📝HISTORIA EN BREVE

  • Los diagnósticos de TDAH en niños en Estados Unidos han aumentado y hoy en día 1 de cada 9 niños lo padecen. Factores como la intolerancia química en los padres, los contaminantes ambientales y las exposiciones prenatales son factores que contribuyen
  • Las sustancias tóxicas relacionadas con el TDAH incluyen el plomo, los ftalatos, el BPA, los pesticidas y la contaminación del aire. Estos alteran el desarrollo del cerebro y los sistemas de neurotransmisores al afectar el comportamiento y la función cognitiva
  • La exposición a los campos electromagnéticos de los dispositivos electrónicos provoca disfunción mitocondrial y efectos neuropsiquiátricos, lo que es posible que contribuya al desarrollo del TDAH. Se recomienda limitar la exposición a los campos electromagnéticos, pero esto resulta complicado en los entornos modernos
  • La vacunación múltiple durante la infancia se asocia a un mayor riesgo de TDAH. Las vulnerabilidades genéticas aumentan la susceptibilidad a toxinas ambientales como el glifosato y los ingredientes de las vacunas
  • La composición del microbioma intestinal en los primeros años de vida juega un papel crucial en el desarrollo neurológico. El uso frecuente de antibióticos, el estrés ambiental y la exposición al humo de segunda mano en la primera infancia aumentan el riesgo de TDAH

🩺Por el Dr. Mercola

En Estados Unidos, 1 de cada 9 niños de entre 3 y 17 años han sido diagnosticados con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).1 Entre ellos, el 58.1 % tenía casos moderados o graves, pero el 30.1 % no había recibido ningún tratamiento para la afección.

Al momento de describir el TDAH como "un problema de salud pública continuo y en expansión", los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos también revelaron que, en comparación con el 2016, en 2022 alrededor de 1 millón más de niños recibieron un diagnóstico de TDAH.2

Si bien los autores sugirieron que una mayor conciencia y diagnóstico, y los factores estresantes relacionados con la pandemia de COVID-19, podrían estar impulsando el aumento de los casos de TDAH,3 es probable que otros factores, incluyendo la exposición a sustancias tóxicas, sean los responsables.

Los datos de los CDC destacan un marcado aumento del TDAH

En 2016, el 9.9 % de los niños en Estados Unidos fueron diagnosticados con TDAH en algún momento de sus vidas. Para el 2022 este porcentaje aumento un 11.4 %. En el 2022 hubo 6.5 millones de niños con esta condición. Entre ellos, el 77.9 % tenía al menos un trastorno coexistente, como ansiedad, depresión, discapacidad de aprendizaje o trastorno del espectro autista (TEA). Más de la mitad (53.6 %) tomaba medicamentos para el TDAH, mientras que el 44. 4 % estaba sujeto a un tratamiento conductual.4

El TDAH se considera una condición "crónica y debilitante" que afecta el éxito académico y los logros profesionales más adelante en la vida, además de plantear desafíos para las relaciones y el funcionamiento diario.5 Los niños con TDAH podrían tener baja autoestima y una menor función social, mientras que los adultos con TDAH a menudo experimentan baja autoestima y una mayor autocrítica.6

También existen riesgos para la salud física. Las personas con TDAH tienen más probabilidades de desarrollar dependencia a la nicotina, el alcohol, la cocaína y otras drogas, al igual que presentan tasas más altas de obesidad, autolesiones y atracones.7 Una revisión paraguas publicada en la revista Frontiers in Psychiatry destaca el importante costo que esta condición tiene para la vida de una persona y destaca la necesidad urgente de identificar sus causas subyacentes:

"Los hallazgos revelan un espectro de riesgos para la salud y el estilo de vida asociados con el TDAH, que abarca vulnerabilidades de salud mental, como la adicción, el suicidio, los trastornos alimentarios y trastornos del estado de ánimo y de la personalidad. Además, la revisión enfatiza la importancia de reconocer los principales riesgos para la salud física, en particular la obesidad, los problemas de sueño, la higiene bucal, las lesiones y las enfermedades somáticas.
Resulta notable que el análisis revela de manera general las implicaciones sobre el estilo de vida, que abarcan áreas como la conducta delictiva, la criminalidad, la violencia, el empleo, la educación, la calidad de vida, las relaciones y la toma de riesgos".

