Historia en breve
- Los datos sugieren que a 1 de cada 30 niños de 3 a 17 años, lo que equivale al 3.49 %, fue diagnosticado con el trastorno del espectro autista (TEA) en 2020
- El índice de autismo en familias de bajos ingresos es más alto que en las de mayores ingresos, y las primeras tienden a tener tasas de vacunación más altas
- En 2010, el tribunal federal de vacunas reconoció que el autismo de Hannah Poling fue el resultado de las vacunas, que "agravaron un trastorno mitocondrial subyacente de manera significativa".
- La exposición al glifosato, mercurio, plomo, aluminio y otras sustancias químicas, lo que incluye los ftalatos y la contaminación del aire, también tiene algo que ver con el autismo
- Incluso, el riesgo de autismo en los bebés es mayor cuando se administra paracetamol, de la marca Tylenol, durante el embarazo
Por el Dr. Mercola
Los índices de autismo son cada vez más altos en Estados Unidos y, según las últimas estimaciones, a 1 de cada 30 niños de 3 a 17 años, lo que equivale al 3.49 %, fue diagnosticado con el trastorno del espectro autista (TEA) en 2020.1
Los datos se recopilaron en 2019 y 2020 por medio de la Encuesta Nacional de Entrevistas de Salud (NHIS) de Estados Unidos y revelaron que, de los 12 554 niños encuestados en esos dos años, a 410 se les diagnosticó autismo. 2 La prevalencia general de autismo en 2019 fue del 2.79 % y creció a un 3.49 % en 2020, lo que representa un aumento del 53 % desde 2017.3
El estudio también reveló que la prevalencia del autismo creció de 2014 a 2016, bajó de 2016 a 2017 y volvió a aumentar de 2017 a 2020.4 Es difícil ignorar el aumento tan marcado de las tasas de autismo en Estados Unidos, sin embargo, la causa sigue siendo un misterio.
El aumento de las tasas de vacunación podrían ser un factor
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos publican un índice estimado de casos de autismo cada cuatro años, pero los datos hacen referencia, sobre todo, a las familias de mayores ingresos, lo que podría ocasionar que las estimaciones queden por debajo de las cifras reales. Los datos del NHIS son más precisos debido a que incluyeron datos de familias de bajos ingresos, lo que revela que el índice de autismo en dichas familias es más alto que en las de mayores ingresos.
“Me parece sorprendente que haya una diferencia significativa, en términos estadísticos, [que demuestra] que los niveles más altos de autismo ahora se diagnostican en personas con ingresos bajos”, dijo Brian Hooker, Ph.D. y consejero científico en jefe de Children's Health Defense. “Es interesante porque ya lo sospechábamos, pero no lo habíamos visto cuantificado de esta manera”.5
De acuerdo con Children's Health Defense, es posible que esta diferencia se deba a que se les diagnostica autismo a más niños en las escuelas con datos demográficos de bajos ingresos para que se les permita acceder a los servicios, sin embargo, también se sabe que las familias de bajos ingresos tienden a tener tasas de vacunación más altas que de las de mayores ingresos.
"Es necesario tomar en cuenta las tasas de vacunación, ya que las familias con mayores ingresos tienden a vacunarse menos", aseguró Hooker. 6
Los CDC niegan que haya un vínculo entre las vacunas y el autismo, pero en 2010, el tribunal federal de vacunas reconoció que el autismo de Hannah Poling fue el resultado de las vacunas, que "agravaron un trastorno mitocondrial subyacente de manera significativa, el cual la predispuso a deficiencias en el metabolismo energético de las células y se manifestó como una encefalopatía regresiva con características del trastorno del espectro autista”.7
Los trastornos mitocondriales y el autismo
Cuando se presentó el caso de Poling, el gobierno reconoció por primera vez que las vacunas podrían desencadenar el autismo, en este caso, debido a un trastorno mitocondrial subyacente. En octubre de 2020, un análisis científico que se publicó en Seminars in Pediatric Neurology presentó mayor evidencia de que la función mitocondrial podría tener una relación con el autismo.
En 2017, se estimó que cerca del 4 % de los niños con autismo podrían recibir el diagnóstico de una enfermedad mitocondrial definida, mientras que otras investigaciones sugirieron que las anomalías de la función mitocondrial podrían afectar hasta al 80 % de los niños con autismo. 8
Se han encontrado "anomalías nuevas" en la función mitocondrial de los niños con autismo y se ha descubierto que los tratamientos para la disfunción mitocondrial, como la suplementación con L-carnitina y una dieta cetogénica, son beneficiosos. Por lo general, cuando el autismo se origina debido a una disfunción mitocondrial, los niños presentan un conjunto de síntomas clave, tales como:9
- Fatiga
- Trastornos gastrointestinales
- Convulsiones o epilepsia
- Retraso psicomotor, ataxia o debilidad muscular
- Regresión inusual del neurodesarrollo, lo que incluye regresiones múltiples o regresiones más tardías que las que se suelen asociar con el TEA
El autor del análisis, el Dr. Richard Frye del Barrow Neurological Institute del Phoenix Children's Hospital en Arizona, señaló que las mitocondrias son "muy vulnerables a los factores ambientales" y un nuevo tipo de disfunción de las mitocondrias "en el que la actividad de la cadena de transporte de electrones aumenta de forma significativa podría relacionarse con exposiciones ambientales”.10
Parece que hay algo en el medio ambiente que está provocando la disfunción mitocondrial en un número de niños cada vez más alto, pero ¿qué es?
