📝HISTORIA EN BREVE

  • En su primer documental, Jon Whelan presentó evidencia abrumadora sobre la adición de sustancias químicas peligrosas en las prendas de vestir y otros productos diseñados, con el fin de reducir costos e incrementar las ganancias
  • El aroma que emana de su ropa es el resultado de fragancias añadidas para disminuir los olores desagradables de la ropa sintética; debido a que las fragancias no son reguladas, los fabricantes tienen la libertad de agregar sustancias químicas tóxicas para lograr sus objetivos
  • Aunque Europa aplica los principios de precaución, los Estados Unidos asume que las sustancias químicas son seguras hasta que se demuestre lo contrario. Por desgracia, podrían pasar muchos años antes de que la ciencia demuestre que una toxina desencadena efectos negativos para la salud, al exponerle innecesariamente al peligro
  • El detergente para ropa, suavizante de telas y toallitas para la secadora, también aromatizan la ropa, y muchas de las sustancias que emiten podrían liberarse en su vecindario por medio de la secadora, lo que contribuye a la mala calidad del aire

🩺Por el Dr. Mercola

En su primer documental, Jon Whelan, un padre de familia que enviudó después de que su esposa falleciera a causa de cáncer de mama, presentó pruebas abrumadoras de que se añadían sustancias químicas peligrosas en los productos diseñados. Como comenta en esta entrevista sobre su documental "Stink", disponible en Netflix y YouTube, las fragancias y los aromas son una adición peligrosa pero útil a los productos que usa a diario.

El sentido del olfato es uno de los principales entre los cinco sentidos, y es la clave para la supervivencia, ya que por lo general es la primera advertencia de seguridad o peligro y está vinculado a la memoria. De hecho, los anunciantes y vendedores manipulan poderosas y atractivas fragancias para vender prendas de vestir, productos para el cuidado personal y productos para lavandería.

Puede reconocer hasta 10 000 olores diferentes y, según el Dr. Stuart Firestein, de la Universidad de Columbia, este sistema está estrechamente vinculado con el sistema límbico, que contiene sus impulsos básicos.1

Un estudio2 realizado en 2015, y publicado en Chemosensory Perception, investigó cómo los recuerdos incitados por el olor influían en la percepción que los consumidores tienen sobre un producto. Los investigadores descubrieron que los participantes del estudio preferían las fragancias que evocaban recuerdos emocionales y personales más fuertes.3

No es sorprendente que el olor esté poderosamente conectado con las emociones y la memoria, y que impulse las decisiones de compra. Por desgracia, las empresas añaden fragancias tóxicas para enmascarar el olor de los químicos nocivos y como aroma de la marca para adquirir nuevos clientes y mantener a los ya existentes.

El origen del documental: unas pijamas malolientes

El documental, "Stink", surgió a raíz de que Whelan comprara un pijama de la empresa de ropa infantil Justice4 para su hija. Después de abrir el paquete, se percató de un olor extraño, por lo que Whelan se comunicó con la empresa para asegurarse de que las prendas de vestir fueran seguras, pero los representantes de la empresa lo evadieron.

Al regresar a la tienda, encontró que todas las pijamas empacadas tenían el mismo olor. En ese momento decidió grabar las conversaciones que tenía con Justice y otras empresas, y comenzó a profundizar en el tema de la adición de sustancias químicas en la ropa y productos para el cuidado personal.

En una conversación reveladora con Procter & Gamble,5 fabricante de una larga lista de artículos para limpieza y cuidado personal, que incluyen la pasta de dientes Crest, detergente lavatrastes Dawn, pañales Pampers, detergente Tide y champú Pantene. El representante afirmó que no se habían añadido sustancias químicas cancerígenas en sus productos".6 Enseguida se encuentra la transcripción de una conversación que tuvo Whelan:

Whelan: "Ayer, leí un artículo en línea que decía algo relacionado con que si algún producto contenía un químico llamado 1-4-dioxano, podría causar cáncer. Solo quería estar seguro de que no fuera cierto".
Representante: "No es algo que agreguemos en el producto, es algo que ya se encuentra en el producto".
Whelan: "Entonces, ¿puede decirme quién lo agrega?"
Representante: "Disculpe, ¿cómo dijo?"
Whelan: "Dijo que ustedes no lo agregan. Me preguntaba, ¿quién lo agrega?"
Representante: "Se encuentra en todos los ingredientes, ya sabe a lo que me refiero"
Whelan: "No, en realidad no lo sé".
Representante: "Está bien, cómo se lo explico... por ejemplo, si lava 1 200 cargas al día, aún tendrá un nivel seguro".

