📝HISTORIA EN BREVE

  • La etiqueta “sin OGM” no significa que sea una agricultura libre de químicos. Estos cultivos aún podrían ser tratados con pesticidas y herbicidas. Muchos granos no orgánicos se rocían con pesticidas tóxicos como el glifosato justo antes de la cosecha, una práctica conocida como desecación
  • Un estudio reciente encontró glifosato en 44 de los 46 productos orgánicos y no orgánicos sin gluten que fueron analizados, algunos con niveles muy altos
  • Exponerse al glifosato podría afectar la salud intestinal, ya que mata las bacterias beneficiosas y promueve el crecimiento de bacterias dañinas. De acuerdo con un estudio que se publicó en la revista JAMA Internal Medicine, consumir alimentos orgánicos podría tener relación con un menor riesgo de cáncer
  • El consumo diario admisible de la EPA para el glifosato es 7000 veces más alto que los estándares de Europa, lo que genera preocupaciones sobre la supervisión regulatoria
  • Apoyar las prácticas agrícolas orgánicas y regenerativas a través de las elecciones de los consumidores podría ayudar a impulsar un cambio positivo en el sistema alimentario

🩺Por Ashley Armstrong, autora invitada

En una época en la que la conciencia sobre la salud es cada vez mayor, muchos de nosotros nos hemos vuelto más cuidadosos con los alimentos que consumimos. Leemos muy bien las etiquetas, elegimos productos orgánicos cuando es posible y tratamos de evitar los alimentos procesados. Sin embargo, hay un aspecto esencial de nuestro sistema alimentario que a menudo pasa desapercibido: la producción y procesamiento de granos.

Aunque muchos de nosotros nos esforzamos por tomar decisiones más saludables, las cuestiones financieras a menudo limitan nuestra capacidad de comprar productos orgánicos.

Sin embargo, cuando se trata de granos y legumbres (trigo, avena, garbanzos y otros), el riesgo es mucho mayor. Este componente de nuestra alimentación podría albergar más peligros de los que creemos, en especial cuando se trata del uso de pesticidas y herbicidas.

Algo que muchos consumidores no saben es que una gran cantidad de granos se rocían con pesticidas tóxicos justo antes de la cosecha; por lo tanto, obtener granos orgánicos, o por lo menos conocer su origen, es vital para nuestra salud.

El concepto erróneo sobre los alimentos no transgénicos

Es importante mencionar que la agricultura orgánica no es perfecta. Aunque implica menos productos químicos sintéticos, algunos sí están permitidos. Además, la agricultura orgánica a menudo depende de la labranza, que es una práctica que implica maquinaria para manipular el suelo mediante el arado o cultivo. Este proceso podría dañar la salud del suelo, ya que degrada su estructura, aumenta la erosión y altera las poblaciones de microbios.

Sin embargo, un error muy común es creer que la etiqueta “sin OGM” significa que es una agricultura libre de químicos. En realidad, esta etiqueta solo indica que los cultivos no fueron modificados. No dice nada sobre el uso de pesticidas o herbicidas durante el proceso de cultivo. Este malentendido a menudo lleva a los consumidores a creer que están comprando algo más saludable, cuando la realidad es que todavía podrían estar expuestos a sustancias químicas nocivas.

Aunque muchas personas saben que el glifosato y otros herbicidas tóxicos se utilizan para controlar las malezas, pocos saben que estos productos químicos también se utilizan como agentes secantes en algunas operaciones agrícolas no orgánicas, lo que genera niveles más altos de glifosato en productos no orgánicos hechos de avena, trigo y otros granos.1

Esta práctica, conocida como desecación, consiste en rociar los cultivos con glifosato entre 1 y 2 semanas antes de la cosecha para acelerar el proceso de secado, lo que les permite a los agricultores cosechar antes.2 Es como darles a los cultivos un día de spa, excepto que en lugar de salir relajados y rejuvenecidos, salen muertos y con posibles efectos cancerígenos. ¡Algo sofisticado!