Los padres con sensibilidad química múltiple tienen más probabilidades de tener hijos con TDAH

Los padres que sufren de sensibilidad química múltiple, la cual se describe con una gama de síntomas que ocurren después de la exposición al moho, inhalantes químicos, alimentos y aditivos alimentarios, pesticidas, medicamentos y otros productos químicos, tienen 2.1 más probabilidades de tener un hijo con TDAH y 5.7 más probabilidades de tener un hijo con autismo. 8

Previamente, los investigadores encontraron una relación entre la intolerancia química y los mastocitos, y sugieren que "el aumento global del autismo y del TDAH puede deberse a tóxicos derivados de combustibles fósiles y biogénicos que epigenéticamente 'activan' o 'desactivan' genes críticos de los mastocitos, los cuales pueden transmitirse de generación en generacion".9

La exposición a insecticidas conocidos como piretroides en el útero o durante la primera infancia también se ha relacionado con retrasos en el desarrollo neurológico y problemas de comportamiento. Entre los niños de 8 a 15 años, aquellos con niveles más altos de metabolitos piretroides ácido 3-fenoxibenzoico (3-PBA) en la orina tenían el doble de probabilidades de tener TDAH en comparación con aquellos con niveles más bajos.10

Contaminantes ambientales implicados en el TDAH

Muchos contaminantes ambientales se relacionan con el TDAH. En una revisión de literatura se encontró que el plomo, los ftalatos y el bisfenol A tienen relación "de moderada a alta" con el TDAH.11 El bisfenol A (BPA) y los pesticidas, por ejemplo, afectan los sistemas de serotonina y dopamina del cerebro, ya que producen cambios en el comportamiento y la función neurológica.

Los pesticidas también afectan el sistema colinérgico que involucra al neurotransmisor acetilcolina. Este sistema es importante para el aprendizaje, la memoria y la activación muscular. Los metales pueden contribuir al TDAH al alterar el modo en que funcionan los canales de calcio, los cuales son importantes para la liberación de neurotransmisores en el cerebro, así como al afectar el receptor N-metil-D-aspartato, lo que puede provocar problemas cognitivos y de comportamiento. 12

La contaminación del aire es otro factor probable. En una revisión sistemática de 801 estudios se reveló que la exposición prenatal a la contaminación del aire por partículas de material particulado de tamaño 2,5 (PM2,5) se vincula a un mayor riesgo de TDAH.13 La contaminación del aire por PM2.5 se refiere a partículas con un diámetro de 2.5 micrómetros o menos. Estas partículas finas son lo suficientemente pequeñas como para inhalarlas profundo en los pulmones.

El estudio también reveló una conexión entre el TDAH y la exposición a la contaminación del aire después del nacimiento, "resalta los posibles daños al desarrollo neurológico derivados de la exposición temprana a estos contaminantes".14 Según el estudio:15

"Las investigaciones demuestran que la exposición prenatal y a temprana edad a contaminantes puede afectar de manera negativa el volumen del cerebro y las funciones cognitivas, lo que conduce a un aumento de los problemas de conducta.
En concreto, la exposición a PM2.5 durante el embarazo se asocia a una reducción de la materia blanca en el hemisferio izquierdo del cerebro, lo que puede aumentar el riesgo de sufrir síntomas de TDAH. A pesar de las profundas implicaciones que tiene la exposición a contaminantes del aire en el desarrollo neurológico, que pueden dar lugar a graves discapacidades de por vida, su reconocimiento sigue siendo limitado y, a menudo, se la califica de 'asesino silencioso'".