Al igual que la exposición a muchas toxinas diferentes, es posible que exponerse a bajos niveles no desencadene una enfermedad de inmediato, pero ¿qué pasa cuando la exposición es repetitiva o crónica? Es como fumar un cigarrillo y afirmar que el producto no tuvo efectos en su salud porque no se enfermó de inmediato. El efecto de las toxinas es acumulativo y puede acumularse rápidamente cuando se expone a sustancias químicas por medio de sus alimentos, muebles, aire y ropa, todo al mismo tiempo y de forma cotidiana.

Whelan considera que, si las leyes no prohíben los químicos que los reguladores saben que causa cáncer, entonces podría ser casi imposible pelear por la transparencia y protección de la salud contra una industria altamente motivada y financiada, destinada a perder sus ganancias si son obligados a dejar de utilizar sustancias químicas más baratas, dañinas y peligrosas.

Por ejemplo, los científicos y reguladores saben el peligro que el asbesto representa en los consumidores. Se sabe que este material, utilizado durante décadas para el aislamiento, puede desencadenar el desarrollo de mesotelioma.

Los disruptores endocrinos peligrosos presentes en los productos

Whelan utiliza el ejemplo de los disruptores endocrinos en su documental, al afirmar que exponerse a estas sustancias puede generar una curva dosis-respuesta invertida. En otras palabras, el peligro es mayor cuando hay niveles de exposición más bajos durante largos períodos de tiempo. Esta exposición ocurre al utilizar productos para el cuidado personal, materiales para empacar alimentos y prendas de vestir.

Han recurrido a argumentos ambiguos y reclamos para debatir los informes que demuestran que utilizar químicos tóxicos podría intoxicar a adultos y niños, y causar daño incluso antes del nacimiento. Después de un artículo de opinión en el diario The New York Times de Nicholas Kristof, el Consejo Americano de Ciencia y Salud afirmó que Kristoff habría reprobado la materia de ciencias en octavo grado, al indicar que:7

"Mire todos estos productos letales, por ejemplo, pasta de dientes, jabón, cortinas de la regadera; me parece increíble que aún no hayamos muerto todos. La 'investigación' del Sr. Kristof —si es que puede llamarse así— dependía en gran medida de activistas muy conocidos que estaban en contra de la ciencia, como el Grupo de Trabajo Ambiental. El Sr. Kristof ha demostrado una y otra vez que ignora por completo los principios básicos de la química y toxicología".

Sin embargo, la Academia Americana de Pediatría (AAP, por sus siglas en inglés), un grupo que congrega a más de 65 000 pediatras bien versados y con conocimientos científicos de los Estados Unidos, está de acuerdo con Kristoff y solicita a los padres que limiten la exposición de sus hijos a los químicos endocrinos presentes en los plásticos. Advierten que estas sustancias químicas, como los ftalatos, nitratos y bisfenol, podrían dañar la salud de los niños en los siguientes años.

Incluso, las investigaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) han sugerido que podría ser necesario aplicar una prohibición en los químicos disruptores endocrinos con el fin de proteger la salud de las generaciones futuras.8 Su investigación es uno de los estudios más completos sobre diferentes sustancias químicas disruptoras hasta la fecha.

El Dr. Leonardo Trasande,9 experto en salud ambiental infantil, considera que los niños son más susceptibles debido a la dosis de exposición. Y como señaló la Dra. Claire McCarthy, pediatra del Hospital Infantil de Boston,10 "debido a que es una exposición baja y gradual, ni siquiera nos percatamos de lo que ocurre".

Las empresas hacen todo lo posible por mantener estas sustancias químicas en sus productos

Whelan considera que la solución debería ser una transparencia obligatoria para que las empresas tomaran mejores decisiones sobre lo que usan en sus productos y los consumidores pudieran tomar decisiones informadas sobre lo que compran.

En cambio, las empresas operan bajo el sistema de honor establecido por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos11 mientras luchan por mantener las sustancias químicas baratas en sus productos para que puedan fabricarse a bajo costo, y así proteger sus ganancias.

Por desgracia, al final la población que compra estos productos más económicos gasta miles de dólares para tratar enfermedades provocadas por la excesiva exposición a sustancias químicas, que pueden acumularse en el sistema de las personas cuando son expuestas a múltiples productos, como artículos para el cuidado personal, muebles nuevos y alfombras, e inclusive prendas de vestir.

