📝HISTORIA EN BREVE

  • El Dr. Stanley Plotkin es coautor de un artículo que se publicó en el New England Journal of Medicine en el que admite que hay lagunas de gran importancia en la investigación sobre la seguridad de las vacunas, lo que contradice décadas de afirmaciones de que las vacunas se han estudiado a fondo y que son seguras
  • El artículo reconoce las deficiencias de los ensayos clínicos que se realizaron antes de autorizar las vacunas y revela la falta de financiación específica para los estudios de seguridad posteriores a la autorización en Estados Unidos
  • Más del 76 % de los efectos relacionados con las vacunas que examinó el Instituto de Medicina carecían de evidencia suficiente para determinar la causalidad, lo que desafía las afirmaciones de que la seguridad de las vacunas está comprobada
  • Un estudio del Dr. Paul Thomas encontró tasas más altas de diversos problemas de salud en niños vacunados en comparación con niños no vacunados, lo que destaca que es necesario hacer más investigaciones independientes
  • Los críticos argumentan que las soluciones propuestas y las motivaciones de los autores sugieren un intento de aumentar la confianza del público en las vacunas en lugar de examinar los problemas de seguridad de manera crítica

🩺Por el Dr. Mercola

En un cambio inesperado, el Dr. Stanley Plotkin, considerado como el padrino de la vacunología moderna, coescribió un artículo en el New England Journal of Medicine1 (NEJM) en el cuál reconoció que hay lagunas de gran importancia en la investigación sobre la seguridad de las vacunas y pidió un mayor financiamiento para abordar estas deficiencias.

Esta confesión se dio a conocer después de décadas durante las cuales la clase médica insistía en que las vacunas son de las intervenciones médicas más estudiadas y seguras. En el artículo, que lleva por título: "Funding Postauthorization Vaccine-Safety Science",2 hicieron varias revelaciones que validan las preocupaciones que plantearon los defensores de la seguridad de las vacunas desde hace mucho tiempo.  Aaron Siri, socio director del bufete de abogados Siri & Glimstad de Nueva York, escribió lo siguiente en un comentario:3

"Vaya. Después de décadas de que el Dr. Stanley Plotkin y sus discípulos vacunólogos insistieran en que las vacunas son los productos más estudiados del planeta, acaban de escribir un artículo en el que admiten justo lo contrario.
Acaban de admitir que las vacunas no se someten a los estudios pertinentes, ni antes ni después de ser autorizadas. Por ejemplo, admitieron que 'los ensayos clínicos previos a la autorización tienen tamaños de muestra y duraciones de seguimiento limitadas' y que 'no hay recursos destinados a realizar estudios de seguridad después de autorizarlas'".

Confesiones de vital importancia aclaran la falta de estudios sobre la seguridad de las vacunas

Una de las confesiones más sorprendentes del artículo reconoce que los ensayos clínicos previos a la autorización de las vacunas no son adecuados para evaluar la seguridad. Los autores afirman lo siguiente:4

"Se necesitan estudios posteriores a la autorización para caracterizar por completo el perfil de seguridad de una nueva vacuna, ya que los ensayos clínicos previos a la autorización tienen muchas limitaciones en lo que respecta a tamaños de muestra, la duración del seguimiento y la heterogeneidad poblacional. Es fundamental examinar los eventos adversos posteriores a la inmunización (AEFI, por sus siglas en inglés) que no se han detectado en ensayos clínicos, para determinar si tienen una relación causal con la vacunación o si es una coincidencia".

Esto contradice a los defensores de las vacunas que afirmaban que los ensayos clínicos proporcionan evidencia sólida de seguridad antes de que se aprueben. La confesión de que estos ensayos tienen períodos de seguimiento limitados es importante, ya que los críticos han argumentado durante mucho tiempo que los posibles efectos a largo plazo de las vacunas no se estudian de manera adecuada antes de que se aprueben y se recomienden para su uso generalizado. Aaron Siri afirmó lo siguiente:

"Permítanme explicarlo de una manera más sencilla, los ensayos clínicos en los que se basa la autorización de vacunas infantiles no sirven de nada en lo que respecta a la seguridad, ya que prácticamente nunca tienen un control con placebo, por lo general revisan la seguridad durante días o semanas después de llevar a cabo la vacunación y tienen muy pocos participantes para medir algo de valor".5

El artículo del NEJM revela que hoy en día no existe un flujo de financiación específico para realizar estudios de seguridad de vacunas posteriores a la aprobación. Los autores afirman lo siguiente:

"Aunque el ACIP [Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización] reconoce la necesidad, en la actualidad no hay recursos para realizar estudios de seguridad después de la autorización más allá de las asignaciones anuales, que deben ser aprobadas por el Congreso cada año".6

Esta falta de financiación constante es una de las razones por las que muchas preguntas en torno a la seguridad siguen sin respuesta años o incluso décadas después de haber aplicado las vacunas. Los autores admiten que "el progreso en la ciencia de la seguridad de las vacunas ha sido lento", y citan la evidencia epidemiológica tardía y la comprensión incompleta de los mecanismos biológicos como factores esenciales. 7 Pero como indica Aaron Siri:8

"Es vergonzoso pretender que no se ha ignorado o atacado durante décadas a quienes piden estos estudios mientras se aparenta que no existe una montaña de estudios similares que demuestran lo anterior... [y] es vergonzoso pretender que los grupos de padres no han estado gritando sobre este tema [de financiación] durante décadas solo para ser ignorados y atacados".