Los ftalatos se relacionan con trastornos de atención y conducta

De acuerdo con el Proyecto TENDR (Targeting Environmental Neuro-Development Risks), que es una colaboración de científicos, profesionales de la salud y defensores de los niños y el medio ambiente, la exposición generalizada a los ftalatos, presentes en todo, desde envases de alimentos hasta productos de cuidado personal, también pone en riesgo el desarrollo del cerebro de los niños.

Este grupo se formó en 2015 debido a la creciente preocupación de que las sustancias químicas ambientales y tóxicas aumentarán el riesgo de los trastornos del neurodesarrollo, como el autismo, los déficits de atención, trastornos del aprendizaje, hiperactividad y discapacidad intelectual.16

En su documento informativo de abril de 2024 para los delegados, piden reformas políticas para proteger los cerebros de los niños contra los efectos nocivos de los productos químicos tóxicos presentes en los plásticos, incluyendo los ftalatos. Respecto a los productos químicos, el documento señala:17

"Los ftalatos no están unidos químicamente a los productos que los contienen y migran fácilmente al polvo, los alimentos y el medio ambiente. Se ha establecido claramente que la clase de ortoftalatos es neurotóxica, incluyendo el ftalato de di-2-etilhexilo (DEHP), el ftalato de di-butilo (DBP) y el ftalato de butilbencilo (BBzP).
Un conjunto sustancial y creciente de evidencia documenta los impactos de la exposición prenatal a los ftalatos en el desarrollo cerebral, incluyendo la función cognitiva y motora que se ve afectada en el período preescolar o en la niñez posterior o adolescencia temprana, los impactos en el comportamiento, como la función ejecutiva, atención y memoria de trabajo deficientes, retraso en el desarrollo del lenguaje, coeficiente intelectual reducido y TDAH en edad preescolar y en la niñez".

A medida que han aumentado las tasas de TDAH, también lo han hecho los productos de uso diario que contienen ftalatos, bisfenoles y otras sustancias químicas vinculadas al TDAH, lo que hace difícil evitarlos. Por ejemplo, Consumer Reports encontró los compuestos en 84 de 85 alimentos y bebidas analizados.18 Se encontró BPA en el 79 % de las muestras, que incluían frutas, verduras, leche, carne, mariscos, alimentos para bebés y más, mientras que se encontraron ftalatos en todos los productos analizados excepto uno.

Otras exposiciones tóxicas vinculadas al TDAH

Los campos electromagnéticos son los cigarrillos del siglo XXI, por lo tanto, la mayoría de las personas están expuestas todo el día, todos los días. Casi toda la radiación proviene de los teléfonos celulares, torres celulares, computadoras, medidores inteligentes y wifi, solo por mencionar algunas fuentes.

La exposición a los campos electromagnéticos produce radicales libres que dañan las mitocondrias. Entre las consecuencias más comunes de la exposición crónica a los campos electromagnéticos en el cerebro se encuentran enfermedades crónicas como el TDAH. El Dr. Martin Pall también descubrió un mecanismo de daño biológico causado por las microondas emitidas por los teléfonos móviles y otras tecnologías inalámbricas, a través de los canales de calcio dependientes de voltaje (VGCC, por sus siglas en inglés) incrustados en las membranas celulares.19

Los canales de calcio dependientes del voltaje se encuentran en niveles elevados en el cerebro y las investigaciones con animales demuestran que incluso los niveles bajos de campos electromagnéticos de microondas producen efectos importantes en el cerebro. Los estudios sugieren que, cuando se activan los campos electromagnéticos estos canales de calcio dependientes de voltaje, causan una serie de efectos neuropsiquiátricos.

