psicológicas con orientación alimenticia. La terapia cognitivo conductual (TCC), que ayuda a modificar conductas, pensamientos y emociones, adaptada para el ARFID ha mostrado resultados prometedores. 12

Dicha terapia ayuda a las personas a desafiar y cambiar sus pensamientos y comportamientos negativos en torno a la comida. La terapia de exposición, un componente clave de la TCC para el ARFID,13presenta de manera gradual los alimentos temidos o evitados en un entorno controlado y de apoyo. Paso a paso este enfoque ayuda a las personas a desarrollar confianza y a bajar su ansiedad en torno a la comida.

El tratamiento basado en la familia, el cual fue desarrollado al inicio para la anorexia nerviosa, ha sido adaptado para el ARFID con resultados positivos, especialmente para niños.14 Dicho enfoque involucra a toda la familia en el proceso del tratamiento y los educa sobre el trastorno al enseñarles estrategias para apoyar al individuo en el hogar. Los padres o cuidadores desempeñan un papel crucial en la planificación de las comidas, el estímulo y la creación de un entorno alimentario positivo.

Además, la terapia ocupacional podría ser beneficiosa, sobre todo para aquellos con sensibilidades sensoriales.15 Los terapeutas ocupacionales trabajan en técnicas de desensibilización y ayudan a las personas a desarrollar estrategias para lidiar con texturas y olores alimentarios desafiantes.

Otra piedra angular en el tratamiento del ARFID es la orientación alimenticia. El profesional de la salud holística podría trabajar con el individuo para ampliar de manera paulatina su alimentación y, al mismo, tiempo garantizar que se satisfagan sus necesidades nutricionales.

Esto podría implicar una planificación creativa de las comidas y el encadenamiento de alimentos,16 al vincular los alimentos aceptados con otros nuevos que poseen propiedades similares, así como complementar recomendaciones cuando sea necesario. Algunas personas tienen éxito con técnicas de atención plena y relajación que ayudan a controlar la ansiedad en torno a la comida.

El yoga, la meditación y los ejercicios de respiración también pueden ser herramientas valiosas para reducir el estrés y crear una relación más positiva con la comida. Si bien la recuperación del ARFID es un proceso largo, estos enfoques naturales ofrecen esperanza y han ayudado a muchas personas a ampliar sus dietas y mejorar su calidad de vida.