La exposición al glifosato es un 'posible factor de riesgo'
Stephanie Seneff, investigadora científica del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha pasado varios años estudiando el glifosato, que es el ingrediente activo del herbicida Roundup, y cree que es un posible factor de riesgo de autismo. 11Cuando hablé con la investigadora Seneff sobre su libro: "Toxic Legacy: How the Weedkiller Glyphosate Is Destroying Our Health and the Environment", explicó:12
"Ha sido una década de mucho aprendizaje sobre el glifosato. Cuando descubrí todos sus efectos, dejé de hacer todo lo que hacía porque estaba segura de haber encontrado la respuesta a la epidemia del autismo. Eso era lo que estaba buscando. En 2012, escuché una conferencia de dos horas de Don Huber y cambió mi enfoque por completo.
Gracias a la conferencia entendí los síntomas del autismo, una enfermedad muy compleja que involucra muchos problemas intestinales y de minerales. De la noche a la mañana empecé a estudiar todos los documentos que pude.
Poco después encontré el artículo de Séralini, que aún no se había retirado en ese momento. Dicho artículo se había vuelto a publicar y su autor, Séralini, un toxicólogo francés, demostró que dosis muy bajas de glifosato durante la vida de una rata podían causar mucho daño.
Señaló que después de tres meses, todo se veía bien, lo que significa que es una muerte lenta. Esto es algo que enfatizo en mi libro. El glifosato es delicado y eso en verdad es un gran problema porque las personas no [comprenden la relación]. Tenemos diabetes, obesidad, autismo, alzheimer. Es una lista muy, muy larga, con todos los problemas intestinales.
Los microbios sufren de envenenamiento crónico con glifosato, y luego el intestino se convierte en un punto de partida central para muchas enfermedades, incluyendo las enfermedades neurológicas y la artritis. Entonces, con eso puede comprobar que el glifosato puede causar todos los problemas intestinales que vemos hoy en día".
Seneff cree que contribuye y empeora el daño causado por las vacunas, en parte porque se une de manera muy efectiva al aluminio que se utiliza como adyuvante en ciertas vacunas. Es probable que también se una a muchos otros metales tóxicos.
La teoría es que, al estar envueltos en moléculas de glifosato, los metales pueden penetrar más fácil varias barreras. Esto se debe a que el glifosato hace que estas barreras, como la barrera intestinal y la barrera hematoencefálica, se vuelvan más porosas. Y, cuando ya se tiene un intestino permeable o cerebro permeable, los metales tóxicos se transportan junto con el glifosato.
También se demostró que el glifosato se acumula en el cerebro, y los estudios en animales demuestran que causa neuroexcitotoxicidad debido al exceso de glutamato en el cerebro. Esto, a su vez, "está muy relacionado con el autismo", dice Seneff. 13En su libro, Seneff también analiza la importancia del azufre para gozar de una salud óptima, así como la manera en que la deficiencia de sulfato se relaciona con el autismo y cómo el glifosato puede causar deficiencia de sulfato.
Relación significativa entre el mercurio, el plomo y el autismo
Un metaanálisis de septiembre de 2020 concluyó que existe una relación significativa entre el autismo y las concentraciones de plomo y mercurio en el cuerpo, lo cual respalda que hay una conexión entre dicho trastorno y la exposición a sustancias tóxicas. 14De acuerdo con los autores, la conexión entre el mercurio y el autismo es tan fuerte que "la concentración de mercurio puede considerarse como una causa patógena (causa de enfermedades) de autismo".15
El timerosal, que es un conservador a base de mercurio, se usó durante mucho tiempo en ciertas vacunas a pesar de ser una toxina neurotrófica muy conocida. Aunque se eliminó de la mayoría de las vacunas infantiles, aún está presente en algunos viales que contienen más de una dosis única de la vacuna. En un artículo de revisión de 2017, se citaron varios estudios que relacionan el mercurio y el autismo entre sus referencias, y se indicó que:16
“Se demostró que el trastorno del espectro autista (TEA) va acompañado de una distorsión en la homeostasis de metales. Parece que el grado en que las personas se ven afectadas por los metales tiene algo que ver con su estructura genética.
La exposición al Hg [mercurio] se convirtió en una posible causa de muchas enfermedades patológicas, y se pueden mencionar varias fuentes de exposición, incluyendo amalgamas dentales, mariscos, vacunas y, focos ahorradores".
