📝HISTORIA EN BREVE

  • Estados Unidos enfrenta una terrible crisis de salud pública: el 80 % de los adultos tienen sobrepeso u obesidad y más del 50 % tienen prediabetes, y lo más sorprendente de todo es que bastó una sola generación para llegar hasta aquí
  • La disfunción mitocondrial es una de las características principales de las enfermedades crónicas. Cuando las mitocondrias no funcionan de forma correcta, el cuerpo comienza a experimentar una serie de problemas
  • La industria farmacéutica controla gran parte de la educación médica, la investigación y medios de comunicación. Existe un grave problema de conflicto de interés, ya que las compañías farmacéuticas son las que financian los estudios y patrocinan a los médicos
  • En la actualidad, los sistemas de salud se benefician de mantener enfermas a las personas La raíz del problema está en el hecho que la atención médica se basa en tratar cada uno de los síntomas con medicamentos diferentes, en lugar de abordar la causa subyacente
  • Las soluciones reales serían: corregir la disfunción metabólica a través de cambios en el estilo de vida, mejorar los subsidios agrícolas, implementar normas más estrictas sobre el conflicto de interés y actualizar la educación médica para enfatizar la importancia de la nutrición y la atención de prevención

🩺Por el Dr. Mercola

Hace poco, la KFF (una prestigiosa organización que se enfoca en las políticas de salud) realizó una encuesta1 que encontró que alrededor de 12 % (o 1 de cada 8) de los adultos que viven en Estados Unidos han utilizado un GLP-1 como Ozempic, Wegovy o medicamentos similares en algún momento de su vida.

  • En la actualidad, hasta el 6 % de los adultos (más de 15 millones de personas) toman estos medicamentos de prescripción.
  • La mayoría las personas (61 %) que recurrieron a estos medicamentos, lo hicieron para controlar enfermedades crónicas como diabetes o enfermedades cardíacas.
  • Mientras que el 38 % afirmó que los tomó para bajar de peso.
  • El uso varía según el grupo de edad, por ejemplo, su uso es más común entre adultos de entre 50 y 64 años.

En una entrevista, Tucker Carlson y Cali Means (el hermano del médico Casey Means, que estudió en Standford y a quien entrevisté hace poco), nos hablan a mayor detalle sobre estas sorprendentes estadísticas. La información que leerá aquí desafiará todo lo que creía saber sobre la crisis de salud de Estados Unidos.

La conversación comienza con una cruda realidad: Estados Unidos se enfrenta a una crisis de salud nunca antes vista y sus implicaciones van mucho más allá del bienestar individual, ya que representan una amenaza para la estructura misma de la sociedad.

La entrevista pinta un panorama bastante sombrío del estado actual de la salud pública en Estados Unidos. En Estados Unidos, el 42.5 % de los adultos tienen obesidad, mientras el 30.7 % tiene sobrepeso, 2 eso significa que el 73.1% de los adultos tienen sobrepeso u obesidad. Pero, no solo se trata de cargar unos cuantos kilos de más, sino que es un síntoma visible de un problema mucho más profundo y dañino que afecta a nuestra sociedad: la disfunción metabólica.

Otro punto muy importante que se menciona en esta entrevista es la velocidad a la que se produjo esta terrible epidemia de problemas de salud. Solo bastó una generación para que el porcentaje de personas con sobrepeso u obesidad alcanzara niveles sin precedentes.

Aunque lo más impactante de todo podría ser que, alrededor del 48 % de las personas que viven en Estados Unidos tienen prediabetes (se estima que el 52 % son hombres y el 44 % son mujeres), una cifra que se basa en un umbral de azúcar en ayunas de 100 mg/dl en adelante. 3 Este criterio más estricto nos brinda una imagen más precisa de la terrible crisis de salud metabólica que enfrenta este país.

Pero, esta crisis no se limita a los adultos, ya que se estima que hasta el 24 % de los adolescentes de 12 a 18 años tienen prediabetes. 4 El 30 % de los adultos5 y el 18.5 % de los adolescentes y adultos jóvenes6 (de 12 a 24 años) también tienen la enfermedad del hígado graso, un problema de salud que antes solo se veía entre personas de edad avanzada con problemas de alcoholismo.