'No hay evidencia suficiente' para determinar si el 76 % de los problemas de salud que se relacionan con las vacunas en verdad se deben a ellas

En un pasaje revelador, el artículo afirma lo siguiente:

"En 234 revisiones de varias vacunas entre 1991 y 2012, el IOM encontró evidencia inadecuada para probar o refutar la causalidad en 179 (76 %) de las relaciones que exploró, lo que ilustra la necesidad de un mayor rigor científico".9

Esta estadística es asombrosa: en más de tres cuartas partes de los resultados de salud relacionados con las vacunas que examinó el Instituto de Medicina (ahora Academia Nacional de Medicina), no había pruebas suficientes para determinar si las vacunas tenían una relación causal o no. Esto contradice las reiteradas garantías de que la seguridad de las vacunas está confirmada.

El artículo también indica que incluso en el caso de las reacciones adversas conocidas a las vacunas, no se comprenden los mecanismos biológicos. Esto incluye enfermedades graves como el síndrome de Guillain-Barré asociado con las vacunas contra la influenza y la miocarditis vinculada a las vacunas antiCOVID-19 de ARNm.

Los expertos llevan mucho tiempo pidiendo que se realicen investigaciones imparciales para comprender el impacto de las vacunas en la salud de los niños, pero la realidad es que las agencias de salud pública y los defensores de las vacunas no han estado interesados en conocer la verdad. Aaron Siri escribe lo siguiente:10

"Si en verdad les interesa la verdad sobre las lesiones que causan las vacunas y la velocidad a la que ocurren estas lesiones, entonces deberían acoger con agrado la convocatoria de un panel bipartidista que pudiera primero revisar todos los estudios muy preocupantes y los datos duros que ya existen sobre este tema (a menudo realizados por científicos que no están a beneficio de las compañías farmacéuticas), y así podríamos diseñar estudios adicionales juntos y realizarlos en público para que todos tengan que vivir con el resultado.
… El Dr. Plotkin y compañía deberían acoger con agrado los estudios que puedan demostrar que las vacunas no han contribuido al aumento de las enfermedades infantiles crónicas (muchas de las cuales son enfermedades inmunomediadas) del 12 % de los niños a principios de los años 1980 (cuando los CDC recomendaban 7 vacunas infantiles de rutina) a más del 50 % de los niños ahora (cuando los CDC recomiendan más de 90 vacunas infantiles de rutina).
Y creo que acogerían con agrado este tipo de estudios si pudieran garantizar que los resultados demostrarán que las vacunas no causan estos daños. Por desgracia, la realidad es que (como saben) ya existen estudios que demuestran que las vacunas contribuyen a este aumento. De cualquier manera, su objetivo verdadero no es estudiar la seguridad. Más bien, se trata de demostrar su suposición previa de que las vacunas son seguras y que los daños son "raros".

El Dr. Plotkin y sus coautores, si bien reconocen que existen importantes lagunas en la ciencia sobre la seguridad de las vacunas, proponen aumentar la financiación recurriendo al fondo fiduciario del Programa de Compensación por Lesiones por Vacunas (VICP, por sus siglas en inglés). Afirman que este fondo, que se genera por un impuesto especial a las vacunas, tenía un superávit de 4300 millones de dólares para abril de 2023.11

Sin embargo, es importante tomar en cuenta las motivaciones que declararon los autores para proponer estos cambios. Expresan su preocupación por las "dudas generalizadas sobre las vacunas" y argumentan que la lentitud de los avances en la ciencia de la seguridad de las vacunas ha "sido un obstáculo para que las acepten". En otras palabras, su principal objetivo es aumentar la confianza del público en las vacunas, no examinar las cuestiones de seguridad con una mente abierta y de manera crítica.

No logran admitir las décadas de mentiras, manipulación psicológica y fraude

Aaron Siri señala que lo que se afirma en el artículo del NEJM contradice de forma directa lo que garantizaron los médicos durante muchas décadas. Siri afirma lo siguiente:12

"Durante décadas, la comunidad médica insistió en que las vacunas son el producto más estudiado hasta el momento; por ejemplo, el Dr. Paul Offit dijo: 'Creo que deberíamos estar orgullosos de las vacunas, ya que, de las cosas que introducimos a nuestro cuerpo, quizás sean de las más seguras y más analizadas'".

