En la isla de Chipre en el mar Mediterráneo, decenas de miles de gatos (hasta 300 000) murieron de un tipo de coronavirus felino que se conoce como peritonitis infecciosa felina (FIP).
Aunque esta enfermedad no se transmite a humanos, la FIP puede evolucionar y mutar dentro de la población felina, lo que significa que podrían aparecer infecciones nuevas que sí podrían transmitirse a otras poblaciones, sobre todo entre los animales de refugios.
La FIP también podría propagarse y mutar a través de otros vectores, que incluyen las cajas de arena, palas, cepillos, así como manos y pies de humanos. Ahora que el COVID en humanos está bajo control, podría ser razonable utilizar los tratamientos contra el COVID en estos gatos infectados.