Esta crisis no solo afecta la salud sino también la economía. Los costos de atención médica están fuera de control y se gastan miles de millones de dólares al año en tratar enfermedades que pueden prevenirse en primer lugar. A nivel individual, el costo de controlar las enfermedades crónicas puede alcanzar los miles de dólares al año. Y la llegada de medicamentos más nuevos, solo ha incrementado los costos aún más.

El papel de las mitocondrias en la epidemia de salud de Estados Unidos

Pero, las cosas no son tan simples como parecen, hay un grupo de protagonistas en esta terrible epidemia de salud pública de las que pocos hablan: sus mitocondrias. Estas pequeñas fuentes de energía que se encuentran dentro de sus células se encargan de producir adenosina 5′-trifosfato (ATP), la molécula que porta la energía de la que dependen casi todos los procesos celulares. Cuando las mitocondrias no funcionan de forma correcta, el cuerpo comienza a experimentar una serie de problemas.

Las enfermedades crónicas someten a sus células a niveles muy elevados de estrés. En un principio, sus mitocondrias se esfuerzan por satisfacer la creciente demanda de ATP. Pero con el tiempo, las cosas comienzan a salirse de control, y eso causa lo que se conoce como disfunción mitocondrial. Dado que las mitocondrias no funcionan de forma correcta, no pueden satisfacer la necesidad de energía de su cuerpo, lo que tiene consecuencias graves. Tener menos ATP disponible, provoca que todos los procesos que dependen de la energía en las células comiencen a fallar.

También se altera el delicado equilibrio de iones dentro y fuera de las células, se ralentizan las reacciones enzimáticas y se deterioran las funciones básicas del cuerpo.

Sus células, desesperadas por obtener energía, recurren a la glucólisis, una forma menos efectiva de producir energía que ocurre en el citoplasma de la célula en lugar de en las mitocondrias. Esta transición a la glucólisis y el incremento en los niveles de lactato es algo muy similar a lo que sucede en el efecto Warburg, que se produce en los tumores de rápido crecimiento. Es una señal de que sus células están bajo un estrés metabólico muy severo.

Como si esto no fuera suficiente, las mitocondrias disfuncionales se convierten en una de las fuentes principales de las especies reactivas de oxígeno (ROS). Estas moléculas son muy reactivas y causan daños importantes en las células al dañar su estructura y oxidar proteínas críticas. A esto se le conoce como estrés oxidativo y algunos de sus efectos más dañinos incluyen: alterar la transcripción genética, dañar el ADN y causar inflamación local.

Pero, este daño no solo se produce a nivel celular. La disfunción mitocondrial también estimula la liberación de citoquinas inflamatorias, activa los fibroblastos y promueve la remodelación de los tejidos en todo el cuerpo. Este cambio en la estructura también incrementa el riesgo de enfermedades crónicas.

Tal vez en este momento se pregunte: ¿qué tiene que ver todo esto con la crisis de salud pública que enfrenta Estados Unidos? En la entrevista se establecen conexiones directas entre la disfunción mitocondrial y una serie de problemas de salud que afectan a este país, desde la obesidad y la diabetes hasta las enfermedades cardíacas e incluso los trastornos de salud mental, y también se menciona que los sistemas e instituciones permitieron que se desarrollara esta crisis en primer lugar.

La corrupción dentro de la industria alimentaria y las agencias del gobierno forma parte importante de este problema. Por ejemplo, sabía que hoy en día se destina más dinero de los subsidios agrícolas para la producción de cigarros que de vegetales, o que, el 90 % de los subsidios se destinan a la industria de alimentos ultraprocesados.

El gobierno de Estados Unidos, a través de su programa de cupones para alimentos, fomenta el consumo de refrescos. Las compañías de refrescos ganan más de $10 mil millones al año gracias a este programa. Pero, eso no es lo más sorprendente de todo, hasta hace poco, se pagaba a grupos de derechos civiles para argumentar que eliminar los refrescos de los cupones de alimentos era un acto racista.

La industria farmacéutica ve la obesidad y la crisis de salud como una mina de oro

Pero, la revelación más inquietante de todas podría ser la influencia de la industria farmacéutica en esta crisis de salud. Las compañías farmacéuticas se benefician de las enfermedades, promocionar medicamentos como Ozempic, como una cura milagrosa para la obesidad, solo es uno de los muchos ejemplos de medicamentos que hacen que las personas se vuelvan dependientes de por vida, con un costo promedio de unos $20 000 dólares por paciente al año.