Sin embargo, como sostiene Aaron Siri, los padres de niños con lesiones por las vacunas y otras personas que expresaron preocupación sobre estudios de seguridad inadecuados fueron "rechazados y atacados por la comunidad médica y las agencias de salud" durante años. Este artículo del Dr. Plotkin es un reconocimiento tardío de lo que estos defensores han estado diciendo todo el tiempo, aunque con intenciones dudosas:13

"El Dr. Plotkin y sus discípulos saben que no pueden practicar vudú en público. No pueden ocultar la verdad. Entonces, su única opción es admitir ahora que no existen estudios que demuestren que las vacunas son seguras para tratar de ocultar que han mentido durante décadas.
Pero, por conveniencia, no admiten que durante décadas mintieron, engañaron y defraudaron (y no uso esa palabra a la ligera) al público al afirmar que las vacunas son los productos cuya seguridad ha sido probada con más minuciosidad en el planeta y que las personas deberían estar tranquilas, que no hay nada de qué preocuparse en materia de seguridad de las vacunas.
… Su verdadera agenda es evidente y no es estudiar la seguridad de las vacunas, sino más bien confirmar lo que ya creen. Esto queda muy claro por el hecho de que, si bien en su artículo admiten que no se han realizado estudios, también escriben que los daños graves causados por las vacunas son "raros". Pero si no se han realizado estudios, ¿cómo lo saben?"

Aaron Siri también señala que los autores ignoran los estudios que encontraron evidencia de daños causados por las vacunas o sus componentes.14 Sostiene que una investigación imparcial debería considerar este conjunto de evidencia en lugar de partir del supuesto de que los eventos adversos graves son raros.

Un estudio demuestra que los niños vacunados tienen mayores tasas de enfermedad

Un estudio realizado por el Dr. Paul Thomas y James Lyons-Weiler examinó la salud de niños vacunados y no vacunados durante un período de 10 años en una práctica pediátrica. Al Dr. Thomas se le suspendió la licencia médica debido a que defendió el consentimiento informado para las vacunaciones.

La investigación, publicada en la Revista Internacional de Investigación Ambiental y Salud Pública,15 reveló que los niños vacunados tenían tasas más altas de diversos problemas de salud en comparación con los niños no vacunados, incluyendo los siguientes:

Asma

Alergias

Eczema

Sinusitis

Gastroenteritis

Infecciones respiratorias

Infección del oído medio

Conjuntivitis

Problemas respiratorios

Problemas de comportamiento

 Cabe destacar que un pequeño porcentaje de niños vacunados había desarrollado TDAH, mientras que ninguno de los no vacunados lo padecía. El estudio también reportó tasas más bajas de trastorno del espectro autista y TDAH en la práctica, en comparación con los promedios nacionales. Los autores sugirieron que los niños no vacunados en el consultorio eran al menos tan saludables, si no más saludables, que sus contrapartes que sí habían recibido vacunas.16

Los investigadores también enfatizaron la necesidad de realizar más estudios independientes sobre este tema, libres de posibles conflictos de intereses con la industria de las vacunas, para comprender mejor la relación entre la vacunación y los problemas de salud de los niños.

Las soluciones propuestas plantean interrogantes sobre sus verdaderas intenciones

Durante años, quienes han expresado inquietudes sobre la seguridad de las vacunas han sido acusados de “estar en contra de la ciencia" y de poner en peligro la salud pública. El artículo del NEJM demuestra que tenían fundamento sus críticas principales, como las que giraban en torno a la falta de estudios de seguridad adecuados.

La publicación de este artículo marca un cambio significativo en el discurso público sobre la seguridad de las vacunas. Al admitir que hay importantes lagunas en los estudios de seguridad y que el progreso de la ciencia de la seguridad de las vacunas es muy lento, el Dr. Plotkin y sus coautores validaron las preocupaciones que habían descartado muchos expertos en medicina.

No obstante, las soluciones propuestas y las motivaciones que declararon los autores plantean preguntas importantes sobre si esto representa un cambio genuino hacia un examen más crítico de la seguridad de las vacunas o si simplemente es un intento de aumentar la confianza que se debilitó en la población. Aaron Siri prosigue con lo siguiente:17

"Después de llegar a la conclusión a priori de que los daños son 'raros', además de ignorar todos los estudios existentes que brindan evidencia de que sí se presentan, estas personas tienen la audacia de querer asaltar el fondo federal de compensación por lesiones de vacunas para pagarse a sí mismos y a sus compatriotas cientos de millones de dólares para llevar a cabo los estudios que, sin duda, tratarían de confirmar su conclusión previa de que los daños de las vacunas son 'raros', mientras ignoran los estudios que revelan que sí existen y que son graves".

Si algo debe quedarnos claro es que la afirmación tan repetida de que las vacunas son “la intervención médica más estudiada” ya no puede sostenerse de manera creíble. Como demuestra este artículo, todavía queda mucho por aprender sobre la seguridad de las vacunas, y reconocerlo es un paso importante hacia el consentimiento informado y unas políticas de vacunación transparentes.