Whelan señala que el formaldehído es conocido por causar cáncer, pero los fabricantes no lo han eliminado de sus productos. De hecho, los Estados Unidos fue sorprendido utilizando productos con altos niveles de formaldehído en zonas ambientalmente dañadas.

Por ejemplo, se descubrió que las casas remolque enviadas por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) a lo largo de la costa del Golfo de Mississippi después del huracán Katrina, emitían altos niveles de gas formaldehído. Al realizar pruebas, 519 casas rodantes y remolque tenían casi 40 veces los niveles habituales de exposición, lo que provocó dificultades respiratorias, hemorragias nasales y cefaleas persistentes.12

La Propuesta 65 de California exige un tipo de etiquetado que el gobierno federal no regula

California ha adoptado un enfoque más proactivo para proteger la salud de sus ciudadanos. En un estudio encabezado por el Grupo de Trabajo Ambiental,13 los investigadores encontraron 287 sustancias químicas en la sangre del cordón umbilical de los recién nacidos. Básicamente, estos bebés nacieron contaminados antes de consumir un solo producto fabricado.

En 1986, los votantes de California lograron que se aprobara una iniciativa conocida como la Propuesta 65, que exige que el estado publique una lista de sustancias químicas que causan cáncer o defectos de nacimiento. Desde su aprobación, incluyó a casi 800 sustancias químicas, y los fabricantes deben notificar a los consumidores cuando estas sustancias químicas son añadidas en sus productos.14

Según la Sociedad Americana Contra el Cancer,15 a partir de 2014 el riesgo de desarrollar cáncer fue de un 40 % en los hombres y casi del 37 % en las mujeres. Sus datos y cifras globales sobre el cáncer sugieren que estos números aumentarán a un 50 % para el 2030.16

Europa practica los principios de precaución; al contrario de los Estados unidos

En el documental, Whelan revela que el Consejo Americano de Química gastó 121 000 dólares en cada congresista para apoyar las campañas electorales. La influencia otorga dividendos ya que se requiere de una acción legislativa para cambiar el estado actual en el que los fabricantes liberan sustancias químicas bajo un sistema de honor, el cual requiere pruebas de que las sustancias químicas son seguras para los consumidores antes de ser distribuidas.

Por el momento, los Estados Unidos no aplica los principios de precaución, más bien actúa bajo la suposición de que las sustancias químicas son "inocentes hasta que se demuestre que son culpables". Pero, en Europa ocurre todo lo contrario, ya que en el caso de haber alguna sospecha de que una sustancia química es peligrosa, debe ser eliminada de inmediato.

Sin embargo, probar la culpabilidad es casi imposible a corto plazo, ya que a menudo estas sustancias químicas se acumulan con el paso de los años en el cuerpo antes de que se noten sus efectos, y eso funciona en beneficio de la industria. Por ejemplo, uno de los herbicidas químicos más populares en el mundo, Roundup, fabricado por Monsanto (ahora Bayer), ha estado presente en el mercado desde 1974.17

Después de 45 años de ser comercializado, recientemente se le ordenó a Monsanto pagar 289 millones de dólares cuando un jurado determinó que el linfoma no Hodgkin que padecía Dwayne Johnson había sido provocado, al menos en parte, por el glifosato del Roundup, al que estuvo expuesto cuando era jardinero de una escuela.18 El juez confirmó el veredicto de culpabilidad, pero luego redujo la compensación por los daños a 78 millones de dólares.19

Tras el veredicto, la jueza titular, Suzanne Ramos Bolanos, señaló que la empresa20 "actuó con malicia, opresión o fraude y que debía ser castigada por su conducta". En el pasado, Monsanto había demandado a la Oficina de Evaluación de Riesgos para la Salud Ambiental de California por agregar el glifosato en la lista de la Propuesta 65 de sustancias químicas que causan cáncer, pero perdió la demanda.

Durante el proceso de filmación del documental, Whelan no recibió ninguna respuesta a una pregunta que formuló a los fabricantes "¿cuáles son los beneficios para el consumidor al comprar productos con sustancias químicas ocultas que causan cáncer y defectos de nacimiento?". Y considera que el compromiso que garantice la seguridad es actuar con transparencia, lo que puede permitirles a los consumidores decidir a que se expondrán.