Las cifras son perturbadoras. Dado que el 73.1 % de los adultos tienen sobrepeso u obesidad, el mercado para este medicamento es enorme. Tanto que, Wall Street ya anticipa ganancias masivas que implican una caída en las acciones de alimentos y un incremento en las acciones de las farmacéuticas. La entrevista sugiere que este medicamento está por convertirse en el más vendido en la historia de Estados Unidos, y que se han destinado billones de dólares de financiación gubernamental a las compañías farmacéuticas.

Pero, no solo se trata de dinero, los medicamentos como Ozempic se relacionan con una serie de efectos secundarios graves, que incluyen problemas gastrointestinales, parálisis estomacal e incluso un mayor riesgo de depresión y suicidio, y el 30 % de las personas dejan de tomar el medicamento en tres meses, incluso cuando el seguro ya pagó el tratamiento completo.

Este es un problema muy característico del sistema de salud de Estados Unidos, existe un problema grave de conflicto de interés dentro del campo de la investigación médica, ya que las compañías farmacéuticas financian los mismos estudios que evalúan sus productos. La entrevista revela que la industria farmacéutica es la que más gasta en anuncios de noticias por televisión, y que las compañías farmacéuticas son las que más dinero destinan a la investigación sobre la obesidad.

Aún más inquietante es el hecho de que los fabricantes de medicamentos gastan cientos de millones de dólares al año en pagos directos a médicos. Estos "honorarios de consultoría" crean un claro conflicto de interés, ya que son estos mismos médicos los que prescriben sus medicamentos.

La contradicción sobre el GLP-1

Los medicamentos como Ozempic proporcionan una hormona que su cuerpo necesita de forma desesperada: el GLP-1, que es una hormona que producen las células especializadas en el colon que se conocen como células L enteroendocrinas. Aunque estas células se encuentran en todo el intestino, se concentran en mayores cantidades dentro del colon.

Pero, a diferencia de Ozempic que le proporciona GLP-1 de forma continua, estas células L producen GLP-17 en respuesta a los nutrientes que consume, sobre todo a los carbohidratos y las grasas. El GLP-1 ayuda a regular los niveles de azúcar, estimula la secreción de insulina, inhibe la liberación de glucagón y ralentiza la rapidez con la que se vacía el estómago. 8,9

Los efectos de estas hormonas intestinales determinan cosas como el apetito y el consumo de alimentos. Se sabe que el GLP-1, ya sea que se libere de forma natural o se administre a través de un medicamento, reduce el consumo de alimentos tanto en animales como en humanos.

Esa es la razón por la que ahora se utilizan los agonistas del receptor GLP-1 para tratar la obesidad y la diabetes tipo 2. Los efectos del GIP en el apetito son más complejos y de hecho, son algo controversiales, ya que algunos estudios sugieren que podría promover el consumo de alimentos. Pero, investigaciones recientes encontraron que combinar agonistas de GLP-1 con GIP estimula aún más la pérdida de peso e incrementan los beneficios metabólicos. 10

Los mecanismos que utilizan estas hormonas para influir en el comportamiento alimentario son bastante complejos, ya que implican tanto efectos directos en el sistema digestivo (reducir el vaciado del estómago y el movimiento intestinal) como interacciones con el sistema nervioso. Por ejemplo, el GLP-1 puede activar las terminaciones nerviosas del intestino que envían señales al cerebro, lo que produce en efecto en las áreas que afectan el control del apetito y la recompensa alimentaria.

También puede actuar de forma directa en el cerebro cuando cruza la barrera hematoencefálica. Este complejo sistema de detección de nutrientes y liberación de hormonas en el intestino es fundamental para regular el apetito, el metabolismo y la salud en general, lo que nos lleva a la antigua frase: eres lo que comes.

El medicamento Ozempic imita un proceso natural en su cuerpo, pero ¿a qué costo? Primero que nada, no tratan la causa subyacente por la que las células L no producen suficiente GLP-1, Lo único que hacen es que crean dependencia a una fuente externa.

Y no olvidemos el precio: 20 000 dólares al año por algo que su cuerpo debería producir de forma natural cuando recibe las herramientas que necesita.  Es otro ejemplo de cómo la industria farmacéutica se beneficia de mantenernos enfermos, y por qué no hace nada por tratar el problema subyacente.

