En lo que los investigadores describieron como “1000 pequeñas jeringas voladoras”, los Institutos Nacionales de Salud inocularon a un voluntario humano con una vacuna contra la malaria por medio de la picadura de mosquitos genéticos infectados.
A través de un curso de intervalos de 30 días, las vacunas produjeron suficientes anticuerpos en los voluntarios para que duran unos meses. Si bien la mitad de los participantes no desarrollaron niveles detectables de protección, los científicos dijeron que están muy emocionados de continuar con el desarrollo de la técnica.
Según Principia Scientific International, “los investigadores dicen que los mosquitos genéticos no se utilizarán como medida general para vacunar a millones de personas. Y dijeron que la razón de usar mosquitos en lugar de jeringas, fue para ahorrar costos”.