Al menos 26 estudios relacionan los campos electromagnéticos con efectos neuropsiquiátricos, y se han utilizado cinco criterios específicos para demostrar que esta relación es causal, lo que significa que los campos electromagnéticos ocasionan estos efectos.20 También se ha informado de una asociación entre la exposición a la radiación no ionizante del campo magnético (CM) durante el embarazo y un mayor riesgo de TDAH.21 Si bien es casi imposible evitar por completo la exposición a los campos electromagnéticos, existen maneras prácticas de limitarla.

La exposición a múltiples vacunas durante la infancia también podría tener implicación. El Dr. Paul Thomas, a quien le suspendieron la licencia debido a su defensa del consentimiento informado con respecto a las vacunas, junto con James Lyons-Weiler del Institute for Pure and Applied Knowledge (IPAK, por sus siglas en inglés), realizaron un estudio en el cual se compara la salud de los niños vacunados y de los no vacunados.22

Los hallazgos revelaron que los niños vacunados experimentaron incidencias significativamente mayores de diversos problemas de salud, incluyendo problemas de comportamiento.23 Cabe destacar que entre los 561 niños no vacunados a ninguno lo diagnosticaron con TDAH, mientras que el 5.3 % de los niños que habían recibido algunas o todas las vacunas recomendadas se les diagnosticó con TDAH.24,25

El estudio también señala que la tasa de TDAH en la práctica era aproximadamente la mitad de la tasa nacional. Según The Defender:26

"Si bien los científicos y los funcionarios de salud pública a menudo citan la predisposición genética como un factor causal del TDAH, Thomas dijo que la vulnerabilidad genética se relaciona más con una mayor susceptibilidad a toxinas, como el herbicida glifosato y el aluminio en las vacunas.
'Lo que algunos podrían llamar genético es simplemente un efecto tóxico de la exposición en el útero', que puede dificultar la eliminación de toxinas del cuerpo; también afecta la capacidad de producir suficiente dopamina y norepinefrina, los neurotransmisores que se cree que están involucrados en la concentración mental, un problema que está en el corazón del TDAH".

El TDAH podría ser ocasionado por un microbioma intestinal deficiente en los primeros años de vida

La composición del microbioma intestinal al nacer y durante el primer año de vida también puede desempeñar un papel clave en el desarrollo de trastornos del desarrollo neurológico como el TDAH.27 En un estudio publicado en la revista Cell, investigadores de la Universidad de Florida monitorearon a un grupo de niños suecos desde su nacimiento durante un período de 20 años para identificar factores que podrían influir en el desarrollo de un trastorno del desarrollo neurológico.28

Recopilaron datos extensos de las primeras etapas de la vida de los niños al utilizar cuestionarios detallados sobre infecciones, uso de antibióticos, estrés, condiciones prenatales e historial de salud familiar. También analizaron marcadores biológicos como los metabolitos en la sangre del cordón umbilical y en las heces, tipos de proteínas de las células y bacterias intestinales.

En particular, la investigación relacionó los cambios en las bacterias intestinales con trastornos del desarrollo neurológico e identificó signos tempranos de problemas digestivos y del estado de ánimo. Los bebés que desarrollaron estas afecciones tenían deficiencia de muchas bacterias que promueven la salud intestinal, incluyendo las siguientes: Akkermansia, Bifidobacterium, Ruminococcus y Faecalibacterium.

El estudio también reveló que los niños que habían tenido tres o más infecciones de oído tratadas con penicilina desde que nacieron hasta los 5 años, tenían un mayor riesgo de sufrir trastornos del desarrollo neurológico en comparación con los del grupo de control, incluyendo 3.27 veces más probabilidades de desarrollar TDAH.29

Mientras tanto, el estrés ambiental, así como el emocional, aumentaron el riesgo de trastornos del desarrollo neurológico, mientras que los niños pequeños expuestos al humo de segunda mano tenían 4.88 veces más probabilidades de desarrollar TDAH. En general, para proteger la salud cerebral en el útero y durante la primera infancia, es necesario tomar medidas no solo para mejorar la salud intestinal sino también para evitar exposiciones a toxinas.