En los últimos años, el uso de glifosato como desecante previo a la cosecha ha aumentado de forma espectacular. Por ejemplo, aunque el trigo no es un cultivo transgénico, el uso de glifosato en este grano se ha disparado en un 400 % en los últimos veinte años.3 Esto no solo sucede con el trigo, sino con una gran variedad de granos y legumbres, incluyendo la cebada, la avena, el maíz, la soya, los garbanzos y más.

La práctica de utilizar glifosato para la desecación de cultivos comenzó en Escocia en la década de los 80. De acuerdo con el Dr. Charles Benbrook, los agricultores tenían problemas con el secado irregular de los cultivos de trigo y cebada. Para solucionar este problema, los agricultores comenzaron a utilizar glifosato poco antes de la cosecha para matar los cultivos y así acelerar el proceso de secado.

Así nació la práctica de rociar los cultivos con glifosato antes de la cosecha, que después se expandió a otras regiones y cultivos. Utilizar glifosato como desecante previo a la cosecha deja residuos químicos que luego se procesan en nuestros alimentos, lo que aumenta de forma significativa el riesgo de exposición.4 Esta práctica es más común en regiones con temporadas de crecimiento cortas y cosechas más húmedas.

Los hallazgos inquietantes

Estudios recientes encontraron niveles alarmantes de glifosato en varios productos de granos.5 El Grupo de Trabajo Ambiental analizó varios tipos de cereales para el desayuno y refrigerios populares, y encontró cantidades considerables de glifosato en muchas muestras. El nivel más alto se encontró en el producto Oatmeal Squares Honey Nut de Quaker, el cual contenía 2837 partes por mil millones (ppb) de glifosato, casi 18 veces el punto de referencia del EWG.

Como si eso no fuera suficiente, un estudio de marzo de este año6 analizó 46 muestras de productos orgánicos y no orgánicos sin gluten para detectar glifosato y otros pesticidas.

Los resultados fueron inquietantes: 44 de las 46 muestras dieron positivo en glifosato. El nivel más alto se encontró en la pasta de garbanzos de Banza, la cual contenía 2693 partes por millón (ppm), ¡la cantidad más alta registrada en alimentos humanos por el laboratorio que realizó el estudio! (Además, el estudio encontró que algunos alimentos etiquetados como libres de gluten, si contenían gluten).

Pese a que el glifosato ha sido el centro de muchas investigaciones y preocupaciones públicas, no es la única sustancia química que debería preocuparnos. El mismo estudio de marzo de este año, que encontró niveles elevados de glifosato, también descubrió que el 2.4-D, el cual es un componente del Agente Naranja, era el pesticida más predominante en las muestras. El estudio encontró que productos como la harina sin gluten de King Arthur y las galletas con sal marina de Milton's tenían los niveles más altos de pesticidas.

Destrucción de nuestros intestinos

Cada vez es más evidente que exponerse al glifosato tiene consecuencias graves para la salud, y una de las preocupaciones más importantes es su impacto en nuestro microbioma intestinal.7

El sufijo "-cida" en "herbicida" (y en otros términos similares como pesticida, fungicida, etc.) proviene de la palabra latina "caedere", que significa "matar" o "cortar". Por lo tanto, en relación al herbicida, "cida" indica que la sustancia está diseñada para matar.

El glifosato está diseñado para matar malezas y microorganismos en el suelo, pero nuestro sistema digestivo contiene billones de microorganismos. Varios estudios demostraron que el glifosato podría inhibir el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino y, al mismo tiempo, promover el crecimiento de bacterias patógenas, lo que podría provocar disbiosis.8

“Los residuos de glifosato en los alimentos podrían provocar disbiosis, ya que los patógenos son más resistentes al glifosato que las bacterias comensales”.9

El Human Microbiome Project encontró que 732 de las 941 especies de bacterias de nuestro intestino tienen por lo menos una copia del gen al que ataca el glifosato. Eso significa que el 55 % de nuestras bacterias del intestino son sensibles al glifosato, el 38 % son resistentes y el 7 % no están clasificadas.10 Por ende, la capacidad del glifosato de alterar nuestra salud intestinal es considerable y preocupante.