La pregunta aquí es: ¿por qué sus células L no funcionan de forma correcta? ¿Cuál fue el cambio en la alimentación o estilo de vida que alteró este proceso natural? Claro que a nadie le interesa enseñarnos a comer y vivir de una manera que promueva nuestra producción natural de GLP-1 porque eso no produce ganancias. Es mucho más lucrativo vendernos una versión sintética de la que dependamos el resto de nuestra vida.

Pero, esta solo es una parte de lo que se necesita saber para entender lo dañado que está nuestro sistema de salud. No se trata la causa, solo los síntomas y el costo es demasiado alto, tanto en términos económicos, como de salud.

La industria farmacéutica controla todo lo que tiene que ver con salud

También está la influencia de la industria farmacéutica en la educación y la práctica médica. Las compañías farmacéuticas financian gran parte de la educación médica, lo que crea un sesgo importante en la información que reciben los médicos. Means dijo que cuando trabajaba en la industria farmacéutica, era un secreto a voces que el objetivo principal de los anuncios de medicamentos en la televisión no era convencer a los consumidores de comprar medicamentos específicos, sino controlar el negocio de las noticias en sí.

Sorprendente ¿no lo cree? La idea de que las compañías farmacéuticas compren tiempo al aire no solo para promover sus productos, sino para influir en el contenido de las noticias que ven las personas, suena bastante perturbadora. Eso explica por qué rara vez hablan sobre los informes de investigación que se relacionan con la seguridad o efectividad de los medicamentos.

Pero, la educación y las noticias no son lo único que controlan las compañías farmacéuticas.  También tienen influencia en todos los niveles de la investigación médica. Los Institutos Nacionales de Salud (NIH), que uno pensaría que es una agencia gubernamental independiente, tienen lazos muy estrechos con la industria farmacéutica. La mayoría de las subvenciones de los NIH se destinan a investigaciones que tienen un claro conflicto de interés con los medicamentos farmacéuticos.

Además, el alcance de estos problemas en el campo de la investigación médica llega hasta las universidades. Para darse una idea, el gasto de la industria alimentaria en investigación es 11 veces mayor que el de los NIH. Esto significa que gran parte de lo que cree saber sobre nutrición podría estar influenciado por compañías que se benefician de la venta de alimentos procesados.

Luego está la relación entre las agencias gubernamentales y las industrias que se supone deben regular. Por ejemplo, funcionarios de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y otras agencias a suelen dejar sus puestos para aceptar empleos mejor pagados dentro de la industria farmacéutica, y viceversa. Esto crea un sistema en el que se incentiva a los inspectores a tomar decisiones que beneficien a sus futuros empleadores, sin importar el impacto que tengan esas decisiones en la salud pública.

También existe un lazo entre la industria farmacéutica y las organizaciones de derechos civiles. Algunos de los grupos de derechos civiles más importantes del país, como la NAACP, reciben dinero de las compañías farmacéuticas para presionar por políticas que las beneficien. Por ejemplo, la NAACP argumenta que no apoyar la financiación gubernamental de medicamentos contra la obesidad como Ozempic es una forma de racismo sistémico.

Una situación bastante triste ¿no lo cree? La idea de que organizaciones en las que confía para que luchen por la justicia social, en realidad sean portavoces de las compañías farmacéuticas, es algo bastante triste. Es un claro recordatorio del nivel de control que tienen estas compañías.

Luego, la conversación pasa al tema de la salud mental en Estados Unidos, y el panorama aquí también es bastante sombrío, ya que el 17.7 % de las mujeres en este país toman inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS),11 medicamentos que se utilizan para tratar la depresión y la ansiedad. Lo peor de todo es que en la actualidad, las tasas de prescripción de ISRS entre adolescentes están por los cielos, ya que ahora muchas preparatorias utilizan estos medicamentos como su tratamiento principal para los problemas de salud mental.

El sistema de salud también se beneficia de las enfermedades

Pero, los problemas no paran aquí, ya que alrededor de 20 % de los estudiantes de último año de preparatoria toman medicamentos como Adderall,12 que describe como "un tipo de metanfetamina". De hecho, estos medicamentos se desarrollaron por primera vez en la Alemania nazi como una herramienta para hacer que los soldados se volvieran más agresivos, y ahora se prescriben sin restricción alguna a nuestros niños.

