HISTORIA EN BREVE

• Los hospitales de "alta tecnología" de la actualidad, con sus espacios cerrados, podrían estar facilitando la propagación de enfermedades mucho más que los hospitales antiguos que estaban al aire libre.

• El experto en enfermedades infecciosas, Peter Collignon, de la Universidad Nacional de Australia solicito una investigación más urgente sobre el factor de aire libre, sobre todo porque involucra al COVID-19 y la propagación de otras enfermedades infecciosas.

• Un estudio realizado en 1968 reveló una propiedad germicida en el aire rural, denominada factor de aire libre (OAF); En la década de los 70s, otros investigadores determinaron que el OAF no solo era un compuesto, sino "una mezcla de especies químicas muy reactivas que variaban en su composición".

• Volver a emplear las salas al aire libre y el régimen al aire libre puede ser beneficioso para los pacientes del hospital, mientras que aprovechar el OAF también puede ser ideal para reducir la transmisión de enfermedades en la comunidad, incluyendo las escuelas, los hogares, las oficinas y otros edificios grandes.

• A nivel personal, es importante aprovechar al máximo los poderes restauradores del aire fresco al abrir las ventanas y pasar tiempo al aire libre, en especial en áreas naturales.

Por el Dr. Mercola

Nuestros antepasados aprovecharon las propiedades curativas del aire fresco.1 De hecho, Plinio el Viejo (23-79 d. C.) les recomendó a las personas con tuberculosis respirar el aire de los bosques verdes, que tiene un alto contenido de ozono y que es un conocido agente germicida. 2

En tiempos pasados, el aire exterior se consideraba parte del tratamiento estándar para la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas.3 Por irónico que parezca, los hospitales de "alta tecnología" de la actualidad, con sus espacios cerrados, podrían estar facilitando la propagación de enfermedades mucho más que los hospitales antiguos que estaban al aire libre.

Durante la década de los 60s, los científicos que trabajaban en la investigación de biodefensa acuñaron el término "factor de aire libre" u OAF, para describir el componente germicida del aire exterior que es capaz de matar patógenos y reducir su infectividad. 4 Sin embargo, el interés de utilizar el aire libre para promover la salud y reducir las enfermedades infecciosas disminuyó en la década de los 70s y, desde entonces, se ha ignorado en gran medida.

En un artículo de revisión publicado en Cureus, el experto en enfermedades infecciosas Peter Collignon de la Universidad Nacional de Australia solicito una investigación adicional urgente sobre el factor de aire libre, sobre todo porque involucra alCOVID-19, y agregó: “[N]ecesitamos actuar de manera rápida, ya que ya hay evidencia suficiente para demostrar que la salud pública en general mejoraría si se hiciera más hincapié en una mayor exposición al aire exterior”.5

La historia de la curación por el aire exterior

Según Collignon, los efectos curativos del aire exterior fueron "aprovechados" a finales del siglo XIX y principios del XX. “En primer lugar, para tratar a pacientes con tuberculosis que se sometían a 'terapia al aire libre' en sanatorios; y en segundo lugar por cirujanos militares durante la Primera Guerra Mundial”, escribió. “Usaron el mismo régimen de aire libre en salas de hospital diseñadas para desinfectar y curar heridas graves entre los soldados heridos”.6

Según los investigadores del American Journal of Public Health en 2009, el médico inglés John Coakley Lettsom (1744-1815) fue uno de los primeros defensores de lo que más tarde se conoció como el "método de aire libre". Expuso a los niños con tuberculosis al "aire del mar y la luz del sol en el Hospital Royal Sea Bathing en Kent, Inglaterra, en 1791".7

Los efectos germicidas del aire fresco se aprovecharon aún más durante la pandemia de la influenza de 1918 a 1919, cuando era muy común colocar a los enfermos al aire libre en tiendas de campaña o en hospitales al aire libre. Los registros de un hospital al aire libre en Boston, Massachusetts, durante el brote de la gripe española de 1918 a 1919 sugieren que los pacientes y el personal lograron combatir los peores momentos del brote. 8

El aire fresco y la luz del sol son dos cosas que sin duda alguna carecen los hospitales modernos, pero abundaban en el Hospital Camp Brooks, que trató a cientos de pacientes durante la pandemia de influenza de 1919. Los tratamientos se realizaron al aire libre para maximizar la luz solar y el aire fresco.