Fallas regulatorias

No se preocupe. La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) nos protege. La EPA estableció el consumo diario admisible de glifosato en nuestra agua potable en un nivel que sólo es 7000 veces más alto que el estándar de Europa.

Para los alimentos, la EPA estableció la Ingesta Diaria Admisible (IDA) de glifosato en 1.75 mg/kg de peso corporal/día, lo que es mucho más alto que los estándares de Europa (0.5 mg/kg) y Canadá (0.3 mg/kg).11  Lo peor es que estos estándares sólo consideran la toxicidad directa del glifosato y no toman en cuenta su impacto potencial en la salud intestinal.

Aunado a eso, tenemos que considerar lo que los investigadores llaman el "efecto cóctel". Pese a que el glifosato es el ingrediente activo de muchos herbicidas, los cultivos suelen tratarse con una mezcla de agroquímicos. Los efectos sinérgicos de estas mezclas de sustancia químicas aún se desconocen y no han sido estudiados, en especial en lo que respecta a su impacto en el microbioma intestinal. Esta falta de información representa un riesgo significativo para la salud.

Otro riesgo de exponerse a los pesticidas que a menudo se pasa por alto es el efecto acumulativo. Incluso si un alimento contiene niveles "seguros" de pesticidas según los estándares de la EPA, consumir de forma regular muchos alimentos con residuos podría resultar en a una exposición total considerable. Este efecto acumulativo casi nunca se toma en cuenta en las decisiones regulatorias o guías de salud pública.

"Aunque el glifosato es el ingrediente activo, los cultivos se secan con GBH, el cual contiene otros compuestos además del glifosato. Lo que complica más la situación es que la mayoría de los GBH son patentados y sus ingredientes y porcentajes relativos no se conocen.
Esta falta de claridad plantea un desafío importante para los investigadores, ya que no saben con qué están trabajando, la cantidad presente y los efectos sinérgicos de estas sustancias químicas cuando se combinan. Además, los cultivos suelen tratarse con un “cóctel” de agroquímicos que incluye otros herbicidas, además de glifosato y el GBH.
Los efectos citotóxicos del glifosato parecen aumentar cuando se combina con otros herbicidas, incluyendo el Paraquat… Este fenómeno sugiere que los residuos de glifosato en nuestro suministro de alimentos podrían generar consecuencias graves cuando se combinan con otros agroquímicos de uso común".12

A medida que los peligros del glifosato se hacen más evidentes, algunos agricultores están recurriendo a otros productos químicos, como el Dicamba. Sin embargo, en términos de impacto ambiental o salud, este cambio no representa una mejora. Solo reemplaza una sustancia química peligrosa por otra, lo que mantiene el ciclo de dependencia a productos químicos en la agricultura.

Es importante mencionar que el uso generalizado de productos químicos tóxicos en la agricultura no es culpa de los agricultores, sino más bien el resultado de un sistema agrícola defectuoso, diseñado por las agencias de gobierno y las influencias de la industria a lo largo de los años. Los agricultores a menudo se encuentran en una situación difícil, presionados por los problemas económicos, las demandas del mercado y las políticas agrícolas que durante mucho tiempo han promovido las prácticas agrícolas de alto rendimiento y el uso de productos químicos.

El sistema actual, que está diseñado en gran medida por los subsidios gubernamentales, las prioridades de quien financia la investigación y los marcos regulatorios, ha creado un entorno en el que las prácticas agrícolas que dependen de productos químicos suelen ser la opción más viable en términos económicos para muchos agricultores.

Además, años de educación especializada y mensajes (propaganda y publicidad) de la industria han reforzado estas prácticas, lo que dificulta que los agricultores opten por métodos alternativos sin un apoyo significativo y un cambio sistémico. Muchos agricultores solo tratan de sobrevivir en un sistema que fue diseñado sin considerar las consecuencias para el medio ambiente y la salud.

El camino a seguir

El predominio del glifosato en nuestro sistema alimentario es inquietante, ya que se ha detectado incluso en la leche materna,13 lo que demuestra su capacidad de bioacumularse en el cuerpo.