Luego, tenemos la causa número uno de muerte, las enfermedades cardíacas y el uso masivo de estatinas. Hasta el 50 % de los hombres mayores de 40 años toman estatinas, que son un tipo de medicamento que se prescribe para reducir los niveles de colesterol. Pero, una vez más, se trata de un enfoque que causa más daños que beneficios. La enfermedad cardíaca no es una deficiencia de estatinas, y prescribir estos medicamentos hace que las personas crean de forma errónea que pueden comer lo que quieran siempre y cuando no dejen de tomar su medicamento.

Luego tenemos la diabetes o disfunción metabólica, que es la causa principal de muchos otros problemas de salud. Todas las personas con Alzheimer también tienen prediabetes o diabetes, por esa razón muchos investigadores se refieren al Alzheimer como "diabetes tipo 3". En Estados Unidos, se gasta más dinero en controlar la diabetes que el presupuesto completo que recibe el departamento de defensa.

Aunque toda esta información es aterradora, hay un algo que mencionan en la entrevista que se lleva el premio mayor. Nuestro sistema de salud está diseñado para beneficiarse de mantener enfermas a las personas. Los hospitales, los médicos, las compañías farmacéuticas y los proveedores de seguros ganan más dinero cuando las personas se enferman por un largo periodo de tiempo. Esta perversa estructura de incentivos, no solo es la causa, sino que también ayuda a que se mantenga la crisis de salud pública que enfrenta Estados Unidos.

Para ejemplificar este punto, Cali Means compartió una historia personal sobre su madre. A los 71 años, su médico le dijo que su estado de salud era bueno, a pesar de que debía tomar siete medicamentos de por vida, tales como estatinas para el colesterol, metformina para el azúcar y otros para la hipertensión.

Afirmó que este enfoque de tratar cada síntoma como un problema diferente, en lugar de abordar la disfunción metabólica subyacente, tiene como objetivo mantener a las personas con medicamentos.

Cali Means dijo que se necesita un cambio radical en la forma de tratar la salud en Estados Unidos. Y mencionó que, en lugar de depender de medicamentos para controlar los síntomas, deberíamos enfocarnos en abordar las causas subyacentes de la disfunción metabólica.

Cree que este enfoque podría mejorar bastante los resultados de salud y reducir los costos de atención médica. También dijo que muchas enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardíacas, pueden revertirse a través de cambios en el estilo de vida, sobre todo con la alimentación y el ejercicio.

Los cambios para combatir la crisis de salud

Pero, implementar estos cambios a nivel social significa enfrentarse a obstáculos importantes. Cali Means habló sobre varios cambios en las políticas que podrían hacer toda la diferencia:

  1. Prohibir la publicidad farmacéutica en la televisión. Esto reduciría la influencia de la industria en la cobertura mediática de temas de salud.
  2. Cambiar las políticas de cupones de alimentos para restringir la compra de bebidas azucaradas y alimentos procesados. Esto podría ayudar a reducir los subsidios indirectos del gobierno a los hábitos alimentarios poco saludables.
  3. Quitar los subsidios agrícolas de los alimentos procesados y darlos a opciones más saludables como frutas y vegetales.
  4. Implementar normas más estrictas con respecto al conflicto de interés en el campo de la investigación médica. Esto podría ayudar a garantizar que el asesoramiento y la investigación sea confiable y no el resultado de los intereses de las compañías farmacéuticas.
  5. Actualizar la educación médica para poner un mayor énfasis en las intervenciones de nutrición y estilo de vida en lugar que los tratamientos farmacológicos sean el único enfoque.

Pero, debe pensar de forma crítica sobre los consejos de salud que recibe y su origen. Cali Means sugirió que las personas deben ver su salud desde una perspectiva más amplia, y entender que muchas de las enfermedades crónicas que afectan a la sociedad moderna están interconectadas y suelen tener la misma causa subyacente.

Reconoció que no será fácil enfrentar a esta poderosa industria, pero, dijo que no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Dijo que, de no hacerlo, las implicaciones irán mucho más allá del bienestar individual, ya que representan una amenaza para la estructura misma de nuestra sociedad y economía.

Si bien los sistemas que influyen en la salud en Estados Unidos son complejos y en ocasiones bastante cerrados, las decisiones individuales aún son importantes. Esta entrevista desenmascara el verdadero estado de salud en Estados Unidos y las fuerzas detrás de este problema. Ahora depende de cada uno de nosotros utilizar esta información para tomar decisiones informadas sobre nuestra propia salud y exigir cambios sociales.