El director general de salud pública de la Guardia Estatal de Massachusetts, William A. Brooks, informó que, en un hospital general con 76 casos de influenza, 20 pacientes murieron en un período de tres días mientras que 17 enfermeras cayeron enfermas. “Por el contrario”, escribieron los investigadores, “según una estimación, el régimen adoptado en el campamento redujo la mortalidad de los casos hospitalarios del 40 % a alrededor del 13 %”.9

En el caso de una futura pandemia, señalaron, tendríamos que hacer mejoras en las unidades de tratamiento de aire y las unidades de filtración portátiles para hospitales y otros edificios, pero, los beneficios podrían ser mejores si hubiera mucha ventilación natural o, de hecho, recomendarles a las personas pasar tanto tiempo al aire libre como sea posible”.10

Más tarde, en la década de los 50s, se propuso un régimen al aire libre como tratamiento masivo para las quemaduras en caso de guerra nuclear. “En dichas condiciones de desastre, es difícil contar con una cantidad adecuada de apósitos e instalaciones para su uso”, escribió Collignon. “El régimen de aire libre se consideró el único tratamiento viable. Se consideró que el control de la infección era la 'característica distinguida' de este enfoque”.11

Factor germicida del aire libre

Hay múltiples factores que reducen el riesgo de infección en espacios a la intemperie. Para empezar, las partículas infecciosas se diluyen y dispersan de manera más rápida, mientras que las variaciones de temperatura y humedad podrían inactivar los virus. También se sabe que la luz ultravioleta del sol inactiva virus como la influenza y los coronavirus,12 sin mencionar que la luz solar mejora los niveles de vitamina D de los pacientes, cuya deficiencia puede aumentar la susceptibilidad a la influenza y otras infecciones respiratorias. 13

Pero, es muy evidente como se ignoran las propiedades germicidas directas del aire exterior, a pesar de que, un estudio realizado en 1968 y publicado en la revista Nature, demostró que el aire rural tiene una propiedad germicida. 14 Los experimentos revelaron que el aire exterior era más letal para los patógenos transportados por el aire que el aire interior, y los científicos desarrollaron una técnica para medir los efectos del aire exterior sobre la supervivencia de bacterias, virus y esporas. Collignon explicó:15

“Al principio, las pruebas se realizaron durante las horas de oscuridad ya que, al igual que otras bacterias y virus, la E. coli muere rápidamente con la luz solar. Las muestras de E coli expuestas al aire exterior por lo general murieron más rápido, que con el aire interior.
En algunas ocasiones, las muestras de E.  coli expuestas al aire libre perdieron su viabilidad en 30 minutos, mientras que las que estaban en el interior sobrevivieron durante varias horas. El efecto bactericida variaba de una noche a otra y desaparecía muy rápido en cualquier área cerrada”.

Además de ser efectivo contra la E. coli, el aire exterior también fue efectivo contra virus y otras bacterias, incluyendo Brucella suis, Francisella tularensis, Staphylococcus epidermidis, Streptococcus del grupo C y Serratia marcescens.

El componente germicida del aire se denominó OAF, pero, en ese momento, los investigadores no pudieron identificaren su contenido. En la década de los 70s, otros investigadores determinaron que el OAF no solo era un compuesto sino “una mezcla de especies químicas muy reactivas que variaban en su composición”.16

En 2021, los expertos en ciencia atmosférica volvieron a revisar el OAF y acordaron que, al parecer, ninguna molécula o clase de moléculas tiene una relación directa con los altos niveles de actividad bactericida. 17 Incluso llegaron a la conclusión de que los radicales hidroxilo (HO), un componente del OAF que se sabe que mata los patógenos en el aire, no tienen relación con la actividad germicida reportada. Concluyeron:18

"Identificamos otros posibles candidatos, que se forman en reacciones de ozono-alqueno y que tienen propiedades germicidas conocidas (y probables), pero aun no pueden identificar que compuestos conforman el OAF".