Por fortuna, podemos disminuir nuestra exposición si ponemos atención al origen de nuestros alimentos (EN ESPECIAL cuando se trata de granos). Además, los estudios demostraron que disminuir el consumo de alimentos con alto contenido de glifosato podría beneficiar la salud.

Una revisión realizada por la Universidad de Washington encontró que los trabajadores agrícolas que utilizaban glifosato de forma considerable tenían una probabilidad 41 % más elevada de desarrollar linfoma no Hodgkin, en comparación con aquellos que lo utilizaban con poca frecuencia o no lo utilizaban.14

Además, un estudio que se publicó en la revista JAMA Internal Medicine demostró que las personas que consumían una alimentación rica en alimentos orgánicos tenían un riesgo menor de cáncer. 15

Conclusión

Aunque obtener productos orgánicos no siempre es posible, es muy importante saber de dónde provienen los granos que consume (trigo, avena, maíz, arroz, cebada, garbanzos, etc.) o los subproductos de granos (pan, productos horneados, cereales, galletas, etc.). Así como muchas personas recomiendan que investigue de dónde proviene la carne que compra, lo mismo debería aplicarse a los granos y cereales.

Es importante recalcar que, incluso si elimina la soya o el trigo de su alimentación y elige productos "sin gluten", aún podría estar expuesto al glifosato, ya que muchos otros cultivos no orgánicos se secan antes de la cosecha.

Por ejemplo, si compraba de forma regular la pasta de garbanzos de la marca Banza porque pensaba que era una opción más saludable, lo único que hacía era aumentar su exposición al glifosato.

Sé que es mucha información y que es posible que se sienta un poco abrumado. Tal vez vea su desayuno y piense ¿esto me hará daño?

Pero recuerde ¡el conocimiento es poder! Y, en este caso, le ayudará a tomar mejores decisiones sobre lo que consume. Este no será un cambio “desde arriba”, ya que el gobierno no le da prioridad a la salud pública.

El cambio se producirá desde abajo, a través de la demanda de los consumidores. Dado que a las grandes corporaciones no les importa la salud pública, es nuestra responsabilidad, como consumidores, educarnos sobre estos temas, hacer preguntas y tomar decisiones informadas sobre los alimentos que consumimos.

Los granos orgánicos son mejores en comparación con los granos sin OGM. Sin embargo, lo ideal sería obtenerlos de granjas regenerativas, aunque éstas pueden ser más difíciles de encontrar.

La agricultura regenerativa implica un uso mínimo o nulo de productos químicos y, en cambio, se centra en mejorar la salud del suelo para producir cultivos saludables. Este enfoque no sólo disminuye la exposición a productos químicos, sino que también mejora la salud del suelo, ya que no se utiliza la labranza.

Apoyar las prácticas agrícolas orgánicas y regenerativas, así como exigir transparencia en la producción de alimentos a los agricultores, las cooperativas y las grandes empresas es fundamental para crear un sistema alimentario más saludable. ¡Todo depende de nosotros!

Al final, lo importante no solo es lo que comemos, sino cómo se producen nuestros alimentos. Al poner atención a estos aspectos de nuestro sistema alimentario, podemos tomar control de nuestra salud y contribuir a un futuro más sostenible para la agricultura.

Apoyar a los agricultores orgánicos y regenerativos puede marcar una gran diferencia. Piense en ello como si votara con su dinero. Cada vez que elige un producto de grano orgánico, vota en contra del sistema de cultivo convencional que depende de productos químicos.

Sobre la autora

Ashley Armstrong es cofundadora de la empresa Angel Acres Egg Co., la cual produce huevos con niveles bajos de grasas poliinsaturadas. Angel Acres Egg Co vende huevos bajos en PUFA.

Ashley también es cofundadora de Nourish Cooperative, una empresa que vende la mejor carne de cerdo y pollo con bajo contenido de PUFA, carne de res de animales sin vacunas, queso sin pasteurizar y masa madre tradicional.