La problemática de las fragancias de segunda mano

No solo se trata de las sustancias químicas presentes en los productos que compra sino a los que se expone. La contaminación por fragancias de segunda mano es un riesgo para la salud pública ya que el 30.5 % de la población en general detesta estos olores y el otro 19 % experimenta efectos adversos en su salud debido a los aromatizantes.21

Hace treinta años, el problema era el humo de segunda mano, pero hoy en día las fragancias de los perfumes, aromatizantes, productos perfumados para lavandería y muchos otros productos en los que se utilizan fragancias pueden provocar problemas de salud. Algunas de las reacciones a estas fragancias creadas en el laboratorio podrían ser:22,23

Debilidad

Síntomas de la fiebre del heno

Mareos

Confusión

Cefaleas

Dolores musculares/espasmos

Palpitaciones cardiacas

Síntomas en la mucosa de los ojos y vías respiratorias24

Problemas gastrointestinales

Vómitos, nauseas

Ataques de asma

Problemas neurológicos

Convulsiones

Dermatitis de contacto25

Problemas respiratorios y falta de aire

Los cócteles químicos de las fragancias suelen ser tóxicos, ya que se derivan del petróleo y alquitrán de hulla, y no son elaborados con aceites esenciales de flores o plantas de olor dulce. Tan pronto como huele un aromatizante, vela perfumada o detergente para ropa, habrá absorbido las sustancias químicas en su cuerpo, ya que entran a través de sus pulmones.

Aun cuando ya no huele la fragancia, continúa absorbiendo las sustancias químicas a través de sus prendas de vestir, sábanas de cama y toallas. Algunos tejidos sintéticos tienen olores desagradables, lo que obliga a los fabricantes a enmascararlos con fragancias.26Las fragancias de segunda mano son difíciles de evitar, ya que la mayoría de los lugares públicos utilizan algún tipo de aromatizante y ponen a su disposición jabones aromatizados para manos.

Aunque el número podría haber disminuido, el 85 % de las mujeres utiliza perfume27 y más del 60 % de los hombres usa colonia y crema para después de afeitar.28 Una pequeña cantidad de escuelas, institutos, empresas y hospitales han promulgado políticas libres de fragancias.

¿Libera compuestos orgánicos volátiles en su vecindario?

Los fabricantes de fragancias y químicos que se agregan en las prendas de vestir no son las únicas formas de liberar estos químicos tóxicos. Dado que las fragancias constituyen un mercado sin regular y los fabricantes practican el "sistema de honor", las etiquetas de los productos no proporcionan información sobre las sustancias químicas peligrosas a las que se expone. Los suavizantes de telas y toallitas para la secadora son uno de esos productos cargados de fragancia.29

Una científica de la Universidad de Washington, Anne Steinemann, Ph. D.,30 profesora de ingeniería civil, ambiental y de asuntos públicos, ha realizado una gran cantidad de investigaciones sobre cuáles son los químicos liberados por los productos de lavandería,31 aromatizantes, limpiadores, lociones y otros productos aromatizados.32

Un estudio se enfocó en las sustancias químicas emitidas a través de los respiraderos de secadora durante el uso cotidiano de productos perfumados, y fue publicado en Air Quality, Atmosphere and Health en 2011.

Steinemann encontró las siguientes emisiones de sustancias que provenían de las rejillas de ventilación de las secadoras de 25 de las marcas más comunes de productos aromatizados para lavandería:33

  • Se emitieron más de 600 compuestos orgánicos volátiles (VOC, por sus siglas en inglés), y solo dos de esos compuestos fueron incluidos en alguna hoja de datos de seguridad del material relacionado. Ninguna de las sustancias químicas estaba incluida en ninguna de las 25 etiquetas de los productos
  • La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos considera que dos de los VOC (acetaldehído y benceno) son cancerígenos e inseguros a CUALQUIER nivel de exposición
  • Siete de los VOC se encuentran clasificados como "contaminantes peligrosos del aire"
  • Las concentraciones más altas de VOC emitidos fueron del acetaldehído, acetona y etanol
  • Tan solo el 25 % de los VOC fueron clasificados como tóxicos o peligrosos según las leyes federales

Prácticamente ninguno de los VOC detectados en su estudio aparecía en las etiquetas del producto u hoja de seguridad de los datos del material. En cambio, las etiquetas solo enlistaban categorías generales, como "surfactantes biodegradables", "suavizantes" o "perfume". Y aún lo más perturbador es que, los productos "más ecológicos" eran tan malos, o peores, que los productos convencionales.