Ese enigma de cómo funciona el OAF puede ser una razón clave por la que no lo utilizan en la salud pública y el control de infecciones, afirmó Collignon,19 aunque, otro posible factor es el hecho de que el aire fresco sea gratis y no se puede patentar.

¿Podríamos utilizar más ventilación para conservar el OAF en espacios cerrados?

La investigación sobre el OAF en la década de los 60s encontró que los efectos germicidas del aire exterior podrían conservarse en espacios cerrados siempre cuando la ventilación sea alta. 20De preferencia, de 30 a 36 cambios de aire por hora con el fin de conservar el OAF.

La investigación sobre salas de hospital anteriores a la década de los 50s utilizadas por pacientes con tuberculosis, las cuales tenían múltiples ventanas grandes y techos altos, sugiere que la tasa de ventilación era de 40 cambios de aire por hora y que había menos tasas de infección de tuberculosis en comparación con los hospitales más modernos. 21La realidad es que los hospitales modernos propagan enfermedades.

Una revisión rápida y un metaanálisis de 40 estudios encontraron una alta tasa de infecciones nosocomiales (que se originaron en un hospital), y señaló: “Debido a que los pacientes infectados por el SARS-CoV-2 necesitan ir a los hospitales, es obvio pensar que la incidencia de infecciones nosocomiales sea alta."22

Los investigadores buscaron informes de casos de infecciones nosocomiales de COVID-19, síndrome respiratorio agudo severo (SARS) y síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y, revelaron que, entre los pacientes confirmados, la tasa de infecciones nosocomiales fue de 44 % para el COVID-19, 36 % para el SARS y 56 % para el MERS. Se creía que el personal médico representaba el 33 % de los casos nosocomiales de COVID-19, y que las enfermeras y los médicos eran los que se infectaban con más frecuencia.

Mientras tanto, se sigue ignorando en gran medida la importancia de una ventilación adecuada, incluso cuando un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos encontró que una mejor ventilación, como abrir una ventana, redujo los casos de COVID-19 en las escuelas de Georgia, lo que fue mucho más efectivo para el personal y los profesores que los cubrebocas. 23Según Collignon:24

“Hace décadas, los hospitales y otros tipos de edificios se diseñaban para evitar la propagación de infecciones. Se requería mucha ventilación natural.
Pero, en la actualidad, eso ya no es un requisito. El aire fresco ya no se considera un germicida o terapéutico para los pacientes del hospital o para nadie. Los edificios ahora están diseñados para impedir la entrada del aire. Por ejemplo, las ventanas son más pequeñas, los techos son más bajos, la ventilación cruzada puede ser difícil o imposible, y tampoco hay suficientes balcones ni terrazas”.

Llego el momento de redescubrir el poder del aire fresco

Fue en 1914 cuando el Dr. Robert Saunby, profesor de medicina en la Universidad de Birmingham, dijo: “¿Por qué hemos tardado tanto en aceptar que el aire fresco es el mejor tónico, el mejor antiséptico?”.25   Collignon cree que es hora de enfocarnos en la importancia del aire fresco (en hospitales, escuelas, oficinas y otros edificios) y aprovechar sus efectos curativos para prevenir y tratar enfermedades infecciosas. Él está solicitando:26

· Pruebas para determinar los efectos del OAF en patógenos nuevos y establecidos

· Investigaciones para determinar cuánto tiempo se puede conservar el OAF en interiores y cuál es la mejor forma de conservarlo

· Una revisión del diseño del edificio para que permita la entrada de aire exterior y OAF con el fin de mejorar el control de infecciones y la recuperación del paciente.

A nivel personal, es importante aprovechar al máximo los poderes restauradores del aire fresco al abrir las ventanas y pasar tiempo al aire libre, en especial en áreas naturales. Además, Collignon sugiere que, "'redescubrir' las salas al aire libre y el régimen al aire libre" puede ser beneficioso para los pacientes del hospital, mientras que aprovechar el OAF también puede ser de gran ayuda para reducir la transmisión de enfermedades en la comunidad, incluyendo las escuelas, hogares, oficinas y otros grandes edificios. 27