En la actualidad, el conservador de vacunas que más se utiliza es el aluminio, no el timerosal; de acuerdo con un estudio de 2018, se descubrió que las personas con autismo tenían grandes cantidades de aluminio en su cerebro, y los investigadores señalaron que: "el contenido de aluminio del tejido cerebral en personas con autismo siempre era alto". 17
El uso de Tylenol también se relaciona con el autismo
Incluso el paracetamol, de la marca Tylenol, entre otras, contribuye al desarrollo del autismo, a pesar de que muchos lo consideran inocuo. En comparación con los hijos de mujeres que recibieron la concentración más baja de paracetamol durante el embarazo, los niños del segundo tercil tenían un riesgo 226 % mayor de ser diagnosticados con TDAH, y un riesgo de 214 % mayor de TEA alrededor de los 10 años (edad promedio 9.8 años). 18
Quienes recibieron una mayor concentración de paracetamol tenían un riesgo 286 % mayor de TDAH y un riesgo 362 % mayor de TEA. Como señalaron los autores, sus hallazgos "apoyan estudios previos con respecto a la relación entre la exposición prenatal y perinatal al paracetamol y riesgos de neurodesarrollo infantil".19
Una investigación española de 2016 que se publicó en el International Journal of Epidemiology también reveló que los niños cuyas madres usaron paracetamol durante el embarazo tenían una probabilidad 41 % mayor de presentar síntomas de TDAH a los 5 años, mientras que los de sexo masculino tenían, además, un mayor riesgo de desarrollar TEA. 20
Incluso, un estudio realizado en 2017 afirma que "el uso de paracetamol en bebés y niños pequeños podría tener una mayor relación con el autismo que su uso durante el embarazo, tal vez debido a deficiencias muy conocidas en la descomposición metabólica de los productos farmacéuticos durante el desarrollo temprano". 21
Las toxinas ambientales contribuyen al desarrollo de autismo
Es probable que este complejo trastorno se desarrolle debido a una combinación de varios factores. Además de las vacunas y el glifosato, hay otras exposiciones ambientales que podrían tener algo que ver con el autismo, tales como:
- Los ftalatos, sustancias químicas de gran volumen de producción que suelen utilizarse como plastificantes en el cloruro de polivinilo (PVC) y otros plásticos; en 2009 se descubrió una relación entre el autismo y la exposición a los suelos de PVC, que son una fuente de ftalatos en el aire en espacios cerrados. 22
- La contaminación del aire; el riesgo de autismo aumentó entre un 12 % y un 15 % por cada aumento del rango intercuartílico en la exposición prenatal a la contaminación atmosférica por ozono y partículas. 23
Por desgracia, aunque está claro que los factores ambientales podrían contribuir al desarrollo del autismo, no se están tomando las medidas necesarias para descubrir cuáles son esos factores y crear conciencia de que el autismo es una "enfermedad inducida por el medio ambiente".24
Muchas personas, como el Dr. Marc Siegel, de la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, siguen atribuyendo el aumento de los diagnósticos de autismo a que los padres son más conscientes de los signos de este trastorno en sus hijos, pero incluso reconoce que "es probable que también haya algo a lo que las mujeres se exponen en el útero, algo que aún no conocemos y que podría causarlo". 25Pero, como indica Kim Rossi, directora editorial de Age of Autism:26
“Cada vez hay más casos de autismo, pero nadie se preocupa. Vea cómo Siegel alude a 'algo a lo que las mujeres se exponen en el útero' que 'podría' ser otro factor. Después de treinta años de ver cómo las estadísticas sobre el autismo crecen sin parar, todavía no sentimos interés por descubrir ese "algo" que lo provoca".
Fuentes y Referencias
- 1, 3, 5, 6, 7, 11, 24, 25, 26 Children’s Health Defense July 14, 2022
- 2, 4 JAMA Pediatrics, Research Letter July 5, 2022, Results
- 8, 9, 10 Seminars in Pediatric Neurology October 2020, Volume 35, 100829
- 12, 13 Substack, ‘Toxic Legacy’ — How Glyphosate Destroys Your Health June 27, 2021
- 14, 15 Pediatric Health, Medicine and Therapeutics September 21, 2020, Volume 11, Pages 369-378
- 16 Environmental Research November 2017; 159:545-554 (PDF), Page 546
- 17 Journal of Trace Elements in Medicine and Biology March 2018; 46: 76-82
- 18 JAMA Psychiatry October 30, 2019 DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2019.3259
- 19 JAMA Psychiatry October 30, 2019 DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2019.3259, Conclusions and Relevance
- 20 International Journal of Epidemiology 2016 Dec 1;45(6):1987-1996
- 21 Int Med Res. 2017 Apr;45(2):407-438
- 22 Neurotoxicology. 2009 Sep; 30(5): 822–831
- 23 Environ Health Perspect. 2013 Mar;121(3):380-6. doi: 10.1289/ehp.1205827. Epub 2012 Dec 18